filias . parafilias

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Los chicos virgenes suelen excitarse muy rápido tras cualquier tipo de estímulo, ya que son muy poco atendidos en el ámbito sexual y un virgo como yo lo tenía más que claro.

A mis veinticinco años jamás había estado con una mujer, ya que siempre fui muy apartado y poco sociable, lo cuál no me molesta, pues ser un mujeriego tampoco estaba en mis opciones.

Me invitaron a una fiesta que compartiríamos todos los trabajadores del edificio donde ejerzo mi empleo como oficinista y la verdad no tenía las mínimas ganas de ir por el simple hecho de que no me llevo tan bien con mis compañeros de trabajo.

Pero vine por mera obligación y porque mi amiga Mincy me rogó que asistiera porque no quería sentirse sola durante la fiesta.

Mincy era una jóven de veinte años. Piel pálida y ojos verdes, su cara estaba llena de pecas y es una chica pelirroja. Algo extrovertida y muy sociable siendo muy contraria a mí.

La verdad nunca la llegué a ver antes con otros ojos, más que simplemente como una amiga y compañera de trabajo. Al menos hasta esa noche.

Ella se puso a tomar un poco de alcohol, y la verdad me sentía sorprendido al ver que con tan poco fue suficiente para que terminara borracha.

Se veía más cariñosa de lo normal conmigo, y esto prácticamente me hizo sonrojar casi toda la noche.

Antes que la fiesta terminara ella me pidió que la llevara a su apartamento, y acepté simplemente porque me preocupaba por ella y no quería que algo malo le pasara.

Yo ya había asistido a su departamento varias veces por asuntos de trabajos laborales y conocía las calles muy bien. La llevé en mi auto y se quedó dormida en el asiento del copiloto durante todo el camino a su hogar.

Ella vivía sola, por eso la bajé hasta llevara al ascensor y mi cara parecía un tomate completamente rojo por los toques no intencionales que ella me daba ya que se caía de borracha.

Subimos al cuarto piso y saqué las llaves de su departamento de la cartera negra que estaba utilizando.

Con mucha dificultad la llevé caegada hasta acostarla en el sofá y estaba dispuesto a irme cuando de repente ella me tomó de la manos impidiendo mi retirada.

- Fer... ¿P-puedes... hacerme un café? - su voz se escuchó arrastrada y yo la quedé viendo - Me duele mucho la cabeza.

- Sí, sí, está bien - ella me soltó y se sentó en el sofá - Esperame aquí, ya vuelvo.

Con algo de torpeza me fui a la pequeña cocina que tenía y me puse a preparar un café algo fuerte para que ella se pudiera sentir un poco mejor.

Mis lentes se empañaron por el vapor del café mientras iba de regreso a la sala de estar y intenté limpiarlos von una de mis manos.

Mi mente se quedó en espera, procesando lo que estaba viendo cuando llegué al marco de la entrada de la sala en donde ella se encontraba.

Debo admitir que nunca antes durante mis veinticinco años había visto una mujer desnuda con mis propios ojos de manera real. Es por eso que mis mejillas se ronrojaron tan fuertemente al ver semejante mujer sin ningún poco de ropa.

- M-mincy... - susurré bajo y tragué duro y la mano con la que estaba sosteniendo la taza con café me tembló levemente por lo nervioso que me encontraba.

La vi caminar lentamente hacia mí y me preocupé un poco al ver su mirada llena de deseo. Yo jamás había visto a alguien mirarme de esa manera, y era tan fuerte que mi cuerpo lo sintió hasta lo más profundo de mi ser haciéndome temblar y mi piel erizarse como nunca antes.

- Mincy... y-yo...

- Sshh ~ - colocó su dedo índice sobre mis labios y rápidamente tomó la taza de café para ponerla sobre una mesita donde habían unos jarrones lleno de flores y mi respiración se cortó, no pudiendo dejar de verla - Fer, ¿Te gusta?

Sus manos bajaron sensualmente desde su cuello hasta bajar por sus lindos pechos y llegae lentamente hasta su vagina donde podía ver un poco de bello que la hacía verse realmente sexy.

Inmediatamente la verga se me paró y ella lo supo al dejar salir una pequeña risita traviesa y lo primero que pensé fue que esto estaba muy mal.

Ella estaba borracha, yo sería incapaz de aprovecharme de ella. Es mi amiga después de todo.

Su mano derecha se dirigió a la mía y la tomó para luego colocarla sobre una de sus tetas y oh Dios, esa fue la primera vez que toqué unas hermosas bubis y mi mente quedó completamente en blanco.

- Fer, quiero que me toques - su voz llena de deseo hacía que las ideas se fueran de mi mente y no sabía que pensar, quise retroceder pero su cuerpo se ajuntó contra el mío y sus ricos labios atraparon mi boca en un desespero que me hizo suspirar.

- N-no Mincy, estás borracha, yo no...

- No, no estoy borracha - soltó en un suspiro, chocando nuestras frentes y e sentí tan caliente que ella me agarró el bulto del pantalón con una de sus manos - Simplemente no sabía como hacer que vinieras a mi casa - admitió, besando lentamente mi cuello con besos húmedos - Deseaba tanto decirte lo mucho que me gustas, Fer.

- ¿Lo dices en serio? - mi corazón latió fuerte y ella asintió viéndome con los ojos brillantes.

- Te lo juro.

Nunca antes había perdido la razón y menos por una mujer. Lo último que recuerdo fue haberla empotrado contra el sofá y mi ropa salió volando tan rápido por el deseo de joderla fuerte y escucharla gritar.

Disfrutar su hermoso cuerpo me satisfacción de una manera tan grande y no me importó llenarla por completo. Esa noche hicimos el amor hasta el amanecer y la llené tanto de leche que a ella le encantó ser la primera y la única dueña de lo que tanto tiempo había guardado un virgen como yo.