Capítulo 1
Prólogo
Jungkook había vuelto a su ciudad natal 10 años después y entró a una cafetería al azar, pero no esperaba encontrarse con un hermoso rubio que al verlo se había quitado las gafas y le había sonreído coquetamente.
Él le había reconocido, pero el rubio no y se había atrevido a coquetearle. Su estancia en su ciudad se había tornado más interesante de lo que había esperado.
Tomo su café y subió a su auto para luego llamar a Namjoon
- Nam, quiero que averigües algo
- Claro, tú me dices que necesitas
- Necesito que averigües todo sobre Park - Jimin Park. Nacido el 13 de octubre de 1995, en Hodeong Dong, Busan.
- Esta bien Jeon, te enviare todo hasta el final del día.
***
Esa tarde Jungkook recibió el correo con la información detallada de Jimin y lo leyo poniendo énfasis en aquello que le importaba
Park Jimin
Edad: 27 años
Intereses: Hombres y mujeres
Estado: Soltero
Hijos: Ninguno
Residencia : Hanam Yongsan Gu #1305
Lugar de Trabajo: Hybe Corporación
Cargo: Departamento de Marketing y Publicidad
Entrada: 09:00 Salida: 18:00
Salida regular: 19:00 3 veces a la semana 17:00
Modelo de Auto: Hyundai Grandeur Gris modelo 2020
Lugares concurridos - amigos- familia - últimos movimientos bancarios - últimos viajes realizados, salario percibido, etc.
- Te ha ido muy bien Park, cómo era de esperarse.
Una sonrisa se dibujo en su rostro y guardo todo en una carpeta con una foto reciente y una de cuando estaban en preparatoria.
*** Fin del prólogo
- No puedes hablar en serio Jimin, romper con Taemin por esa razón
- Hoby es más que suficiente, no puede pretender atarme a un compromiso cuando estoy en el mejor momento de mi carrera, acaban de ascenderme
- Pero y ¿su relación de un año?
- No fue tan relevante, apenas y teníamos tiempo para vernos y cuando lo hacíamos solo follabamos.
- ¡Jimin! Alguien puede oírte
- Pues que me oigan, cómo si ellos no tuvieran sexo.
Y efectivamente un hombre de 27 años escuchaba con asombro, las aventuras amorosas de un rubio y un pelirrojo en la mesa de atrás.
Jimin salió del bar a las 21:00, se derrumbó en el sillón de su sala y se quito los zapatos, para dirigirse a la ducha. Minutos después se enfundo en unos boxers cómodos y una camiseta algo grandes para él. Inmediatamente como se acostó se quedó dormido.
Un sonido como las sábanas siendo rozadas y un peso extra en su lado de la cama, le hicieron abrir los ojos de golpe. La habitación que permanecía a oscuras ahora dejaba que la luz de la calle se filtrara por la ventana. Ventana que Jimin siempre dejaba cerrada para poder dormir.
Intento moverse, pero sus manos se lo impidieron, estaban atadas sobre su cuerpo. Su corazón empezó a latir acelerado, su cabeza procesaba la situación, un robo, se trataba de un robo.
- Hasta que al fin despiertas...
Un grito bajo salio de Jimin y busco la raíz de esa voz gruesa. Una figura masculina se formó en el futón de la esquina de su habitación. Tenía un pasamontañas en su rostro que apenas se notaba. La habitación no estaba muy iluminada en esa zona.
- Qué... ¿Qué quieres de mi?¿Quieres dinero, eso quieres?
Una risa ronca se oyó salir del hombre del pasamontañas.
- Puedo darte mucho dinero, pero no me hagas daño por favor- Hablo bajito a causa de su pulso acelerado y la falta de oxígeno provocada por los nervios.
El hombre soltó un suspiro pesado y se levantó para acercarse a la cama.
- No quiero tu dinero Jimin
Esa voz, no le recordaba a nadie que él conociera, alguien del trabajo podría ser, no se llevaba bien con todos y no hablaba con muchos.
- ¿Quién eres?
- La pregunta correcta es ¿Qué quiero?
- ¿Qué es lo que quieres de mi?
El hombre se poso a horcajadas de él para levantar sus manos y dejarlas sobre su cabeza.
- ¿Vas a... vas a violarme?
- No haré eso, a menos que tú me lo pidas
Su aliento a menta podía sentirse a través del pasamontañas, se había acercado tanto como si quisiera verlo mejor provocandole un mareo instantaneo. Podía verle los ojos y la boca pero apenas podía formar un imagen.
- Sigues igual de hermoso
- Aléjate de mí - Empezó a moverse para que se bajara de él
- Solo estas provocando que se me pare
- Voy a gritar tan fuerte que todos van a oírme y llamaran a la policía.
- No, no lo harán
El hombre cubrió su boca con un mano sin dificultad.
Mientras que la otra mano descendia por un costado de su piel, levantandole la camiseta, para acariciar su piel y llegar al contorno de su bóxer.
- Maldición! Me dije que no iba a tocarte, pero estas tan jodidamente caliente Jimin.
Esas palabras y el movimiento que el hombre hacia, estaban provocando algo en Jimin.
- Mierda
Se estiró para tomar algo de su mesa y la posó suavemente en su nariz, Jimin no entendia cómo estaba manteniendo la calma. Una tela algo húmeda le provocó un mareo que inmediatamente lo llevó a cerrar los ojos.
***
Esa mañana Jimin desperto de un salto, sus manos no estaban atadas, aún tenía la ropa de anoche, nervioso llevo sus manos a su entrada... nada dolía, todo parecía estar normal... no podía ser un sueño. Se levantó para buscar algún indicio de robo y no encontró nada extraño todo estaba en su lugar, cómo si la noche anterior ningún hombre hubiera irrumpido en su casa, para atarle las manos y casi frotarse con él.
- Que mierda...
Jimin, decidió mandar a cambiar la cerradura de su casa e instalar cámaras de seguriy salió a su trabajo. Esa noche durmió en casa de Hoseok, al día siguiente volvió a su departamento y apenas pudo conciliar el sueño, miraba por la ventana para ver si alguna figura masculina de hombros anchos, estaría viéndolo.
Lo mismo pasaba en el trabajo, observaba cualquier figura similar, pero ninguno encajaba con la contextura del hombre.
En las calles miraba detrás suyo si alguien estaba siguiendoló, pero no, nada, ni nadie parecían sospechosos.
Esa rutina se repitió por tres días sin rastro del hombre del pasamontañas, al cuarto día empezó a plantearse la idea de que hubiera sido un sueño. De esa forma pasó un semana en calma.
Un suspiro pesado y un carraspeo ronco le despertaron a mitad de esa noche, esta vez sus manos ya habían sido pocisionadas sobre su cabeza y una tela suave cubría sus labios.
Estar despierto cada noche, le había dejado tan agotado que nisiquiera habia sentido sus manos siendo atadas.
- ¿Me extrañaste?