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Se giró sólo por el capricho de verle. Ese rostro con facciones un tanto más fuertes que las propias y mandíbula ligeramente marcada le encantaba. En demasía ese chico le gustaba.
Sabía que Jungkook le miraba clase tras clase y fingía que no lo hacía cuando Jimin ponía sus ojos en él. Le parecía adorable lo tímido que podía llegar a ser el azabache.
Él por su parte, se encargaba de darle algunas señales sutiles que le dejaran claro lo dispuesto que estaba a dar una oportunidad a su amistad y puede ser que algo más.
Su táctica eran las sonrisas fugaces.
El interés del otro por él era demasiado obvio a su parecer, al menos cuando estaban en el aula y no le saca los ojos de encima, también podía ver sus nervios a flor de piel si posaba su mirada sobre él. Jimin no lo supo al instante, pero desde que fue consciente de ello, quiso hacerle las cosas más fáciles para darle la seguridad necesaria y que este se le acercara.
Jimin decidió que era el momento de darle lugar a algo que se volvió costumbre en Jungkook. Se levantó de su asiento, seguro de que Jungkook haría su movimiento, se encaminó al otro lado del aula hacia Hoseok, uno de sus compañeros y parte de su círculo de amigos.
Al regresar a su lugar, dio una pequeña búsqueda por el área que la silla y escritorio ocupaban, percatándose de que una de sus pertenecías ya no estaba. Justo como esperaba.
¿El hurtar sus lápices era una estrategia para llamar su atención?
Demasiado infantil y tierno a la vez, pensaba Jimin.
Efectivamente se volvió costumbre que al menos una vez a la semana Jungkook se apropiara de sus lápices. Al principio le molestó y pasaba varios minutos buscándolos, hasta que un día vio como este sobresalía del bolsillo en el pantalón del azabache. No se atrevió a encararlo, no quería arruinarlo con el chico que le gustaba haciéndole un escándalo por algo tan insignificante como lo era tomar su lápiz, que quizás había dejado caer y por eso no se molestó en preguntar a su dueño.
Eventualmente Jimin descubrió que el chico los tomaba directamente de su escritorio, tuvo que presenciar varias veces a escondidas el como lo hacía y alguna vez, cuando se suponía que el aula estaba sola, vio como el chico de cabellos obscuros se llevaba la parte superior del lápiz a los labios y depositaba un beso sobre las marcas de sus dientes en este.
— ¿Pasa algo, Jimin? —La voz de su amigo Yoongi, quien tomaba asiento regularmente detrás suyo, le sacó de sí. — Ya es la hora del almuerzo, debes apurarte o no alcanzaremos lugar. —Su voz dejaba claro lo desesperado que estaba por salir del aula. Si bien era alguien más bien vago, cuando se trataba de comer o volver a casa, gastaba toda la energía que se encargaba de recolectar durante las clases mientras dormía.
— Nada, nada… —Respondió mientras se colgaba la mochila al hombro y le concedía una sonrisa. — Creo que perdí mi lápiz de nuevo. —Yoongi sabía lo que eso significaba y solo pudo rodar los ojos, mientras arrastraba de la muñeca a su amigo con la sonrisa de idiota, fuera del aula.
— ¿Cómo puedes dejar pasar algo así? —Preguntó de forma acusatoria el de cabello menta sin mirarle y dejar de arrastrarle, obligándolos a prácticamente trotar hasta la cafetería. — Entiendo que te guste y le gustes, pero es extraño. Incluso aterrador.
Jimin no pudo evitar soltar una risita. — No parece una mala persona y menos alguien peligroso. — Defendió. — Solo es tímido y no sabe cómo acercarse, así que intenta llamar mi atención y que sea yo quien da el primer paso.
— Y si lo sabes, ¿por qué no lo haces?
— Lo haré. —Aseguró. — Solo espero el momento adecuado, puedo haberlo malinterpretado o parecerle demasiado atrevido y ser rechazado. —Jimin estaba algo ensimismado imaginando los posibles escenarios donde era rechazado. — Tampoco quiero arruinarlo con mis nervios.
— Lo mejor es que lo hagas pronto, de este modo si las cosas no resultan como esperas porque nada era como creías, no habrás alimentado demasiado tus esperanzas y la verdad no te golpeará tan duro.
Jimin creyó en las palabras de su amigo, sonaba como a un consejo lleno de sabiduría. — Oh, quien te escuche creerá que eres capaz de hacer frente a tu enamoramiento por el chico de la otra clase. —Ante la burla, Yoongi detuvo de golpe su trote.
— Cállate y camina. —Jimin retomó sus pasos tras su amigo quien pudo parecer enojado al soltar aquello, pero su rostro tornándose rojo solo delataba vergüenza.
La cafetería estaba llena, no quedaban mesas y la fila para comprar la comida podía hacerse infinita, pero Jimin y Yoongi traían su almuerzo, el tema de hacerse con un lugar estuvo solucionado cuando Hoseok, Namjoon y Seokjin, el resto de su grupo de amigos, levantaron las manos en su dirección llamándoles a la mesa que ocupaban.
Jimin no vio a Jungkook en el almuerzo, el azabache acostumbraba a hacerse lugar en su campo de visión o quizás él solo no podía evitar ser demasiado consciente de su existencia y dirigir su mirada al chico, pero en compensación por su ausencia, le dedicó toda su atención durante las siguientes horas de clase.
Ahora mismo Jimin se dirigía a la salida del colegio para esperar por Yoongi, quien se desvió al baño cuando salieron del aula. Quiso asegurarse de que este no viniese detrás suyo ya, así que se giró dentro de la multitud que iban en su misma dirección para salir de las instalaciones, efectivamente lo encontró caminando en su dirección, pero quien captó su total atención fue alguien delante de su amigo que le miraba ocasionando que sus miradas se cruzaran.
— ¡Nos vemos mañana, cuidate! —Jimin se encontró sonriendo y agitando su mano hacia el otro antes de pensarlo.
Sin dar lugar a que sus nervios lo consumaran, fue capaz de ver a Namjoon un poco más atrás de Jungkook, por lo que desvió su mirada a él quien sin dudarlo entendió a su manera las acciones del rubio y le correspondió el gesto acercándose a él.
Su rostro quemaba, debía estar tan rojo como un tomate. Fue demasiado torpe e impulsivo. Se regañó mentalmente antes de sentir la mano de Namjoon tocar su hombro a modo de despedida y verle caminar en dirección contraria a sí ya estando ambos fuera del lugar. Unos segundos más pasaron para que Yoongi llegara a su lado y se encaminaran en dirección a la casa de este.
No se atrevió a mirar a sus espaldas de nuevo porque sabía que ahí estaría el azabache mirándole, lo que podría ocasionarle un colapso de la vergüenza que sentía luego de tal espectáculo que armó.
— ¿Qué fue eso? —Cuestionó con palpable burla su amigo que disfrutaba de ver como la vergüenza le consumía.
— ¿De qué hablas?
— No finjas. Toda la escuela vio como te despedías de Jungkook y luego te acobardabas usando a Namjoon como excusa. —Ahogó una carcajada.
— ¡No me digas que fue tan obvio! —El tono que usó Jimin ocasionó que las personas a su alrededor volteran a verlos. — Es culpa tuya, siempre hago tonterías cuando no estás, ¿por qué tardaste tanto? —Agregó en un susurro apenado por haber llamado tanto la atención.
— Entrando al baño choqué con Taehyung.
La expresión de Jimin cambio automáticamente a una sonrisa viendo como Yoongi ocultaba la suya y desviaba la mirada.
— Si tu abandono se debió a que hiciste por fin algún movimiento con él, puedo perdonarte. —Fue como animó a Yoongi para que le contara más sobre aquel suceso.
— Esperas demasiado de mí, Jimin. —Se lamentó. — Solo actué como una tonta colegiala enamorada y huí en el momento que vi como me sonreía.
— No te culpes, es exactamente lo que eres, Hyung. —Carcajeó el menor ante la auto-comparación de su amigo.
— No creo que tengas el derecho a burlarte si eres igual o peor que yo con el rarito.
El ceño del rubio se frunció. — No es raro, solo es diferente y eso lo hace especial. —Defendió. — Porqué es tan único, está a otro nivel y yo no tengo oportunidad.
— Te haces demasiados líos. —Dijo en total desacuerdo con el auto-desprecio del menor. —Tienes una apariencia muy hermosa, pero incluso si lo lo crees, ya tienes la atención de ese chico al que es obvio que le gustas.
— A Taehyung claramente le gustas.
— Él es demasiado amable con todos y tiene demasiados pretendientes, puedo simplemente estar malinterpretándolo. —Explicó Yoongi apuntando al pesimismo en su intento por usar la lógica.
— Aún así, puedes intentarlo.
— Con tantas chicas interesadas en el, estoy en clara desventaja.
— Si le interesara alguna de ellas, ya hubiese intentado algo. Están literalmente pidiéndole que las elija y si aún no lo hizo es porque no le interesan. —Insistió Jimin quizás un poco demasiado porque además de querer sin dudas la felicidad de su amigo, veía aquello como una motivación a que hiciera frente a sus propios sentimientos hacia Jungkook. —Tienes una oportunidad.
El silencio de Yoongi era prueba de que estaba considerando sus palabras seriamente.
Si algo tenían ambos en común, era su inseguridad respecto a sus encantos físicos y personalidad. Eran sin dudas dos muchachos encantadores, con su piel clara y suave, ambos con mejillas regordetas, contextura delgada y estatura baja. Yoongi tenía un encanto especial el cual eran sus ojos rasgados que le daban una apariencia felina, labios delgados y pequeños como su nariz de botón. Parecía ridículo que ninguno fuese capaz de ver su inigualable atractivo, pero por supuesto había quienes sí lo hacían, en este caso los amigos Taehyung y Jungkook.
Eras las 6:05 am del día siguiente y Jimin salía de su casa para encaminarse al colegio. A decir verdad, no solía ser muy puntual, pero existía una motivación y era ver cada mañana a Jungkook en la parada de autobuses. Alguna vez pensó que aquella coincidencia se debía a que el chico esperaba el transporte, pero llegó a descubrirlo siguiéndole casi a diario al pasar por allí, no solo en las mañanas, a veces también le seguía a una distancia considerada cuando iba camino a casa, inevitablemente reía al pensar lo bien que se sentía tener la atención del otro.
Desaceleró sus pasos cuando visualizó la figura del azabache en las bancas de la parada, se permitió mirarle a detalle, amando lo masculina que era su figura con los hombros anchos, sus brazos parecían trabajados y era mucho más alto que él, su cabello siempre estaba algo desordenado, pero le daba una apariencia sublime. Era todo un dios, a Jimin le sorprendía que este pasara tan desapercibido para otras chicas y chicos, pero amaba que no usara su atractivo físico para hacerse con una popularidad. Le encantaba la sencillez del azabache.
Intentaba no idealizarlo como Yoongi le había aconsejado, pero todo lo que se planteaba sobre el chico le parecía tan correcto, todo le gustaba.
Disimulando el haberse percatado de la presencia del otro en el lugar, pasó de largo la parada de autobuses para segundos más tarde sentir que su presencia le acompañaba.
Sonrió para sí mismo, pero dicha mueca abandonó su rostro cuando pensó en como una calle antes, Jungkook tomaría un desvío y ya no se encontrarían hasta que pasados unos minutos de Jimin llegar al aula, este lo hiciera también, sin mirarle haría su camino al puesto que ocupaba detrás suyo y la rutina diaria sería la misma donde ambos se anhelaban a distancia.
Quizás era momento de que Jimin hiciera un movimiento, que se atreviera a hablarle, que como mínimo le demostrara el mismo interés al otro hablándole de su deseo a entablar una relación inicialmente de amistad.
Decidido, por primera vez desde que lo conoció, a dirigirle la palabra, tomó el desvío que haría Jungkook una calle antes del colegio.
¿Cómo debía dirigirse a él? ¿Sería muy extraño llamarlo por su nombre si nunca habían hablado? ¿Qué le diría exactamente? ¿Y en qué momento sería adecuado? Definitivamente quería hacerlo ahora, antes de comenzar las clases para que el transcurso del día les diera varias oportunidades de pasar tiempo con el otro y conocerse… ¿El azabache quería conocerle? Pues parecía interesado en su persona. ¿Puede que su interés romántico y ansias de ser correspondido le habían llevado a malinterpretarlo todo? Quizás se estaba cuestionando de más. ¿Y si sólo entablaba una conversación casual? ¿Lo mejor sería serle directo y confesarse? Pero no había planeado una confesión y no estaba mentalmente preparado para lo que acarrearía ello.
Cruzó la entrada al colegio y se detuvo a esperar por Jungkook quien venía detrás suyo, pero al parecer le dejó tomar ventaja porque tardó un poco más de lo que debería si mantenía la distancia inicial.
“Hola, Jungkook. ¿Qué tal? Soy Jimin, me preguntaba si querías almorzar hoy con mis amigos y conmigo, estamos planeando una salida y sería divertido tener más personas, si gustas puedes venir con algún amigo. ¡Entre más seamos, mucho mejor!”
Podría ser demasiado, pero era lo mejor en lo que podía pensar. Estaba invitando a Jungkook y dándole la opción de que trajese consigo a Taehyung, un empujoncito a su mejor amigo, estaba matando dos pájaros de un tiro. Se consideraba un genio. No debió subestimarse, era demasiado bueno para esto.
En el momento en que se percató de la presencia de Jungkook, se sintió pequeño pues este le sacaba una cabeza y el tamaño de su cuerpo era mayor de lo que aparentaba a simple vista. Su propio cuerpo parecía gelatina de lo mucho que temblaba y como el sol mañanero sería capaz de derretirlo, puede que fuese más cosa de la mirada contaría sobre sí.
¿Es así como actuaría teniendo al más alto cerca? Sería un desastre ejecutar su plan inicial, por suerte tenía un plan B, que si bien podía ser extraño, le daría la seguridad de evitarse una humillación pública y arruinar cualquier oportunidad que le concediera su enamorado.
— En el almuerzo, ve al antiguo parque y encuentrame ahí.
Quizás la forma en que lo dijo sonó tosca, como a una orden o le daría una mala impresión al otro, pero sus nervios jugaron en contra, apresurándole a soltar lo esencial y salir despavorido hasta el aula que compartían sin esperar respuesta.
Jimin comenzaba a regañarse mentalmente porque no tener una respuesta no le aseguraba que el azabache cumpliera con su petición, que aunque no lo pareciera, eso era, solo un pedido. Comenzó a preocuparse, se le evaporó cualquier rastro de valentía que hubiese existido en su interior y murieron poco a poco cada una de sus esperanzas.
Como consecuencia a su torpeza, ahora tenía que verlo entrar, tomar asiento detrás suyo y vivir como una tortura las horas hasta el almuerzo, sabiendo que había hecho aquello.
Faltaban cinco minutos para que la campana avisara a todos los estudiantes el inicio del almuerzo. Jimin se levantó de su lugar, dirigiéndose al maestro para pedirle salir en ese instante a por algo importante y de urgencia. El maestro accedió a su pedido y este no perdió tiempo para salir del aula, prácticamente corriendo hasta el lugar de encuentro con Jungkook.
Había estado pensando en que lo mejor sería confesarse de una vez por todas. No tenía mucho qué perder, puesto que ni siquiera mantenían una amistad y en cambio, sería peor tomarle cariño, ser rechazado y posiblemente abandonado cuando ya se había acostumbrado o encariñado con su compañía. Le hablaría de sus sentimientos todo lo que sus nervios se lo permitieran.
Las palmas de sus manos estaban húmedas, podía sentir su garganta seca, la idea de confesarse y sus posibles consecuencias le tenían el corazón golpeteando mil veces por segundo. Jeon Jungkook hacía estragos con él. Puso las manos en sus bolsillos traseros para limpiar el sudor en ellas.
La siguiente cuestión era definir dónde le esperaría, puesto que el lugar era grande y no estableció un punto de encuentro. Dio una rápida inspección a todo el lugar con la mirada y se plantó junto a una estructura vieja no muy lejos de la entrada, así sería fácil para el azabache ubicarle… Claro, si decidía aparecer, no estaba obligado a ello y Jimin, sin una respuesta de su parte, ya daba por hecho que iría. Qué tonto.
El sonido de la campana llegó hasta él inquietándole aún más y haciendo inútiles sus intentos por controlar los nervios.
No se percató de la presencia de Jungkook hasta que escuchó unos pasos acercarsele por el crujido de las hojas secas. Lentamente levantó la vista de sus zapatos a la figura del chico con cabellos alborotados y conectó sus miradas. Incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo, la fijo en un punto del suelo frente a sí. Al otro se le notaba serio, incluso tenso y se lamentó haberle causado molestias con su tontería de encuentro quitándole tiempo valioso de su descanso. Jimin creía que estaba siendo egoísta, había arrastrado el misterio con la larga espera para algo tan insignificante, definitivamente el azabache iba a molestarse, pero a este punto sería peor hacerle un desplante y excusarse sin confesarse. No tenía opción y lo agradecía porque algo en su interior estaba determinado a hacerlo.
Retiró las manos de los bolsillos traseros en su pantalón y las enlazó frente a sí.
Soltó un fuerte suspiro en el que dejó ir todos sus temores.
Ahora o nunca.
Finalmente era su momento para conectar sus sentimientos con el azabache y llegar a él.
— Jungkook, me gustas.