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CALL ME DADDY ❀ 국민 KOOKMIN O.S

Summary

❝ Ya no estás solo Porque soy tu papi ❞ Jimin ha estado enamorado de Jeon Jungkook, la estrella del equipo de basquetbol de la universidad, desde que tiene memoria; pero no importa cuanto haya intentado llamar su atención, lo único que conseguía era que sus mejillas adquiriesen un precioso color rosa cada que su mirada se posaba sobre el azabache. Pero lo que Park no sabía era que, la noche de la final del campeonato, Jungkook tenía preparado un plan para su lindo pequeño de brillante cabello color durazno. ─Papi Jungkook hará que su bebé toque las estrellas y que el placer explote en cada célula de su pequeño cuerpo... ¿Listo, ángel?

Status:
Complete
Chapters:
1
Rating:
5.0 2 reviews
Age Rating:
18+

˗ˏˋ ÁNGEL ˎˊ˗

—No podía creer lo que estaba pasando ante mis ojos —habló Taehyung, metiéndose un puñado de papas fritas a la boca—. Él simplemente estaba ahí: observándome, mientras lo miraba como idiota, con una sonrisa jodidamente caliente en sus labios, como si supiera exactamente lo que estaba pensando.

—¿Ah, sí? —murmuró Jimin, mirando a su alrededor. Como si buscara algo... O a alguien. Taehyung asintió efusivamente. —¿Y que pensabas?

—En que lo quiero detrás de mí, dándome duro por el culo.

—Ahh —contestó su mejor amigo, completamente distraído.

Taehyung desvío la mirada de su hamburguesa para mirar al de cabello color durazno con los ojos entrecerrados.

—Sí, ¿y sabes que me dijo?

—No, ¿qué?

—¿De verdad quieres saberlo?

—Hmm... Ajá, claro.

—¿De verdad?

—Seguro.

—Pues me dijo que podía tragarme su gran pene gordo cuando quisiera.

—Oh, que bien...

—¡Park Jimin! —exclamó el de cabello azul, haciéndolo sobresaltar y que girara a mirarlo. —Estás ignorándome descaradamente, casi tanto como yo cuando veo el paquetote de Yoongi.

—Lo siento, Taetae —se disculpó Park, avergonzado.

—No me digas que estabas buscando al imbécil de Jeon —bufó, rodando los ojos mientras le daba una gran y ansiada mordida a su hamburguesa.

Ambos se encontraban en el comedor de la universidad, disfrutando de los últimos minutos antes de que el descanso terminara y tuvieran que aguantarse otras tres horas enteras de clases.

—No le digas así, Tae —exigió Jimin, con un tierno puchero en sus labios y su intento de mirada fulminante, pero que sólo le causaron una gran sonrisa cuadrada, con los dientes llenos de comida, al contrario—. Ugh, no hagas eso, Taetae —sonrió, viendo lo gracioso que su mejor amigo se veía con las mejillas a reventar de comida.

Fio le fifo cofo fiera —informó, embarrándose la boca con salsa de tomate.

—¡Tae! —rió Jimin, lanzándole unas servilletas.

—En fin —terminó de tragar, limpiándose la boca con el puñado de servilletas—. ¿Es a él a quien estabas buscando?

—No —Taehyung lo miró con una ceja alzada—. Bueno... Tal vez —sonrió tímidamente, bajando la mirada y jugando con sus deditos.

—Yah~ Jiminnie, ¿cuándo le dirás que le quieres chupar el pene? —el nombrado abrió los ojos desmesuradamente, sintiendo el calor llegarle hasta la punta de las orejas.

—¡Tae! —exclamó el más bajo, cubriéndose la cara con sus manitas.

Aigoo~ Nuestro Jiminnie es tan lindo~ —sonrió, alzándose sobre la mesa para pellizcarle las regordetas mejillas. —Claro que lo es~ —rió.

—Ya, Tae —refunfuñó, quitándose las manos del peliazul de encima, haciendo que regresara a sentarse.

—No dije nada que no fuera cierto —Kim lo miró, encogiéndose de hombros mientras alzaba una ceja, tomaba su amada hamburguesa entre sus manos y le daba otro gran mordisco.

Jimin se mordió el labio al recodar todos los sueños húmedos que había tenido con el azabache como protagonista, la estrella del equipo de baloncesto de la universidad y su vecino.

Park ha estado algo más que loco por aquel hermoso chico con sonrisa de conejo, ojos grandes, mirada arrebatadora, piernas de muerte, bíceps inolvidables y abdomen de lavadero, desde que era un chiquillo que salía a jugar con sus vecinos del barrio y contaba con piecesitos torpes.

En la secundaria, recordaba siempre apurarse a llegar a su casa para esperar pacientemente frente a su ventana el arribo del mayor, que vivía en la casa cruzando la calle y de la que tenía una perfecta vista al umbral y del cuarto superior, igual al suyo.

En la preparatoria, se encontraba siguiéndolo con la mirada a todas partes, siempre pendiente de él y con la esperanza de ser notado al caminar por los pasillos. Nada diferente al Jimin actual, sólo que ahora se atrevía a acercarse más, así sea sólo para aspirar su adictivo perfume antes de que sus mejillas se encendieran en rubor y entrara a su próxima clase.

Aquellos interesantes sueños empezaron justo en esa etapa, sólo que de una manera un poco inusual.

El de cabello durazno moría por oírlo exigirle llamarle Papi.

Contadas son las veces que Jimin se ha masturbado debido a los sueños o simplemente pensando en papi Jungkook, pues le avergonzaba en demasía tocarse de manera lasciva y más aún pensando en su mayor, pero a veces le era inevitable.

Le era imposible no gemir con el simple hecho de pensar en su papi golpeando dura y rudamente su próstata, mientras éste le susurraba cosas sucias al oído y bajaba a devorar sus pequeños y sensibles pezones, haciendo que se corriera segundos después ante las demandantes órdenes y salvajes embestidas del azabache.

—Ahora estás pensando en Jeon jodiéndote el culo, ¿no es así? —la voz de Tae lo sacó de sus ensoñaciones, haciendo que lo mirara con los ojos prácticamente saliéndose de sus cuencas. —Claro que sí. Estás todo sonrojado como camarón mientras te muerdes inconscientemente el labio y sujetas el borde de tu suéter con tus puños —observó acertivamente el peliazul, sonriendo coquetamente, divertido.

—¡T-Tae! P-por favor, para ya —suplicó, cubriéndose nuevamente su precioso rostro con sus pequeñas manos.

—Sólo mírate... Si no fuera tan pasiva como tú y amara que me partan el culo, ya te hubiera partido el tuyo desde hace mucho —confesó con simpleza, encogiéndose de hombros mientras gastaba lo que restaba de su almuerzo—. No sé que espera Jeon.

—E-es que él aún n-no lo sabe, Taetae... Y d-deja de decir esas cosas —el nombrado bufó, antes de soltar una ligera risa que hizo rebotar a sus hombros.

—¿Tú de verdad piensas a Jeon tan estúpido como para no ver tu cara de borrego en celo cada que lo persigues a todos lados? —se carcajeó, haciendo que en la boca de su acompañante se formara un precioso puchero en señal de molestia. —Por favor, no existe una persona así de pendeja.

Y es que era cierto, el pequeño era fácil de notar. No sólo por su llamativo color de cabello o sus adorables ropas coloridas, que le quedaban un par de tallas más grandes, sino por su hermosa sonrisa que hacía a sus lindos ojitos desaparecer en unas finas líneas, su gran amabilidad, cuerpo deseable y el aura de inocencia pura que desprendía de cada poro de su ser.

Si tan sólo el mundo supiera que anhelaba con demasiada intensidad montar a su papi descaradamente fuerte, parte de esa inocencia desaparecería.

—¡C-claro que no lo sabe! Así que cállate de una vez, Taehyung —el más bajo lo miró frunciendo el ceño, mientras el peliazul se encogía de hombros a la vez que limpiaba los restos de salsa en sus dedos con una servilleta y terminaba de masticar lo que quedaba de sus papas.

—Si eso hace que te decidas a pedirle a Jeon que te folle como nunca, adelante, Jiminnie —sonrió, escondiendo sus ojos entre sus párpados antes de escuchar el primer timbre, anunciándoles que el receso había acabado.

Ambos limpiaron el lugar donde comieron antes de levantarse, tirar los restos a los botes de basura y encaminarse a sus casilleros para recoger los libros que utilizarían en su próxima clase. El de Jimin estaba a sólo dos lockers de distancia del de Taehyung, así que seguían hablando entre ellos.

Hasta que un cuerpo se interpuso entre el suyo y el de su mejor amigo.

¿Y qué, precioso? ¿Vendrás al partido de esta noche? —el de piel pálida le preguntó a Taehyung, dándole una de esas sonrisas jodidamente calientes.

Min Yoongi se encontraba apoyado en el casillero conjunto al del cabello azul y no estaba solo. Infiernos que no.

Jeon Jungkook se encontraba a unos pasos de distancia de ellos, con una sensual sonrisa adornando sus finos labios. Jimin podía sentir su perfume y el olor a cuero que desprendía de su chaqueta y mochila, dejándolo completamente paralizado e idiotizado al contemplar tan perfecta y caliente sonrisa.

Oh Dios santo...

—No sé, tú dime —contestó Taehyung, mientras continuaba sacando sus libros, haciendo reír a Min—. ¿Qué me darás a cambio si voy? —preguntó con coquetería, cerrando su casillero de un estruendo antes de girarse hacia él.

—Hmm... No sé. Tal vez... Una sorpresa estará esperándote en la fiesta después del partido —sonrió, enganchando su pulgar en la cinturilla de sus Jeans.

—Hmm... Interesante.

Jimin sólo podía mantener los libros pegados a su pecho mientras veía a aquel par coquetear descaradamente frente a todos, sin percatarse en lo absoluto de la mirada sobre su pequeño y apetecible cuerpo.

»Perfecto. Te veré ahí entonces —finalizó Taehyung, antes de despedirse de Yoongi con un guiño y una sonrisa de lado.

Jimin se dispuso a caminar junto a su mejor amigo cuando un brazo se interpuso en su camino, apoyándose en el casillero de frente. Sintió un cuerpo inclinarse contra el suyo y unos labios rozar su oreja.

Espero verte ahí también, Jimin-ssi...

Y el de cabello durazno sintió sus piernas temblar y desfallecer contra los casilleros.















—¿PERO QUÉ PUTAS CREES QUE HACES? —vociferó, entre toda la eufórica multitud que se encontraba en las gradas. —¡Deja de creerte la gran verga, Jeon, y pásasela a Yoongi, pendejo! ¡Está jodidamente desmarcado! ¿QUÉ CARAJOS ESPERAS? —y sólo unos segundos después, Jimin escuchó—: ¡Chinga tu puta madre, Jeon Jungkook!

Jimin soltó una gran carcajada que trató de ocultar cubriendo su boca con su pequeña mano, negando con la cabeza divertido al mirar a su mejor amigo a su lado, perdiendo el control a causa del reñido partido.

Ambos se encontraban en el gimnasio de la universidad, presenciando el partido que definirá al campeón de toda la temporada; demostrando su apoyo incondicional al equipo que representa a su institución y que han estado invictos dos años consecutivos. Racha que Taehyung dice perderán si Jungkook sigue poniendo su culo antes que el trabajo en equipo.

Jimin podía entender su frustración y el de los demás en las gradas que insultaban a su amor platónico de toda la vida, pero le era imposible estar de acuerdo ya que, por más protagonismo que Jungkook estuviera acaparando al no querer pasar el balón, era tan bueno que no hacía falta hacerlo.

El de cabello durazno se encontraba completamente absorto en cómo Jungkook corría de una lado a otro en la cancha y la manera en que las venas de sus antebrazos se marcaban al estar botando la pelota; su trasero resaltando en aquel ligero short de uniforme al estar flexionado para obtener más agilidad al moverse para hacer fintas o a la hora de pibotear y dominar el balón; la camisa que se pegaba deliciosamente a su cuerpo a causa del sudor que bajaba por él, dejando ver perfectamente su duro pecho y marcado abdomen; sus bíceps resaltando a causa de la contracción que Jeon realizaba al levantar su brazo para hacer un perfecto tiro diagonal que terminó en dos puntos para el equipo y cómo el bulto en su uniforme rebotaba al saltar a la hora de hacer el tiro y caer; y la fiera mirada que aquel azabache poseía durante todo el partido, analizando y atacando como un seductor jaguar.

Y antes de darse cuenta, Jimin tuvo que cerrar sus piernas con fuerza a causa de la erección que se erguía entre sus pantalones, haciendo que sus mejillas adquirieran un apetitoso color rosa.

Casi como si lo hubiese sabido, Jungkook giró su cabeza, topándose con el sonrosado rostro de Jimin al mismo tiempo que su tímida mirada conectaba con la suya. Haciendo que en sus labios se formara una sensual sonrisa de lado, antes de que su lengua acariciara sus hermosos belfos de manera seductora, mientras tragaba saliva y su nuez de Adán marcaba el trayecto que a los ojos de Jimin, pasó tortuosamente lento, haciéndolo soltar un quedo gemido y que su pene palpitara furiosamente entre sus piernas.

Justo en ese momento, el marcador sonó, informando que había pasado otro cuarto del partido, dándole a los jugadores unos minutos de descanso, haciendo a Jimin sobresaltar y desviar la mirada.

—Y-yo... T-tengo que ir al baño —balbuceó, poniéndose de pie rápidamente y jalando su suéter para evitar que su marcado bulto se notara.

En ese momento, Jimin agradecía su amor por las ropas anchas.

—¿Qué? —Taehyung frunció el ceño. —Pero si el partido aún está a la mitad... —para cuando el peliazul volteó a verlo, su mejor amigo ya se encontraba descendiendo las gradas con una rapidez de la que, desgraciadamente, su maestro de deportes no era digno de presenciar.

—¡N-no tardaré nada! —y aunque el tono con el que lo dijo no lo convenció, el de sonrisa cuadrada sólo se encogió de hombros, llevándose el popote de su refresco a la boca para tomar un sorbo e ignorar la manera en la que su mejor amigo zigzagueaba entre la multitud y así salir de la vista de cualquiera que pudiera hacer que sus mejillas explotaran de la vergüenza si se daba cuenta de su situación.

Una vez frente al sanitario, abrió la puerta rápidamente y se encerró en el cubículo más alejado, agradeciendo que no hubiera ni un alma en pena vagando cerca. Todos estaban tan absortos en el partido, que perderse un sólo segundo de éste era considerado pecado.

Ya solo y encerrado, trató de tranquilizar su acelerada respiración, cosa que le parecía imposible debido a la erección que palpitaba entre sus pantalones y la imagen de un Jungkook completamente sudado y caliente aún vívida en su mente.

Y aunque trató de evitarlo, esa imagen se transformó en una de un Jungkook detrás de él, jodiéndolo con fuerza: destrozándole el culo mientras lo azotaba, marcaba la pálida piel de su cuerpo y le susurraba lo malo que estaba siendo por tocarse en el baño de la escuela pensando en él.

Porque sí, Park Jimin se estaba tocando en el baño de la universidad mientras el nombre de su papi salía entre sus labios.

»Jungkook~ ¡Ah! —su mano se movía con lentitud sobre su falo y a pesar de eso, se encontraba a sí mismo incapaz de retener los jadeos que salían de su boca a causa de lo sensible que se encontraba. —K-Kookie... Ah~ M-más~ —en ese momento, imaginaba que su mano era sustituida por la del azabache, que rodeaba su pene con facilidad mientras su mirada se enfocaba en sus ojos cerrados con fuerza y su rostro descomponiéndose del placer, con su mano aumentando considerablemente la velocidad con la que se movía y lo imaginaba susurrándole al oído.

«Estas siendo muy malo, pequeño... Tan malo»

Su mano lo masturbaba casi con brusquedad, mientras la camisa de Jimin era estrujada por sus dientes, en un vano intento de retener sus agudos y sonoros gemidos.

«No te imaginas el castigo que te espera, precioso»

Una de sus manos pellizcó su pezón izquierdo, haciéndolo soltar un chillido.

«Muero por ver mis manos marcadas en tu gran y delicioso culo, mientras engulle por completo mi polla»

Un sollozo escapó de entre sus labios mientras su dedo pulgar se ceñía sobre la roja punta y se paseaba sobre la ligera abertura.

«Tan sólo mírate: rogando porque te meta mi pene hasta el fondo y te folle tan mal...»

Y con eso, Jimin se corrió, soltando el nombre de su papi.

En pocas palabras, ese ha sido de los mejores orgasmos de su vida.

Estaba tan absorto en el placer que recorría su pequeño cuerpo, que todo lo demás quedó en un plano muy alejado de sus sentidos, así que cuando escuchó la puerta del baño cerrarse, su cara completa adquirió el pigmento de un camarón mientras rogaba porque la tierra lo tragase.













—¿Dónde habías estado?

Jimin y Taehyung ahora se encontraban en la gran casa de uno de los miembros del equipo, Jung HoSeok, celebrando la tercera victoria consecutiva en el campeonato.

Después de salir del baño, Tae no tuvo tiempo de preguntarle porqué su rostro se encontraba como si se hubiera quedado dormido bajo el sol por horas, pues el tercer cuarto ya había comenzado y ambos equipos estaban empatados, algo que Jimin agradeció enormemente y que rogaba porque se le olvidara.

Claramente no fue así.

—T-te dije que fui al b-baño, Taetae —contestó, llevándose el vaso con Coca-Cola a la boca.

El nombrado entre cerró los ojos.

—Claro~ Por eso saliste con la cara sudada y como si hubieras estado pujando por dos horas... O estás estreñido, o te masturbaste en el baño pensando en Jeon —Jimin escupió su bebida en la espalda de un chico que estaba frente a él, afortunadamente lo suficientemente borracho o drogado –tal vez ambas–, como para simplemente reírse e irse de ahí en vez de asestarle un puñetazo en la nariz.

Todo esto mientras Jimin se ahogaba a un lado del peliazul.

—¡Tae! —exclamó, una vez recuperado el aliento y entre alguna que otra tos.

—Niégamelo —replicó, mientras tomaba tranquilamente un sorbo de su bebida.

—¡N-no! —tartamudeó. —E-es decir... Sólo f-fui al baño, ¿está bien? No estoy “estreñido” ni pasó nada de lo que piensas —dijo, haciendo comillas con los dedos—. N-necesitaba algo de aire —aclaró—. Sabes que no me gusta estar en medio de tanta gente... Es por eso que tampoco voy a fiestas.

—Claro, no acompañas a tu mejor amigo a las pedas pero sí te amontonas con otras personas a ver un montón de papuchos sudados pelear por una pelota en medio de una cancha —se quejó, indignado.

Con lo anterior, Jimin no sabía si reírse por lo dramático que estaba haciendo su mejor amigo, indignarse por insinuar que no le tiene el suficiente aprecio como para ir a fiestas por él, o enojarse por estarse quejando de que no se emborrachaba con él. Así que simplemente lo miró, entrecerrando los ojos, antes de beber lo que quedaba en su vaso y que no le había escupido a aquél pobre chico.

—No diré nada porque lo que dijiste no tiene pies ni cabeza —se limitó a contestar.

—¿Cómo va a tener pies y cabeza si es una oración y no una persona, Jimin? —rió el de cabello azul, haciendo que el mencionado rodara los ojos. —Estás bien pedo y el que se echó más de cinco vasos de cerveza soy yo —bromeó, negando con la cabeza mientras terminaba su sexto vaso y su amigo bufaba.

Pronto, el “divertido” ambiente entre ambos amigos se convirtió en uno incómodo para el de cabello durazno ante la llegada del capitán del equipo de basquetbol de la escuela.

—Así que viniste, hermoso —habló Yoongi, sonriendo mientras acorralaba a Taehyung entre su cuerpo y la barra, posando sus brazos a los costados del menor.

—Por supuesto. ¿Creíste que me perdería mi sorpresa? No seas iluso, hyung —contestó el de sonrisa cuadrada, tirando su vaso de plástico rojo antes de pegar su cuerpo al de Min y rodear su cuello con sus brazos, sin que pasara desapercibido el tono burlón con el que lo llamó.

El peligris alzó una ceja.

—¿Entonces estás listo para recibirla, Taehyungie? —susurró contra su oído, causándole una risilla debido a las cosquillas que su aliento le provocó. —¿Estás listo para este baile, bebé? —el peliazul respondió ante aquello con un asentimiento de cabeza, un beso en su cuello y una sonrisa coqueta. —Sígueme —ordenó Yoongi, antes de separarse y tomarlo de la mano, guiándolo hacia las escaleras de la casa.

A lo lejos, Jimin pudo ver a Taehyung girar a mirarlo antes de modular con los labios un: “Te veo luego”, avisándole que no regresaría pronto con él.

Park suspiró, no pudiendo hacer otra cosa mejor.

En otras circunstancias y si fuera otra persona la que se hubiera llevado a su mejor amigo, Jimin hubiera estado más que furioso con él por haberlo dejado y más después del reclamo que le acababa de dar, pero es consciente de lo mucho que Taehyung gusta de ese chico y de todo lo que ha hecho para intentar llevárselo a la cama. Así que no puede hacer otra cosa más que estar feliz por él y escuchar, al día siguiente, cada descripción de lo que pasará como si fuera una linda película... Pero porno.

Pasó más de media hora cuando el pelidurazno se cansó de esperar y de albergar la esperanza de que los asuntos de su amigo pasaran rápido pero, para su desgracia, no fue así. Y a eso sumándole que no había visto a su papi desde que llegó a la fiesta, decidió mejor irse a casa a ver un maratón de RuPaul's Drag Race, sin Taehyung, como venganza.

Justo a medio camino, le llegó un mensaje del peliazul en el que se leía: “Estoy a punto de tener el mejor jodido trío de toda mi puta vida”, junto con una foto en la que se veían tres sombras reflejadas en el suelo, a un lado de la cama, de un cuerpo en cuatro y dos en cada extremo de él.

Jimin inmediatamente pudo distinguir que Taehyung era el que estaba en medio y en cuatro.

Sonrió y rodó los ojos mientras tecleaba un: “Espero que puedas chupársela a Yoongi como se debe mientras tienes a Hoseok dándote duro por atrás” –porque sí, no le era difícil distinguir esa afilada mandíbula, junto con ese cuerpo grande y esbelto. Eso y que Taehyung le envió sus nudes por “error”–, mensaje que no pudo ser enviado ya que su teléfono se descargó, dejando la pantalla en negro y a Jimin incomunicado, haciéndolo quejarse.

Pero no fue después de que diera algunos pasos y comenzara a llover, que Jimin maldijo.

Corrió las cuadras que le faltaban hasta llegar a su casa, quedando completamente empapado.

Su corazón se detuvo cuando comenzó a tantear los bolsillos de su pantalón roto de mezclilla y no encontró por ningún lado las llaves de su casa.

—No... No, no, no, no, no —murmuró, pasando sus manos por los bolsillos de su jean con fuerza, como si haciéndolo ayudaría a que aparecieran por arte de magia—. Pero si estoy seguro que las agarré antes de salir de mi habitación... No re... Oh no —en su mente, se reprodujo el momento exacto donde bajaba las escaleras de su casa y dejaba las llaves sobre la mesa del comedor para entrar a la cocina, tomar un vaso con agua y salir a toda prisa, pues Tae llevaba llamándole desesperadamente desde diez minutos atrás—. Oh no —repitió, yendo rápidamente hacia la ventana que daba directo al comedor y sobre la mesa, vio las llaves asentadas, siendo tenuemente iluminadas por la luz que entraba desde el otro ventanal frente a ésta—. Oh no... —golpeó su cabeza contra el vidrio, regañándose por ser tan despistado e idiota, procediendo a pensar en una solución para su problema, pero debía ser rápida, ya que el viento había comenzado a soplar con más intensidad, haciéndolo tiritar al estar empapado de pies a cabeza; podía sentir las gotas golpeándole la espalda y tobillos.

Gritar para que alguien le abriera no era opción, pues su mamá se hallaba de viaje y no tenía hermanos que pudieran dejarlo entrar; llamar a un cerrajero era imposible, su celular había muerto y pasaría por una vergüenza monumental si le pedía prestado el teléfono a uno de sus vecinos; su última opción y la más viable, era esperar a que Taehyung terminara de hacer sus cosas con los del equipo de basquetbol, irse con él y quedarse en su casa hasta el día siguiente, que llegara su mamá.

Fue mientras sopesaba todas sus posibilidades, que llegó nuevamente a la entrada y su pie chocó contra la alfombra, haciendo que un foco se prendiera automáticamente sobre su cabeza al recordar que su madre siempre guardaba un duplicado debajo de ésta. Algo increíblemente cliché y predecible, pero que podría funcionar.

Sin pensarlo mucho se agachó, con la emoción cosquilleante en las palmas de sus manos y la esperanza revoloteando en su pecho por encontrar aquel duplicado, sin darse cuenta que la lluvia había dejado de caer contra su espalda y algo duro se presionaba contra su trasero.

¿No te han dicho que es de niños malos espiar en casas ajenas? —Jimin sintió su corazón detenerse, el calor en su cuerpo acumularse en un sólo lado y un jadeo escapar de sus gruesos labios, al escuchar esa ronca y profunda voz detrás suyo. —¿O acaso también tendré que enseñarte modales, precioso? —fue tanta su conmoción, que perdió el equilibrio. Su cara estrellándose contra el piso si no fuera por el firme agarre que rodeó su cintura y lo pegó al fuerte cuerpo a sus espaldas. —¿Estás bien, pequeño? —lo sintió susurrar contra su oído, haciéndolo erizarse y retener un gemido al tener a Jeon Jungkook sujetándolo firme contra su cuerpo, mientras su corazón latía desbocado contra su pecho.

Tragó saliva.

Fue entonces que se giró y lo contempló fascinado, vistiendo unos sencillos pantalones negros, botas Timberland y una ligera camisa blanca, mientras sujetaba una sombrilla negra con su mano derecha y le dirigía esa oscura mirada que lo perseguía hasta en sus sueños más húmedos... En especial en aquellos.

El aire escapó de sus pulmones.

—N-no... D-digo s-sí... Q-quiero decir... Y-yo... E-esta es m-mi... V-vivo aq-quí —balbuceó como pudo, sin apartar la mirada de esas hermosas orbes cafés, a pesar de sentir como si sus mejillas estuvieran incendiándose, completamente idiotizado por el Dios griego frente a él.

Por su papi.

—¿Ah sí? —alzó una ceja. —¿Y por qué espías descaradamente adentro, si es tu casa? ¿Acaso no te enseñaron modales? ¿Tendré que hacerlo yo? —Jimin no sabía si esas palabras habían salido realmente de aquella boca o era una más de sus ensoñaciones porque, seamos realistas, ¿cuál era la probabilidad de que Jeon Jungkook se para frente a su puerta, le susurrara al oído y se le insinuara de aquella manera? Exacto.

Así que, esperando no hacer el ridículo de su vida frente su mayor y único amor platónico, se explicó.

—N-no puedo... Hmm... No t-tengo... O-olvidé las ll-llaves dentro... —bien, en su cabeza sonaba menos ridículo y no tartamudeaba. Podría culpar a su boca, pero sólo estaría mintiéndose en vano, ya que no se lo creería ni por un segundo.

Jungkook alzó una ceja.

—¿No puedes entrar a tu propia casa? —¿por qué diablos en su boca sonaba más estúpido de lo que en realidad era? Jimin negó, afirmando a su pregunta —¿Por qué no lo dijiste antes? —se dio la vuelta y comenzó a caminar, dejando a Jimin ahí parado, mirando su andar sin saber qué hacer. Jungkook, al sentir que no lo seguía, se volteó y lo miró. —¿Qué esperas? ¿Te vas a quedar ahí parado bajo la lluvia? No lo creo... No mientras yo esté aquí —se dio la vuelta y retomó su camino en dirección a su casa.

Jimin no lo dudó ni se detuvo a preguntar, simplemente se apresuró a seguirlo y cuando estuvo a pocos centímetros de su fuerte espalda, gracias a sus torpes y apresurados pasos sobre el piso mojado, tropezó, cayendo fuertemente sobre sus rodillas mientras sus manos se apresuraban a sujetarse de cualquier cosa por pura inercia, aquello resultando ser la camisa del azabache, causando que se girara.

Lo último que Jimin supo, fue que tenía la cara enterrada en su entrepierna.

Con las mejillas a reventar de calor, lentamente separó su rostro de los pantalones de su supremo amor platónico y de la misma manera, subió la mirada para conectarla con la de su mayor, que se encontraba con una expresión ilegible mientras él rogaba porque la tierra lo tragase.

—Y-y-yo... Y-yo l-lo...

—¿Estás bien? —interrumpió el patético intento se disculpa del peli durazno, mirándolo desde arriba.

¿Era normal, o siquiera excusable, que Jimin comenzara a sentirse caliente con esa posición y en medio del patio delantero de la casa de Jungkook?

Él asintió a la pregunta de Jeon, bajando la mirada mientras éste último lo ayudaba a levantarse y retomaban su camino, con el menor agonizando de vergüenza.

Sin siquiera imaginarse lo que pasaba por la cabeza del azabache.

Una vez dentro de la casa del mayor, se formó un incómodo silencio que tenía a Park con los pelos de punta, jugueteando con sus pies y mordiéndose el labio inferior ante lo nervioso que se encontraba.

—¿Q-que... ?

—Sube —ordenó Jeon, causando que Jimin girara a verlo—. Llevaré ropa para que te cambies. Última puerta a la izquierda —fue todo lo que dijo antes de perderse en una de las habitaciones que se encontraban en la planta baja.

Con las manos temblándole y pasos inseguros, el de cabello durazno acató sus órdenes, llegando a lo que supuso era la habitación de su mayor. Observó todo a su alrededor con curiosidad y fascinación. Jamás en su vida se imaginó estar en la habitación de su papi a pesar de sus deseos y sin embargo, ahí se encontraba.

En contra de sus suposiciones de como sería aquella habitación, la realidad era que todo estaba en perfecto orden, a excepción de algunos videojuegos regados frente a la gran televisión frente a la cama y ésta misma, que tenía el edredón hecho una mancha azul marino sobre la gran cama enfundada con sobrecamas blancos.

Recordándose que era de mala educación husmear en habitaciones ajenas y lo que Jungkook había dicho, comenzó a desnudarse, quitándose primeramente el gran suéter que portaba y la camisa que tenía debajo, sin darse cuenta que había dejado la puerta entreabierta.

O al menos hasta que comenzó a quitarse el pantalón.

»Joder... —rápidamente, Jimin se dio la vuelta, únicamente en ropa interior, encontrando a un Jungkook estático con una muda de ropa seca en una mano, la otra en la perilla de la puerta y un bulto sobresaliendo de su ajustado pantalón negro.

—¡H-hyung! Y-yo... —fue el ver al de labios gruesos intentar cubrirse con sus manos mientras cerraba las piernas, temblaba bajo su oscura mirada y portaba únicamente un puto cachetero de encaje color rosado, lo que lo hizo mandar todo a la mierda.

—Eres increíble —esas palabras y la manera en la que Jungkook lo miró, hicieron a Jimin paralizarse. Eso junto a la carcajada que soltó—. No suficiente con restregarme el culo frente a tu puerta y enterrar tu cara en mis pantalones, ¿ahora haces esto?

—¡N-no! Y-yo... E-eso f-fue un...

—Cállate —lo interrumpió—. No tienes vergüenza... —soltó, negando con la cabeza mientras cerraba la puerta con seguro, tiraba la ropa que tenía sobre su palma y se acercaba peligrosamente a Jimin. —Estás siendo un chico muy malo, Jimin-ssi... —susurró, acariciándole la mejilla con delicadeza, haciéndolo temblar ante su toque y el roce de su otra mano contra la piel de su brazo desnudo.

—Y-yo... L-lo siento m-mucho, hyung... —exhaló el más bajo, cerrando los ojos ante las caricias de su mayor.

—Unas disculpas no remediarán lo que ocasionaste, bebé —y con eso, Jimin sintió el bulto en los pantalones de su papi contra su abdomen, abriendo los ojos y soltando un quedo jadeo por la sorpresa.

—H-hyung...

Lo escuchó suspirar, con la mirada fija en la parte sur de su cuerpo.

—Lástima que esos moretones sean por tu torpeza y no por mí, Jimin-ssi —dijo con pesar, refiriéndose a las coloraciones púrpuras y verdes que comenzaban a tomar lugar en las rodillas del menor a causa de su caída previa.

—Y-yo... Hmm~ —las manos de Jungkook sobre su cuerpo comenzaban a hacer estragos en su mente, por eso no pudo evitar que un sonido de satisfacción saliera de su boca entreabierta cuando su mayor comenzó a acariciarle la cintura.

—No te haces una idea de los lugares en los que quiero tener esta boquita, bebé —gruñó, pasando su dedo pulgar por los labios del peli durazno, haciéndolo suspirar antes de siquiera darse cuenta de lo que estaba a punto de deslizarse fuera de ellos a causa del estado libido en el que se encontraba.

Papi...

Y cuando lo hizo, fue demasiado tarde.

Jungkook sonrió sensualmente de lado, alzado una ceja.

—Con que “papi”, ¿eh? —la respiración se le atascó en la garganta mientras sentía sus mejillas arder, siendo consumido por la vergüenza. —¿Pues sabes lo que te hará papi por ser un chico malo, bebé? —la sorpresa apareció en sus ojos cuando los abrió, brillando de anticipación. —Va a darte el castigo de tu vida —Jimin no vio venir aquello, ni en sus mejores fantasías, así que le fue imposible retener el gemido que salió de improvisto de su boca—. Tocarte en el baño de la escuela pensando en papi amerita un castigo ejemplar —el cuerpo de Jimin se paralizó por completo, mientras abría los ojos desmesuradamente y soltaba una exhalación.

¿Qué?

La mirada de superioridad que Jeon le brindaba, junto con su coqueta sonrisa, erizaron por completo a Jimin.

»¿Creíste que no me daría cuenta, precioso? —rió. —Es imposible apartar mi mirada de ti y más aún cuando la tienes perdida, con tu deliciosa boquita abierta y completamente sonrojado... Comprenderás que me fue imposible no seguirte, bebé —sonrió con suficiencia, ya que esa era la expresión que su menor tenía en ese momento—. Así que, ¿por qué no eres un niño bueno y te sientas en las piernas de papi?

Lo siguiente que Park supo, fue que se encontraba boca a bajo sobre el regazo de Jungkook.

—Y-yo... J-Jungkook c-creo que...

—Shh... —lo calló, escuchando su suspiro cuando comenzó a acariciarle el culo. —Quiero que me llames papi, bebé y no está a discusión.

—P-pero... Ah~

Jungkook le había dado un delicioso apretón en su nalga izquierda

—¿Cómo me llamarás de ahora en adelante, bebé? —preguntó, subiendo lo más que podía el cachetero que Jimin aún tenía.

Le quedaba tan jodidamente bien y su culo se veía tan malditamente delicioso, que Jungkook no tenía corazón para quitárselo.

Aún.

P-papi~

Jimin jamás se imaginó que esas palabras marcarían su sentencia.

Después de la sonrisa que esbozó Jeon, en la habitación se escuchó el ruido sordo de su palma cayendo fuerte contra el culo del menor tantas veces que había perdido la cuenta, seguido de varios calientes gemidos.

—Si vieras lo precioso que se ve tu culo desde aquí, con la marca de mis manos en él... Eres todo un deleite, Jiminnie.

—Ah~ Papi~ —en peli durazno no podía hacer más que gemir al escuchar las palabras de su mayor, junto con el sonido que ocasionaba su mano al caer contra la piel desnuda de su trasero.

A estas alturas, Jimin ya tenía una prominente erección que se levantaba preciosamente contra la tela de su ropa interior y que chocaba con el muslo de Jeon cada que su palma bajaba a nalguearlo.

—Esto es sólo el principio de tu castigo, bebé... No te imaginas lo que le espera a tu lindo culito —Jungkook se encontraba completamente embelesado en la forma en la que las nalgas de su pequeño rebotaban cada que lo azotaba, poniéndolo cada vez más duro.

—Papi~ T-te necesito~ —la presión en Jimin comenzaba a ser insoportable, así que ni siquiera se dio cuenta cuando sus caderas comenzaron a moverse hasta que se encontró a sí mismo frotándose contra el muslo de su papi en busca de alivio.

—¿Me necesitas, bebé? ¿Necesitas la polla de papi jodiéndote duro el culo? ¿O follando tu dulce boquita? —Jungkook tomó el borde de aquel cachetero hasta dejarlo completamente estirado entre ambas nalgas y comenzó a moverlo de arriba a bajo, rozando aquella rosada entrada que tanto ansiaba probar y que un grito fuera ahogado en esos lubricados labios.

—¡Ah! Papi~ —Jimin comenzó a frotarse con más insistencia ante la ligera estimulación que estaba recibiendo en su necesitada entrada, sintiéndola palpitar. —N-necesito t-tu polla llenándome~ Jiminnie necesita a papi~

—¿Cómo se dice, Jiminnie? —jugó un poco más con él, haciendo un lado su ropa interior y separado ambas nalgas, relamiéndose los labios al contemplar sin ninguna reserva aquella rosadita entrada que pedía a gritos ser profanada por su hinchado pene. —Mierda... Anda, bebé: sé un niño bueno y ruega por la polla de papi —y sin más, descendió a dejar un húmedo beso en aquel apetitoso agujero.

—¡Ah~! ¡Papi~ P-por f-favor! —jadeó, su cuerpo temblando ante la deliciosa sorpresa.

—Todo lo que quieras mientras esos exquisitos gemidos continúen saliendo de tu boquita, bebé —rió, haciendo que se sentara en su regazo frente a él y tomarlo de la barbilla para obligarlo a seguirle un caliente y húmedo beso.

Jimin se sentía en las mismas nubes.

La lengua de papi dominaba la suya de una manera tan deliciosa que lo tenía delirando, sus labios sabían tan bien contra los suyos que no paraba de estremecerse ni jadear contra su boca, perdiendo el control de a poco como un niño cuando ve su dulce favorito en la vitrina de una dulcería, pero el dulce que el peli durazno quería probar estaba justo de bajo de él, presionado tortuosamente contra su trasero.

—Joder, precioso... —gruñó Jeon, sintiendo a Jimin comenzar a mover las caderas contra las suyas, descendiendo para dejar un camino de húmedos besos y rojizas marcas en el cuello de Park.

—Papi~ T-tu polla está t-tan dura~ —dijo, dando saltitos sobre el regazo del azabache para tantear aquel pene que lo hacía salivar y mantenía a su entrada contrayéndose, ansiosa de tenerla dentro.

—Jimin... Vas a volverme loco —jadeó, antes de darse rápidamente la vuelta, dejar al menor acostado sobre la cama e incorporarse, llevando sus manos a su cinturón de cuero—. ¿Quieres jugar con papi, Jiminnie? ¿Quieres el juguete de papi, bebé? ¿Por qué no vienes y le muestras a papi cuanto te gusta su polla? —al peli durazno le fue imposible negarse a aquello y menos cuando tenía al más alto desabrochándose el pantalón frente a él, tentándolo y atrayéndolo como una polilla a la luz.

Sólo que, en esta situación, era Jimin siendo atraído por la grande, gruesa y goteante polla de su papi.

Lentamente, el mejor se puso sobre sus rodillas y gateó hasta quedar frente al lindo juguete de su papi, que palpitaba y miraba hacia arriba, tan duro que debía doler. Así que, buscando complacer a su bello azabache, Jimin sacó su lengua y disfrutándolo al máximo, la deslizó por toda la extensión, para terminar en la rosada punta que rodeó con sus labios y succionó, sacando un ronco y primitivo gemido desde lo más profundo del pecho de Jungkook, que sintió su mundo dar vueltas mientras veía a su pequeño hacer aquello con suma lentitud e inocencia, viéndose ya malditamente hermoso que parecía un ángel.

Un ángel dispuesto a pecar por y con un demonio como él.

—Oh Dios mío, papi... Sabes tan bien~ —murmuró gustoso el menor, abriendo sus ojos desmesuradamente ante lo delicioso que sabía Jungkook contra su paladar, tanto que causaba cosquillas en su pancita, emocionado por obtener más.

Jimin volvió a rodear la punta del grueso pene de Jeon con sus labios y succionó de nuevo pero, esta vez, con más fuerza, queriendo sacar todo lo que su papi tuviera para darle mientras metía todo lo que le cabía en la boca y jugaba con su lengua, sintiendo las gruesas venas palpitar contra ella a la vez que disfrutaba y succionaba mientras volvía hacia la punta y aspiraba con más fuerza, escuchando a su papi alabarlo por lo bien que usaba su boquita para complacerlo.

—M-mierda, Jimin... Tu boquita caliente rodea tan bien mi polla... Eres jodidamente bueno —entre tanto, Jimin sonrió ante aquello, sintiendo a su papi acariciarle los ligeramente risados cabellos color durazno antes de comenzar a follarle la boca.

Jungkook movía sus caderas desesperadamente contra la boca de su pequeño. Verlo así: con la boca abierta para recibirlo, los labios hincados a causa de los besos y fuertes succiones, en cuatro, con la mirada fija en él y los ojos llorosos a causa de lo mucho que disfrutando aquello, tenían a Jeon en el mismísimo cielo.

Pero sabía que eso no se comparaba con estar por completo dentro de él, con sus deliciosas piernas rodeando su cadera, sus uñas arañándole la espalda y esos angelicales gemidos contra su oído llamándolo papi. Así que no necesitó más que un jadeo necesitado de su bebé para venirse en su boca con un gruñido.

Sin darse cuenta de lo que había provocado.

Jimin tomó todo lo que papi le dio tanto como pudo pero, debido a la repentina y poderosa corrida en su boca, no evitó que parte de la esencia de aquel caliente hombre se le escurriera de entre los labios, dándole al castaño una exquisita vista que lo hizo ponerse duro de nuevo.

—Papi~ —llamó, con aquellos ojos que destilaban tan pura inocencia, que te llevaban a cometer hasta el más ruin pecado con tal de corromperlos. —Duele... —lloriqueó Jimin con un puchero en los labios, relamiéndolos ante la presencia de semen aún en ellos.

—¿Qué te duele, bebé? —preguntó Jungkook, acercándose a él, sin siquiera imaginar su pérdida de cordura total.

M-mis partes d-de príncipe, papi —se quejó, bajando sumisamente la mirada con un precioso sonrojo en sus mejillas y el puchero aún presente en sus tentadores labios.

Ese ya no era Jimin.

El mismo Jimin que Jungkook conocía desde siempre, que iba a su escuela y se robaba miradas en los pasillos a causa de lo calientemente adorable que se veía.

Aquel Park Jimin que adoraba las ropas grandes, los suéteres y que no podía contener contacto visual sin sonrojarse.

Oh no.

Ahora sólo quedaba el bebé de papi.

Aquel bebé que era la inocencia personificada, tan peligrosamente adorable como benditamente tentador.

Aquel ser que te orillaba hasta lo impensable por él, que te haría rogar por una sola mirada y perderte en aquellos dulces ojos, a cumplir cualquiera de sus caprichos con tal de mantener esa sonrisa intacta, alabar a los mil demonios con la promesa de arder en el placer y retar al mismísimo Dios con tal de conseguir un sólo beso con sabor a pecado.

Así que comprenderán y compartirán con Jeon la sensación de largarse a llorar con la imagen de un Jimin sentado sobre sus tobillos con los ojos llorosos, la mirada suplicante, los labios hinchados, la barbilla con restos de semen, las mejillas sonrosadas y una dura erección presionando contra la ropa interior de encaje color rosa pastel.

Jungkook pasó saliva con fuerza, tragándose un gemido.

—¿Dónde, Jiminnie?

—A-aquí... —dijo, señalando su entrepierna mientras la miraba y pronunciaba su adorable puchero.

Le fue imposible al castaño no jadear mientras subía a la cama y se posicionaba frente a su pequeño.

—¿Y dejará de doler si hago... Esto —Jimin cerró los ojos y soltó un profundo jadeo cuando sintió la mano de su papi acariciar su erección por sobre la tela de su ropa interior, asintiendo rápidamente en respuesta—... Y esto? —Jimin lloriqueó cuando aquella gran mano se aventuró y capturó su duro pene, sujetándolo con fuerza.

—S-sí... Papi, p-por favor~ —Jungkook no hizo esperar más a su bebé y comenzó a deslizar su mano en el pene de Jimin, escuchándolo soltar un quedo gritito a medida que subía y bajaba, con la mirada fija en sus movimientos y las expresiones de su tierno pequeño.

A Jungkook le parecía imposible que la piel de alguien fuera tan suave, pero ahora mismo parecía que estuviera masturbando a un pedazo de nube, era realmente increíble.

—¿Así, pequeño? ¿Te gusta como te consiente papi? —preguntó, acelerando sus movimientos.

El peli durazno asintió, con la boca entreabierta para que sus gemidos tuvieran la oportunidad de salir.

—Papi~ —el nombrado lo miró, topándose con sus dulces ojos en él. —Quiero tu boca aquí —rogó, señalando sus pequeños pezones y volviendo a esbozar un delicioso puchero con sus labios, haciendo a su papi sonreír abiertamente.

Se había sacado la puta fortuna del mundo.

Aunque, para ser sinceros, quedaba más que claro que Jimin era mucho mejor que cualquier riqueza o bien material.

Era un pequeño y tierno ángel que merecía ser tratado con todo el amor del mundo y complacido a toda costa.

Por eso mismo y debido a aquellos brillantes ojos, Jungkook no pudo negarse a cualquier petición de su bebé, ni esa, ni las que le siguieron.

Lentamente, el castaño se inclinó, abriendo la boca para adentrar uno de los pequeños pezones que lo mantenían ansioso, rodeándolo con los labios antes de tirar de él con sus dientes, rodearlo con su lengua y succionarlo con devoción, todo mientras su dedo pulgar conocía la llamativa abertura del pene contrario.

El grito y sollozo de Jimin le dieron la señal para, con su mano libre, estimular el pezón solitario hasta dejarlo respingado y duro, a la vez que estrujaba los testículos contrarios.

Eso fue suficiente para el pequeño de cabellos duraznos.

»¡Papi~! —gritó, cerrando los ojos con fuerza mientras se corría en la mano del castaño, dentro de su ropa interior y con miles de jadeos saliendo desesperados de su boca.

Pero no más desesperado de lo que Jeon se encontraba para enterrar su dolorosa y palpitante polla dentro de su pequeño.

Muy dentro.

—¿Tan rápido terminaste, bebé? —se quejó el mayor, siendo su turno para esbozar un tierno puchero bajo la mirada de su angelito, mientras éste trataba de recomponerse de su reciente orgasmo. —Papi quería jugar un poco más con su precioso bebé...

—J-Jiminnie aún q-quiere jugar c-con papi~ —exclamó, ansioso y repentinamente nervioso, cosa que Jeon notó.

—¿Qué pasa, bebé? —preguntó, frunciendo ligeramente el ceño. —¿Ya no quieres seguir? Podemos dejarlo aquí, Jiminnie. Has sido increíble, precioso. No tienes que hacer nada si no quieres.

—N-no es eso —suspiró —. Es q-que... Hmm... Papi será e-el primero... —Jimin confesó, tomando una almohada para cubrir su masivo sonrojo, siendo inevitablemente avistado por el castaño.

Jungkook se congeló en su sitio.

Debe ser una broma.

Una perra broma.

Es jodidamente imposible que aquel hermoso, tierno y malditamente caliente chico sea virgen.

Le acababa de hacer la mejor mamada de toda su puta vida...

No podía ser cierto.

Park Jimin, aquel angelical chico de mejillas preciosamente rellenas, ojos benditamente bellos y que ha invadido sus pensamientos desde que tiene memoria, no había estado con nadie y él sería su primera vez...

Jungkook se sentía el bastardo más afortunado de todo el jodido mundo.

Desde que tiene memoria, el pequeño ha sido dueño de sus suspiros y mejores orgasmos antes de dormir, por más ridículo y drástico que suene.

Cuando eran pequeños, el castaño recuerda siempre juntarse con los niños que Jimin frecuentaba, por más que los odiara con todo su –en ese entonces– pequeño ser, sólo para jugar con él y lograr tomarle la manita a la hora de correr a esconderse de los demás.

Unos años atrás, cuando hicieron sus propios amigos, establecieron sus propias metas, descubrieron lo que les gustaba y a sí mismos, su mirada siempre recaía en la misma persona y en su culo en las clases de deportes.

Y ahora, buscaba cualquier pretexto para ser el centro de atención, su atención y lograr aquel hermoso sonrojo en sus mejillas cuando sus miradas se encontraban, así sea siendo el payaso de la clase, el idiota que no pasa el balón con otro miembro de su equipo de basquetbol en mera final del campeonato, el imbécil que hace el ridículo bailando sobre las mesas de la cafetería y llevándose un reporte, el cotizado de la universidad por rechazar a cualquier alma que le ofrezca una noche inolvidable, el casanova que lo acorrala contra los casilleros para invitarlo a una fiesta de la que se fue minutos después de llegar debido a la llamada de su madre pidiéndole que regresara porque tenía que irse o el acosador que lo vigila desde la ventana de su casa cual vieja chismosa para lograr abordarlo de una vez por todas.

Exacto. Ese era el famoso y deseado Jeon Jungkook.

Y sí, podríamos decir que Jeon Jungkook estaba algo más que loco por Park Jimin.

Una hermosa sonrisa invadió el rostro del mayor de tal manera, que pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos se hicieron presentes, restregándole al mundo entero lo bello y tierno que era Jeon Jungkook.

Así que acercándose al cuerpo de su bebé, mientras lo llenaba de besos y caricias, le susurró lo afortunado que era.

Eres perfecto, bebé y no sabes lo feliz que haces a papi —fue su turno de confesar, dándole tiernos besos en el vientre—. No te haces una idea de todo el amor que voy a darte, precioso —informó, subiendo sus besos a su cuello con marcas rojizas y rastro de su propio semen, lamiendo la piel sensible y causando delicados gemidos amortiguados por la almohada—. Me vuelves loco, Jimin...

—Papi~

—Mírame, bebé —ordenó, separándose de su apetitosa piel para observarlo desde arriba. Lentamente, su pequeño alejó la almohada de su rostro y cuando sus miradas conectaron, Jungkook dijo—: No seré delicado, pero te daré la mejor primera vez de la vida; haré más que hacerte tocar las estrellas. Te llevaré a arder conmigo entre las llamas del infierno mientras pecamos y haré que te sientas en el mismísimo cielo, donde perteneces, porque nadie te hará sentir como yo, angelito... Pobre de aquel que te dejó entre mis brazos, porque jamás te dejaré ir, nunca —el corazón de Jimin latía desbocado contra su pecho, mientras sus ojos trataban de contener las lágrimas y las cosquillas le invadían todo el cuerpo.

Fue ahí donde el de cabello color durazno supo que se agradecería toda la vida haber olvidado las llaves dentro de su casa.

»Así que date la vuelta y mueve ese culo para mí, bebé —ordenó, sonriendo socarronamente de lado, dándole a entender a Jimin que lo dulce había acabado y ahora le darían la mejor partida de culo de su vida.

Hizo lo que papi le ordenó, dejando sus brazos a cada lado de su cabeza mientras dejaba su lindo y respingado trasero a la vista de su hambriento chico, sabiendo lo peligroso que eso era: verse así vulnerable. Pero sabía que su papi no le haría nada que no quisiera o disfrutara.

»No tienes idea de lo delicioso que eres, Jimin... —lo escuchó gruñir, haciendo al mencionado erizarse y soltar un quedo gemido, con su barbilla sobre la almohada. —Lo hermoso que es tu cuerpo —las grandes manos de Jungkook comenzaron su recorrido contra la piel de Park, comenzando por sus suaves pantorrillas, acariciando sus fornidos muslos, estrujando aquellas dos gloriosas circunferencias de apetitosa carne, pasando por una delicada cinturita, sintiendo contra la punta de sus dedos los finos omóplatos, presenciando ese marcable cuello del que sólo quedaba a la vista la nuca y terminando en unas llamativas hebras de cabello color durazno brillante tirando a rosa—... Y lo duro que me tienes —sentenció, con un firme azote.

Uno comúnmente pensaría, por como nos lo han pintado en los libros, las películas, la religión e inclusive oído de otras personas, que los ángeles tienen alas, el cabello rubio, una aureola sobre su cabeza y pertenecen al cielo; Jungkook, en ese momento, simplemente mandó a la mierda todos esos estereotipos y clichés impuestos por personas que tenían unos estándares de belleza simples, ambiguos y cerrados, pues viendo ahí a Jimin, con su glorioso cuerpo siendo desnudado lentamente por sus fuertes manos, con ese rostro puro siendo pervertido por un placer arrasador y esos pecaminosos sonidos, saliendo de sus tentadores labios, dignos de la voz de un arcángel: quedaba más que claro que Park Jimin le daba en la madre a cualquier ángel corriente y que no había otro lugar al cual perteneciera más que al mundo terrenal, donde era digno de todo el placer que éste y que los que ahí viven, tienen la obligación de brindarle.

—P-papi~ N-no... Esp-pera —balbuceaba Jimin, mientras su mayor le alzaba el culo y dejaba su pecho pegado al colchón, dejándolo expuesto y sin siquiera imaginarse que lo estaría aún más.

Las mejillas del peli durazno se entendieron abrazadoramente cuando el más alto tomó ambas nalgas y las separó, dejando a la vista su rosada y ansiosa entrada.

—Mírate: tan caliente y ansioso por mí, por papi... —gruñó, con la vista fija en aquella palpitante entrada que apresaba desesperadamente el aire en busca de algo a lo que aferrarse fervientemente, impaciente.

La respiración del menor comenzó a fallar y sus manos sujetaron con fuerza las sábanas cuando su papi comenzó a dejar un camino de húmedos besos por su carne, comenzando por sus muslos, pasando por sus dos voluptuosas mejillas traseras y terminando en su lugar prohibido, ese que Jeon tanto ansiaba profanar de todas las maneras posibles.

—¡Papi-ah! No~ —Jimin enterró la cara en la almohada mientras la lengua de su papi se adentraba y recorría deliciosamente su entrada, demasiado avergonzado como para admitir que aquello estaba enloqueciéndolo de placer. —P-por fa-vor, papi... N-ngh, hmm... N-no~ —la almohada había sido apresada por sus dientes al igual que aquél hermoso chico había hecho con Park, haciendo realidad sus más oscuros deseos, preso de sus más ilícitos placeres y siendo consciente de que aquello apenas comenzaba.

Sigues diciendo “No, no, no”, pero yo me lo tomo como si estuvieras diciéndome “Sí”... —sonrió socarrón, antes de morder su nalga izquierda y dejar un chupetón en la derecha.

—P-papi~ Por f-favor... Hmm~ —los gemidos del menor se vieron interrumpidos cuando dos dedos acariciaron sus húmedos labios, tomándolos dentro de su boca casi sin pensarlo.

—Eso es, bebé —felicitó el castaño, con una sonrisa de suficiencia—. Chupa los dedos de papi como si fuera su polla, esa que tanto disfrutaste sentir llenando tu caliente boquita y que pronto lo hará con tu dulce culo... —y seguidamente, se enterró nuevamente en ese famoso culo.

Aquellos pecadores labios rodeaban los dedos de Jungkook de una manera que debería ser penada en todo el mundo.

Justo cuando Jimin creyó que era suficiente, aquellos largos falanges salieron de sus labios con un caliente “pop”, junto con la lejanía de aquella lengua en su entrada. Pero antes de que pudiera suspirar de alivio, dos dedos fueron introducidos bruscamente dentro, arrancándole un grito.

—¡Ahhh! Papi~ —lloriqueó, mientras aquellos dedos lo follaban rudamente, dilatándolo, preparándolo para lo que se avecinaba y aquello era grande, muy grande. Apenas había cabido poco más de la mitad en su boca, le dolía imaginar lo que le esperaba a su trasero; pero sobretodo, su cuerpo completo temblaba de la anticipación, eso y porque aquellos tres dedos no estaban teniendo piedad. —Ah, ah, ah, ah~ ¡Papi!

El placer que le recorría el cuerpo era casi insoportable, al igual que la presión que llegaba a su pene, una y otra vez, por eso le fue imposible detenerse cuando Jimin comenzó a restregarse contra las sábanas en búsqueda de alivio.

—No sabes lo bien que te ves ahora, bebé: con mis dedos al fondo de tu delicioso culo y tú desesperado, buscando más... —con su mano libre, Jungkook se deslizó peligrosamente sobre la piel del más bajo hasta llegar a su pene, rodearlo y presionar la punta con fuerza, dando pie a lo último de su castigo.

—¿Q-que... ? N-no —el peli durazno se sentía morir.

No podía ser cierto, su papi no podía ser tan cruel...

—Te dije que tu castigo no había terminado, bebé —se mofó—. Fuiste muy malo...

O tal vez sí.

—No, p-papi, por f-favor —rogó—. P-prometo ser b-bueno, p-por favor... Y-yo —trató de sonar seguro, de verdad lo hizo, pero le fue imposible. No mientras su mayor siguiera dándole placer con sus dedos.

—Shh... Lo sé, cariño —lo interrumpió—. Pero mereces aprender tu lección —sonrió, aumentando la velocidad de sus falanges.

A este paso, Jimin terminaría corriéndose en seco y aunque aquello sonaba tentador, Jeon lo necesitaba con energías para seguir.

Así que, con mucho pesar y después de otro par de estimulantes lloriqueos, sacó sus dedos del trasero ajeno mientras soltaba el pene del más bajo, alejando sus manos.

Con el alivio inundando su cuerpo, Jimin trató de regular su respiración el tiempo que a Jungkook le tomó desnudarse, antes de ser girado y contemplado.

Un jadeo escapó de aquellos finos y rosados labios por el angelical ser bajo suyo, aquel que lo miraba con los ojos brillantes y que poseía el mejor cuerpo visto jamás.

Jungkook no sabía que había hecho para merecerlo, pero sí sabe que hacer para conservarlo a su lado: amarlo, cuidarlo, adorarlo y brindarle los mejores orgasmos de toda la puta existencia.

Jimin se sentía mareado por todas las sensaciones que azotaron su cuerpo y avergonzado por encontrarse así de vulnerable, con los ojos entrecerrados, su pecho subiendo y bajando agitadamente, el cuello lleno de marcas rojizas, sus piernas temblando y la saliva bajando por su barbilla.

Era toda una delicia a la vista.

¿Quién diría que al final de todo, Jimin sí lograría que Jungkook lo dejara hecho un desastre, como tanto deseaba?

»Mírame, Jimin —ordenó el mayor, haciendo que su pequeño conectara su mirada con la suya y con eso, comenzó a entrar lentamente en él—. Ni se te ocurra cerrarlos, ángel —gruñó, notando su intención.

—Ah~ Pa-pi~ E-es m-hm~ M-muy grande~ —balbuceó entre gemidos, sintiendo su interior expandirse para recibir a su papi, junto con ese ardor que comenzaba a encantarle.

—Y tú muy apretado... ¡Joder! —la voz le falló antes de soltar otra maldición.

Sentía que su garganta era estrangulada a medida que se introducía, tal y como las paredes de Jimin lo hacían con su pene.

—Papi~ P-por f-fa-vor~

—Ya casi está, bebé... —anunció, viendo la mitad restante de su pene aún afuera.

—E-eres m-muy gan-de~ Ya n-no puedo~ —la sensación ya era bastante abrumadora para el peli durazno y pensar que aún faltaba la mitad lo hacía enloquecer.

—Mierda, bebé... Tú tampoco lo haces más fácil —gimió el castaño.

Aún no estaba completamente dentro y Jungkook ya se estaba haciendo adicto a la manera en la que aquel culo rodeaba su polla, a esos labios soltando fascinantes gemidos, sus dulces besos, esa inocente mirada, su hermosa sonrisa... A todo Jimin.

Tarde se dio cuenta, que ya no podría vivir sin Park Jimin y éste no veía un futuro sin Jeon Jungkook, su papi.

—Hmm~ ¡Ah! —un grito le siguió a su gemido.

Jungkook se había terminado de introducir de golpe, dejándolos desestabilizados y que su cuerpo cayera sobre el de Jimin, éste último gimiendo sonoramente contra su oído con la sensación de ser llenado completamente, mientras su papi gemía roncamente al sentir como su polla era exprimida de manera abrumadora... Aquello era simplemente demasiado para ambos y apenas comenzaban a jugar.

—Jodido infierno, bebé... Más te vale preparar este culo, porque ya nunca estará vacío y de eso se encargará mi polla —gruñó, esperando a que su interior se acostumbrara a él.

—S-sí~ —asintió el menor, dando una profunda respiración para afrontar lo que se avecinaba. —Papi~ Mu-muévete... T-te necesito~ —murmuró impaciente, arqueando su espalda para frotarse contra los duros abdominales contraídos de su papi.

Y Jungkook cumplió su promesa.

No fue delicado.

Salió casi por completo de él y se volvió a introducir de golpe, haciéndolo gritar.

Desde que las embestidas comenzaron, las caderas de Jungkook no tuvieron ni un ápice de misericordia, haciendo a Jimin sentirse en el mismísimo cielo cada que era brutalmente embestido, con el rechinido de la cama simulando ser el arpa, el brusco choque de sus pieles como el aleteo de sus compañeros ángeles y sus mismos gemidos como el canto de bienvenida al paraíso.

Era toda una deleitante ambrosía.

—J-joder... —Jungkook gimió, sintiendo las paredes anales de su bebé contraerse alrededor de su pene, demostrándole cuanto lo estaba disfrutando. —Te gusta como te jodo, ¿no es así? —preguntó entre dientes, soltando la menuda cintura del peli durazno para sostenerse del cabezal de la cama, volviéndose una bestia sin control, haciendo a Jimin gritar y gemir de manera aguda, siendo imposible para él retener aunque sea una pizca de aire en sus pulmones, siendo el placer la única cabida en su cuerpo. —Te encanta como te folla, papi —jadeó, golpeando con completa lascivia su próstata, una y otra vez mientras veía como la punta del lindo pene de Jimin brillaba exquisitamente rojiza contra su estómago, con hilillos de semen caliente deslizándose fuera de él.

—Papi... P-papi, papi-¡ah! Papi~ —no paraba de lloriquear, sintiendo la saliva deslizándose por sus labios y las lágrimas aparecer en sus inocentes ojos, sintiéndose demasiado bien para ser real.

Su culo estaba tan lleno, su cuerpo entero era víctima de oleadas de placer, una tras otra, con su piel cosquilleando ante la cantidad abrumadora de sensaciones recorriéndolo sin contemplaciones, que era capaz de reconocer que estaba cerca de la cúspide del paraíso, siendo consciente que el infierno lo esperaba para hacerlo arder por todos sus pecados.

Jimin sentía su mundo dar tales vueltas, que tarde se dio cuenta que parte de aquello era porque ahora se encontraba sobre el regazo de papi, contemplando de frente su cabello negro intenso revuelto y las puntas mojadas en sudor, sus músculos resaltando ante la tensión que su cuerpo embargaba, sus brillantes pupilas completamente dilatadas en lujuria y una preciosa sonrisa que destilaba malicia pura.

—Móntame, precioso —ordenó, mordiéndose el labio inferior, procediendo a fruncir su ceño mientras estrujaba ambas jugosas nalgas con goce entre sus grandes manos y relamía sus labios en anticipación, haciendo que su menor jadeara profundamente—. Déjame ver como lo haces —susurró, dándole una larga lamida a su mejilla antes de morderla, escuchando el agudo gemido de Jimin antes de causar que se autopenetrara al hacerlo rebotar sobre él.

Jimin se mordió el labio ante la sensación de darse a él mismo placer con aquella deliciosa polla; y ni qué decir de la idea de satisfacerse a sí mismo de manera descarada frente a su papi.

Ser un niño malo nunca sonó tan bien para Jimin.

Así que, entrelazando ambas manos sobre la nuca de su papi, llevándose algunos cabellos de por medio, utilizó sus temblorosas piernas para elevarse y dejarse caer abruptamente sobre el gran miembro de su papi, sintiéndose maravillado por las sensaciones que lo azotaban ante la nueva posición, siendo su respuesta un agudo gemido y la de su hyung, un profundo gruñido.

—Ahh~ —le fue imposible retener esos necesitados sonidos al repetir la acción anterior, siendo seguida por movimientos circulares que lo abrían y tocaban las partes sensibles de su interior, volviéndolo loco.

—Putísima mierda... Hmm~ Joder, bebé.

Y a su papi en el camino.

Pronto, Jimin se encontró a sí mismo saltando desesperadamente sobre la polla de su papi, con la cabeza echada hacia atrás al igual que el cuerpo de Jeon, que se encontraba apoyado sobre sus brazos, dejándole más espacio a su bebé para hacer lo suyo.

—Ah-ah-ah-ah-ahh~ P-pa-pi~ S-se s-sien-te m-muy-¡ah! b-bi-en sal-t-tar sobr-bre t-tu polla~ —jadeó entrecortadamente, siendo interrumpido por el chasquido de sus pieles al chocar despreocupadamente sin cesar, sin prórroga alguna y yendo de lleno a lo que ambos buscaban: el placer de hacer lo prohibido, el regocijo que les dejaba llevar a cabo semejante acto cuando para muchos era incorrecto y un pase directo al infierno.

Pero lo que aquellas personas no sabían, era que ellos vivían para eso, para comer del fruto prohibido y disfrutar las delicias del pecado. Arder en el infierno es lo que más disfrutaban porque, si sólo en aquel sitio encontrarían semejante placer como el que azotaba sus cuerpos, ¿por qué abstenerse?

Su piel quemaba a causa de las calientes caricias, sus labios palpitaban a causa de los intensos besos, sus oídos disfrutaban de la semejante armonía que causaban sus gemidos junto con sus pieles chocando de manera despreocupada y sucia, sus ojos estaban completamente perdidos en el éxtasis y la lujuria que les causaba el ser que de su cuerpo disfrutaba; ambos anhelaban que aquel momento jamás acabase y si lo hacía, que volviera a repetirse hasta desfallecer.

Definitivamente aquello era algo que debía repetirse.

—Pa-pa-pi~ Y-ya no... ¡Ah! M-me vo-y a c-correr~ —gimió desesperadamente Jimin, sintiendo su orgasmo acercarse con fuerza desde la base de su vientre, mientras sus saltos se volvían más rápidos y los gemidos aún más obscenos.

—Hazlo, bebé... Hmm~ Quiero oírte gritar el nombre de papi —gruñó, apretándole rudamente el culo al sentirlo aprisionar su polla de manera insoportable y mientras elevaba sus caderas para hacer las embestidas más potentes.

—Y-yo... N-no... Hmm~ Papi~ —lloriqueó, mientras sentía a su mayor chuparle uno de sus pezones mientras su mano le acariciaba el pene. —Ahh~ V-voy a-a... ¡Papi~! —y con eso, su cuerpo fue invadido por el mejor orgasmo de su vida, mientras su boca quedaba entreabierta y de sus ojos caían pequeñas lágrimas que expresaban la magnitud de las sensaciones que dejaron a su cuerpo maravillado y en un estado de completo delirio.

—¿Todo bien, precioso? —preguntó Jungkook suavemente, con una ligera sonrisa al ver a su bebé perdido en su orgasmo, tratando de recomponerse.

—Y-yo... Hmm... S-sí~ —jadeó, con su cuerpo sufriendo leves espasmos a causa de su condición anterior y con dificultad para pensar claramente.

—Eso es bueno —rió, acariciándole gentilmente la espalda antes repartir pequeños besos en su pecho y mejilla—, porque yo aún no he terminado —susurró, sonriendo contra su oído.

No podría decir en que momento sucedió y a que velocidad, pues su condición no era la mejor y en su cerebro aún predominaban las hormonas que el cuerpo liberaba después del orgasmo, pero ahora Jimin se encontraba debajo de su papi mientras éste lo embestía de una manera que lo hizo sollozar.

—N-no... P-papi e-es-to e-es d-de... ¡Ah! Papi~ P-por f-fa-vor~

Jungkook embistió con fuerza en el interior de su pequeño, mientras bajaba para meter uno de esos dulces pezones a su boca y disfrutar de lo bien que se sentía rodearlo con su lengua, chuparlo, morderlo y estirarlo con sus dientes a tal grado, de tener al dueño de éstos gimiendo desesperadamente sobre su cabeza, con la saliva y las lágrimas deslizándose por su rostro.

—Joder, bebé... Acabas de correrte y ya estás duro de nuevo —dijo, viendo el miembro del peli durazno erguido de nuevo contra su vientre—. Hmm~ Tu culo me aprieta tan bien, Dios santísimo —gimió, deslizando sus manos por el cuerpo de Jimin hasta llegar a sus pequeñas manos y entrelazarlas con las suyas sobre su cabeza, apoyándose de su unión superior para azotar con fuerza su unión inferior.

—Papi~ P-por f-favor~ N-no p-puedo~ E-es de-masia-do~ P-por fa-vor, p-pa-pi~ Ahh~ —lloriqueó, mientras las lágrimas salían con desesperación de sus ojos y le era imposible retener la saliva dentro de su boca.

Aquello era simplemente demasiado para su pequeño cuerpo, pero daría lo que fuera para nunca dejar de sentir algo como ser tan deliciosamente bien follado por su papi.

—Y-ya casi, bebé... ¡Joder! Hagámoslo juntos —dijo, acelerando sus embestidas de manera insoportable, sabiendo que en cualquier momento ambos explotarían en placer.

—Papi~

Y después de un descoordinado y dulce beso, ambos terminaron llenando de su esencia al otro, Jimin bañando el pecho del azabache y Jungkook llenando el interior del menor, con el nombre del otro saliendo placenteramente de sus labios.

Sus manos no se separaron en todo el momento que les tomó recomponerse de tal clímax, ni siquiera cuando todo aquello acabó y se encontraban mirándose a los ojos, ambos demasiado embelesados como apartar su vista del hermoso ser que tenían frente suyo.

Lentamente, Jungkook soltó una de las la manos del menor sólo para acariciarle el rostro y sonreírle de manera encantadora, mientras Jimin deslizaba la mano que Jeon había soltado para acariciarle la espalda y dejarla reposar en su parte baja, antes de darle un besito en la mejilla y unir sus frentes, cerrando sus ojos para sentir el aura de adoración pura que los rodeaba, aún si sólo habían estado amando al otro de lejos.

»Y-yo... Hmm... —Jimin comenzó, sintiendo sus mejillas calientes al ser el primero en hablar, pero eso no quitaba el hecho de sentirse orgulloso al dejar su timidez de lado y hablar. —M-me gustas mucho, Kookie... —confesó, sintiéndose desfallecer de la vergüenza, siendo imposible conectar su mirada con la de su mayor. —N-no puedo decir que estoy enamorado d-de ti porque no t-te conozco del todo, pero sí puedo asegurarte que m-mi corazoncito se siente igual a que si lo estuviera —se armó de valor y dando un profundo respiro, lo miró, tratando de transmitirle con toda honestidad sus sentimientos.

La hermosa sonrisa que Jungkook le dedicaba en ese momento no podía quitársela nadie.

Definitivamente era el hijo de puta más suertudo de todo el jodido mundo.

Y tú no tienes una idea de lo loco que me vuelves, Jiminnie —contestó el azabache, completamente orgulloso del tierno sonrojo que provocaba en su precioso menor—. No te mentí hace rato para acostarme contigo, pequeño —aclaró, evitando a toda costa que inseguros y erróneos pensamiento invadieran aquella bella cabecita—. Hablo muy en serio cuando digo que me es imposible apartar la mirada, aunque sea un mísero segundo, de ti, Jimin —los ojos del peli durazno brillaron ante aquello, con la felicidad desprendiendo de cada uno de sus poros por los cuales, hace unos minutos, desbordaba el más ferviente placer, haciéndolo sentir el chico más suertudo del mundo entero al tener así de encantado a su lindo hyung.

»También me gustas, Jiminnie y mucho... Más de lo que me es posible expresar y podría jurar que así es como se siente estar enamorado de una persona, porque nadie me ha hecho sentir lo que tu, ángel —confesó, sonriendo abiertamente mientras sus mejillas se teñían de un adorable y ligero rosado ante su confesión—. Sin mencionar que nunca he tenido ojos para nadie más que no seas tú, por más que lo haya intentado —rió, avergonzado, mientras bajaba la mirada y se rascaba la nuca—. Mi mirada siempre regresa una y otra vez a aquel angelito de mejillas mordibles, adorables manos pequeñas, cuerpo tierno y abrazable, igual a un oso de peluche, y con un culo de puta madre.

Jimin soltó una sonora risa que hizo al corazón de Jungkook agitarse dentro se su pecho, mientras su mirada estaba fija en su bello rostro, siendo más que imposible desviarla porque la vida entera le era corta para contemplar y adorar al ángel que era Park Jimin.

—T-tú también eres m-muy guapo, Jungkookie —alegó, escondiendo de nuevo su sonrosado rostro en el lugar que le fuera posible, ésta vez siendo el cuello de Jeon su escondite.

—¿Ah sí? —preguntó, alzando una ceja mientras una de sus manos acariciaba su espalda, haciéndolo estremecer.

—S-sí —asintió rápidamente Jimin.

—¿Sólo eso? —se quejó, esbozando un puchero antes de depositar un tierno beso en el cuello de su ángel.

—H-hmm... No —susurró, frotando su naricita contra la piel sensible del cuello del azabache—. Papi t-también es caliente... —ahora fue el turno de Jungkook de reír ante la inocencia y pureza de su bebé.

—¿Entonces qué dices, bebé? ¿Estarías dispuesto a dejar que papi te mime todo lo que quiera y cuidar de él? —habló, alejándose para poder ver a Jimin a los ojos. —¿Dejarías que Jungkookie te de todo el amor que te mereces y más?

Las lágrimas hicieron acto de presencia en los ojos del peli durazno ante lo dulce que estaba siendo la confesión de su mayor, sintiendo que no podría ser más feliz y que si estaba con Jeon Jungkook, ya nada iba a faltarle.

S-sólo si papi deja q-que Jiminnie lo llene de muchos besitos y mucho más amor —contestó, sonriendo de aquella manera que ocultaba sus pequeños ojos entre dos finas medias lunas, derritiendo por completo el corazón del mayor.

—Claro que sí, pequeño —sonrió, dándole un lento beso en los labios—. Tu Jungkookie será sólo para ti y de nadie más.

—¿M-mi Jungkookie? —preguntó, con los ojos brillándole de una manera que hasta la luna se queda pendeja.

—Por supuesto, precioso —besó su frente—. Tuyo.

—Entonces... Jiminnie también será de Jungkookie.

Jungkook lo miró, sonriendo inmensamente de ternura antes de bajar y besarle la punta de su nariz.

—Ya lo eres, bebé —informó, cerrando los ojos mientras juntaba sus frentes y rozaba sus narices.

Bebé Jiminnie será siempre de papi Jungkook y papi Jungkook ya nunca estará sin bebé Jiminnie...






























Este fue mi primer Daddy Kink y aunque al principio siento que la turbo kgué (cuando papi Jk va al rescate de bebé Jimin y lo mete a su casa 🥴), amé el resultado final, ¿eso es posible? Idk pero vaya que me encantó ansldlsls

Así que, ¿cómo me quedó? Para una amante del Daddy Kink, o sea yo xd Siento que quedó bastante decente u.u Pero aún así me esforzaré para que la próxima vez sea mejor💗

Este One Shot, fue originalmente publicado en mi perfil de Wattpad: @74Moonlight 🌙 Ahí encontrarán más de mis obras✧ Que no son muchas pero, por si les interesa, ahí están✨

Me disculpo por los errores que puedan haber :(( Lo publiqué hace casi ya un año (para el cumpleaños de Kookoo🐰❤) y como pudieron darse cuenta, es bastante extenso, así que se me pudieron pasar algunos detalles y me disculpo por ello💗

MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO :;(∩'﹏'∩);:♡ No tienen idea de lo mucho que significa para mí y lo mucho que lo aprecio💗 Ya es demasiado el que hayas llegado hasta aquí y más aún si no tienes ni la menor idea de quien soy✧

GRACIAS INFINITAS DESDE EL FONDO DE MI CORAZÓN, ÁNGELES🏹♡♡♡♡

Espero leernos pronto🌙✨

EL AMOR QUE LES TENGO NO CABE EN MI PECHO, GRACIAS♡


—-ˏˋ MOONL!GHT. ˎˊ-

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