Capitulo 1 Parte 1
Esta historia en una traducción realizada por Google, por lo cual hay líneas de conversación o palabras en los diálogos que no tendrán coherencia, he editado lo que he podido , ya que es una de las primeras adaptaciones que he realizado.
Hago este aviso antes de que lean la historia por varias quejas en los comentarios , así que evitamos que pasen un mal rato con la lectura y ya sean decisión de ustedes si continúan
Los ojos de Jimin se abrieron lentamente, sus parpados estaban tan pesados que parecían pegados el uno al otro. Una luz brillante iluminó cerca de su cabeza y este parpadeó lleno de dolor.
Dio un quejido. ¿En dónde estaba? ¿Qué había pasado?
Jimin se presionó la sien con sus dedos y comenzó a observar sus alrededores, tratando de colocar juntas las piezas del rompecabezas y averiguar qué sucedió. Le tomé un momento a su cerebro lo que estaba viendo.
Obviamente no se tenía en la habitación de su hotel, ya que la cama de su hotel no tenía dosel. Sus ojos se movieron hacia las rosas doradas y escarlatas bordadas exquisitamente sobre las blancas cortinas de satén, cuyos flequillos dorados susurraban seductivamente cada vez que se movían.
Una sabana acariciaba su piel, era de tal magnifica calidad y suavidad que por un momento deseó poder permanecer cubierta por ella por toda la eternidad. Pero una dulce fragancia notará su atención y como en trance, la siguiente fuera de la cama. Pudo por fin ver bien la habitación en la que se perdió. Le quitó el aliento.
-No puedo creer esto, -susurró.
Un elaborado patrón de flores entrelazadas con hojas decoraba el cielo de la habitación en un remolino de color cobrizo y azul cobalto. Magníficas cerámicas y esculturas eran exhibidas en bases decorativas, demasiado caros para que Jimin incluso intentara adivinar sus precios. Era aún más allá de lo que podría imaginar en su vida ordinaria.
Cristales cortados expertamente habían sido incrustados en cada uno de los pilares que se encontraban alrededor de la habitación. Y sobre cada uno se habían colocado floreros llenos de caléndulas. Esa sería la fuente de aquella poderosa fragancia.
Un escritorio había sido colocado al lado de la ventana de la habitación, dos sillas acolchonadas a cada lado de él. Jimin caminó hacia la ventana de puntillas a través de la alfombra que cubría el piso.
Lo que vio a través de la ventana lo impactó.
Justo en el centro de un enorme jardín pudo detectar una fuente extravagante la calidad vertical de agua de sus bordes creando una bruma resplandeciente. Un camino tan recto como una flecha atravesaba dicho jardín el cual era rodeado por arbustos y el hermoso cielo despejado creaba un bello contraste.
Pero no fue el jardín lo que causó el impacto de Jimin. Era lo que tenía detrás de dicho jardín-nada. Nada interrumpió la línea del horizonte, ni el desierto se dañará en todas las direcciones.
¿Cómo llego a un lugar cómo este? Trató de encontrar respuesta en su mente confundida, tratando de recordar que había sucedido.
Jimin trabajó para el departamento de planificación de una empresa de comercio. Hemos tenido que ir a un viaje de emergencia en Inglaterra a solicitud de una sucursal del departamento de ventas internacionales que han tenido lugar en ese país. Los clientes estarían discutiendo las negociaciones en hebreo e inglés, así que necesita una persona que sea fluida en ambos idiomas, alguien de confianza. Escogieron a Jimin.
Había sido abordado el avión al día siguiente de haber sido nombrado, así que era claro lo urgente del asunto.
No le molestaba el viaje, el cual duraba más de diez horas. Solo se relajó, viendo películas y leyendo, y sin darse cuenta, se vio en Londres.
Alguien del departamento de ventas había hecho de su conocimiento que alguien le encontraría en el aeropuerto y que debería esperar en el lobby.
Mientras esperaba un hombre lo que quería por su nombre.
- ¿Sr. Makabe? -
El hombre le seleccionó a Jimin una identificación de la compañía (su nombre, según indicaba dicho gafete, era Lawrence), así que Jimin lo siguió hasta una limosina. A Jimin le pareció extraño que Lawrence lo haya ido a recoger en tan increíble vehículo. Quizás quizás haya sido más cuidadoso, pero la amabilidad insistente con la que Lawrence hizo lo que fue imposible, así que obedientemente envió en el asiento de atrás.
Jamás se imaginó ver al hombre que perdió perdido en el interior.
El hombre que le sonrió, con una copa de champagne en mano.
-Ha pasado tiempo. - le saludó.
Jimin quedó abrumado. Todo lo que pudo hacer fue abrir la boca. - ¿No me dirás algo? -El hombre comprometido. Jimin permanecía en silencio.
-Han pasado seis años. - Dijo el hombre.
Sorprendido y confundido, Jimin identificó como escalofríos grabando su piel ante la mirada penetrante del hombre. Trató de pronunciar el nombre de aquel hombre, pero no pudo hablar. Las únicas palabras que salieron de su boca fueron una interrogante: - ¿Por qué? -
-He venido por ti, como lo prometí, faridat. - el hombre explicó.
Jimin había sido cautivado por la sonrisa seductora de aquel hombre.
El hombre tomó de los brazos a Jimin y lo acercó hacia él. Para el momento en que los labios del hombre acariciaron los suyos, Jimin había recuperado el control de sus sentidos y comenzó a oponer resistencia, sin embargo ya era demasiado tarde.
Un pañuelo fue presionado a su boca y fue derribado por otro hombre el cual colocó una sabana sobre él. Luchó para intentar escapar, pero fue una lucha breve. Su visión se oscureció y su mente se llenó de confusión y luego quedó inconsciente.
Jimin no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde su habitación. Cuando despertó, ya no había decidido en Inglaterra a donde había ido a discutir el tratado de negocios, sino que estaba en un oasis en medio del desierto. Era como si se hubiera teletransportado a un mundo extraño.
Pero Jimin reconoce este lugar. Lo había visto varias veces por televisión. Este era Siria, un oasis en Medina, el cual era el más rico de las naciones de los Emiratos de Ridwan Unidos. Sus riquezas incluyen tanto maravillas naturales como la economía nacional. Madina era uno de los destinos turísticos preferidos por todo el mundo. No era una exageración el decir que todos en el mundo habían visto alguna vez en su vida por lo menos uno de los paisajes de Medina, gracias a la cobertura internacional que los medios de comunicación afectados sobre este país.
-No ha cambiado nada, -Jimin escuchó una voz justo detrás de él.
Se volteó a ver. El emisor era el hombre detrás de todo esto, el que le había traído hasta este lugar. Jimin no estaba seguro durante tanto tiempo que el hombre se había parado parado parado parado parado parado parado parado en la entrada, una mano recostada sobre el marco, observándolo.
-... Jungkook, -Jimin por fin pronunció el nombre del hombre.
Los heroicos ojos de Jungkook se iluminan. Avanzó un paso de la entrada acercándose a Jimin. Dejó una distancia entre ellos, devorando el cuerpo de Jimin con la mirada. Incomodo, dio un paso hacia atrás y Jungkook inmediatamente le tomó el brazo.
-Bienvenido a Madina, mi hogar, Jungkook dijo calmadamente.
Jimin se rompió impacientemente de su brazo de Jungkook. No había venido hasta aquí a vacacionar. Estaba más interesado en saber las razones que tenia Jungkook de hacer esto.
-No te ves bien. ¿Cómo te sientes? - Supuso a Jungkook.
-Horrible. - Jimin dijo las palabras cortantemente, sus labios apretados. Hasta donde él le concierne, era demasiado tarde para lograr algo.
Jungkook frunció el sueño. - ¿Aún los efectos secundarios de la droga?
¿Cómo se supone que Jimin iba a mantener su humor bajo control cuando Jungkook le estaba tomando de la barbilla y viéndolo tan íntimamente?
El cabello de Jungkook era color café, sus ojos y piel del color de la miel, las facciones exóticas de su atractivo rostro insinuaban astucia.
Jimin detectó con furia a Jungkook, quien a su vez lo miró con sus ojos en forma de almendra. Jungkook había estado siempre orgulloso por la forma en que lucía, y con justificación, su madurez le había sentado bien, se comportaba con gran dignidad, más que cuando se acababan de conocer. Jimin temblaba solo con el hecho de encararlo otra vez.
Jungkook vestía ropa casual, aun así, ningún hombre pudo haberle rivalizado en la elegancia que él poseía. Exactamente sus labios traicionaban la apariencia pasiva de su rostro, ya que estos estaban llenos de vida principalmente cuando se movían para pronunciar el nombre de Jimin, dichos labios se encontraron en un solo solo unos centímetros del rostro del japonés.
-Fue prescrita por un médico, -dijo Jungkook, -así que no hay parámetros de haber efectos secundarios. - su rostro manifiesta preocupación.
La resolución de Jimin falló. Miro hacia otro lado, no queriendo que el otro hombre viera el efecto que tenía sobre él.
-Quisiera saber porque me ha hecho esto, te apareces de la nada. - Dijo. Su voz era tan fría como podía hacerla, pero en la realidad, como si sus piernas tuvieran una colapsar debajo de él. Quería saber porque Jungkook lo había drogado y trajo a Madina sin explicación, aun cuando no esperaba estar satisfecho con las excusas ofrecidas.
- ¿Por qué hice esto? Ya te lo dije... porque prometí que lo haría, - respondió Jungkook sin la menor duda.
Las pestañas de Jimin se sacudieron al escuchar la palabra "promesa". Tomó toda su fuerza resistirse a sus emociones. -
¿Promesa? ¿Qué promesa? - Bien, se oía calmado.
La boca de Jungkook se rasgó en una sonrisa. Quien sabe que era lo que imaginaba.
-Pensé que dirías eso, -dijo. -Fue por eso que tuve que obligarte. No quería, pero siempre tiende a mantenerte alejado de las personas cada vez que lo propones. -
Jimin tuvo problemas con Jungkook, resentimiento llenando todo su ser. Estaba maltratado tratando de actuar razonablemente, pero el más mínimo cambio en la expresión de Jungkook le enfurecía. No tenía sentido del humor para escuchar al hombre, lo que había traicionado, hablar como si tuvieran los mejores amigos.
-De acuerdo, -explotó. -No importa lo importante que sean tus razones, mientras que yo mandes de regreso a Inglaterra en este momento preciso. Me dirigía allá por negocios. Esto arruinará todo. -
-Oh, cierto. - Jungkook se convirtió en Jimin, su ceja izquierda un tanto arqueada. Jimin estaba sorprendido por el viejo gesto que le resultó tan familiar. Jungkook siempre hizo eso cuando tenía algo que decir.
-No habrá ningún problema en lo que a eso se respete. Las pláticas eran completamente falsas. -
- ¿Falsas? -
La resistencia de Jimin colapsó ante tan inesperada respuesta. ¿A qué se refiere? ¿Un caso de haber sido inventadas específicas para hacer que llegara a Inglaterra? Estaba seguro de que Jungkook, siendo la clase de hombre cuidadoso que era, había preparado también una razón por la cual no había puesto todavía en contacto con su oficina.
Una inexplicable furia se apoderó de él. No le importaban los motivos de Jungkook. Ya nada le importaba más. Cualquier excusa que dijera, no había que olvidar que el hombre lo había secuestrado. No había justificación para el hecho que había permanecido en Medina.
-Déjame ir a casa, -dijo. -No voy a formar parte de tus caprichos, Kook. - Quitó su barbilla de las manos de Jungkook y se hizo hacia atrás. Jimin analizó una gran mano en su nuca y fue halado abruptamente. - ¡Jungkook! -
Tan pronto abrió su boca, los labios de Jungkook se apoderaron de ella. La lengua de Jungkook penetró su boca, que se abrió abiertamente en protesta, y acarició sus dientes. Opuso resistencia y otra mano atrapó sus caderas.
-Nnn...-
Jimin golpeó el pecho de Jungkook, pero sabía que no había mucha fuerza en los golpes. Como en los viejos tiempos, estaba a merced de los potentes besos de Jungkook, llenos del calor del desierto.
La lengua de Jungkook se entrelazó con la suya, como si lo hiciera para tratar de calmarlo un poco, luego grabó el cielo de su boca. Cada vez que Jungkook cambió de ángulo, los besos se intensificaron y los seis años que estaban separados desaparecieron como si tan solo hubieran pasado un breve momento.
Jungkook era la única persona capaz de crear en Jimin tanta sensualidad y satisfacción con un solo beso. Era como hacer el amor, todo en un solo beso.
-Ahhh...-
Sus rodillas no resistieron. Pero los labios de Jungkook nunca perdieron el contacto con los suyos. Jungkook sostuvo a Jimin cerca de su cuerpo mientras sus labios continuaban consumiendo al japonés.
Para cuando Jungkook finalmente lo liberó con un último beso con el que succionó su labio superior, Jimin extrañaba la cabeza ligera.
-Mi faridat. - Jungkook susurró.
Esa era la forma en la que Jungkook le había llamado antes también. El cuerpo de Jimin se sintió vibrando por el deseo que Jungkook había provocado, sin embargo esas palabras le llegaron hasta lo más profundo de su ser.
Faridat significaba “ perla ” o “ tesoro ” en árabe. Seis años antes, había sido el apodo que Jungkook le había puesto a Jimin.
Jimin recogió los últimos trozos de racionalidad que aún conservaba y se alejó de las manos de Jungkook, las cuales se encontraron acariciando su espalda. No podría permitirirse el dejarse abrumar. No iba a cometer el mismo error dos veces.
-Jimin, -comenzó a decir Jungkook.
Levantó su mando a la derecha y le dio una palmada a la mejía de Jungkook. El sonido crocante se escuchó en toda la habitación. El momento en el que Jungkook le dejó ir, Jimin aprovechó la oportunidad para mostrar un gesto de pura felicidad.
Jungkook tocó su mejía con los dedos y dio una risotada. -No sabía que me odiabas tanto. -
- ¿Pensaste que te amaba? - Jimin respondió, alejándose de Jungkook. Sus ojos estaban llenos de ellos cuando anunciaron, -Quiero estar solo. -
En estos momentos era una tortura el permanecer en la misma habitación que Jungkook, Quería estar solo para poder pensar con claridad.
Pero Jungkook ignoró su protesta. - ¿Qué harás cuando te encuentres solo? Estamos en medio del desierto. -
Jimin le pidió una mirada, furioso porque su propuesta fue desechada. Le pregunté encantado preguntarle de quién era la culpa que él encontró en medio del desierto.
-Desafortunadamente no tienes otra opción más que quedarte justo aquí. - Dijo Jungkook.
Con sus dedos se acercó para tocar la ceja de Jimin, pero el japonés volteó su rostro antes de que pudiera alcanzarle.
-No me importa si este es un oasis,- dijo Jimin con determinación. -Prefiero ir a perderme al desierto que quedarme aquí contigo. -
-Jimin. - Había una pizca de amenaza en su voz, pero era como si estuviera recogiendo a un niño pequeño. Sin embargo, podría haber notado que los sentimientos de Jimin no cambiarían tan fácilmente y suspirando dio un paso hacia atrás. - Regresaré esta noche. Analiza todo lo que quieras antes de que regreses. -
Jimin no respondió. Luchó con todo su ser para no voltear a ver a Jungkook o relajar su ceño fruncido hasta que el hombre había desaparecido detrás de esa puerta. Tan pronto como la puerta se cerró y fue dejado solo, la fatiga lo venció y colapsó en uno de los asientos. Aflojó su corbata y desabrochó dos de los botones de su camisa, pero aún así controla la falta de aire. Inhaló varias veces, convencido de que arena caliente estaba obstruyendo su garganta.
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Jungkook al-Mushid. Lo conocí hace siete años, mientras estudiaba en Inglaterra. Había estado estudiando economía en la Universidad de Cambridge cuando conoció a Jungkook, quien estaba inscrito en la misma facultad.
La elegancia y dignidad con la que Jungkook se comportaba, que siempre está fuera del centro de atención. Sus extremadamente atractivas y exóticas facciones eran de alguna manera poco común para alguien del Medio Oriente, y se rumoraba que provenía de una mezcla de sangres. Se suponía que era hijo de un barón petrolero, o el hijo de un rey hotelero o el jeque de una tribu ancestral. También existían rumores de que había guardado alrededor del campus cuando no había tenido en las instalaciones, y muchos, muchos más. Cualquier historia que pudieras imaginar sobre él ya había sido inventada.
Nadie estaba seguro solo sabía de que era un ciudadano de los Emiratos Ridwan Unidos, pero eso no disminuyó en el interés que tenían en él. Continuó ser objeto de envidia y de deseo. Jimin no era la excepción, siempre viéndolo desde la distancia.
Podrían haber estado en la misma facultad, pero sus posiciones sociales y puntos de vista estaban muy separados. Normalmente, nada les había dado motivo para hablar el uno al otro.
Pero una tarde, todo cambió.
Había estado llorando a cantaros durante horas y Jimin estaba buscando donde refugiarse cuando un automóvil negro se detuvo frente a él. Bajarón la ventana de atrás y Jimin se sorprendió al ver quién estaba frente a él.
-Sr. Makabe -
Estaba aun mas sorprendido por el legendario Jungkook alMurshid sabía su nombre. Estaba seguro que lucía como un total idiota viendo al hombre.
Jungkook le concedió el fantasma de una sonrisa que había sucedido que había conquistado a las mujeres a través del mundo con ella.
-Deja que te lleve a casa. Te mojarás. -
Jimin rechazó la oferta inmediatamente.
- ¡No hay problema! -
No tenía el coraje para compartir un viaje en un automóvil con chofer. Además, si corría solo tomaba cinco minutos el llegar a su dormitorio.
Pero Jungkook salió del auto y se paró frente a Jimin, sin importarle la lluvia. Luego tomé una de las manos de Jimin y lo que tomó hasta su auto, como si estuviera escoltando a una dama. Confrontándose con los ojos gentiles de Jungkook, esos ojos que escondieron una pizca de pasión, Jimin no se pudo resistir. Se introdujo al carro, sintiendo como si estuviera flotando en una nube.
Tomo una semana para que Sr. Makabe 'se volviera en' Jimin '. Pasó un mes más para que Jimin se percatara de que albergaba sentimientos homosexuales por Jungkook. Y seis meses después, cuando las emociones de Jimin eran demasiado para ocultarlas, finalmente juntó valor y le confesó sus sentimientos a Jungkook. Finalmente arriesgo ganarse el odio de Jungkook y perder un buen amigo, razón por la cual había temido actuario todo este tiempo, hasta ahora.
-No podemos vernos más. No creo poder verte solo como amigo. -
Se encuentra en la habitación de Jungkook cuando Jimin se confesó. Jungkook montó a Jimin con su brazo derecho y lo haló hacia él.
- ¿No quieres escuchar mi respuesta? -
Jungkook no mostró sorpresa, solo sonrió.
-No, -
Jimin volteó a ver hacia otro lado, sus labios contraídos, estaba tan nervioso que tenía miedo de su corazón, iba a escapar por su garganta.
- ¿Qué pasaría si te dijera que no te dejaré ir, hasta que no escuches mi respuesta? -
Jamás imaginó que Jungkook sería tan cruel. Le había tomado todo su coraje el poderse confesar en primer lugar que no podría tolerar la vergüenza. Mentiría si dijera que no mantenía un poco de esperanza de Jungkook se queda con él, pero nunca se atrevería a admitir un sí mismo.
Jungkook sonrió ante el silencio de Jimin
-No se le puede hacer nada. -
Jungkook colocó su otro brazo alrededor de Jimin
-Siento lo mismo. -
Así que esto era a lo que la gente se refería cuando hablaba de estar caminando en la novena nube. Cargándose de pasión por las palabras de Jungkook y por su cuerpo, los días siguientes fueron como si estuvieran viviendo en un sueño. Jungkook no pudo haber sido más gentil. Su personalidad tenía un lado temperamental, pero Jimin tenía eso terriblemente seductor. No juzgué mucho en el futuro. Jungkook mantenía su mente y corazón siempre llenos, siempre pensando solo en él.
Pero un día, exactamente un año después de que se conocieron, Jungkook regresó inesperadamente a su país. Eso fue la primera vez que Jimin se enteró que Jungkook era del país de Madina.
-Cuando las cosas se calmen, te llamaré. Regresaré por ti. -
Las palabras de Jungkook habían sido breves, pero Jimin las había creído fervientemente. Quería creerlas. Nada importaba, una excepción de escapar de la ansiedad que lo acechaba, amenazándolo de llenarlo de oscuridad.
Pero no le tomo mucho el darse cuenta de que había estado en lo correcto al preocuparse. vio en las noticias que el rey de Madina estaba en cama y que Jungkook el único heredero al trono había tomado el rol de regente. Las noticias de que era el único hijo del rey fueron impactantes. Y porque su madre era inglesa, era ahora objeto de interés mundial (el primer rey de su país que tenía sangre extranjera corriendo por sus venas).
Justo cuando Jimin estaba recuperando el impacto de esas noticias, escucho otra, que Jungkook estaba comprometido. No podría encontrar las palabras para describir lo que necesita en esos momentos. Las noticias lo habían devastado. Pero en algún lugar dentro de él, llegó a la conclusión de que el compromiso era inevitable, y llegó a la conclusión de renunciar a sus sentimientos. No podría continuar deseando un final feliz para su relación, después de todo ... solo eran sueños; y acababa de despertarse a la realidad. Veré como si fuera otro, un Jimin completamente sin sentimientos, viendo a aquel Jimin interno el cual estaba tan triste.
Después de eso, jamás volvió a involucrarse en otra relación. Como resultado, sus notas se volvieron excelentes y regresaron a Japón graduado con honores. Pasó los últimos cuatro años trabajando para una de las mejores compañías de Japón. Trabajo compulsivamente y como resultado, sobresalió más allá que el resto. Sus resultados captan los ojos de sus superiores.
Podia confiar en su trabajo. Le gustó que los resultados fueran claros, cifras numéricas. El trabajo de Jimin en esta ocasión había sido el de escuchar la propuesta de contrato de cierta empresa petrolera inglesa, la cual buscaba patrocinadores para un proyecto de extracción de petróleo crudo.
Jungkook definitivamente no podría haber arreglado eso.