Capituló Dos
Fluke tardó varios segundos en contener su incredulidad.
¡Los Thitiwat querían a Nicky! ¡Querían al hijo de Ollie! No podía creer que ese hombre estuviera hablando en serio. Ohm lo miró como un gato miraría a un ratón.
—A Damon le encantan los niños. Nikos será un hijo querido.
—Yo realmente... realmente no me creo estar oyendo esto—admitió Fluke trémulamente—. ¿Primero no deja que su hermano se case con Ollie y luego cree que tiene derecho a quedarse con el niño? Él fue el que cortó con mi hermano, no contestó a sus cartas, permitió que usted lo humillara y luego que pasara por un embarazo difícil sin ninguna clase de apoyo por su parte... ¿Y ahora viene usted aquí a decirme que él quiere a su hijo? Mientras hablaba la ira se fue apoderando de él.
—Sea lo que sea lo que usted sienta por mi hermano, él es el padre del hijo de su hermano.
—No me puedo creer que usted acepte eso.
— Damon ha heredado de mi madre un raro grupo sanguíneo, Tengo entendido que Nikos lo comparte.
Eso lo dijo tan tranquilo, sin darse cuenta, al parecer, de la gran ofensa que le estaba causando a Fluke al admitir que había comprobado todas las evidencias antes de dar por hecho que Nicky era el hijo de su hermano.
—Las posibilidades de que eso se produzca por una coincidencia son de una entre varios millones.
— ¡Y probablemente usted siga comprobándolas todas! — exclamó Fluke molesto.
—No estoy dispuesto a tener una discusión con usted, señor Natouch... Sólo estoy aquí por el niño y como negociador por parte de mi hermano.
— ¿Negociador?
— ¿Le parece mejor conciliador? El pasado no se puede cambiar. Debemos tener en cuenta el futuro de mi sobrino.
— ¡El futuro de Nicky es conmigo!
Pero a pesar de todo estaba sorprendido por esa oferta, que nunca pensó que le fueran a hacer.
—No me cabe duda de que usted debe haber pensado en un precio para cederle el niño a un padre al que, evidentemente, desprecia.
— ¿Un precio?— susurró Fluke.
—Cualquiera... Dígalo y es suyo— murmuró Ohm Thitiwat suavemente, seductoramente, como un vendedor de droga tentando a un adicto. Fluke estaba tan sorprendido por lo que, al parecer, ese hombre pensaba de él que siguió en silencio. —Usted nos cede a Nikos discretamente, manteniendo la boca cerrada y, a cambio... a cambio, yo le daré lo que quiera. Píenselo. Ha tenido una vida muy dura. ¿Qué edad tiene? ¿Treinta? ¿Treinta y dos?
Fluke le devolvió la mirada y se agarró con las manos temblorosas al respaldo de una silla. ¿Treinta? ¿Treinta y dos? Cielo santo, ¿parecía tan viejo?
—Podría hacer algo con su cuerpo— siguió él—. No es demasiado tarde. El dinero puede comprarle la belleza. Con esfuerzo y la ayuda de profesionales podría resultar bastante atractivo.
—No me diga— dijo Fluke por fin. A pesar de que nunca se había hecho muchas ilusiones sobre su aspecto, aquello terminó con las pocas ilusiones que le quedaban.
—El mundo sería suyo. Podría viajar. Usted es una persona inteligente. Incluso, probablemente, podría encontrarse un marido.
Fluke se estremeció y respiró profundamente. Estaba claro que ese tipo pensaba que estaba desesperado por un hombre. Con un vigoroso esfuerzo de su voluntad se contuvo de reaccionar como debía ante esa nueva humillación. Él era griego hasta la médula. Lo que Ollie había llamado un hombre sin reconvertir, él lo llamaba simplemente hombre del Neanderthal. Debía de estar en una cueva, no en una sociedad civilizada. O en un museo, junto con los esqueletos de dinosaurios. A pesar de todo, no podía negar que él le fascinaba de una forma que podría llamar incluso grotesca. En la superficie ese hombre era sofisticado, pero en lo más profundo era tan simple en lo que pensaba de los demás como cualquier peón analfabeto. Le estaba diciendo educadamente que lo que él necesitaba era meter un hombre en su cama.
¡Incluso la era de los dinosaurios sería demasiado avanzada para él! Estaba claro que a ese hombre no se le había ocurrido nunca que el celibato era una elección perfectamente natural para mucha gente y ¿cómo se le iba a ocurrir? Ohm Thitiwat tenía no uno, sino dos amantes. Uno en Atenas y otro en París. Fluke sintió un cierto asco ante semejante promiscuidad. Evidentemente, su apetito sexual era voraz e incontrolado. En la sociedad actual, Ohm Thitiwat era un salvaje prehistórico y merecía más lástima que cualquier otra cosa, se dijo a sí mismo. ¡Que él hubiera permitido a semejante bárbaro que le hiciera daño y lo avergonzara era algo ridículo!
—Nicky no está a la venta— le dijo secamente.
— No he dado a entender que lo estuviera, pero no creo que desee atarse a un niño pequeño cuando puede conseguir una nueva vida para usted.
— Pero es que yo no quiero una nueva vida. Estoy muy contento con la que tengo.
Los rasgos de él se tensaron y sus ojos lo miraron sin reflejar ninguna emoción en absoluto.
—Entonces me está obligando a ser más rudo...
—Oh, no creo que sea necesario obligarlo a eso— opinó Fluke sarcásticamente—. Yo diría que está en su naturaleza. El reto para usted debe ser tratar de tener algo de sensibilidad.
En vez de reaccionar con la ira que él se había esperado, Ohm casi sonrió.
—Es usted una persona inteligente, como ya le he dicho. A pesar de que lo compadezco por su falta de... elegancia, su lengua viperina y su evidente malicia, no dejo de encontrarlo un reto interesante. Vamos a no perder más tiempo, me está diciendo que desea privar a Nikos de su herencia natural y de la compañía de su padre. Y usted, ¿qué le ofrece a cambio? ¡Ser un hijo ilegítimo durante toda su vida! Y los cuidados de alguien que no tiene precisamente un buen carácter. Si tuviera un poco de decencia, no habría animado a su hermano adolescente a continuar su relación con mi hermano...
Fluke empezó a temblar de ira.
— ¿Y qué control tenía usted sobre su hermanito?
—No supe nada de lo suyo hasta que ya fue demasiado tarde. Usted lo supo desde el principio. Usted tuvo su propia parte en la muerte prematura de su hermano.
— ¡Qué Dios le perdone!— exclamó Fluke sin poder contenerse.
—Y, no conforme con esa tragedia, ahora pretende destruir el futuro de mi sobrino. No permitiré que lo haga. Él pertenece a mi familia. Nosotros le podemos dar todo. Una auténtica familia de gente que se apoya entre sí. Un padre y una madre que lo amarán. Los mejores colegios, un bonito hogar, la posibilidad de llevar la cabeza bien alta en cualquier situación. Es un Thitiwat.
Y ser un Thitiwat, evidentemente, era a lo más que podía aspirar un mortal, pensó él. Se estaba enfrentando a un hombre animado por un poderoso orgullo basado en su árbol genealógico y en las muchas generaciones de su familia. No le extrañaba que su hermano, hijo de un supervisor de fábrica y una enfermera fuera poco menos que nada para él. No tenía pedigrí, sólo era simple clase obrera. Esos pensamientos lo hicieron volver a algo que la había sorprendido momentos antes. Él no podía haber dicho un padre y una madre que lo amarán. No podía haber dicho eso.
—Androula lo amará como si fuera suyo. No existe ni la amargura, ni la malicia en su generoso corazón. Ha tenido muchos meses para acostumbrarse a la idea de que alguien más iba a tener un hijo de su esposo.
Fluke se quedó paralizado.
Androula... ¿El hijo de su esposo?
Cielo Santo, ¡Damon se había casado con alguien mientras su pobre hermano seguía teniendo sus patéticas esperanzas de que volviera con él! ¡Se había casado de verdad!
Sintió asco. No le cupo duda de que la triunfante rival de Ollie ahora se sentía generosa y estaba lista para hacer de madre del hijo de Damon.
—Vamos a ver. ¿Me está pidiendo que ceda a Nicky a Damon y a.... a...?
—Androula.
—La esposa de Damon— repitió Fluke para asegurarse de que no lo había entendido mal.
—Es una joven amable y encantadora— dijo Ohm muy orgulloso.
No un pobretón como Ollie, pensó Fluke. No había entendido mal. Si Ollie siguiera vivo, ¿habrían venido esos salvajes a pedirle el niño? ¿Ohm Thitiwat lo habría acusado de negarle a su hijo las ventajas materiales de pertenecer a su familia? Muy probablemente. Ese mismo hombre había tratado a su hermano como si fuera basura y ni por un momento, había tenido en cuenta la posibilidad de que su hermano se casara con él. Sin importar que ya estuviera embarazado.
Fluke se acercó entonces al teléfono y le dijo: —Si no sale ahora mismo de esta casa voy a llamar a la policía. Después de todo, usted ha entrado a la fuerza.
—¿Es eso todo lo que me tiene que decir?— le preguntó él incrédulamente—. ¿Está completamente seguro? Ya le he hablado de la generosidad de Androula...
— Generosidad ¡esa sí que es buena!
Fluke levantó el auricular, listo para llevar a cabo su amenaza.
—Lo que se ha atrevido a sugerirme es realmente obsceno y no merece la pena que sigamos hablando de ello, señor Thitiwat. Es la proposición más asquerosa y vil que he oído en toda mi vida.
— ¿Obsceno?
Fluke lo miró de mala gana, se estremeció perceptiblemente y le gritó: — ¡Fuera!
—No tengo ninguna intención de marcharme antes de que lleguemos a un acuerdo— dijo él decidido.
—Si no se marcha de aquí, hablaré con el periódico más sensacionalista y sucio y lo contaré todo.
Una rabia repentina paralizó a Ohm y la violencia emanó por sus ojos negros.
— ¿Le haría eso a Androula?— preguntó muy suavemente.
— ¡Me importa un rábano su preciosa y santa Androula!
—Si fuera usted alguien más grande le partiría todos los huesos del cuerpo. Muy despacio.
—Se quemaría. No puede tocarme y lo sabe. Si usted o su hermano vuelven a acercárseme otra vez, iré a los periódicos. Damon pudo haber tenido ese niño, señor Thitiwat, pero su oportunidad ya pasó. ¡Mi hermano dio su vida por traer al mundo a Nicky y, si tan precioso fue para él, tan precioso es para mí!
— ¡No tiene ningún derecho a quedarse con Nikos!
—Ya lo verá... o iremos a juicio, donde todo saldrá a la luz pública.
Eso lo dijo muy satisfecho de haber encontrado por fin el talón de Aquiles de ese hombre. Era demasiado orgulloso como para soportar que se airearan los trapos sucios de la familia.
—Damon y su esposa nunca tendrán el hijo de Ollie. Acepten eso y manténganse apartados de nuestras vidas.
Ohm estaba pálido de rabia. Una rabia que trataba desesperadamente de contener.
—Esta es su venganza, ¿no?
— No es ni con mucho lo que me gustaría hacerles a usted y a su familia. Damon se ha portado como un tipo débil y despreciable, pero es usted el que destruyó la vida de mi hermano. ¿Por qué? Porque él no era lo suficientemente bueno... no alcanzaba su nivel y, además, era pobre.
— ¡Soy inocente de esos prejuicios! Y usar a un niño como arma arrojadiza sí que es una verdadera obscenidad.
— ¿Sabe cuál podría ser la auténtica venganza?— dijo Fluke riéndose amargamente—. Hacerle sufrir por lo que le hizo a Ollie. Es culpa suya el que Nicky sea ilegítimo, de nadie más. Su asqueroso orgullo familiar está antes que el honor y la decencia. Como ha dicho, no tengo muy buen carácter, ¡debería haberme reído en su cara!
—Cristos...
Ohm no se pudo contener y le gritó algunas palabras en un griego gutural, levantando las dos manos en el aire.
—Cómo se atreve a llamarme obsceno a mí— continuó—. Usted, con sus dos amantes. ¡A los que tiene para acostarse con ellos o ellas! ¡Usted, con su ignorante y machista doble rasero y su repugnante hipocresía! ¡Póngame la mano encima, señor Thitiwat, y haré encantado que lo metan en la cárcel!
— ¡Algún día... alguien increíblemente afortunado le quitará la estupidez y le enseñará algo de respeto!— exclamó él con los puños cerrados.
Fluke estaba lanzado.
Verlo conteniendo su ansia por matarlo para que se callara lo animó del todo.
— ¿Quiere usted saber qué es lo que se merece de verdad?— le preguntó con una falsa dulzura —. ¡Un esposo que haga de su vida un infierno! ¡Un verdadero demonio!
— ¿Cómo usted?
— ¡Yo no lo tocaría ni con un bastón! Es el hombre más repelente que he conocido en toda mi vida. Puede que yo no sea muy guapo, pero mis baremos son muy altos. Al contrario que los suyos.
Ohm no podía apartar la mirada de él. Quieto como la estatua con la que lo había comparado Gina, lo miraba intensamente.
—Nadie nunca me ha encontrado... repelente— dijo entre dientes.
—Evidentemente, eso es obra de su dinero.
Fluke le abrió la puerta invitándole a salir. Por un momento pensó que él prefería ir a la cárcel y que le iba a pegar. Estaba poseído por la fuerza de su furia. Tembló y pareció que iba a estallar y todo en silencio. Fluke descubrió que tampoco podía apartar la mirada de él. Inesperadamente, pasó a su lado y luego Fluke se dio cuenta de por qué. Gina estaba sentada en el escalón más bajo de las escaleras, en silencio, demasiado impresionada por lo que había oído.
—Tendrá noticias de mis abogados— siseó él mientras salía por la puerta.
— Una sola visita. Un sólo intento de intimidación. Incluso una simple carta medianamente amenazante y cantaré en los periódicos como un canario— le dijo Fluke antes de dar un portazo.
Gina lo miraba boquiabierta. El silencio pareció durar una eternidad.
—Dudo mucho que nos vuelva a molestar— dijo Fluke por fin, preguntándose cuánto habría oído la mujer.
Gina agitó lentamente la cabeza.
—No me puedo creer lo que he oído. Eras tú el que le estabas atacando y poniéndolo nervioso.
—Le he dicho unas cuantas verdades. Eso es todo. Y no es precisamente un hombre de hielo. Apuesto que todas las personas que conoce se aprovechan de él alabando su ego.
— ¿Es eso lo que sentías cuando le dijiste que era repelente? ¿Y que tenía que pagar por el sexo?
—Quise darle donde le doliera.
—Yo no creo que tenga que pagar por eso. Es tremendamente atractivo y ¿le has dicho que se acuesta con profesionales?
—Mantiene a dos amantes. Si lo hace es que los está pagando.
— ¡No es lo mismo!
— ¿Por qué lo estás defendiendo?
Gina gimió.
—Fluke. Él no es responsable de la muerte de Ollie. Nadie es responsable de eso. Estás empezando a obsesionarte. Cierto, estás muy dolido, pero te estás tomando todo esto demasiado personalmente...
—Perder a Ollie ha sido algo muy personal— dijo Fluke estremeciéndose.
Gina se acercó a él y lo abrazó.
—Pero tienes que pensar en Nicky, querido.
— ¿Me estás diciendo que debo dárselo a Damon y su esposa?
—Si la mujer lo quiere y no es sólo una forma para ganarse a Damon... Pero ¿cómo vas a saber tú si es una cosa o la otra? La verdad es que yo también estoy un poco confundido y no sé ya lo que pensar, pero si hay una cosa que me parece, y es que el bienestar de Nicky debe ser lo primero y que él se merece lo mejor del mundo. ¿Cómo vas a poder darle tú ni la décima parte de lo que ellos le pueden ofrecer?
—El dinero no lo es todo, pero aun así, no dejaba de reconocer que Gina tenía algo de razón. Se veía forzado a pensar qué era lo mejor para el niño.
—Es un niño pequeño y creo que lo vas a encontrar bastante más engorroso que lo que fue Ollie— dijo Gina suspirando—. Vas a tener que venirte a vivir otra vez, conmigo. No te va a quedar otro remedio.
La semana siguiente fue un torbellino para Fluke. Nicky era adorable, pero no dormía mucho. Ni tampoco quería comer cada cuatro horas, quería hacerlo constantemente. Gina nunca había tenido mucho que ver con los niños. Trataba de ayudar, pero no servía de mucho. Al mismo tiempo, Fluke estaba tratando con todas sus fuerzas de acostumbrarse a la idea de que Ollie ya no estaba. Cada vez que sonaba el teléfono pensaba que iba a ser su hermano. Veía a alguien con una melena rubia y se creía que era él.
Visitó la tumba de su hermano tres veces para intentar hacerse a la idea, pero cada vez se veía asaltado por la ira. Sólo había sido capaz de sacar a la luz esa ira con Ohm Thitiwat y descubrió que no se podía abrir con Gina. Supuestamente, el odio que sentía por el hermano de Damon lo hacía sacar sus emociones a la luz más libremente y eso era bueno, no peculiar, sino bueno, se dijo repetidas veces a sí mismo y él había sido un blanco más que satisfactorio para su ira.
Una semana más tarde Ohm apareció de nuevo sin avisar. Gina no estaba y eran las ocho de la tarde. Fluke acababa de salir del baño y se iba a meter en la cama, ya que había decidido que lo único que podía hacer era dormir cuando Nicky se mostraba dispuesto a hacerlo él también.
Cuando sonó el timbre pensó que debía ser una amiga de Gina, ya que solían pasar por allí para cotillear un rato. Pero era Ohm Thitiwat. Fluke se quedó sorprendido. Se agarró con una mano el borde de la bata y con la otra intentó frenéticamente apretarse el cinturón. Era muy consciente de que solo tenía una camiseta debajo de la fina tela y eso lo irritó y avergonzó a la vez.
— ¿Qué es lo que quiere ahora?— le preguntó agresivamente.
Él pasó por la puerta con todo su desparpajo.
—Cinco minutos de su tiempo.
—Si me perdona un momento, me vestiré. Cuando entró él no lo había mirado, pero ahora sí que lo hizo y de arriba abajo.
— ¿Para qué se va a molestar? A mí no me importaría incluso si estuviera desnudo.
Fluke contuvo la ira y se sentó en el sofá sin ninguna ceremonia. La toalla con la que se había hecho un turbante empezó a deslizarse y con un solo gesto, se la quitó y la dejó a su lado. Un enmarañado montón de mechones castaños le cayó hasta la barbilla. Él se paró en seco y lo miró como alelado.
Fluke se miró por encima del hombro para ver lo que le había llamado la atención. ¿El papel de la pared? ¿El reloj de cucu? Lo miró, irritado. Por alguna razón, él lo seguía mirando y casi tropezó con una de las mesitas que había por todas partes en el salón.
— ¿Puedo sentarme?— le preguntó Ohm mientras lo seguía mirando fijamente.
—Como quiera.
—Podría ofrecerme algo de beber.
—Usted no es bienvenido en esta casa, señor Thitiwat.
Fluke lo siguió entonces con la mirada cuando él se levantó y se acercó al aparador de las bebidas alcohólicas, localizó el whisky, eligió un vaso y se sirvió.
—He de advertirle que encuentro imposible ser incluso un poco cortés estando cerca de usted.
Fluke se refugió en el silencio, pero los nervios los tenía completamente tensos. Ohm volvió a sentarse con una gracia indolente en el sillón delante de él y lo miró de nuevo con sus ojos negros inescrutables.
—La semana pasada hice algunos cálculos matemáticos murmuró Ohm—. Es evidente que usted no tiene ninguna intención de darnos a Nikos...
—Nicky.
— Nicky, qué mono.
Pero el caso era que él ya lo había llamado así, lo que le produjo una cierta satisfacción a Fluke.
—No tiene ninguna intención de dárnoslo. ¿Estoy en lo cierto?
—No es muy habitual creo, pero sí en esta ocasión, está usted en lo correcto.
Pero, ¿era eso cierto?
Fluke se había varias noches dando vueltas en la cama preguntándose si estaría haciendo lo correcto rechazando tan tajantemente la propuesta que él le había hecho para el futuro del niño. En términos materiales, ciertamente la familia Thitiwat tenía mucho que ofrecer a Nicky y la oferta de que tuviera padre y madre... Pero lo que más le había preocupado a Fluke eran los padres potenciales.
—Tal vez tuve poco tacto al sugerirle que mi hermano y su esposa asumirían su responsabilidad por él.
Fluke frunció el ceño.
No le convencía mucho ese hombre con esa forma de hablar. Estaba tratando de ablandarlo con palabras suaves.
—No era poco tacto. Fue usted brutalmente insistente.
—El futuro del niño puede asegurarse de otra forma. Yo podría adoptarlo y tomarlo como hijo mío.
Fluke se quedó helado con esa propuesta Se humedeció los labios con la punta de la lengua y él fijó inmediatamente su atención en la voluptuosa curva del labio inferior. Se agitó levemente en su asiento y un músculo se le movió un poco en una de las esquinas de la boca. Había una gran tensión en el ambiente. Fluke no sabía de dónde había salido, pero lo estaba haciendo sentirse incómodo. Se tensó y vio como la boca de él se curvaba con la más pequeña de las sonrisas. Inmediatamente desapareció, pero Ohm no dejó de mirarlo fijamente ni por un momento.
¿Qué le pasaba? ¿Habría estado bebiendo? Tal vez era por eso por lo que se había servido un whisky; más que simplemente por mala educación. Antes casi se había caído, se recordó a sí mismo. Además, parecía como si no pudiera mantener la concentración y no era el único, pensó al cabo de un momento. Aunque no se le podía culpar a él de perder el hilo de la conversación cuando ese hombre se estaba comportando tan curiosamente y la propuesta que le había hecho de adoptar a Nicky... De eso nada.
—Usted le pasaría a su hermano el cuidado del niño. Eso es lo que haría— dijo Fluke pensando en voz alta.
—Yo soy un hombre de palabra, un hombre de honor. Pero dudo que usted se crea esto. Aun así, es imperativo que Nicky sea aceptado como un Thitiwat.
—Imperativo, ¿para quién?
— ¿Realmente piensa que llegará un día en que ese niño le agradezca que le haya negado el sitio que se merece en la sociedad?
Fluke se quedó pálido e inclinó la cabeza, asaltado de nuevo por las dudas y la incertidumbre. Pero estaba decidido a que él no se lo notara.
—Su negativa a negarle a mi sobrino lo que mi familia le puede dar es completamente egoísta— añadió él.
Fluke se quedó mirando al suelo. ¿Era egoísta? Esa acusación lo afectaba mucho. ¿Es qué él no veía que, desde su punto de vista, los hombres de la familia Thitiwat eran un ejemplo espantoso con el que medir al resto de la familia? Damon era un tipo débil de carácter, cruel y despreocupado. Ohm era rudo, arrogante e igualmente cruel y despreocupado con aquellos a los que la fortuna no había sonreído tanto como a ellos.
Él no sólo quería quedarse con Nicky como una venganza por lo que le habían hecho a Ollie y por respeto a su hermano. No, además... Un niño necesita más que dinero y posición social. Necesita tiempo, comprensión y amor para hacerse un adulto responsable y ¿era posible que Nicky encontrara eso en la familia Thitiwat? Fluke creía que no; pero deseó desesperadamente tener una bola de cristal para ver el futuro. Le asustaba mucho tomar la decisión equivocada para el bienestar de su sobrino y si la tomaba, nunca se perdonaría a sí mismo. Y, seguramente, Nicky tampoco lo haría. Se aclaró la garganta y levantó la cabeza, seguro de una cosa
—No confío en lo que pueda hacer usted con Nicky. Él es un niño indefenso y usted un autócrata adicto al trabajo que, probablemente, lo dejará siempre al cuidado de una niñera.
Los largos dedos de una de las manos de él se curvaron.
—Su insolencia me deja pasmado— dijo él en voz baja.
Irónicamente, Fluke sólo había sido sincero. Por una vez no había querido ofenderlo deliberadamente.
Simplemente le había dicho la verdad.
—Y ¿qué pasaría si usted se casa? Nicky tendría una madrastra que, seguramente, favorecerá más a sus propios hijos que a él.
—Pero, ¿con qué derecho se atreve usted a dar una opinión sobre mi carácter? — le dijo él poniéndose en pie con la misma energía que un tigre al acecho.
Fluke se puso tenso. Una sola palabra de crítica y ya estaba ese hombre a punto de explotar.
—Y también está su temperamento...
— ¿Mi temperamento?— dijo Ohm con los dientes apretados.
—Parece que tiene muy poco control sobre él. Los niños pueden ser muy atosigantes. Pueden poner a prueba la paciencia de cualquiera hasta más allá de sus límites.
— ¡Usted no sabe nada de mi temperamento! Yo soy un hombre muy disciplinado.
Fluke levantó una ceja, inquisitiva.
—Oh, supongo que es un auténtico gatito siempre que todos los que le rodean le sigan la corriente.
Luego Fluke se levantó también, esperando que él se marchara de una vez.
—Pero no puede manejar la oposición de alguien tan simple como yo...
Un espeso silencio cayó entonces entre ellos y él lo miró fijamente.
—Yo lo puedo manejar con una mano atada a la espalda... pero no le gustarían mis métodos.
Por alguna razón esa profunda mirada la afectó y se le hizo un nudo en la garganta. Algo profundo en la boca del estómago se tensó casi dolorosamente y, sorprendentemente, le pareció como si el cuerpo le pesara más. Parecieron haberse bajado un poco. Volvió la cabeza y se dirigió hacia la puerta.
—Nikos está llorando— le dijo él.
— ¿Nikos?
Fluke parpadeó, confundido y salió del atontamiento en que había caído durante algunos segundos. Agitó la cabeza involuntariamente. Aquello era cansancio, nervios, se dijo a sí mismo. No era de extrañar que se sintiera raro. Con un gruñido de impaciencia ante la lentitud de su respuesta, Ohm cruzó el salón y fue a subir las escaleras, pero se quedó quieto por un segundo y le dijo con tono de censura: —Nunca se debe dejar que un niño llore.