CAPÍTULO ÚNICO
Amabilidad es lo que se conoce como ser caritativo con otras personas o seres vivos. Un concepto bastante sencillo pero con un gran significado.
Significado que no entiende Jeon Jungkook, por cierto.
Cuando él era más pequeño, siempre intentó ganarse el aprecio de las personas, incluidos sus padres. Pero éstos siempre se encontraban trabajando.
Un "¿Cómo les fue en el trabajo?" o "Espero que tengan un buen día" siempre salía de los labios del pequeño de la familia Jeon, pero sus padres no sabían apreciar eso y Jungkook era simplemente ignorado.
Lo mismo pasaba con sus compañeros de colegio pues, aunque Jeon les prestara los juguetes que llevaba a la escuela, lo seguían tratando igual, ignorándolo o rechazándolo sin ponerse a pensar en sus sentimientos.
Poco a poco comprendió que el ser amable era totalmente innecesario, pues de todas maneras iba a ser tratado de manera humillante. Al ser grosero con las personas sólo les daba una excusa para ser tratado mal y, de esa forma, él ya no se sentiría tan impotente.
A sus casi 18 años de edad, Jeon Jungkook es el chico malo de la Preparatoria General de Busan, un chico problemático y grosero, de "mala fama" como dirían algunos.
Problemático, violento, peligroso e insolente; son sólo algunos de los adjetivos con los que puede ser descrito el chico de cabello castaño.
Sin embargo, Jungkook no es alguien que ande molestando a las personas sólo porque sí.
Para ser acreedor de insultos o golpes de su parte, debes haber hecho alguna de estas cosas: Provocarlo de alguna manera (golpeándolo e insultándolo) o, en otro caso, ser Park Jimin.
Pues, cuando el pelinegro ingresó hace dos años a la escuela como un alumno con un excelente promedio y fue nombrado presidente del consejo escolar, Jeon Jungkook pensó que el chico sería un blanco totalmente sencillo, un cerebrito que no sabría ni sería capaz de defenderse.
Por ello se llevó una gran sorpresa cuando al molestarlo por el pasillo empujándolo y diciéndole "Quítate enano", Park le respondió con un "Y tú mira donde caminas, descerebrado" antes de sacarle el dedo medio e irse a su siguiente clase victorioso.
Desde ese día, comenzó a molestar al más bajo cada que tenía oportunidad, como ahora, por ejemplo.
Sonrió ladino al ver al pelinegro salir del salón de maestros mientras cargaba un montón de libros, apenas y podía caminar con tanto peso.
—¿Por qué esta pila de libros camina sola? —preguntó a la aparente nada acercándose a él.
—¿Eso que escucho es un idiota? —el otro chico devolvió el insulto sonriendo con burla.
—¡Oh, Jimin! no te vi, pensé que habías desaparecido, iba a llamar a control animal —Jeon finge preocupación y Jimin suelta un bufido antes de seguir avanzando hacia el salón de la directiva.
—Jódete.
Aumenta su paso antes de escuchar la risita burlona de Jungkook.
—Hey Jimin, ¡Jódeme esta!
—Ni en tus sueños más húmedos, Jeon —espetó antes de meterse en el aula y Jungkook maldijo por lo bajo para luego dar la vuelta y entrar a su clase.
Ni siquiera le había dado tiempo de responder.
Al entrar al salón divisó el escritorio vacío, se sintió estúpido al recordar que su profesor había avisado que no tendrían la primera clase. Suspiró resignado y se sentó en el lugar de siempre mientras sacaba su libreta de dibujo.
Le parecía algo extraña la personalidad de Jimin, no entendía como alguien podía ser tan complejo como él; en un segundo Park podía ser un chico educado, completamente sofisticado, la definición de amabilidad en persona. Pero en otro momento, era un chico muy diferente; un chico atrevido, sarcástico e irónico, que podía cerrarte la boca con apenas un par de monosílabos.
Todo esto sin contar su apariencia, ya que, Park Jimin también era la belleza personificada, su cabello azabache -que según contaban era tan suave como la seda- caía con gracia sobre su frente, formando un flequillo que se veía muy bien en él. Sus ojos pequeños y curiosos parecían atrapar al mundo en cada mirada, su piel como la porcelana, muy levemente bronceada y su estilo de vestir minimalista, hacían pensar a la gente que se trataba de un chico sacado de algún dorama romántico.
Jungkook no podía explicarse lo que le pasaba con el pelinegro, pues a una parte de él le encantaba molestarlo, mientras que otra se sentía bastante atraída.
Bufó frustrado al sorprenderse pensando en aquel molesto chico y su frustración aumentó al notar que todo este tiempo lo estuvo dibujando. Cerró su libreta y la metió en su mochila, recordándose a sí mismo no dejarse llevar por sus ridículos pensamientos.
El timbre por fin sonó y el aula comenzó a llenarse de estudiantes. Park Jimin también entró al salón, le pareció curioso ver a Jeon tan sumido en sus pensamientos, Jungkook ladeó su cabeza haciendo que sus ojos se encontraran y Jimin esbozó una sonrisa que Jeon correspondió sólo por molestarlo. Y vaya que funcionó, ya que el azabache no se lo esperaba y apartó su mirada nervioso.
Había mucha bulla por parte de sus compañeros, pero esta cesó en cuanto el profesor de literatura, un señor con piel tan arrugada como una pasa, cabello cenizo y rizado, con unas gafas de culo de botella que hacían que Jimin lo comparara con Santa Claus, hizo acto de presencia.
—Bien, tengo que ir a una junta de maestros así que dejaré el proyecto del bimestre y me iré —dijo el profesor acomodando un cerro de papeles en su escritorio. Por su parte, los alumnos no sabían si debían alegrarse por tener la clase libre o preocuparse por el tan temido trabajo final de cada semestre, ese que ponía en riesgo su no tan estable futuro.
Jungkook bufó, él odiaba esos trabajos. Esperaba que no tuvieran que hacer equipos esta vez, prefería hacer las cosas por su cuenta a estar rodeado de gente tan estúpida como sus compañeros de clase.
—El proyecto será en parejas, tendrán que redactar un poema y, obviamente, traerme el análisis —comenzó a explicar y algunos comenzaron a tomar notas, algo totalmente innecesario según Jungkook. Consideraba mejor memorizar todo —. Anoten que recursos literarios usaron y el tipo de lenguaje, el tema es a elección, y quiero que manden el trabajo a mi correo antes de fin de mes —finalizó.
Jungkook asintió confiado, no era que fuera un excelente poeta, pero sinceramente era bueno con las palabras. Sabía que podría presentar algo decente sin importar con quien lo obligaran a trabajar, él haría todo solo.
—Profesor —comenzó a hablar Jisoo, la hermosa e inteligente hija del director —. ¿Nosotros elegiremos a nuestra pareja?
El profesor Choi negó ante su pregunta y todos lo miraron curiosos.
—Yo elegiré las parejas.
Sacó la lista de asistencia de un cajón de su escritorio y comenzó a formar las parejas. Choi tenía demasiados alumnos como para recordarlos a todos, así que sólo decía nombres al azar sin importarle los reclamos que recibiera.
Jimin rogaba mentalmente que entre todos esos nombres al azar el profesor lo emparejara con Kim Taehyung, su mejor amigo.
—Kim Jisoo, Hirai Momo.
Ambas chicas se dirigieron miradas sonrientes, para luego seguir tomando apuntes de la clase. Y no era para menos, dado que Jisoo se llevaba bien con toda la clase, con la excepción de Jungkook, claro.
—Lee Dongmin, Kim Taehyung —habló el maestro y la cara de desilusión en Jimin no tardó en aparecer.
—Lo siento —murmuró Taehyung en su oído para luego avanzar hacia su compañero de trabajo, brindándole una sonrisa.
—Jeon Jungkook, Park Jimin.
Los ojos de ambos chicos se abrieron y voltearon a verse el uno al otro.
El pelinegro estaba, prácticamente, al otro lado del salón y aún así juraba escuchar los fuertes golpeteos del corazón del castaño. Casi como si le hubieran dicho que sucedió alguna tragedia. Aunque bueno, Jeon Jungkook era un exagerado de primera.
Sin embargo, ambos no podían protestar ante lo que dijera el vejestorio de su profesor, por lo que casi a rastras, Jimin se dirigió al lugar de Jungkook. Él no decaería en sus calificaciones sólo por la apatía que tenía con Jungkook.
—Y bien Jeon, ¿dónde y cuándo haremos el trabajo? —preguntó apoyándose en una silla cercana y pasando una mano por su cabello con un deje de frustración, viéndose estúpidamente atractivo ante los ojos del más alto, aunque Jungkook nunca admitiría eso en voz alta.
—Donde sea, me da igual —intentó aparentar indiferencia, provocando un bufido en el pelinegro.
—Entonces en mi casa, a las cuatro —dijo Jimin, dando por finalizado el asunto, aunque claro, Jeon no tardó en protestar.
—Nah, mejor a las tres.
—Cuatro dije, además, ¿qué no te daba igual?
—Las personas cambian de parecer
—se encogió de hombros —. Saliendo de clases, en tu casa. —espetó y Jimin rodó los ojos resignado, ya estaba cansado de discutir y sinceramente quería terminar con aquel martirio.
—Está bien, a la salida nos vemos.
Se fue a su asiento sin esperar una respuesta del castaño. Desde ahora solamente se concentraría en sus estudios y no en peleas tontas con Jungkook. Estaba decidido y esperaba no fracasar como todas las veces anteriores que se propuso lo mismo.
Las siguientes clases transcurrieron tranquilas, Jimin conversando con Taehyung sobre su mala suerte y Jungkook por su parte, escuchando música y durmiendo, ignorando uno que otro llamado de atención por parte de los profesores. Lo mismo en el receso.
Los pasillos de aquel instituto comenzaron a llenarse de cansados estudiantes en cuanto el timbre sonó finalizando las clases, algunos chicos iban a su encuentro con sus amigos o parejas, mientras otros como Jimin, iban a salir de la escuela para seguir estudiando.
Divisó a su objetivo cerca de unos árboles atrás del edificio, peleando con un chico un par de años mayor, rodó los ojos al verse obligado a acercarse, sinceramente no quería esperarlo.
Aunque esto cambió en cuanto divisó que lo estaban molestando sin que Jungkook hiciera algo malo. Una injusticia clara.
No escuchó todo lo que el chico más alto le decía, pero a juzgar por la expresión del castaño, no era nada bueno.
—¿Estás falto de atención, maldita sabandija? —se mofaba aquel joven y Jimin veía como Jungkook empuñaba sus manos, sabiendo muy bien lo que se venía.
En un parpadeo, el castaño estaba sobre él golpeándolo con coraje, su rostro más pálido de lo normal hacía contraste con la sangre saliendo de la nariz del chico debajo suyo.
—Cállate, tú no sabes nada —seguía lanzando puñetazos a su cuerpo.
—¡Apártate jodido bastardo! —el chico lo apartó de una patada —. Por eso tus padres no te quieren, eres un inútil —río burlón aún con sangre saliendo de su labio.
Jungkook jadeó frustrado y se levantó a pesar del dolor en su abdomen, listo para golpear de nuevo a aquel imbécil.
—Jeon, no te voy a esperar por siempre. —soltó Jimin recargado en uno de los árboles mientras comía una manzana que había guardado en su mochila, haciendo que el pelicastaño se sobresaltara.
No podía meterse, puesto que él, aunque sí tenía fuerza, era más de insultos y esas cosas. Sumando el hecho de que era presidente estudiantil, claro.
Asintió levemente tomando su mochila del suelo, cielos, parecía un niño pequeño al cual sus padres regañaron. No tenía por qué obedecer a Park, sin embargo, no quería seguir escuchando todos esos insultos.
Quizás, sólo quizás, a Jungkook sí le dolían aquellas palabras, pero eso jamás lo demostraría. Él no era débil.
Jimin jaló su brazo para irse, no sin antes enseñarle el dedo corazón y modular un "vete a la mierda hijo de perra" al chico que estaba molestando a Jungkook anteriormente, quien solamente se quedó sorprendido al ver esa actitud en el presidente escolar.
Claro que Jungkook no lo escuchó, puesto que estaba demasiado metido en sus pensamientos.
—¿Siempre te molestan? —preguntó Jimin trayéndolo de vuelta a la realidad.
Negó rápidamente y plasmó en su rostro una sonrisa ladeada.
—No se suelen meter conmigo, o bueno sí, pero no me molesta ni nada. Al fin y al cabo, me lo merezco — respondió con una risa sin gracia que Jimin no pudo descifrar.
—¿Te lo mereces?
—Sí, digo, no soy la persona más agradable del mundo y bueno, siempre los molesto también así que... —respondió apartando la mirada —. De todas maneras es mi problema ¿no?
—... No lo sé —respondió el pelinegro sin decir nada más.
Recorrieron el resto del camino en silencio hasta llegar a casa de Jimin. No estaba muy lejos, de hecho estaba a sólo un par de cuadras de allí, así que no tuvieron que caminar mucho. Jungkook se quedó sorprendido al ver un hermoso jardín en la entrada de ésta, cada flor allí parecía haber recibido un trato único. Todo estaba tan bien ordenado.
—Me gusta la botánica —dijo Jimin restándole importancia al ver el rostro fascinado de Jungkook.
—Ya veo.
Y la sorpresa del castaño no acababa ahí; al entrar pudo observar que toda la casa del mayor estaba muy bien ordenada. Todo tenía un estilo minimalista que también era de su agrado. Los colores marrón, blanco, beige y gris hacían un bonito contraste con los coloridos libros que se encontraban dispersos sobre los estantes en la sala de estar.
Jimin le indicó a Jungkook que subiera y éste lo siguió sin chistar, estaba todavía un poco perdido y dolorido como para tener ánimos para causar problemas.
Siguieron por el pasillo hasta llegar a una puerta gris con un dibujo de una nota musical, la cual supuso Jungkook, era la habitación de Jimin.
—Entra, siéntate donde quieras, iré por un botiquín al baño —indicó Jimin dando media vuelta para irse pero Jungkook lo tomó del brazo.
Lo miró a los ojos pareciendo indeciso sobre preguntar o no lo que tenía en mente. Jimin no sabía -ni quería saber- el por qué le causaba tanta ternura ver esa faceta del más alto.
—Tú... ¿me vas a ayudar? —preguntó finalmente y Jimin rió ante esto, aunque al mismo tiempo se sintió mal, ¿tan raro era para Jungkook recibir ayuda?...
—Claro que sí, tonto —hizo un gesto de obviedad —. No quiero que te desangres en mi casa —bromeó, riendo a la vez que se soltaba de su agarre y caminaba hacia el baño.
Jungkook se sentó en el borde de su cama mientras miraba el contexto en el que se encontraba. Unas luces, parecidas a las de un árbol de navidad, adornaban el borde del gran ventanal que daba al balcón, las paredes eran blanco hueso y habían en ellas estantes de madera negros, colocados como si fueran escalones, sobre éstos habían muchos libros tal y como en la sala de estar, también le llamó la atención como habían muchos audífonos colgados en lo que parecía ser un perchero, todos con un diferente color frío de tonalidad pastel, su espejo era de cuerpo completo, con algunas frases en las esquinas. Su habitación gritaba "Park Jimin" por donde viera.
Se levantó de la cama al ver un libro tirado debajo de la mesa de noche. Lo levantó y sacudió un poco para luego descubrir el título. Era "Kafka en la orilla" de Haruki Murakami; uno de sus libros favoritos.
—Ya volví —habló Jimin haciendo que diera un pequeño salto por la sorpresa.
Dejó el libro en la mesita de noche al escuchar la voz de Jimin y se sentó en la cama, mientras éste lo miraba con una ceja arqueada y se acercaba con la torunda de algodón humedecida en un poco de líquido antiséptico.
—¿Es divertido revisar mi habitación? —preguntó acercando el suave objeto a su labio inferior, retirando la sangre con el algodón, haciendo que, aunque Jungkook quería protestar, cerrara la boca y se quejara del dolor.
—N-No realmente...
Jungkook observaba expectante al mayor, sus labios estaban levemente fruncidos en señal de concentración y pudo ver como entrecerraba los ojos cada que tenía que aplicarle aquella sustancia que hacía arder sus heridas. Se sentía un poco inquieto al ver como el pelinegro miraba sus labios tan fijamente.
Jimin arrugó el entrecejo al ver a Jungkook apretar las sabanas para aguantar el dolor y retiró la torunda de su labio para luego pasar una pequeña toalla húmeda.
Hizo lo mismo con su ceja, su pómulo derecho y sus nudillos. Terminando así de curar sus heridas.
—Ya está —finalizó dejando las cosas en la mesita de noche —. Ahora sí, deberíamos empezar con el trabajo de literatura.
—Sí, supongo —suspiró resignado mientras sacaba sus libros y demás útiles de su mochila. Jimin lo imitó y alcanzó su celular para poder escribir allí las ideas que se le presentaran.
Se levantó de la cama y fue a abrir el ventanal, dejando ver el jardín trasero, con un montón de árboles pequeños y hermosas flores.
—Es para la inspiración —explicó regresando a su lugar inicial.
Estuvieron así por casi una hora completa y ¡sorpresa!, no se les ocurría nada.
Jimin normalmente tenía buenas ideas, pero esta vez su mente se encontraba en blanco.
—Quizás deberíamos hablar de mi amor a la pizza...
Jimin volteó a ver a Jungkook con una ceja arqueada, soltando un "¿Es en serio?" antes de comenzar a reír.
—Déjame ser —Jungkook sonrió llevándose el lápiz detrás de la oreja.
—Tonto. —murmuró el pelinegro pero Jungkook lo escuchó.
—... Puede ser —aceptó —. Pero no más que tú.
Jimin le arrojó una almohada que esquivó fácilmente mientras reía a carcajadas. Molestar a Jimin siempre sería divertido.
Pronto pasó otra hora y dieron por sentado que, por lo menos ese día, no tendrían idea alguna.
—¿Qué te parece esto? —pregunta Jungkook aclarándose la garganta para comenzar a recitar su improvisado poema —. "Pizza sabrosa, pizza adorada, sabes deliciosa, con una malteada" —finalizó llevándose la mano a la frente dramáticamente.
Jimin volvió a reír y aplaudió complacido.
—¡Woah!, Neruda debe estar temblando.
—Obviamente. —coincidió —. Es difícil superar mi fantástica poesía.
El pelinegro asintió para sí mismo, complacido con esta desconocida faceta de Jungkook. Era más divertido de lo que esperaba.
Sin embargo, al ver por la ventana y notar que comenzaba a oscurecer Jimin supo que era el momento de despedirse.
—Jeon, es muy tarde y dudo que quieras andar solo a altas horas de la noche —guardó sus libros mientras Jungkook suspiraba.
—En efecto, ya me marcho.
Comenzó a meter sus libros en la mochila, gestando de vez en cuando al escuchar al mayor hablar.
—De acuerdo, supongo que te veré luego para terminar esta tortura.
Jungkook dejó de guardar sus pertenencias y alzó la mirada modulando una sonrisa socarrona.
—Déjemos de mentirnos —lo miró —.
Sé que me extrañarás.
—No estaría tan confiado si fuera tú
—aseguró severo intentando intimidar al castaño quien sólo rió.
—Bueno, quizás me extrañes y no lo sepas —se encogió de hombros —. La subconsciencia da las peores jugadas, deberías saberlo.
—Creo que te equívocas, llámame cursi pero el corazón hace jugadas peores —refutó.
—No puedo responder eso. —cerró su mochila —. No soy una persona que hable de temas que no conoce.
Y es que Jungkook, jamás se había enamorado o por lo menos tenido aprecio a alguien. O bueno, quizás sí, había querido a sus padres cuando era pequeño, pero fuera de eso no guardaba sentimientos hacia otras personas más que él mismo.
Cargó su mochila y bajó a la planta principal seguido de Jimin.
—Adiós Jungkook —se despidió al verlo salir.
—Hasta pronto —respondió con la indiferencia de costumbre, partiendo a su casa mientras Jimin veía como se perdía de su vista, ignorando completamente la pequeña sonrisa que se había formado en los labios de Jungkook.
[...]
Jimin bajó de su habitación dando zancadas, se había quedado dormido y se le hacía tarde para llegar a la preparatoria.
—Mierda, mierda, mierda. —repetía entre lamentos, cargando su mochila y yendo a la cocina para tomar aunque sea una manzana para el camino.
—¡No digas groserías! —gritó su madre desde la sala de estar y éste se disculpó.
Salió casi corriendo hacia la escuela, tropezando varias veces con desconocidos quienes le decían de una manera no muy amable que tuviera más cuidado.
Supo que estaba cerca cuando vio a más jóvenes correr hacia la misma dirección. Miró su reloj y resopló al ver que ya llevaba cinco minutos de retraso.
Apresuró su paso hasta llegar al salón y se extrañó al ver que éste se encontraba vacío.
—Me alegra saber que no soy el único idiota que olvidó que Minwoo no vendría en toda la semana.
Se sobresalto al escuchar aquella voz proveniente de la entrada. La reconocería en cualquier parte.
—Profesor Lee. —corrigió —. No puedes decirle sólo por su nombre.
—Bah, ese maldito es un acosador, ¿sabías que me ofreció sexo por aumentar mis calificaciones? —rodó los ojos al recordarlo —. Es un pendejo, además ni siquiera voy mal en su materia. Qué se joda.
Jimin deshizo su sonrisa en cuanto escuchó aquello. ¿Era en serio lo que decía?
—¿De verdad? —Jungkook asintió, extrañado al ver la asombrada mirada de Jimin.
—Sí, es de conocimiento común el hecho de que Minwoo se acuesta con sus estudiantes para pasarles la materia, no sé que te sorprende.
El pelinegro abrió la boca para decir que, en efecto, él no sabía de aquello, pero prefirió cambiar sus palabras.
—¿No presentaste alguna queja en dirección?
Jungkook soltó una carcajada con claro sarcasmo y Jimin levantó una ceja sin entender que es lo que le causaba tanta gracia.
—¿De qué te ríes?
Siguió riendo negando con las manos, hasta que un rato después se calmó.
—De ti, ¡Dios!, eres tan inocente — exclamó limpiando una pequeña lágrima que le había salido por tanto reírse.
—¿Qué?
—Claro que no presenté ninguna queja, ¿crees que me creerían? —Jimin iba a asentir pero Jungkook lo detuvo —. Por supuesto que no, nunca me creen, es decir, ¿por qué le creerían a un chico que no hace más que meterse en problemas?, es estúpido.
—No debería ser así...
—Pero lo es.
Se quedaron en silencio un rato más hasta que llegó su profesora de matemáticas, por suerte, era viernes así que además de no tener literatura saldrían temprano.
La clase de matemáticas terminó demasiado rápido para ambos, Jimin se la pasó pensando en lo que le había dicho Jungkook y Jungkook, bueno, él se pasó la clase durmiendo como ya era costumbre.
No hubo mucho que decir respecto a sus demás clases, estaba cerca de terminar el ciclo escolar y ya habían pasado la mayoría de las materias, por lo que sus horarios se limitaban a dos o tres materias por día. Podían descansar un poco, o eso hasta que empezara el próximo semestre.
Cuando el timbre se hizo escuchar marcando el final de las clases, Jimin se acercó a Jungkook al salir de la escuela, alegando que ahora que era fin de semana tenían que terminar el trabajo.
Así que, ahora ambos chicos se encontraban en casa del mayor, recostados en la cama con una vieja libreta en las manos llena de rimas sin sentido.
Jungkook se preguntaba la razón por la qué no se le ocurría ni una buena idea. Era algo extraño, normalmente los versos solían salir de sus labios con total naturalidad, y sin embargo, en este momento su mente se encontraba en blanco.
—Esto no tiene sentido —soltó llevando el lápiz a sus labios. Sosteniéndolo entre sus belfos a la vez que intentaba pensar en algo.
—¿Y si vemos una película? —propuso Jimin —. Algo se nos ocurrirá después.
—No es mala idea —admitió —. Bien, veremos una película entonces.
El pelinegro moduló una sonrisa para luego salir de la habitación y regresar con una bolsa negra entre sus manos.
—¿Qué es eso?
—Películas.
Jungkook asintió para sí mismo antes de resoplar cuando vio los títulos de estas.
—Park, estas son películas de comedia y ciencia ficción... ¿No tienes nada interesante?
—Es subjetivo, Jeon —rodó los ojos —. ¿Qué es interesante para ti?
—No lo sé, The Purge, We need to talk about Kevin, The last house on the left, Dead Alive —mencionó algunas de sus películas favoritas y el pelinegro bufó.
—Bueno, veamos primero una de mis películas y después una de las que tú quieres —trató de llegar a un acuerdo, pero como siempre, Jungkook se negó.
—Mejor véamos primero una de mis películas.
—De acuerdo.
Jungkook sonrió a sus adentros, sabía que Jimin sólo evitaba discutir con él y por eso le llevaba la corriente.
Observó curioso como éste salía de la habitación, tomó una almohada y se acostó colocándola en su pecho. Era una vieja costumbre que tenía, le gustaba abrazar algo mientras se acostaba, es por ello que aún conservaba a Mochi, su conejito de peluche. Aunque esto era un secreto.
Jimin entró a la habitación con dos tazones llenos de palomitas de maíz, le extiende uno a Jungkook quien lo toma y mete su mano al tazón para luego llevarse un puñado a su boca.
—¿Entonces que película veremos?
—El conjuro, los efectos no son tan buenos así que está bien para ti —dijo Jungkook poniendo la película en su cuenta de Netflix.
—Uhum...
Jungkook puso la película en la pantalla y se recostó nuevamente en la cama. Jimin suspiró resignado y lo imitó.
Jungkook sonrió inconscientemente al sentir a Jimin a su lado. Era algo cómodo estar así, simplemente disfrutando de la película, sin pelear ni discutir.
Pasó un rato, metía palomitas a su boca mientras sentía a Jimin tensarse en su lugar. Pegó un pequeño salto cuando la chica apareció en escena de la nada.
—¿Asustado? —preguntó Jungkook con una sonrisa burlona y Jimin negó rápidamente.
—N-No...
Intentó hacerse el valiente volviendo a fijar su vista en la pantalla pero su acto se desvaneció en cuanto la misma chica de hace un rato salió gritando de sobre el closet.
—¡Mierda, quítala, quítala! —gritó arrebatando su almohada de las manos de Jungkook y lanzándola a la pantalla. Seguido se escondió detrás de él, como si con Jungkook fuera a estar seguro.
Jungkook comenzó a reír fuertemente y quitó la película. De verdad que Jimin era muy miedoso.
—¡No te rías! —hacía un puchero inconsciente mientras lo golpeaba en el pecho.
—¡Yah! ¡Deja de pegarme! —seguía carcajeándose dejando escapar una lágrima por tanto reír.
Dejó de reír después de un rato y volvió a mirar a Jimin quien aún mantenía su puchero, parecía un niño pequeño haciendo una pataleta.
—Eres adorable —susurró y se cubrió la boca en cuando se dio cuenta de su error.
Lo había dicho en voz alta.
Por suerte, el mayor se encontraba ahora recogiendo algunas palomitas que volaron en cuanto él casi tira el tazón por el susto.
—¿Dijiste algo?
—¿Qué te parece si ahora sí vemos la película que quieras?—-preguntó y Jimin sonrió en respuesta, tomando el mando y poniendo la película deseada en pantalla.
—¿Iron Man?, eso es para niños —bufó Jungkook y Jimin rodó los ojos.
—Tus películas son para psicópatas, ¿quién está más loco ahora?
—Nunca negué nada —respondió encogiéndose de hombros y Jimin pasó saliva —. Es broma, hombre.
—Claaaro...
Fijaron sus vistas en la pantalla, Jungkook bostezando de vez en cuando fingiendo estar aburrido, aunque después de un rato la película comenzó a llamar su atención, es que, hombre, el señor ese con el traje de metal era genial.
Jimin se distrajo con su celular el resto de la película, pero Jungkook estaba demasiado concentrado como para notar que el pelinegro ni siquiera la estaba viendo.
Un rato después la película terminó y Jungkook tuvo que reprimir sus impulsos de comenzar a aplaudir como maniático.
—...y ¿qué tal estuvo? —preguntó Jimin apagando la tv, sonriendo divertido al ver a Jungkook encogerse de hombros.
—Nada mal, supongo.
—Ajá —respondió con sarcasmo y Jungkook moduló una sonrisa ladeada.
Jimin se recostó en la cama y volteó a ver el techo, mientras pensaba que ciertamente había estado equivocado.
Jungkook no era alguien malo o molesto, de hecho, era bastante agradable.
Y Jungkook pudo comprobar que Park Jimin no sólo aparentaba ser perfecto. Él era perfecto.
[...]
Jungkook buscó las llaves en su mochila para luego abrir la puerta de su hogar, estaba de buen humor, pues Jimin y él por fin eran amigos, o bueno, eso había dicho el pelinegro cuando le ofreció ir por un helado al día siguiente por la tarde.
Abrió la puerta de su casa, dispuesto a ir a su habitación cuando una voz lo hizo detenerse en su lugar.
—¿Qué son estas horas de llegar, Jeon Jungkook? —preguntó su madre y Jungkook agachó la cabeza.
—Estaba en casa de un compañero y comenzó a llover, no podía regresar... —se excusó pero su madre poco caso hizo a su explicación.
—Ni siquiera me pediste permiso para ir a la casa de ese amiguito tuyo —bufó —. Seguramente es un vago holgazán como tú, un bueno para nada.
—No... Él no es así —lo defendió aún con la cabeza baja.
Su madre podía decirle muchas cosas acerca de él mismo, pero a Jimin...
Era mejor que no se metiera con él.
—Todas las personas con las que alguna vez has entablado amistad son como tú, unas malas personas, fracasadas, mal hijos, unos inútiles que no ayudan nunca en su hogar —siguió su madre, escupiendo esas palabras como si de veneno se tratase —. Yo hago todo sola en esta casa, ni siquiera sé por que te sigo manteniendo, no aportas nada.
Suspiró frustrado. Quizás en algún momento las palabras de su madre le hubieran afectado, pero en este punto ya estaba acostumbrado a ellas.
—Y ahora ese amigo, já —se mofó cruzando sus huesudos brazos— seguramente es tu puta personal, tú nunca has querido a alguien ni tenido amigos, sólo esa razón se me ocurre para que vayas tanto a verlo y te olvides de tus deberes en esta casa.
Jungkook empuñó sus manos. Bien, no estaba tranquilo en absoluto.
Jimin no era así, Jimin era alguien bueno, no era la misma mierda que todos los demás. Él era especial, alguien que lo comprendía, y principalmente, la primera persona que lo conocía tal y como era, no como el "chico malo" que el resto de la sociedad veía, sino como él; Jeon Jungkook.
—No hables así de él si no lo conoces
—amenazó dando zancadas hacia ella, quien comenzó a retroceder como acto de reflejo —. ¿Dices que yo no hago nada? ¿qué soy un mantenido? —se burló —. ¿Quién es la que está viviendo con el dinero que te dejó mi abuela, uh? —la cara de su madre oscureció, y supo que estaba haciendo lo correcto —.Y encima de todo, engañas a su hijo, no eres más que una jodida zorra, me da pena ser tu hijo —escupió con asco las últimas palabras y una bofetada no se hizo esperar por parte de la aludida.
Posó su mano en su mejilla dañada, aún con los ojos furiosos de su madre sobre él.
—Maldito malagradecido.
—Maldita puta hipócrita de mierda —finalizó subiendo a su habitación, intentando tragarse el nudo que se había formado en su garganta.
Se acostó en su cama mirando el viejo techo de su habitación.
Nunca pudo comprender el por qué su madre siempre lo trató de esa manera. Tan mala, tan fría, como si su existencia hubiera sido el mayor de los castigos para ella.
La única persona que alguna vez lo quiso fue su abuela, la cual murió cuando tenía tan sólo nueve años de edad. Ella siempre lo apoyó y fue un gran pilar en su vida; lo aconsejaba y comprendía, era su consuelo tras los insultos que recibía por parte de su madre. Mientras su padre, bueno, él siempre se encontraba trabajando y si estaba en casa jamás haría algo por defenderlo. Su esposa era la máxima autoridad allí.
Una vez le contó a su padre acerca de los engaños de su madre, además de los malos tratos que recibía de su parte.
Golpes, recibió golpes por decir la verdad.
El señor Jeon no dio crédito a que su hijo dijera tales patrañas acerca de su adorada esposa. No era creíble siquiera, ella jamás le haría eso.
Tomó su vieja libreta y comenzó a escribir en ella un poema que salía del fondo de su corazón, sintiéndose inútil con cada palabra escrita. Como si su talento fuera un defecto más en él.
—Es una mierda —rió frustrado al vacío, cerrando sus ojos en espera de un nuevo día.
[...]
Habían pasado 15 minutos desde que Park Jimin había ingresado al local frente al parque, las paredes eran de colores pasteles y había un divertido estampado de estrellas, lunas y corazones, dándole un aspecto mágico a aquella heladería.
El lugar era bastante tranquilo, no había más que una pareja de mujeres mayores tomando unas malteadas, charlando sobre las travesuras de sus nietos y los trabajos de sus hijos.
Miró su reloj nuevamente, un poco preocupado al notar que habían pasado algunos minutos desde la hora que habían acordado.
Suspiró pesado, resignándose a que quizás el castaño lo había dejado plantado.
Hasta que su celular vibró, indicando la llegada de un nuevo mensaje.
➥ Jeon el Conejodido.
➥ Lo siento, no voy a llegar, me siento un poco enfermo...
➥ Disfruta el helado por mí ¿sí?
➥ Disculpas, de nuevo. Yo de verdad quería ir, Jimin.
Frunció el ceño al terminar de leer el mensaje. ¿Por qué no le había avisado antes?
⇐ Jimin babooso.
⇐ Me pudiste avisar antes... >:'(
⇐ Bueno, espero que te mejores.
⇐ Si necesitas algo puedes llámarme.
➥ Jeon el conejodido.
➥ Claro, gracias, y disculpa :'(
⇐ Jimin babooso.
⇐ Yah~, deja de disculparte o me enojaré de verdad. Mejor ve a descansar.
➥ Jeon el conejodido.
➥ Claro, gracias.
➥ La próxima vez yo compraré los helados, te lo prometo.
⇐ Jimin babooso.
⇐ Suena bien. Me tengo que ir, adiós
➥ Jeon el conejodido.
➥ Adiós Jimin.
Y sin más, pidió la cuenta y salió de la heladería. Esperando que Jungkook mejorara aunque no le creyera del todo.
[...]
Se cubrió de nuevo con todas sus cobijas, llorando por lo injusta que podía ser su vida.
Ayer, su padre había llegado a casa y como siempre, su madre se había quejado con él de su mal comportamiento.
Así que sí, lo volvió a golpear.
No podía dejar que su hijo siguiera con esa estúpida manera de ser.
Por lo que, además de todo, lo castigó.
Y ahora Jungkook se encontraba sintiéndose dolorido y culpable por haber plantado a Jimin.
Aunque se lo merecía.
Él era malo, Jungkook era muy malo.
[...]
El timbre sonó marcando el final de las clases. Jimin tenía que ir con sus padres a una junta de negocios, así que esa tarde no trabajarían juntos en el proyecto de literatura.
Jungkook debía pasar a la dirección por unos documentos, de manera que él era quizás el único alumno en la escuela mientras todos los demás salían.
Tocó la puerta repetidas veces antes de intentar abrir para después notar que estaba cerrada, por lo que tomó su mochila y decidió salir de allí.
Aunque no contaba con que el portón estaría cerrado.
Mierda.
—¿Asustado, lindo conejito?
Se paralizó al escuchar aquella jodida voz.
—Minwoo... —empuñó sus manos —. maldita sea, déjame salir.
—No lo creo, conejito...
—Joder, no me llames así —escupió —. y abre ese portón antes de que llame a la policía.
—Ajá, te creerán mucho —carcajeó aún rondando alrededor, tal como un lobo rodeando a su presa —. Conejito.
—D-Deja de llamarme así.
—¿Por qué?, es lindo —se mofó —. Además, estoy seguro que puedes brincar tal y como un conejito...—sonrió lascivo a la vez que las palabras abandonaban su boca. Devorándolo con la mirada, haciendo a Jungkook estremecerse por el asco que estaba sintiendo.
Minwoo se comenzó a acercar peligrosamente a él y Jungkook hizo lo primero que se le vino a la mente.
Correr.
Se abrió paso entre los pasillos de su preparatoria, buscando algún salón que estuviera vacío para poder refugiarse. Pero nada.
No había nada que pudiera hacer.
—Te ves tan patético intentando huir, Jeon. —un nudo se formó en su garganta cuando sintió la presencia de su profesor de historia detrás suyo.
Se volteó dispuesto a golpearlo, pero Minwoo fue más rápido, y de una patada lo dejó tirado en el suelo sin poder defenderse.
Sujetó sus brazos con fuerza, impidiendo su escape.
—No sabes cuanto esperé este momento... —susurró cerca de su oído.
Comenzó a besar su cuello de manera brusca y apresurada, provocándole arcadas al sentir los agrietados labios sobre su piel expuesta.
—D-Déjeme —intentaba alejarlo de él pero era imposible—. Por favor...
A pesar de sus intentos, su profesor no iba a ceder, al contrario, comenzó a restregarse aún más en su muslo.
Sus sucias manos rozaron peligrosamente el borde de su pantalón, para luego bajar y juguetear con su cremallera.
—¡Aléjate! —gritó pero en cambio recibió una bofetada.
—Cállate, mierda —gruñó Minwoo bajando el cierre del pantalón de Jungkook y luego el suyo.
Le dio la vuelta y comenzó a frotar su creciente erección en su trasero, teniendo nula compasión por los quejidos y sollozos de Jungkook.
Quizás en otro momento lo hubiera golpeado y no se encontraría en esa situación, pero le era difícil defenderse con la golpiza que había recibido por parte de su padre.
Su vida era tan mala como él.
Jadeó lastimoso al sentir como su bóxer era bajado hasta sus rodillas, seguido de un fuerte y doloroso azote en su culo por parte de Minwoo.
—P-Por favor —sollozó — déjame ir...
—¿Ya no eres tan malo, cierto? —mordió el lóbulo de su oreja, a la vez que su dedo bajaba para realizar la siguiente acción.
—¡¡Aaahg~!!
Gritó de dolor al sentir un dedo entrometerse en su entrada, se daba tanto asco a sí mismo.
—¿Jeon eres tú-¡¡Maldito bastardo!!
Su cuerpo fue alojado lejos y respiró hondo intentando recuperar el aire perdido. Lo último que pudo ver fue al pelinegro golpeando con furia al imbécil de su profesor.
Minwoo no regresó el golpe, en cambio se levantó acomodando su corbata, fulminando a Jimin con la mirada.
—N-No debiste hacer eso —suelta con la respiración entrecortada por los recientes golpes recibidos—. Él me provocó, le estoy haciendo un favor, después de esto sus calificaciones aumentarán y-
—Él no quería.
El profesor calló ante las palabras de Park, no entendía como su mejor alumno defendía al patético de Jeon.
—Él no quería, ¡maldita sea! —volvió a hablar, su voz sonaba como si se fuera a romper en cualquier momento —. Usted estuvo apunto de violarlo.
—¿De verdad lo vas a defender? —el rostro de Jimin empalideció mientras intentaba con todas sus fuerzas no volver a golpearlo —. Es Jeon Jungkook, Jimin, él miente.
Se acercó a Minwoo, acorralándolo contra la pared, si bien, tenía baja estatura eso no quitaba que su cuerpo estuviera en forma, los músculos se marcaban a través de su polera, dándole un aspecto imponente que hizo a Lee estremecer.
—Joder, está llorando, además no puede negarlo, yo lo vi —tomó otra bocanada de aire —. Me aseguraré de que lo corran, pedazo de mierda, me encantaría arrancarle esa asquerosa polla y metérsela por el culo, pero ahora debo ayudar a Jungkook —le metió una patada en los genitales, disfrutando al ver a Minwoo retorcerse de dolor y seguido escupió en su cara antes de cargar a Jungkook y salir de allí.
Vaya que era pesado, pero eso no importaba.
Jimin pensó en ir a su casa, pero era imposible caminar dado el estado en el que se encontraba Jungkook.
Así que, tras esconderse atrás del salón y escuchar que Minwoo salía dando zancadas, subió con Jungkook a la azotea.
Lo recostó en una lona que había en el suelo, acomodó sus pantalones y acarició sus cabellos, sintiendo como algo se rompía dentro de él al verlo tan perdido. Temblaba y miraba alrededor repetidamente como si algo fuera a atacarlo.
—Jungkook, tranquilo —susurró rodeándolo en sus brazos —. Estás bien, no te pasará nada aquí, ese maldito pagará, te lo aseguro.
—É-Él me tocó —murmuró Jungkook encogiéndose en su lugar—. Me tocó, ahora estoy tan sucio....
—No, Jungkook.
—Fue mi culpa, soy una mierda —rió con lágrimas en sus ojos.
—Para.
—Debería morirme...
—¡Detente! —gritó Jimin tomando sus manos —. Tú no hiciste nada malo, todo fue culpa de ese idiota, Jungkook, tú no eres malo, no mereces nada malo.
Y eso fue lo que necesitó Jungkook para romper a llorar.
[...]
Tuvo pesadillas en toda la noche, y en cada una de esas veces Jimin estuvo allí para él.
Aún portaba su mochila en el hombro, Jimin pensó que quizás encontraría su celular y podría llamar a los padres del castaño, en cambio, encontró una libreta vieja llena de frases, poemas y dibujos.
"Odio esa sensación de que a nadie le importo, este rechazo hacia mi mismo. Nunca nadie valora lo que hago, de alguna manera yo soy el malo del cuento. Si tan sólo esta historia se pudiera contar de otra manera..."
"Odio odiarme, pero no puedo evitarlo."
"Quiero seguir, pero no puedo avanzar.
Siento como me asfixio en mis problemas, haciendo de una gota de agua un gran océano."
Tragó duro, nunca imaginó que Jungkook escribiera de esa manera. Se sentía identificado con varias de esas frases, pero hubo algo que llamó bastante su atención.
Un poema.
"Aislada del mundo en total soledad
se encuentra una roca siendo pateada por los demás.
Golpe tras golpe, herida tras herida
Está maldita y no hay quien pueda salvarla.
Está maldita a ser siempre culpada de tropiezos y caídas.
Está maldita a ser considerada un estorbo.
Está maldita por existir;
Está maldita y a nadie le importa.
Hay tantos pasos sobre ella como estrellas en el cielo, como arena en el desierto, como susurros en el viento.
¿Cuántas pisadas habrá soportado para conseguir su fuerza?
¿Cuántas molestias habrá causado para conseguir su dureza?
No es preciosa como el diamante, ni delicada como el cristal, ni tan valiosa como el oro.
Es sólo una roca
una maldita roca
No hay ángel que extienda sus brazos, ni gran artista que trabaje con ella.
Sólo le queda seguir, entre lágrimas eternas."
Soltó un suspiro pesado y se dirigió al cuarto al escuchar un nuevo sollozo.
Jungkook se acomodó en la cama, aún abrazado a la almohada de Jimin. Quejándose entre sueños, mientras el mayor acariciaba su espalda.
—¿Jimin...? —se levantó aún con un ojo medio cerrado y su rostro brillante por las lágrimas secas.
—¿Sí? —preguntó volviendo a su lado.
—Tú... ¿dormirías conmigo? —alzó su vista y Jimin se encontró de repente con unas inmensas ganas de besar al chico que se encontraba frente a él.
Por su parte, Jungkook no quería incomodar a Jimin, ya no quería causar más problemas.
—Claro —le sonrió tranquilizándole, y seguido se acostó junto a él.
Lo abrazó por la espalda, escondiendo su cabeza en el hueco de su cuello.
—Gracias... —susurró antes de quedarse dormido.
[...]
Sus pies se movían inquietos bajo el asiento y sus manos comenzaban a sudar.
Se supone que Jungkook no tardaría mucho en salir de la dirección, esperaba con todo su corazón que las autoridades escolares hicieran algo al respecto y corrieran al imbécil de Minwoo.
Se comenzaba a preocupar, y los gritos que salieron de la dirección no hicieron más que empeorarlo.
—¡Jeon Jungkook! ¡¿Te das cuenta de la mentira tan grande que estás diciendo?!
—No es mentira, él de verdad me...
—¡Cállate! —se escuchó la voz de su director —. ¡Mejor sal de aquí antes de que llame a tus padres!
Jimin se quedó parado tras la puerta, y segundos después de que Jungkook salió lo volvió a arrastrar con él a la dirección.
—Esto no se quedará así —le susurró antes de pararse frente al señor Kang, su director.
El hombre hizo gesto de sorpresa y le sonrió ignorando completamente al pelicastaño a su lado.
—¡Joven Park! —le invitó a sentarse —. ¿Se te ofrece algo?, ¿algún asunto de la directiva?
—Más que eso —se mantuvo parado, firme en su lugar, fijando su furiosa mirada en Minwoo —. Vengo a preguntarle ¿por qué carajo no ha corrido al señor Lee?
—¿Y por que habría de hacerlo? —lo miró confundido.
Jungkook se tensó, sintiéndose una total basura....
¿Así de insignificante era su sufrimiento?
Jimin tuvo que aguantarse las ganas de golpear su ridícula cabeza calva y tragó duro antes seguir, tomando la mano de Jungkook en todo momento.
—Este hombre —señaló al acusado —. estuvo apunto de violar a un alumno, joder, que creo que lo que le hizo ya cuenta como violación.
El señor Kang lo miró dudoso antes de reír y negar para sí mismo.
—No deberías creerle a ese chico.
—Yo lo encontré ayer señor, ¿ve el ojo morado de Minwoo? —observó el tono rojizo-purpurado que rodeaba el ojo de aquel hombre —. Yo lo hice para defender a Jeon, señor, yo jamás he mentido y Jungkook no sería capaz de inventar algo así, mierda, ¡¿por qué mentiría acerca de una puta violación?! —golpeó el escritorio y Kang analizó la situación.
Regresó su vista a Lee quien se encontraba con la mirada, en algún punto de la dirección, en señal de nerviosismo.
—Lee Minwoo —lo miró y éste se acercó —. Ya me encargaré de usted —lo fulminó con la mirada —. Mientras tanto, Park, Jeon, salgan de aquí, pueden tomarse el resto del día.
Asintieron y se dirigieron a la puerta.
—Jeon —lo llamó el director antes de salir y el castaño volteó.
—¿Sí?
—Si levantarás cargos legales, puedes decirme, mi hermano es un gran abogado.
—S-Sí, gracias.
Salió tras Jimin y cuando la puerta fue cerrada el director pudo notar, por primera vez, la persona tan fuerte que era Jeon Jungkook.
[...]
La pantalla encendida iluminaba la habitación mientras buscaba alguna buena película para ver.
Jimin se encontraba junto a él, acariciando su cabello aunque le apartara la mano.
Era un buen momento, el sonido de la lluvia los arrullaba y el viento frío que entraba por la ventana se sentía de maravilla al estar tapados por varias cobijas.
Aunque la tranquilidad no les duró mucho, pues cuando por fin habían decidido que ver, un rayo se había hecho escuchar ocasionando un apagón en el área.
—Mierda.
La casa había quedado en total oscuridad, y el hecho de que estuvieran solos -ya que los padres de Jimin se encontraban en Japón por un viaje de negocios- no ayudaba en nada.
—¿Qué haces? —preguntó Jungkook aún acostado al ver como Jimin se levantaba de la cama.
—Iré a la habitación de mis padres por unas linternas, ¿vienes? —se desperezó un poco mirando a Jungkook con una leve sonrisa.
—Nah, mejor me quedaré aquí —le respondió aparentando indiferencia pero le devolvió la sonrisa — Me gusta como se ve la ciudad bajo la lluvia.
—Está bien —asintió para si mismo —. Grita si necesitas algo.
—Claro.
Jimin salió dejándolo solo y Jungkook soltó un pesado suspiro. No se suponía que se sintiera así respecto al pelinegro.
La dependencia le aterraba y, sin embargo, le gustaba esa sensación de plenitud que sentía cuando estaba con Jimin. Le gustaba sentirse protegido, seguro, simplemente sentía la necesidad de tenerlo siempre a su lado. Era como si su oxígeno hubiera sido reemplazado con las sonrisas que Jimin le daba, como si su existencia hubiera sido partida en dos y el azabache tuviera la otra mitad.
Se sentía tan bien, que pensaba que definitivamente no lo merecía.
Era muy duro con él mismo al no verse capaz de ser feliz, pero ¿qué podía hacer al respecto?
Desde pequeño había sido tratado como un ser sin valor, alguien que sólo existe por existir.
Tomó un respiro, sintiéndose vivo al ver a las estrellas dándole vida a la ciudad.
—Solitaria, solitaria, solitaria ballena,
Cantando sola de esta manera,
¿Puede una isla sin rumbo como yo
brillar intensamente?
Comenzó a cantar al ritmo de la llovizna que caía a tan sólo unos pasos de él.
—Solitaria, solitaria, solitaria ballena, Tratando de cantar sólo una vez más de esta manera, hasta que esta canción sin respuesta alcance el mañana —una lágrima cayó y la limpió con rapidez —. No más, no más cariño, no más, no más, un mensaje sin fin algún día llegará a alguien, hasta el otro lado de este planeta.
Dejó de cantar y tragó intentando deshacer el nudo en su garganta.
—No soy de hacer muchos halagos, pero tu voz es jodidamente hermosa.
Se volteó sorprendido y moduló una sonrisa tímida al ver a Jimin sonreírle de aquella forma, tan sincero, tan él.
—Gracias —Se limitó a decir.
Jimin se quedó a su lado, disfrutando de la vista al igual que él.
Había un silencio tranquilo en el lugar, el aroma de la lluvia se mezclaba con la melancolía que Jungkook sentía, Jimin pasó un brazo tras su espalda, acercándolo a él.
—Jimin... —susurró antes de que el pelinegro posara sus labios sobre los suyos.
[...]
Habían pasado unos días desde el incidente. Lee Minwoo había sido echado de la preparatoria, y aunque Jungkook no puso cargos en su contra, sí levantó una orden de alejamiento.
La relación de ambos tras aquel beso cambió un poco; seguían molestándose entre si, pero su confianza había aumentado.
Jimin confiaba en Jungkook y Jungkook confiaba en Jimin.
Hacían una buena pareja (no oficial todavía), y a pesar de ello, seguían sin poder pensar en una buena idea para su poema.
¿Lo malo?, era para el día siguiente.
—Odio esto.
Jungkook se estiró en la cama de Jimin, sintiéndose como un fracasado, llevando una mano a su frente, y el azabache se limitó a reír.
—¿De qué te ríes enano? —preguntó Jungkook, fingiendo estar enojado, para luego lanzarle una almohada.
—¡Oye! —se quejó Jimin.
—No te reirás cuando estén dando calificaciones y hayamos reprobado —bufó.
—¿No se supone que yo soy el nerd aquí?
—Cállate —rodó los ojos divertido —. no me preocupo por mí, ¿qué se supone que harás si repruebas?, eres el presidente escolar.
Jimin resopló y luego despeinó su cabello.
—Cierto.
Se lanzó a la cama junto a él, enterrando su rostro en la almohada.
Definitivamente no se esperaba que esta vez fuera Jungkook quien lo besara.
Lo acercó a él, abrazándolo por la cintura, acariciando con su lengua sus suaves labios. Cada beso estaba lleno de dulzura y cariño. Sentimientos extraños pero lindos para Jungkook.
Se separaron antes de mirarse a los ojos, expresando en sus miradas pequeños rasgos de amor que ambos compartían.
—¿Y si te tomo una foto y la entrego como proyecto? —preguntó sobre sus labios y Jimin lo miró confundido.
—¿Uh? —ladeó la cabeza y siguió jugueteando con sus cabellos, suspirando y jadeando bajo al sentir los húmedos belfos de Jungkook esparciendo cortos besos en su cuello.
—Es que tú eres el más bello de los poemas, Park Jimin.
Las mejillas del azabache enrojecieron ante las palabras del menor.
Jeon Jungkook era el ser más perfecto sobre la tierra.
[...]
Era finalmente el día en el que entregarían el trabajo.
El castaño cepillaba sus dientes con nerviosismo.
Iba a reprobar, joder, que lo sabía.
Pero algo dentro de él le decía que sería un buen día.
Sus padres habían salido a China por un viaje de negocios -o eso habían dicho- y no volverían hasta dentro de una semana, así que tendría un poco de descanso.
Tomó su mochila ya lista y un durazno de su cocina y, sin más, partió a la escuela.
Llegó a su salón dando zancadas, dándose una cachetada mental al recordar que, ya que corrieron a Minwoo, tendría esa clase libre hasta que encontrarán un sustituto.
—Vaya Jeon, ¿recordando los viejos tiempos?
Giró su cuerpo hacia el del pelinegro y negó con una leve sonrisa.
—En absoluto, supongo que madrugar es una mala costumbre mía.
—Igual que mía —rió Jimin —. coincidencias de la vida, supongo.
Siguieron hablando de cosas banales, haciéndose uno que otro mimo descuidado mientras conversaban hasta que los estudiantes comenzaron a llegar y el profesor Choi entró a su aula.
—Bien, no tengo mucho tiempo así que comiencen a declamar sus poemas —ordenó y pronto comenzaron a pasar.
La primera pareja en pasar fue la que conformaban Jisoo y Momo, seguida de la de Taehyung y Dongmin, y así, poco a poco, hasta que fue el turno de Jimin y Jungkook.
—Jimin... —murmuró Jungkook preocupado —. ¿Qué se supone que haremos?
—Ten —le extendió una carpeta —. dásela al profesor.
Jungkook asintió y se levantó para entregarle las copias del análisis al profesor.
—¿Quién de los dos va a declamar? —. preguntó el profesor y Jimin levantó la mano.
—Lo haré yo, señor.
Caminó al frente de la clase y el profesor lo miró satisfecho.
—Muy bien —asintió el profesor para si mismo —. Puede comenzar Joven Park.
El pelinegro se aclaró la garganta ante la confundida mirada de Jungkook, esperaba que todo saliera bien, y sin más, comenzó.
—Aislada del mundo en total soledad,
se encuentra una roca siendo pateada por los demás.
Jungkook se quedó estático en su lugar al escuchar su poema... ¿cómo lo había conseguido?
—Golpe tras golpe, herida tras herida
Está maldita y no hay quien pueda salvarla,
Está maldita a ser siempre culpada de tropiezos y caídas,
Está maldita a ser considerada un estorbo —declamaba con pasión, sintiendo cada una de sus palabras —. Está maldita por existir;
Está maldita y a nadie le importa.
Hay tantos pasos sobre ella como estrellas en el cielo, como arena en el desierto, como susurros en el viento.
El resto de la clase escuchaba atentamente, pero Jimin no lo notaba, pues se encontraba perdido en cada uno de los versos que salían de sus labios.
—¿Cuántas pisadas habrá soportado para conseguir su fuerza? —miró a Jungkook quien le dio una mirada que no supo como descifrar, simplemente invitándolo a seguir —. ¿Cuántas molestias habrá causado para conseguir su dureza?
No es preciosa como el diamante, ni delicada como el cristal, ni tan valiosa como el oro.
Es sólo una roca,
una maldita roca,
No hay ángel que extienda sus brazos, ni gran artista que trabaje con ella.
Sólo le queda seguir, entre lágrimas eternas.
Jungkook no cabía en su impresión, aunque esta sólo aumentó cuando Jimin continuó lo que él había escrito.
—Pero de las lágrimas se crea un océano,
lleno de esperanzas y promesas llenas,
no necesita artista quien la moldee porque ya está hecha y es perfecta —Jimin le regaló una sonrisa que también notó el resto de la clase, quienes se dieron cuenta que ese poema iba más allá de lo personal —. ni ángel que extienda sus brazos pues su simple presencia es divina,
¿qué seria de la tierra sin ella? que aún siendo pisoteada no pierde su sublime esencia,
Las voces dicen que es fría, algo difícil de tratar,
y se entiende, antes del amanecer siempre viene la oscuridad.
y la roca ahora es el gran cimiento de la tierra,
es la piedra más preciosa a los ojos de quien la vea.
Finalizó y la clase comenzó a aplaudir, pero él poco caso hacía pues sólo tenía ojos para la gran sonrisa en los labios de Jungkook.
Se acercó a él y lo envolvió en un abrazo, ignorando las reacciones del resto de sus compañeros.
—Jeon Jungkook —lo besó en la frente —. Te amo, te amo demasiado y si bien es algo apresurado, tengo la gran necesidad de hacerte esta pregunta —su corazón latía con fuerza mientras tomaba sus manos —. ¿Quieres ser mi novio?
La clase entera quedó en silencio, esperando la respuesta de Jungkook quien no tardó en asentir.
—Y-Yo... Sí, Jimin -—Lo besó y Jimin correspondió inmediatamente, no podía creer que ahora, por fin, estaban juntos.
[...]
Caminaba de un lado a otro, ansioso mientras esperaba.
—¡Maldita sea! —exclamó —. ¡¿Por qué aún no llaman?!
—Tranquilo, hombre, no tardarán en llamarlos —lo tranquilizó su mejor amigo, mientras le servía un poco de té.
Su esposo había salido a trabajar y no tardaría en llegar, así que esperaba poder recibirlo con una buena noticia.
—Vamos Jimin, no te alteres.
—Es que Tae, entiéndeme, Joder —bufó y dio un salto cuando un ruido proveniente de la sala de estar se hizo escuchar en la habitación.
El teléfono.
Corrió a tomarlo bajo la atenta mirada de Taehyung y atendió la llamada.
—¿Sí, quien habla? —una sonrisa se ensanchó en su rostro al escuchar el mensaje de la otra persona —. ¡¿Es en serio?!, Gracias, sí, iremos de inmediato, adiós.
Colgó y se apresuró a abrazar a su amigo quien hacía lo posible por soltarse.
—¿Q-Qué pasó? —preguntó con dificultad al ser estrujado por su amigo.
—¡Ya está todo listo! —gritó y Taehyung comenzó a saltar junto a él.
—¡Muchas felicidades! —gritó y ambos dejaron de saltar al escuchar la puerta principal ser abierta.
—¿Qué celebran ustedes dos? —preguntó Jungkook desatándose la corbata, acercándose a besar a Jimin y saludando con un abrazo a Taehyung.
—Me llamaron los del orfanato y... —hizo una pausa y sonrió al ver la mirada preocupada de Jungkook —. ¡Ya está todo listo para la adopción!
Jungkook soltó un grito haciendo que ambos rieran y se abalanzó a besar al mayor.
—Minjae vendrá a casa por fin, Jimin —rió en sus labios —. Seremos padres.
Volvió a abrazarlo, sin poderlo creer todavía.
Y Jimin tampoco lo creía, el tiempo había pasado demasiado rápido.
Y ahora esa era su vida, con un genial grupo de amigos que habían conocido en la universidad -con excepción de Taehyung-, un trabajo estable como un admirable empresario, un esposo maravilloso, y pronto, un pequeño hijo para duplicar su alegría.
Y todo se lo debía, a su amado chico insolente.