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Tamara, por tres.

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Zusammenfassung

Recibir una herencia fue algo que jamás esperó por parte de su jefe, pero su contenido y una cláusula especifica la harán someter todo lo que quería y creía en ese momento. Obligada por el profundo agradecimiento a Mason Russell, Tamara acepta esa cláusula con todo lo que eso conlleva. Vivir con sus tres nietos durante tres años. Vivir con tres hombres sexis y ardientes. ¿Qué puede salir mal? Aunque nada es lo que parece.

Genre:
Romance / Erotica
Autor:
Ennduran
Status:
Abgeschlossen
Kapitel:
46
Rating:
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Altersfreigabe
18+

Prólogo

Tamara.




La tensión esta por los cielos y desconozco la razón por la que estoy aquí. Todos los presentes me miran indiferentes, excepto el que alguna vez fue mi mejor amigo. Mi presencia les da igual, pero la mirada cargada de recelo de los hermanos Russell me cala hasta los huesos. Hay algo en sus ojos que te hacen bajar la mirada y desear esconderte bajo tierra. Al menos es la opinión de los que conocemos a los hermanos de cerca, no la mía, no les temo.

Todos fuimos llamados y ahora compadecemos ante la viuda Russell. Y al decir todos, me refiero a su familia y yo, que no tengo nada que ver aquí. Mi jefe de toda la vida murió hace una semana y su abogado me hizo venir a esta reunión. Y la verdad lo considero una pérdida de tiempo, no tengo nada que hacer aquí, además de soportar las penetrantes miradas incómodas.

Toda la noche estuve con los nervios de punta, mordiéndome las uñas. Un mal qué odio, pero trabajo para dejarlo.

Antes de salir de casa mi madre me repitió una y mil veces que no tengo nada de qué avergonzarme. Y tiene razón, siempre actúe de manera correcta y con mucho respeto. Si sienten algún tipo de sentimiento negativo hacia mi persona, no es mi culpa.

— Bueno ¿podemos empezar? — habló el menor, Blake. Siempre con la cara llena de amargura y con el semblante de pocos amigos.

— Tranquilo Blake — Bastián el mayor de los tres. Siempre tan pacífico y amable. Al menos eso es lo que deja ver.

— Bueno como saben, yo soy el abogado encargado del testamento del señor Russell. Ha pasado una semana de su muerte y tal como él lo solicitó, una semana después debo leer su testamento.

No puedo evitar escanear a mi alrededor, las miradas negras están puestas sobre el abogado, excepto una, la del nieto mayor, Bastián, quien me sonríe y después enfoca toda su atención hacia el abogado. Fue tan sorpresivo que no reaccioné de la misma manera. Pensé que me miraba con recelo, pero ahora me doy cuenta que no.

La viuda se ve muy relajada, tranquila y a pesar de estar vestida de negro guardando luto a su esposo, ella no demuestra tristeza y tampoco se nota que haya llorado. Posee los mismos ojos característicos de los Russell, unos ojos oscuros que intimidan.

Jake, Bastián y Blake lucen impecables tal como se espera de un Russell. Ellos tres son hijos de Hanson y Elena, aquí presentes también. También están Angela y Melissa, hijas de Henrry y nietas del difunto. Henrry es el hermano mayor y Hanson segundo y último hijo de Mason Russell.

Pongo toda mi atención hacia el abogado tal y como lo hacen todos los demás. El abogado abre una carpeta que contiene el testamento. Lo repasa con rapidez y después nos mira a todos.

— Señor abogado, ya sabemos el sermón de iniciación. ¿Podría resumir? — expone la viuda con toda la tranquilidad del mundo — sin preámbulos abogado, sin preámbulos.

— Como ordene señora. Yo, Mason Russell, consciente de lo que hablo y deseo, dejo todos mis vienes a la única persona que conozco que es razonable y sensata. Se maneja con prudencia y rectitud, sé que mi fortuna será próspera en sus manos…

—Sin preámbulos abogado —interrumpe Hanson. El abogado lo mira con fastidio al igual que yo y prontamente obedece.

Nombro como heredera universal a mi amiga y Secretaria, Tamara Brooks Allen — termina de leer.

—¡¿Qué dijo?! — Hanson se levanta de su silla con rapidez —¿Cómo que a ella? ¿Qué está pasando?

Me quedé pasmada remolineando las últimas palabras del abogado. Y no solo yo estaba en shock también los presentes. ¿Qué jugada tan más cruel era esta?

¿Qué hizo jefe? ¿Por qué lo hizo?

—Yo…

— ¡¿Esta tipa?!— grita Blake — ¿Ella es la heredera? ¿Por qué?

Grita tan fuerte que fácilmente puede reventar mis oídos. Lo tengo a mi lado y de pie. Yo me mantengo sentada tratando de comprender todo lo que está pasando. Teniendo la esperanza de que todo es un error, pensando que el abogado se echará a reír y gritará que es un abroma o algo así.

Esto no fuera sorpresivo si el señor Mason me hubiera mencionado algo, aunque sea en plan de broma, pero lo vería venir. Me tiene sorprendida si eso es lo que quería lograr después de muerto, pero también intrigada porque quiero pensar que esto tiene una respuesta lógica.

— Debe de haber un error— digo entre el shock de la mayoría de ellos.

— Ninguno señorita, usted es la dueña de todos los bienes del señor Russell. Claro que dejó pautas si es que ustedes quieren recuperar su herencia.

— ¿Cuales? — preguntó Jake.

— Sus tres nietos varones y la heredera deben convivir juntos, tres años.

—¡¿Que?! — Bastián y yo nos unimos en coro con la misma reacción.

—No sólo eso — continúa el abogado — deben vivir juntos esos tres años. Si al cabo de tres la señorita Tamara considera que no son aptos para recibir la fortuna de su abuelo, procederemos a leer el segundo testamento.

— Por favor, esta mujerzuela engatusó al abuelo por su dinero—Blake se atreve a señalarme. Bajo la mirada y lo escuchó atentamente controlando mi enojo—. Esa condición es estúpida. Es una mujer pobre y necesitada de dinero, jamás nos regresará la herencia — continúa ofendiendo — todos sabemos que se pudren en la pobreza— mi paciencia llegó a tope — su madre...

Creo que nadie es capaz de hacerme perder la paciencia como lo hace Blake.

Antes de que siga hablando idioteces, jalo la corbata que usa y la estiro hacia abajo con toda la fuerza que poseo. Su rostro golpea la mesa y ahí mismo se mantiene mientras presiono su nuca para que no se pueda mover. El golpe lo deja inmóvil y parpadea rápido para recuperarse.

El estruendo hizo gritar a Megan y Samira. Y los demás se sorprendieron. Solo observan desde la distancia.

— ¿Sabes algo niño rico? Pensaba rechazar la herencia y no tomar ningún peso. Pero debes saber que a mí me respetas y por esa razón me quedo con todo lo que el señor Mason dejo en mis manos — lo libero y se incorpora rápido. Su nariz y labio sangran un poco.

—¿No te atreverías Tamara?

—¿A no?—me pongo de pie y lo encaro. Sonrió. Su mirada de odio deja de importarme, tiene que saber que no debe meterse conmigo.

La adrenalina recorre cada parte de mi cuerpo. El sudor corre por la comisura de mi rostro. Nada lindo ver a una mujer sudar y rápido limpio mi rostro sin estropear mi maquillaje. Estoy en terreno desconocido y no sé qué esperar de todos ellos. Podrían matarme y nadie se daría cuenta.

—Típica vividora, aprovechada—continua Blake.

—Típico estúpido, resentido—concluyó.

Me giro levemente para tomar mi bolso y mis ojos recaen en la viuda, Gala, mi corazón reniega de lo que acaba de pasar y es que simplemente ella se quedó sin dinero, sé que ella y Mason trabajaron juntos para sacar su empresa adelante todo para que al final yo me quede con su fortuna. Me siento culpable, pero no me puedo disculpar por algo que no es culpa mía.

Si el señor Mason hubiera solicitado mi opinión o mi autorización para hacer esto, jamás lo hubiera aceptado.

—Disculpen —sin decir nada más camino rumbo a la salida.

El silencio es muy incómodo, pero no miro atrás. Las miradas de ellos calan en mi espalda, pero digna salgo de esa casa.

Mi jefe me hizo una jugada que jamás esperé, no son miles los que ahora están en mi poder, son millones la fortuna que posee esta familia. Hasta cierto punto entiendo que estén furiosos conmigo, aunque nada de esto fue planeado por mí.





El olor del pan caliente es delicioso, la panadería se impregna del olor espectacular de la harina siendo horneada. Desde el mostrador observo a mi madre y hermana sacar la bandeja del horno llena de pan. La campañilla que cuelga sobre la puerta hace el ruido de siempre, anuncia todos los días desde hace 50 años que un cliente ha llegado… bueno y también cobradores.

—¿Qué tal te va Tamara? Qué raro verte aquí por la mañana.

—Si bueno, renuncié a mi puesto de secretaria desde hace tres días —sí, exacto. Tres días han pasado desde que supe que millones están en mis manos.

Llegué al punto en que no pude más con la presión y con las recriminaciones de mi mente. Al final rechacé tajantemente todo lo que tenga que ver con la familia Russell. Rechacé la herencia y me vi obligada por mi dignidad dejar el puesto que trabajé por varios años. Me siento como una cobarde, pero es lo mejor.

Mi madre y hermana ignoran lo que pasó hace tres días en esa casa y como terminó todo. Le di largas cuando me preguntó, pero no podrá ser así toda la vida. Por lo pronto estoy de cajera en la panadería de mi madre. Pienso ayudar desde este lado del mostrador en lo que encuentro otro empleo.

—¿Por qué? —mi amiga se sorprende. Ella cree que tengo tanta suerte por trabajar con modelos de ambos sexos. Cuando en realidad me la pasaba detrás de un escritorio atendiendo llamadas y agendando citas.

—Es muy largo de explicar y ahora no tengo tiempo —la verdad es que no quiero hablar del tema.—¿Porque no nos vemos en casa por la noche?

—Está bien. Por ahora dame tres donas rellenas de chocolate y dos rellenas de mermelada de mango.

—Claro—sostengo una bandeja y unas pinzas para tomar el pan, me encamino a la vitrina donde se encuentran.

Veo perfectamente hacia la calle, todas las personas tienen algo que hacer y muchas de ellas no hacen lo que les gusta. Me deprime estar detrás del mostrador todo el día, no estoy obligada hacerlo, pero me aburro estar de floja en casa y en algo tengo que cooperar.

Le dediqué seis años de mi vida a esa empresa, mi rutina se resumía en responder llamadas y anotar en esa perfecta agenda de piel todos y cada uno de los pendientes de mi jefe. Su muerte me tomo por sorpresa porque siempre fue un hombre sano, incluso quedo con un viaje pendiente el cual ya no podrá realizar por obvias razones.

La paga la usaba para ayudar en las mejoras de la panadería, para los artículos que hicieran falta y para pagar una deuda que no me pertenece, pero que perjudica a mi madre. La panadería da lo justo para comer. Ahora me preocupa el dinero, nos hará mucha falta.

Continúo preparando el pedido de Chloe y la campañilla suena de nuevo y eso me obliga a regresar al mostrador con el pedido ya listo.

—Señora Russell—susurro cuando me sonríe —. Bienvenida.

—Me gustaría hablar contigo, si eso es posible —mira las pinzas que aun sostengo.

—Me encantaría, pero…

—Ve hija —mi madre interfiere. No la conoce, pero supongo que escuchó su apellido —yo me quedo con Chloe a terminar su pedido —palmea mi espalda y me presiona.

Mi madre me sonríe y al mismo tiempo me entrega en manos de la señora Gala. Si supiera que me entrega a mi inquisidora no lo haría con una sonrisa proyectada de oreja a oreja.

—Sígame, por favor.

Es una visita muy inesperada. Puedo suponer el porqué, aunque en realidad espero que me exija alejarme de su familia. Un acto que llevaré a cabo con mucho gusto solo para evitar problemas con sus hijos y nietos.

En silencio la guio a la parte de arriba donde yace mi hogar desde que tengo memoria, ella sigue mi andar posando su mirada pesada sobre mi espalda y a pesar de que no lo veo realmente siento que es así.

—La escucho—digo al ingresar a casa y ofrecerle sentarse.

—Querida no me iré por las ramas. Odio los preámbulos—hace una pausa y retoma enseguida—. Te pido que cumplas con la última voluntad de mi esposo —me siento frente a ella después de escucharla.

Me incomoda demasiado que ella personalmente me diga esto. Todos me odian y por mi bien no aceptaré nada. Lo dejé claro por llamada y por medio del abogado. ¿Por qué insiste?

—Se lo dije hace tres días. No quiero convivir con sus nietos ni por tres años, ni nunca más.

—La última vez que hablamos no te dije que hay una razón muy poderosa por la que dejamos todo en tus manos. Yo estuve de acuerdo en todo, pero porque temo que mi hijo haga mal uso de todo el dinero. Por favor Tamara, he dejado la casa principal para que mis nietos y tu puedan vivir ahí. Ellos ya están instalados en esa casa desde anoche.

—¿No entiendo por qué ustedes dejan todo en mis manos? ¿Qué les asegura que no me quedaré con todo su dinero? Fácilmente puedo disponer de él a mi antojo. ¿Por qué confían tanto en mí?

—Mason estaba muy consciente que eso podía pasar, si el dinero quedaba en manos equivocadas, pero tus manos no son las equivocadas. Y él lo sabía—explica conmoviéndome un poco—. No me pidas más explicaciones, linda. Solo debes saber que te necesitamos, Mason confía en ti. El confía en su amiga, como él te llamaba.

Me conmueve, con esa simple palabrería logra conmoverme, pero es que en mi memoria hay tantos lindos recuerdos del señor Mason, en realidad más que mi jefe logramos ser muy buenos amigos. Recordarlo me hizo mostrar una ligera sonrisa.

Y a pesar de todo se nota por lo que dijo previamente que hay algo turbio en todo esto. Su insistencia deja muchas dudas en mi cabeza. Sería estúpido de mi parte ignorar las luces rojas que resaltan en la conversación. No lo dice abiertamente y sus razones tendrá. Algo le preocupaba al señor Mason y por supuesto a ella. No debería aceptar esto, pero Gala es una mujer que conozco desde hace un par de años y siempre me ha tratado con respeto y jamás me ha mirado con insuficiencia como lo hacía parte de su familia. No quisiera hacerla rogar más.

Exhalo y me pongo de pie, me siento muy confundida y no deseo que ellos pierdan su dinero.

—Hay más cláusulas que el abogado te hará saber en cuanto aceptes —insiste. Se pone de pie y toma sus cosas —mi esposo confiaba ciegamente en ti, no te imaginas el afecto que tenía por su secretaria. Y no era un sentimiento morboso como cree Blake, era como de padre e hija—insiste en mencionar cosas que me conmueven.

Era un buen chantaje emocional.

En medio de la charla veo a mi madre de pie junto a la puerta escuchando todo lo que decimos. Me siento nerviosa de ello, pero por otro lado siento alivio de no explicar nada cuando la señora se vaya.

—Está bien —accedo. Aun reticente menciono—me mudare esta noche —sonríe con mucha alegría.

—Gracias querida. Viviré enteramente agradecida contigo. Ahora tengo que irme, les avisaré a mis nietos tu decisión—se despide besando mi mejilla.

Se retira del lugar no sin antes despedirse de mi madre con mucha amabilidad.

Solo el hecho de pensar que tengo que soportar la compañía de esos tres, comienzo a estresarme, a ponerme mal a sabiendas que es solo el comienzo.

—¿Ese hombre te hizo su heredera? —la voz de mi madre es firme.

—Si mamá. Supongo que escuchaste todo lo que la señora Russell dijo, así que no hay mucho que explicar. Solo quiero dejar algo en claro, no fui su amante—intento explicar por las absurdas acusaciones de Blake. Aunque ella no haya escuchado nada de eso.

—No necesitas decírmelo. Yo te conozco hija. Por algo él te confió sus bienes y estoy segura que no fue porque fueras su amante—sonreí aliviada— ¿Cumplirás con su última voluntad?

—Me veo obligada. Es como dices, él confió en mí, me siento comprometida mamá, el señor Mason siempre fue un gran jefe.

Ese sentimiento se había arraigado en mi corazón desde que confió en mi para el puesto de secretaria, ahora más que nunca esa espina cala en mi alma. No solo por la buena persona que fue, si no por su esposa que confía en mí. El problema con su hijo parece afectarle tanto, vi la angustia en sus ojos y no pude negarme más.

—Lo harás bien y eres muy fuerte.

—Gracias mamá—la abrazo para robarle esa fuerza que admiro de ella y que necesitaré— Iré a empacar.

¿Cómo me hago a la idea que pasaré tres años lejos de mi familia? Claro que vendré de visita y seguiré al pendiente de ellas y de la panadería, pero me angustia mi madre, es una persona mayor y no puedo partirme en dos para cumplirle a todos.

Gracias señor Russell por confiar en mí. Pero también tengo que reprocharle que me ha complicado la vida.

°°°

El taxi me deja frente a la casa que una vez fue de mi jefe. El enorme portón se abre de par en par y me dejan pasar sabiendo quien soy y a que he venido. Paso caminando el precioso jardín. Me detengo a medio andar y levanto la cara hacia las recamaras que se encuentran en la parte de arriba. Las ventanas me dan señal de que las luces están apagadas a excepción de una.

Siento algo raro en mi estómago con el solo hecho de pensar que ellos tres están ahí adentro. Estoy segura de que esta locura no va a funcionar. Tengo miedo que todo termine en lo legar y me acusen de cosas indebidas.

Estoy sola contra ellos tres.

—No seas cobarde —me lo digo a mí misma. Agarro valor y continúo caminando.

Entre más me acerco a la puerta puedo apreciar que está ligeramente abierta. Entro sin el mayor problema, pero no sin antes asegurarme que nadie está esperándome con un piedra en las manos para deshacerse de mí y una bolsa lista para desaparecerme de la faz de la tierra.

Veo todo en orden a pesar de que el recibidor está en completa oscuridad.

—No va a venir —escucho decir. Es la voz de Jake.

—Lo hará —alguien responde.

—Claro que lo hará, porque es una jodida oportunista —Blake deja escuchar su desprecio hacia mí.

—No —Bastián responde —ella vendrá, pero no por las razones que expones Blake, sino porque es una mujer valiente que no le teme a nada. Este reto es pan comido para ella.

Es raro, pero escuchar de la boca de Bastián que soy valiente tiene efectos positivos en mí, e inmediatamente me siento así, valiente, segura y muy decidida a poner orden aquí.

Lentamente estoy llegando al área donde las voces se escuchan. Me asomo antes de que me vean y los tres están sentados en las escaleras tan quitados de la pena. Jake lee un libro, Bastián bebe una bebida energética y Blake mira su móvil sin despegar sus ojos de la pantalla.

Los veo y mis nervios se disparan con locura, mi corazón palpita desenfrenado y me aferro a las palabras que Bastián dijo hace un momento. La valentía no puede salir de mi cuerpo.

Soy valiente. Lo repito una y otra vez.

Arrastro mi maleta llamando la atención de Bastián que rápidamente se levanta de su descanso, amablemente me sonríe. Golpea a Jake con el pie y el hace la misma acción que su hermano mayor. Después el frio arrogante Blake posa su mirada en mí.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté mirándolos. No me refería a su presencia, si no al hecho de que pareciera que me están esperando.

—Esperándote —Jake responde.

—Estamos en la mejor disposición de cooperar y salir de esto lo más rápido posible —Bastián es amable y cordial.

—Qué bueno porque yo tampoco estoy muy cómoda con esto. Yo jamás he viví…

—Jamás has vivido con hombres. ¿Qué? ¿Acaso nos tienes miedo? —Blake no se cansa de joder.

—Que buena broma Blake. ¿Por qué debería de temerles a tres hombrecitos?

—¿Hombrecitos? La perra que me cogí hoy no dijo lo mismo —dice orgulloso. Bastardo. Sus dos hermanos ríen por sus palabras tan vulgares.

—Tuvo misericordia eso es todo. No se confundan —digo firme —yo no voy hacer flexible con ustedes. Deben demostrarme que son dignos de la fortuna de su abuelo. Y déjame decirte Blake que tu maldita actitud complica todo.

Me aferro a mis maletas y avanzo segura de todo lo que soy ahora y de lo que puedo hacer. Subo las escaleras y paso por en medio de ellos tres, pero antes de desaparecer por el largo pasillo qué me lleva a mi habitación me detengo y los miro.

—Tamara…

—Bastián.

—Solo para que quede claro que no somos unos hombrecitos imbéciles.

La palabras hombrecillos los ofendió.

Los tres bajan sus pantalones y su ropa interior queda en sus rodillas. Mi mano cubre mi boca y me quedo estática ante tres hombres sin pantalones y con el miembro al aire.

Está bien, no son unos hombrecillos cualquiera, perdí en esa suposición, pero si son unos idiotas e imbéciles y en eso no tengo dudas.

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