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Unidos por el rencor

Summary

Cuando Fluke le propuso impulsivamente matrimonio a Ohm Thitiwat, lo hizo por dos cosas: quería vengarse por la muerte de su hermano pequeño y tener la posibilidad de criar al hijo de éste. Nunca había esperado que él aceptara. Era cierto que Ohm haría cualquier cosa por quedarse con su sobrino, pero, en su ira y dolor, Fluke había creído que con esa exigencia se libraría de él. ¡Nunca habría imaginado que eso lo ataría para siempre a Ohm!

Genre:
Romance
Author:
OhmFlukeWriter
Status:
Complete
Chapters:
10
Rating:
n/a
Age Rating:
18+

Capitulo Uno




Fluke se quedó más quieto que una estatua delante del ventanal. Sus grandes ojos color esmeralda le quemaban. Cada músculo de su esbelto cuerpo estaba rígido por la tensión. Sólo la más feroz autodisciplina contenía su agotamiento. Había sido una larga noche y un amanecer devastador. Y, cada minuto de esta, cada una de esas horas, estaba fija en su alma.


La enfermera le mostró entonces a su sobrino con una amplia sonrisa.


Probablemente esa mujer no supiera nada, pensó Fluke. La miró con sus finos rasgos transformados en una máscara. La enfermera dejó de sonreír, pero él no se dio cuenta. Su atención estaba centrada en su sobrino. Tenía el cabello negro y unos furiosos ojos también negros. No había nada de Ollie en él. Era completamente moreno mediterráneo y sus antecedentes extranjeros aparecían claramente. Estaba llorando: parecía tan infeliz. Se preguntó si, por algún sentido desconocido, no sabría que su padre estaba muerto. No quiso saber nada de esa palabra y empezó a andar por el corredor con unas piernas que apenas lo sujetaban. Los embarazados no mueren en el parto en estos días. O, por lo menos, eso había creído y Ollie nunca había sido un hombre en opinión de su hermano. Con dieciocho años, Ollie estaba en la frontera que separaba a los niños de los adultos.


Un chico rubio con belleza, inteligencia y todo lo necesario para la vida... hasta que apareció en ella Damon Thitiwat y lo hizo desperdiciarla. Una inmensa amargura se apoderó de Fluke. La emoción fue tan intensa que lo dejó literalmente helado.


—Señor Natouch...


El sonido de esa voz lo hizo pararse en seco. Esa voz oscura y con acento lo cortó como si fuera una navaja. Se estremeció y levantó la cabeza lentamente. Él estaba a algunos pasos de distancia. Era un hombre que difícilmente podía pasar inadvertido. Debía medir por lo menos un metro noventa. Su magníficamente caro traje gris oscuro destacaba sus anchos y musculosos hombros y largas y esbeltas piernas.


Tenía la gracia letal de un animal salvaje y la autoridad intimidante de un hombre acostumbrado a mandar. Fluke lo miró incrédulo cuando él extendió su morena mano. Los largos dedos eran hermosos.


—Por favor, permítame que le ofrezca mis más sinceras condolencias por la trágica muerte de su hermano murmuró él. Fluke retrocedió un paso rápidamente ante esa amenaza de entrar en contacto con él.


— ¿Qué está haciendo usted aquí?


— Usted me dejó un mensaje urgente con mi secretaria— le recordó ese hombre.


— Ollie me hizo llamarlo, pero yo no le pedí que viniera, señor Thitiwat. Pregunté por su hermano.


—Damon está en Grecia. Ohm Thitiwat lo miró con unos ojos tan negros como una noche oscura.


—Ya le he informado de la muerte de su hermano. Estaba profundamente afectado.


Una risa histérica se le escapó a Fluke.


— ¿De verdad?


—Me gustaría ver a mi sobrino— dijo Ohm ignorando su respuesta con toda frialdad.


— ¡No!


Fluke se tensó como si fuera a sufrir una agresión. Odiaba a Ohm Thitiwat más que a cualquier otro hombre vivo.


—Su derecho no es mayor que el mío...


— ¿Derecho?— gritó Fluke—. ¿Se atreve a hablar de derechos después de lo que le hizo a Ollie? ¡Usted no tiene ningún derecho sobre el hijo de mi hermano! ¡Me pone enfermo!


—Está afectado— le dijo Ohm Thitiwat con una calma aparente, pero él no se dejó engañar.


Se le había hinchado una vena de la frente y su boca se había transformado en una línea pálida. La gente no le hablaba a Ohm Thitiwat en ese tono. Era fabulosamente rico y terriblemente poderoso. Su palabra era ley y su familia hacía exactamente lo que él decía. Nunca esperaba ninguna clase de oposición a sus deseos. Los medios de comunicación habían publicado algunas historias tenebrosas sobre lo que les pasaba a aquellos lo suficientemente locos cómo para enfrentarse a él en los negocios. Pero Fluke no le tenía miedo. Daría veinte años de su vida con tal de tener el poder de hacerle daño a Ohm Thitiwat como él se lo había hecho a su hermano.


—Usted lo mató... lo mató con su incomprensión. ¡Espero que ahora esté satisfecho!


— Señor Natouch...


Una fuerte mano lo agarró por la muñeca cuando él trató de pasar a su lado.


— ¡Suélteme, animal!— susurró Fluke, entre dientes.


—Si no fuera porque comprendo muy bien su pena, podría exigirle una disculpa. —Ohm lo miró desde lo alto de su metro noventa y continuó: —Pero resulta que este no es el lugar más apropiado para una confrontación como esta. ¡Mantenga la compostura antes de que pierda la paciencia!


Fluke tembló como si lo hubiera atrapado un huracán. La furia se apoderó de él y levantó la mano que le quedaba libre para darle en esa cara morena y arrogante con todas sus fuerzas.


Él lo soltó sorprendido cuando la mano le dio de lleno en la mejilla. Fluke retrocedió y le dijo: — ¡No vuelva a atreverse a tocarme!


Se sintió sorprendido por semejante arrebato de violencia. Nunca le había pegado a nadie; ni de niño. Por un momento, los ojos de él parecieron incandescentes e incrédulos. Luego Fluke apartó la mirada y empezó a andar por el corredor y hacia la puerta del hospital. Estaba tan afectado que ni siquiera supo a dónde estaba yendo.


Ollie estaba muerto.


Todavía no lo podía aceptar. Sus padres habían muerto en un accidente cuando él tenía diecisiete años. No habían dejado nada de dinero y Ollie sólo tenía once años.


—Cuida a Ollie— le había dicho su madre repetidas veces cuando estaba en Cuidados Intensivos.


Mary Natouch seguía preocupándose por su hijo pequeño cuando murió. Fluke dejó de estudiar y se concentró en las necesidades de su hermano. Había convencido a la prima de su padre, Gina, para que los dejara vivir con ella. Con Gina apoyándolo, las autoridades lo habían dejado quedarse con su hermano. Fluke entró a trabajar de camarero. Y todos los días volvía a casa para hacer la comida y limpiar, ya que Gina lo tenía como una ayuda doméstica gratis y, además, se quedaba con casi todo lo que ganaba. Tan pronto como cumplió los dieciocho, Fluke encontró otro sitio para vivir e hizo todo lo que pudo para darle a Ollie un hogar seguro y lleno de cariño. Había hecho de su hermano pequeño su prioridad número uno y Ollie se lo mereció. Un chico precioso con todo el aspecto de un rubio californiano y muy inteligente. No le había resultado fácil hacer que su extrovertido y vital hermano siguiera estudiando para abrirse camino en el mundo, pero lo había conseguido. Ollie había entrado en la universidad para estudiar idiomas; Fluke se sintió tan orgulloso como lo habría estado cualquier padre. Había aceptado otro trabajo a tiempo parcial por las noches para que a Ollie no le faltara el dinero y todo había ido bien hasta que Damon Thitiwat entró en la vida de su hermano...


— ¡He encontrado al auténtico griego fabuloso!— le dijo en su momento Ollie por teléfono—. Es increíblemente guapo y rico. Y está loco por mí.


—Parece demasiado bueno como para ser verdad— le dijo Fluke un poco extrañado. Los novios de Ollie aparecían y desaparecían sin que, normalmente mostrara tanto entusiasmo por ellos.


—Lo llevaré para que lo conozcas tan pronto como pueda— le había prometido su hermano.


Pero pasaron semanas antes de que Fluke conociera por fin a Damon.


Tenía veinticinco años, aspecto infantil y era muy guapo. Sus brillantes ojos marrones seguían a Ollie por todas partes y le habló a Fluke más como si fuera el padre de Ollie que su hermano mayor, con mucha cortesía y deferencia. Para cuando terminó la visita, Fluke se sentía como una matrona de mediana edad. De unos cincuenta años, por lo menos.


Damon insistió en que sus intenciones eran serias. Había tomado la mano de Ollie y dijo: —Amo mucho a tu hermano y quiero casarme con él.


Detrás de la sonrisa educada que le dedicó, Fluke se quedó anonadado. Consideraba a Ollie demasiado joven para semejante compromiso. Le preocupó que pudiera abandonar sus estudios o que dejara que el amor se interpusiera en su trabajo, pero Fluke siempre fue demasiado sensible como para dejar que esos sentimientos fueran evidentes. Sabía muy bien que, a la más mínima oposición por su parte, Ollie se transformaría en un rebelde. Su hermano era bastante terco y decidido. Sabía que sólo lograría algo a base de tacto y diplomacia.


— Por supuesto, el matrimonio será algo que vendrá en el futuro— dijo Damon.


Fluke le recompensó con una brillante sonrisa.


—Creo que eso es muy sensible por tu parte— les dijo—. Los dos tienen todo el tiempo del mundo.


—No se pongan ahora así de finos— intervino Ollie retirando de repente la mano de la de Damon.


—Pero ya hemos hablado de esto, Ollie mou. Nuestro amor va a tener que soportar la prueba del tiempo si quiero tener alguna esperanza de conseguir el consentimiento de mi hermano para nuestro matrimonio.


— ¿El consentimiento de tu hermano?— le preguntó Fluke.


—Las familias griegas funcionan sobre la base de una estricta jerarquía— le explicó Ollie—. En lo más alto siempre está el macho dominante. Dado que el padre de Damon está muerto, es su hermano, Ohm, el gran timonel de la tribu Thitiwat.


Damon se quedó pálido por un momento y miró a Ollie de una forma sorprendentemente reprobatoria


—No creo que debas tomarte a broma al hermano mayor de Damon— le dijo Fluke a su hermano mientras preparaban la cena en la cocina o a su familia. Parecía ofendido...


— ¡Bah! Él ya es mayorcito y tiene un buen trabajo de responsabilidad, pero cuando habla de Ohm actúa como si fuera un niño pequeño. Nunca deja de hablar de él. Ohm esto... Ohm lo otro. Se podría creer que es como un dios para él. —Damon es griego— le recordó Fluke amablemente—. Su cultura, su ambiente, son muy distintos a los tuyos—. Si lo amas de verdad, Ollie... todo eso va con él.


Fluke volvió al presente y se encontró apoyado en un banco del parque de fuera del hospital. ¡Y pensar que hacía todos esos meses se había sentido aliviado de oír a Damon mencionar la necesidad de conseguir la aprobación de su hermano antes de que se pudiese casar! Las campanas de alarma sólo se dispararon el día en que leyó el apellido Thitiwat en el periódico y vio a un hombre extremadamente atractivo, rodeado de ejecutivos y cámaras rehusando hacer comentarios acerca de su adquisición dé una compañía de Nueva York. Al día siguiente, de camino al trabajo, él compró un periódico que consideraba más serio y leyó todo lo que decían sobre Ohm Thitiwat con una creciente preocupación.


Esa misma tarde llamó a Ollie y le pidió que fuera a su casa a pasar la noche. Ollie apareció de mal humor, y le preguntó a qué venía aquello.


—Me dijiste que Damon estaba llevando el hotel de su familia en Oxford— le recordó Fluke—. ¡Lo que no me dijiste es que son una familia de multimillonarios!


—El multimillonario es Ohm— le dijo Ollie secamente—. Damon sólo gana calderilla.


—Yo pensé que su familia eran hoteleros.


Ollie se rió.


— ¡Fluke, eres tonto! ¿Es qué no lees nunca la sección de economía? La familia de Damon son armadores, tienen una cadena internacional de hoteles, fábricas, compañías financieras. ¡Di lo que se te ocurra y seguro que lo tienen!


Fluke se preocupó. De verdad que no había sabido hasta entonces que la familia del novio de su hermano menor fuera tan rica y Damon tampoco lo había mostrado muy claro; ya que cuando los visitó, no pareció nada incómodo en su pequeña y humilde casa. Recordó entonces a Ollie diciendo que él trabajaba de asistente de oficina y la forma en que cambió rápidamente de conversación.


Realmente Fluke tenía un trabajo muy humilde en una gran y anónima oficina y no había llegado más alto porque normalmente tenía que trabajar en dos sitios y no había tenido tiempo para ir a cursos de promoción. Durante los últimos siete años se había pasado incontables tardes trabajando como camarero o limpiando casas para ganar algo de dinero extra, que les venía muy bien a su escaso presupuesto. La tarde en que conoció a Damon trató de no sentirse herido cuando antes Ollie le pidió que no mencionara de dónde venía el dinero que los mantenía. A su hermano le daba vergüenza que él trabajara en esos trabajos tan bajos y tristemente, Fluke lo había comprendido. Ollie siempre había querido ser alguien y ese deseo había aumentado en cuanto se vio rodeado de estudiantes de clases sociales superiores. Nunca quiso que nadie supiera que la ropa barata pero bonita que solía llevar con una gracia notable se la proporcionaba un hermano que trabajaba habitualmente limpiando pisos de oficinas. Y ahora Ollie se había ido.


Fluke se llevó las manos temblorosas a la cara como si no pudiera contener la angustia en su interior. No podía imaginarse la vida sin Ollie, con su cruda energía, su alegría y su ríspido mal humor. Ollie nació cuando él tenía seis años. Fluke fue un niño mucho más tranquilo y solitario y había encantado a sus padres al no sentir nada de celos por su hermano pequeño. Al contrario, le había encantado. Le había contado cuentos, lo había acunado y enseñado canciones cuando aprendió a hablar. Cuando empezó a ir al colegio lo había ayudado con sus deberes. Con sus padres trabajando los dos, Fluke siempre había pasado mucho tiempo con Ollie cuando su madre estaba

demasiado cansada u ocupada.


—Señor Natouch...


Fluke levantó la cabeza y miró incrédulo a Ohm Thitiwat. Ese hombre no pegaba nada en ese parque miserable.


—Me gustaría llevarlo a su casa— dijo él educadamente.


Fluke se echó a reír histéricamente. Luego se volvió a tapar la cara con las manos, avergonzado de que él lo viera en ese estado. Cielo Santo, ¿qué querría ahora de él ese bárbaro? ¿Es qué ni siquiera lo iba a dejar llevar su dolor en paz? Sólo hacía un par de horas que lo habían apartado bruscamente del lado de su hermano y el equipo de urgencia había tratado desesperadamente de hacer que volviera a respirar. Pero Ollie, que había sido incluso el capitán del equipo de atletismo del instituto, murió de un ataque al corazón unos días antes de su decimonoveno cumpleaños.


Luego Fluke supo algo que lo dejó devastado cuando habló con el médico. Al principio de su embarazo le habían advertido a Ollie que tenía el corazón débil. Las pruebas de rutina habían revelado lo que nadie hubiera podido sospechar nunca. Le advirtieron que sería mejor que interrumpiera el embarazo, pero él se había negado. Eso no se lo había contado a nadie, ni siquiera a él, a su hermano. A Fluke le había extrañado la frecuencia con la que empezó a ir al médico, pero no se le ocurrió que nada pudiera ir mal.


—Ollie estaba completamente decidido a tener ese hijo— le había dicho el doctor—. Esa fue su elección. Posiblemente no se lo dijera a usted porque debía pensar que lo podía hacer cambiar de opinión.


— ¿Señor Natouch?— insistió Ohm Thitiwat impacientemente.


«Dios, por favor, haz que me deje en paz», oró fervientemente.


—No lo puedo dejar solo en estas condiciones— continuó él cada vez con más acento—. Me gustaría verlo a salvo en su casa. También quisiera asumir la responsabilidad del funeral...


— ¡Salvaje asqueroso!—Fluke, que nunca insultaba a nadie ni decía palabrotas se dejó llevar. De repente se dio cuenta de que había perdido los estribos y se contuvo. — ¡No podía dejar que se casaran y que él entrara en su familia, pero ahora no puede esperar a enterrarlo!


—No tengo ninguna intención de permanecer aquí, siendo insultado en un lugar público— dijo él apretando los dientes y Fluke pudo notar la fuerza de su rabia contenida llegando hasta él como unas llamaradas feroces. Le resultó una experiencia curiosamente satisfactoria y le calentó los huesos helados.


—Entonces, ya sabe lo que tiene que hacer, ¿verdad? — exclamó Fluke mirándolo desafiante a los ojos—. Piérdase.


—Si no fuera usted alguien más pequeño...


Ohm estaba pálido y rígido de furia.


—Usted estaría muerto— murmuró Fluke—. ¡Si yo fuera mucho más grande lo habría matado por lo que le hizo a Ollie en su oficina hace cinco meses!


Él entornó los párpados y fijó la mirada en Fluke.


—En esta ocasión sólo deseaba ofrecerle mi ayuda en un momento de dura prueba para todos nosotros.


Luego él se marchó a grandes zancadas mientras Fluke se quedaba allí. Ollie se había ido. Se había ido para siempre. Hasta entonces no se le había escapado ni una lágrima. Los ojos le ardían, pero seguían secos. Pero entonces las lágrimas surgieron silenciosamente y agradeció que no hubiera sucedido delante de ese hombre.



— No te imaginas quiénes acaban de llegar— le dijo Gina a Fluke segundos después de que empezara el funeral—. Son ellos... Tienen que ser, ¿no? ¿Quiénes más pueden ser?


—Shhh. Cállate.


Ohm y Damon Thitiwat. La vista de los dos fue como si a Fluke le dieran un puñetazo en la boca del estómago. Se puso pálido de ira y consideró su presencia una ofensa a la memoria de Ollie. ¿Cómo se atrevían a ir allí a despedir a su hermano cuando entre los dos habían hecho de sus últimos meses un auténtico infierno? ¡¿Cómo se atrevían?! Damon no dejaba de mirar al suelo. Parecía más delgado y mayor de lo que lo recordaba y tenía las manos firmemente entrelazadas delante de él.


—Es un detalle por su parte eso de venir al funeral— murmuró Gina sarcásticamente.


Era una mujer grande de cerca de cincuenta años y que no dejaba de hablar nunca, sin importar la ocasión. La gente empezó a marcharse y le daba la mano y sus condolencias. Todos eran amigos de Ollie, del colegio y el instituto. No había nadie de la universidad, pero también era cierto que su hermano había dejado los estudios meses antes y había roto todos sus vínculos con la gente que había conocido allí. De repente, Gina se apartó de su lado y se acercó a los Thitiwat. Enfurecido por su deserción, Fluke se puso a andar al lado del sacerdote y se separó de él cuando llegaron al coche de Gina. Entonces vio la limusina negra con cristales oscuros y el conductor esperando fuera que había al otro lado del cementerio. Él no había podido siquiera alquilar un coche fúnebre. Pero esas cosas no eran importantes, se dijo a sí mismo dolorosamente. Y tenía que conservar el poco dinero que tenía ahorrado para su sobrino.


—Lo voy a llamar Nikos, por el padre de Damon— le había dicho Ollie meses atrás, después de que supiera que iba a ser niño. Cuando supo el sexo del niño se puso tremendamente contento. —Damon no podrá seguir lejos— había dicho su hermano acariciándose el vientre—. No de su hijo.


A Fluke le impresionó la fortaleza de la inocente fe de su hermano en el hombre que lo había abandonado y condenado a ser padre soltero. Después de todo lo que había sucedido, Fluke era incapaz de comprender cómo Ollie podía seguir teniendo esperanzas. Temía lo que fuera a pasar después del parto, cuando él pobre Ollie tuviera que enfrentarse con la realidad. Habría esperado en vano a que el orgulloso padre apareciera. ¡Damon era un débil completamente dominado por su hermano mayor, y la amenaza de ser desheredado y apartado de su querida familia se había impuesto completamente a su muy ferviente y declarado amor por Ollie!


Gina llegó entonces y abrió el coche. Parecía muy satisfecha.


— ¿Por qué has hablado con ellos? — le preguntó Fluke dolorido.


— ¡Porque te estás portando como un completo estúpido! Si quieres quedarte con ese niño, se práctico. Muérdete los labios y deja que ellos los mantengan a los dos...


— ¡Antes muerto!


—Él es el padre de Nicky, ¿no? ¿Por qué no ha de pagar por ello? Puedes apostar lo que quieras a que pagarán lo que sea para que esto no aparezca en los periódicos.


— Gina...


—Tienes que ser realista, chico. Tú quieres al pequeño Nicky y yo creo que estás loco. Pero bueno, siempre has sido bastante paternal, incluso cuando eras pequeño. ¡Así que quédate con él y hazles pagar a ellos!


— ¡Yo no quiero nada de esa gente!


—Si no tomas su dinero vas a tener que vivir de la beneficencia— le dijo Gina secamente —y el Tribunal de Protección de Menores perseguirá a Damon.


— ¿Hasta Grecia?


A Fluke se le escapó una risa histérica mezclada con sollozos.


—Bueno, ellos sabrán dónde encontrarlo, ¿no?


—No voy a aceptar nada de ellos. ¡Nunca!


—Ollie hubiera querido lo mejor para su hijo. Y yo veo que ya es hora de que afrontes el hecho de que él sabía muy bien lo que estaba haciendo cuando se quedó embarazado.


— ¿Perdón?


Fluke miró a la prima de su padre con una mezcla de sorpresa y reproche.


—En mi opinión, eso no fue un accidente. Ollie no era tan descuidado. Él quería a ese chico y, cuando las cosas no fueron como él quería, se dejó embarazar. Querido, desde hace siglos, muchos siempre han usado los embarazos para atrapar a los hombres con los que han querido casarse. Los adolescentes suelen ser los que más usan ese método. Desafortunadamente, tu hermano calculó mal.


—No estoy de acuerdo— dijo Fluke tratando de mantener el mismo tono de voz—. Ollie no trató de atrapar a Damon. Él ya le había pedido que se casaran; incluso le había comprado un anillo de compromiso...


—Hablar no cuesta nada, pero ¿dónde estaba él cuando fue necesario? ¡Hombres! — dijo Gina cínicamente—. Se marchó a Grecia y él no lo volvió a ver. Ni siquiera contestó a sus cartas. ¡Cerdo! ¡Los enterraría a los dos en el patio trasero con mucho gusto si no fuera por el pequeño Nicky! Por otra parte, sería un desperdicio matar al hermano mayor, realmente es guapo. Parece Apolo, el dios del Sol...


Sorprendido por la referencia mitológica de Gina, Fluke la miró con los ojos muy abiertos. Gina se ruborizó levemente y entonces llegaron delante del pequeño patio trasero de su casa.


—Una vez fui de vacaciones a Grecia y vi una estatua... Bueno, olvídalo, ¡estoy diciendo tonterías!


Una vecina se había quedado con Nicky durante el funeral y Fluke subió a toda prisa las escaleras para ver al niño. Estaba dormido en su cesta. Lo había llevado a casa el día anterior. Lo tomó en brazos y dio gracias a Dios por el regalo del hijo de Ollie. Se sentía necesitado otra vez y eso le daba fuerzas. Salió de nuevo al pequeño patio y Gina lo estaba esperando allí.


—Si te quedas con ese niño, nunca tendrás una vida propia. ¿Es qué no te has sacrificado ya lo suficiente por Ollie?


— ¿De qué demonios me estás hablando?


—Tienes sólo veinticuatro años y tienes todo el aspecto de que vas a ser todo un solterón. ¿Es qué nunca en tu vida has deseado a un hombre?


Fluke se rió un poco avergonzado. No le gustaba nada cuando Gina empezaba a hablar de hombres como si lo fueran todo en la existencia de alguien como él. No le atraía el sexo. Cuando era adolescente había sido muy tímido y estudioso, el empollón de la clase. De adulto no había tenido ni el tiempo ni la oportunidad. Claro que había habido hombres que le habían pedido salir con ellos de vez en cuando y, a veces, había aceptado; pero sólo para descubrir que no querían su compañía, sino sexo y era por eso por lo que se habían acercado a él. Debían pensar que, como no era muy sociable, caería en sus camas a la primera cita y sin prácticamente ningún esfuerzo. Recordó la dolorosa y humillante experiencia que sufrió con un chico con el que tuvo algo que ver cuando tenía dieciséis años. Él lo había invitado a una discoteca una noche y se quedó encantado... hasta que oyó algo que sus compañeros de clase se decían entre risas en los servicios. Él lo había hecho por una apuesta. Cada una de esas risas fue como un cuchillo clavado en su corazón; Cada una de esas crueles palabras se le quedaron grabadas en la memoria para toda la vida.


—Parece como si fuera un niño y no tiene cuerpo.


— No se necesitan cuando se tiene un coeficiente intelectual como el suyo.


—Pues ese coeficiente no le ha servido para averiguar que Ashley va a salir con él por una apuesta. Está demasiado ocupado persiguiéndolo con esos ojos de lagarto que tiene. Está quedando como un verdadero idiota. Me pregunto qué lejos lo va a dejar llegar cuando él se lance.


— ¿Y si Ashley lo seduce? ¿Se lo pueden imaginar? Luego todos se rieron como histéricos al pensarlo.


—Fluke...


Fluke parpadeó rápidamente y volvió al presente, pálido como un fantasma. Gina le puso una mano en el brazo y murmuró: —Les he dicho a Ohm y a Damon Thitiwat que vengan a casa.


— ¿Que has hecho qué?


—Bueno, alguien tenía que hacerlo. Tú actuaste como si no estuvieran allí.


—Si los dejas entrar, yo me marcharé— exclamó Fluke vehementemente.

Gina agitó lentamente la cabeza.


— Fluke, ¿qué es lo que te ha pasado en estos últimos meses? Tú nunca has sido así. Parece como si alguien desconocido se hubiera apoderado de ti.


—No me pasa nada, Gina.


—Solías ser el chico más amable del mundo. Pero has cambiado desde que Ollie te dijo que estaba embarazado. Sé lo mucho que lo querías. Puedo comprender cómo te sientes...


—No puedes.


—Ese chico puede querer ver al pequeño Nicky...


—Si Damon quiere ver a Nicky, va a necesitar un mandamiento judicial— afirmó Fluke con ferocidad —. Lucharé con ellos como sea necesario.


— ¡Pero van a venir a casa!


—Que vengan. Yo me ocuparé de ellos.



El timbre sonó un momento más tarde. Gina lo miró suplicante y desapareció en la cocina. Fluke se armó de valor y fue a abrir la puerta. Ohm Thitiwat estaba solo allí. Por primera vez en su vida Fluke deseó llevar zapatos altos en vez de sus habituales zapatillas deportivas. Ohm era como un edificio de apartamentos y daba una sombra larga y oscura.


Fluke retrocedió un paso.


—Yo no lo he invitado a venir aquí. No es bienvenido.


De repente una mano poderosa se estrelló contra la puerta, obligándolo a soltarla y haciendo que se estrellara contra la pared. La violencia del gesto lo impresionó e, instintivamente, se puso fuera de su alcance. Él entró entonces y cerró la puerta.


—Ahora vamos a hablar— afirmó Ohm.


Fluke pensó alegrándose que casi le hubiera puesto un ojo negro cuando le golpeó. Era una pena que no fuera más alto, si no lo habría logrado. El corazón le latía fuertemente y se sintió inundado por una sensación muy parecida a la excitación. La tensión era tan espesa que casi se podía saborear. Dado que no era capaz físicamente de echarlo de la casa, decidió ir al grano antes que él.


—Francamente, señor Thitiwat, no tenemos nada de qué hablar. ¿Dónde está el cerdito?


— ¿Cerdito?


— Tu hermano pequeño, el debilucho.


—Es usted la persona más venenosa que he conocido en mi vida. ¡Tenga cuidado y no se vaya a morder la lengua, que igual se envenena! — susurró él entre dientes.


Fluke se rió de verdad por primera vez desde hacía días. Ollie le había hablado mucho de ese hombre, ya que a él se lo contaba Damon. Siempre según su hermano pequeño, Ohm era de hielo, tanto en los negocios como en su vida privada. Entonces, ¿por qué le estaba pareciendo como si fuera un volcán a punto de entrar en erupción?


— Cristos... El día del funeral. ¿Es qué no tiene usted sentimientos decentes?


— ¡Casi tantos como cuando usted llamó buscón a mi hermano pequeño en mi cara hace cinco meses!— le contestó Fluke decididamente.


—Yo no utilicé unas palabras tan ofensivas.


—Dijo que iba a por su dinero y que por eso se había acostado con su hermano. ¿Qué diferencia hay?


—No me creí que estuviera embarazado. Eso lo dijo de una manera que dejaba muy claro lo que le había afectado la verdad.


—Quiero que salga de aquí. No tiene nada que hacer en esta casa. Ohm lo miró sorprendido y ferozmente y se acercó a la ventana.


—Mi hermano está demasiado avergonzado como para enfrentarse con usted...— dijo casi en voz baja. De una manera un poco extraña, Fluke estaba empezando a divertirse.


El que hubiera admitido que se había equivocado en su juicio ya era mucho; el que su hermano fuera un débil y que él se lo hubiera dicho humillaba a ese hombre más de lo que estaba seguro de que podía aceptar. El honor de la familia y todas esas tonterías. Ohm se estaba viendo forzado a tratar con alguien al que despreciaba y en una situación en la que él no tenía ninguna defensa. Eso le proporcionó a Fluke cada vez más confianza. Él estaba allí para comprar su silencio.


Tal vez temiera que él fuera a contar algo a la prensa. Ese magnate griego con su arrogancia bárbara y su orgullo era un hombre muy discreto y detestaba la publicidad y aquella no era precisamente una bonita historia, ¿verdad? Un adolescente seducido por un niño rico y malcriado que luego lo había abandonado a toda prisa en cuanto consiguió lo que quería de él. Luego el adolescente había sido amenazado por poderosos abogados, se le había ofrecido dinero para librarse de él y, por fin, se le había dicho que desapareciera y que se olvidara de que alguna vez había conocido a alguien llamado Thitiwat. A Fluke le dio una arcada. Era una historia horrible, pero sólo se transformaba en una tragedia si se sabía que Ollie había amado a ese tipo hasta su amargo final. Los ojos le ardieron y trató por todos los medios a su alcance de no ponerse a llorar.


—Si Damon pudiera por cualquier medio a su alcance devolverle la vida a su hermano, lo haría. Pero no lo puede hacer. De cualquier manera, se puede hacer cargo de su hijo y darle la clase de vida que se merece.


Fluke se quedó helado y lo miró incrédulo.


— ¿Darle la vida...? ¿Qué ha dicho?


Dándose cuenta de su sorpresa, él sonrió. Lo hizo de verdad, pero muy levemente.


—Naturalmente. Damon desea criar a su hijo en su propia casa, donde pertenece.

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Kaari: OMG the drama! Twists turn and plots seasoned with well written steamy scenes between multiple couples. I'm seriously obsessed

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Kaari: I'm pretty sure I'm going to be reading all of these back to back great stuff

Maria: Es una historia linda y fresca.

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marcouxcharlene020: Histoire intriguante, dommage que la traduction en français ne soit pas au top....

Katie: This book is well written and flows nicely. Very few grammatical errors. I recommend this book as it will really play with all your emotions. Good job author. Keep up the good work. 💜💜

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Ayisha Bhandari: I really loved it one of the best on inkitt❤️

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Susanne Moore: Ugh I hate those bad and selfish people. Can't wait until they all get there butt kicked

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