Prólogo
CULPABLE
Cuando Kim Seungmin escuchó la sentencia del jurado, la tierra se abrió y el mundo se desmoronó ante sus ojos cansados y vidriosos. Condenado a cinco años de prisión por una negligencia médica que no cometió, sería trasladado hasta una penitenciaría de máxima seguridad.
Tenía sus días contados, lo sabía. Sería una presa fácil para aquellos carroñeros dispuestos a desgarrar su cuerpo y quebrantar su espíritu. Un eslabón débil, de aquellos que caían con facilidad y eran pisoteados al no tener la condición física necesaria para defenderse.
Seungmin era simplemente demasiado soberbio y refinado, con una vida llena de ostentosidades y lujos.
¿Cómo iba a sobrevivir en aquel ambiente hostil? Donde su esbelto cuerpo de carne fresca recibiría injustos golpes, donde lo despojarían de sus finas ropas y lo vestirían con harapos viejos. Cortarían su cabello y le darían el más sentido pésame, seguros de que Seungmin no duraría más de una semana en aquel putrefacto lugar, en el cual los lamentos eran absorbidos por las paredes, proyectándose malditas.
Seungmin caminaría por los pasillos de la prisión escuchando las obscenidades y amenazas de aquellos hombres que no dudarían en destrozarlo. Los guardias se reirían a su espalda mofándose de su desgracia.
Si era honesto, si debía confesar qué sentimientos lo comían por dentro en aquella inescapable situación, era la simple diversión que un pobre infeliz tendría por su propia situación y la inexplicable calma que tendría un hereje antes de postrar la cabeza en la guillotina.
Como si llevara grilletes, arrastraría sus pies hasta la celda donde sería arrojado sin cuidado alguno. Y sería en ese húmedo lugar con aroma a moho y el frío corroyendo el tuétano de sus huesos, que lo conocería. A Hwang Hyunjin, su compañero de celda y el monarca de la prisión; un sádico como solo podían ser aquellos seres mitológicos destinados a devorar el mundo, con ojos hambrientos de venganza y manos besadas por la sangre de incontables demonios derrotados. De labios torcidos por una sonrisa deshonesta y con un vaho que salía de su boca pareciendo veneno puro, amargo y llameante.
Seungmin tragaría saliva con dificultad, con el corazón en la garganta y el cuerpo tembloroso, preguntándose si esa sería la última vez que podría respirar. Su cuerpo se rendiría ante el miedo, le quitaría potestad a sus piernas y lengua, impidiéndole mantenerse de pie o hablar frente al subyugador de ojos cafés que lo miraría desde su trono con la corona en una mano y todo un reino en la otra.
“Cuando solicité un compañero de celda para divertirme, no imaginé que me traerían a un cachorrito”.
Advertencias
·Historia ambientada en una prisión de bajos estándares.
·Lenguaje ofensivo. Vulgar.
·Situaciones violentas.
·Asesinatos.
·Peleas.
·Consumo de drogas.
·Menciones a abuso sexual infantil.