Duchas
Capítulo 1
Aroma a café, olor a humedad y rayos del sol tocando mi espalda mientras me traslado desde mi oficina a mi mesa habitual de los viernes, es mi placer culpable.
Suelo venir acá con la única intención de regalarme algunos minutos de tranquilidad e intimidad.
Verme en la profundidad de mis libros, o disfrutar la melodía de mi guitarra me llena de paz entre tantas actividadessociales y de trabajo.
Corro la mampara de vidrio y con la mirada saludo a las dos chicas que ya se han ido acostumbrando a mis ojos, rulos y bicicleta.
Me muevo entre los pasillos para acomodar en el jardín interior mi hermosura de dos ruedas, negra con turquesa, la cual contrasta muy bien con la bici de Mabel; la chica que siempre tiene una sonrisa amable a cada adicto al café como yo.
Ya de vuelta al mesón no puedo evitar observar que Zo (como le he puesto a la segunda chica), con su pálida piel luce de manera angelical su cabellera casi blanca solo con alguna tonalidad púrpura despertando apenas sobre sus hombros. Lleva como de costumbre, una linda minifalda de cuero negro.
Le queda espectacular, y es que ella es una verdadera Ninfa del bosque.
Siento electricidad en mis dedos, cada célula de mi cuerpo ha despertado.
Zo es una chica de mi edad, o eso intuyo. De todas maneras no debe tener más de 30 y tantos años.Tiene unas manos largas algo huesudas, delicadas y parece siempre tener la piel humectada y fría.
Tiene unos ojos color Miel que parecen dos soles cuando la luz los alcanzan, nunca la he visto con labial. Pero la piel rosada de sus labios son el mejor color que pueden vestir. Una cejas desordenadas como las que se llevan hoy, que dibujan una tierna sonrisa bajo su respingad nariz.
En más de una ocasión la he visto en una de las mesas leyendo, acompañada de su copa de café, tazón de té o algo para comer. Así es como he logrado percibir su personalidad, a través del su estilo de vestir, de cruzar las piernas mientras lee, o la forma en que busca más allá de la mampara alguna historia que seguir con su mirada.
Es mi turno, y pido mi habitual espresso tonic.
Hoy nada más he venido con mi libreta de bolsillo, con el único objetivo de escribir.
Podría ser una novela como las que tanto disfruto y nunca acabo.
O podría crear personajes sacados de la vida real que no logro terminar de entender… como en el vida real, me río para mis adentros en medio de mis pensamientos y no paso desapercibido para Mabel, quien con su amable sonrisa me pregunta
- ¿Hola qué te gustaría el día de hoy?
- Hola - le respondo entre risas. - ¿Me darías un espresso tónic por favor ?
Y es así como ocurre la magia.
Veo aZo de espaldas a mi, escuchando atentamente el pedido y en cosa de segundos tiene una naranja entre sus manos.
Al terminar de pagar Mabel, me dice que no me preocupe y que me lo llevarán a mi mesa.
Mis ojos atrapados en las piernas de Zo me impiden irme. Y solo soy capaz de decir
- Me gustaría ver como lo preparan -.
Una petición sencilla, pero completamente inusual para mí, y quizás para ellas también; Hay un pequeño silencio y solo atino a decir
- Si no tienen problema claro…-
Zome responde, sin mirar hacia atrás.
- No hay problema, ¿Te enseño?
Al unísono de mi respuesta ella se estira para conseguir el café en grano y así comenzar a montar la preparación… ya a un costado del mesón logro ver el tierno trasero escapar por su minifalda, y mi libido se dispara.
No soy el único que nota el perfecto culo que se asoma. Dos chicos más están en la fila a mi izquierda, conversando con Mabel, estoy seguro de quehan visto lo mismo que yo, sin embargo la esquina del mesón ya es mía y no hay espacio para tres tigres en una misma montaña.
Se retiran, y yo le pregunto a Zo - Qué harás con el resto de la naranja ?
- Lo que siempre hago - me responde mientras exprime el jugo sobre el agua tónica con 3 hielos perfectos al final del vaso de cristal - bordeando con su lengua los jugos de la naranja trozada, mientras la otra mano enciende la maquina que filtra el negro café goteando poco a poco en el tonic.
Sonrío, le agradezco y me voy hacia mi mesa redonda.
Es aún de mañana y aunque por un instante mi cuerpo me pedía más de Zo, logré dedicarme a mi libreta.