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Minseok
La navidad es, sin duda, mi época favorita del año, sobre todo cuando veo que el pueblo de UN Village se adentra en las vacaciones.
Los turistas regresan a casa, y puedo volver a reconocer la mayoría de las caras que hay por aquí. Vuelve la sensación acogedora de estar en un pueblo pequeño, y recuerdo por qué siempre me ha gustado vivir aquí.
Me dirijo por la calle principal hacia el Sweet Spot para tomar mi café matutino. Estoy un poco más emocionado de lo normal porque mi mejor amigo se va a casar y hoy viene a probarse trajes y vestidos. No hay nada mejor que eso, pero es aún mejor porque soy dueño de la tienda de bodas vendemos trajes y vestidos para omegas.
Me encanta encontrarle a los novios y novias los trajes o vestidos de sus sueños, pero es extra especial cuando se trata de alguien a quien quiero.
No solo lo estoy ayudando a conseguir su vestido, sino que también voy a formar parte de la boda. Una boda que ha sido un largo tiempo de espera. Junmyeon y Yixing han estado destinados antes de que supiéramos lo que es el amor. Todos sabíamos que se casarían, y finalmente han fijado una fecha.
—Minseok. — me llama Zitao desde detrás del mostrador cuando entro en la cafetería.
—Buenos días. — Arrugo la nariz cuando me asalta el olor a calabaza.
Es lo único de la panadería que no me gusta. ¿Por qué alguien elegiría la especia de calabaza cuando puedes tener el clásico chocolate?
Por otra parte, siempre he sido un omega tradicional. Tanto que mis amigos se burlan de mí por ello. ¿Qué hay de malo en querer que las cosas vayan de una manera determinada? Me encanta la estructura y lo predecible. No veo qué tiene de malo. Sé lo que quiero y no voy a conformarme con menos.
—Por favor, dime que sigues haciendo croissants de chocolate y que no los has cambiado por muffins de calabaza o algo así. — digo cuando escudriño la vitrina y no los veo.
—Oh, Dios. — Se golpea la frente con la palma de la mano. —Soy tan tonto. Alguien acaba de entrar y los compro todos. Debería haber sacado uno para ti. Lo siento mucho.
— ¿Alguien los compró todos?
—Sí, lo siento mucho, Minseok. — dice de nuevo.
—No pasa nada. — Suspiro. —Me tomaré un café hoy. De todos modos, tengo que ponerme un traje de honor pronto. — Zitao pone los ojos en blanco.
—Te llevarás un chocolate chip muffin y te comerás cada bocado porque lo he hecho yo.
—No me tuerzas el brazo. — me río mientras me prepara un café.
—Estoy tan emocionado de que Yixing y Junmyeon finalmente se casen. Me sorprende que hayan esperado tanto tiempo. Llevan comprometidos desde la secundaria.
—Así es. — asiento, sin querer decir más.
La verdad es que el padre y la madrastra de Junmyeon son tan controladores que creen que deben esperar aún más. Por suerte, Junmyeon finalmente se ha puesto firme. No entiendo su trato. Yixing es un buen tipo, y deberían estar felices por Junmyeon. Será un marido increíble. Haría cualquier cosa para hacer feliz a Junmyeon.
—Aquí tienes. — Me da mi café y una bolsa para llevar con mi panecillo. —Te guardaré un croissant para mañana.
—Gracias. — digo antes de salir por la puerta.
Miro a ambos lados antes de cruzar la calle para llegar a la tienda de bodas que ha estado en mi familia durante generaciones. Mi madre me cedió las riendas después de que me graduara en la universidad la pasada primavera. He trabajado en la tienda la mayor parte de mi vida de una forma u otra.
Mamá y yo nos peleamos por la universidad. Yo creía que no necesitaba ir porque podía dirigir este lugar con los ojos cerrados, pero él insistía en que necesitaba salir de UN Village durante unos años.
Quería asegurarse de que esto era lo que realmente quería y de que no me hacía cargo de la tienda porque sentía que tenía que hacerlo.
Lo entendí y me fui a estudiar, pero estoy feliz de haber vuelto a casa.
Aunque algunas cosas han cambiado por aquí.
Jongdae Kim es una de ellas. Mis ojos se estrechan cuando veo su coche estacionado delante de mi tienda.
Antes había una compañía de seguros junto a la tienda de bodas, pero el señor Beon cerró sus puertas y se jubiló el verano pasado. Fue entonces cuando Jongdae se abalanzó y compró el lugar para su bufete de abogados. Al parecer, era un abogado importante en la ciudad, pero trasladó su oficina aquí por alguna razón.
Por supuesto, tiene que ser un abogado de divorcios. De todas las cosas para mudarse al lado de mi tienda de bodas, es eso.
Te juro que siempre se esfuerza por tratar de molestarme. Lo ha hecho desde el primer momento en que nos conocimos, cuando yo estaba en casa en las vacaciones de primavera de la universidad. Por aquel entonces, solo me faltaban unos meses para graduarme, pero siempre que estaba en casa ayudaba a mi madre en la tienda.
Esa primera mañana, me detuve afuera y vi a Jongdae Kim sentado en el banco de enfrente. Tuvo la audacia de intentar convencerme de que no entrara, hablando de que la mayoría de los matrimonios acaban en divorcio. Peor aún, trató de convencerme de ir a su oficina para hablar de acuerdos prenupciales.
Ignorando su caro y reluciente coche que está justo delante de mi parada, abro de un tirón la puerta de su despacho, con la intención de darle una lección. Tiene todo el estacionamiento trasero para estacionar, por no mencionar que cada uno de nosotros tiene cuatro plazas delante. Todas las suyas están vacías en este momento, pero aun así estaciona su elegante coche deportivo en una de mis plazas.
—Señorito Bae. — Los labios de Jisol se fruncen al verme.
Nunca le he gustado, y no sé por qué. Ella había estado unos grados por encima de mí en la escuela, pero nunca tuve un problema con ella.
—Ahora mismo está ocupado. — dice, sabiendo ya por qué estoy aquí.
—No, no lo estoy. — dice Jongdae. Lleva su traje negro habitual y está endemoniadamente guapo.
Odio lo atractivo que es, y la forma en que mi cuerpo responde a él es simplemente mala. ¿Por qué me hago esto a mí mismo?
Me guiña un ojo y luego le da un gran mordisco al croissant de chocolate que tiene en la mano.
— ¡Tú!— siseo.
—Estaba a punto de mover mi coche, cariño. Todas las plazas estaban ocupadas esta mañana. — Se apoya en el marco de la puerta de su despacho.
—Puedo moverlo por ti, Jongdae. — La voz de Jisol se vuelve azucarada, y pongo abiertamente los ojos en blanco. —Señor Kim. — corrige Jisol.
Quiero sacarle la lengua, pero consigo mantenerla en la boca.
—Has comprado los croissants de chocolate a propósito. — lo acuso.
—Tengo más en mi despacho por si quieres entrar a comer uno.
—Cómetelos tú. Quizá te atragantes con uno. — Sonrío y me doy la vuelta para irme, pero no antes de dar un paso más. Después de todo, me quitó mi desayuno favorito. —Pero mueve esa crisis de la mediana edad al frente primero. Tengo clientes en camino. — Su carcajada me sigue hasta la puerta. Incluso su estúpida risa es sexy.
—Serán mis clientes dentro de unos años. — grita, siempre tiene que tener la última palabra.