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𝙵𝚎と忠誠心(𝚂𝙵𝙳1) - 𝚓𝚒𝚔𝚘𝚘𝚔/𝚔𝚘𝚘𝚔𝚖𝚒𝚗

CAPÍTULO 1

Jungkook Jeon se sentó en su coche, viendo la entrada del Stag Bar, sintiendo mariposas en el estómago. Pensándolo mejor, sentía más como si llevara en las entrañas, una avispa con una Uzi. Podía oler a todos los policías que había allí desde el otro lado de la calle, en su interior; en ese mar de azul, era el último lugar en el que quería estar en el mundo. Sólo la fiesta de despedida de Abe Klein podría llevarlo a la ciudad, en una habitación llena de detectives y policías; le recordó a Jungkook una y otra vez lo que ya no tenía en su vida.

Había pasado mucho tiempo desde que se había reunido con los policías de Manhattan. Staten Island podría ser una colonia de leprosos; y para ellos, él era un leproso que estaba mal de la cabeza. Porque nadie quería estar allí, y nadie quería admitir saber nada de Jungkook Jeon. Por otra parte, no había sido policía desde hacía casi un año, por lo que; básicamente, a nadie le importaba una mierda, por triplicado.

Jesucristo, él realmente necesitaba un trago.

Con las manos más temblorosas de lo que jamás admitiría, Jungkook sacó su alto y musculoso cuerpo fuera del sedán, él supuso que se trataba de algún tipo de cosa psicológica, continuar conduciendo el coche de un detective, además, seguía vistiendo como si aún estuviera en el cuerpo de policía. Él sólo no podía renunciar a la ilusión de su vida anterior. Lo llamaban el teniente Jungkook en la empresa de seguridad en la que trabajaba, y con una sonrisa que se veía forzada y falsa, se reía de la broma mientras se alejaba. Se había puesto muy, muy derecho al caminar, una difícil lección aprendida por sí mismo siendo Kookie, pero supuso que a sus putos cuarenta y dos años, bien podría comenzar a actuar como un adulto.

O al menos eso le gustaba decirse a sí mismo antes de que se cayera de lo borracho que estaba.

De repente, se encontraba dentro del bar, haciendo un inventario automático de los paneles de madera, objetos de recuerdo del boxeo, y televisores en cada extremo de la barra para ver los partidos de béisbol. «¡Caramba, chico! Cuánto de este lugar tiene un aspecto tan familiar».

Un rápido examen le dijo que no conocía a ninguna persona en el salón principal, podía escuchar los rugidos de las risas y el zumbido estridente de la conversación de la parte posterior. En algún momento tendría que ir a buscar a Abe en ese mar de caras conocidas y darle su más sincera enhorabuena, pero Jungkook se trasladó primero a la barra, vio la puntuación de los Yankees, y esperó a que el camarero tomara su orden. Sabía que estarían susurrando y él no quería oírlos. Así que esperaría hasta emborracharse un poco.

La puerta se abrió detrás de él y se volvió para ver si había alguien conocido. ¡Era el maldito de Namjoon Kim! Una gran sonrisa cruzó el rostro de Jungkook.

─¡Hey, Namjoon!

El capitán se estaba quitando la chaqueta y se volvió hacia la voz.

─¡Kookie! ¿Qué diablos estás haciendo aquí?

El comentario no estaba destinado a ser un insulto pero de todos modos le dolía.

─No podía faltar a la despedida de Abe. ─Los dos hombres se estrecharon la mano cordialmente.

─Te ves bien, Kookie. Me dijeron que dejaste la fuerza.

─Sí, sí. Era tiempo de un cambio. ─Se encogió de hombros, fingiendo que no era gran cosa. Namjoon amablemente hizo lo suyo─. Tengo un trabajo decente, trabajando para una empresa de seguridad corporativa. Analizamos la seguridad de las empresas, protegemos el culo de los peces gordos de los empleados descontentos. Esa clase de mierda.

─¿Buen dinero?

Jungkook se echó a reír.

─Estoy haciéndolo bien. ─«Puedo darme el lujo de cenar cada noche en un pub de mierda situado en la misma calle de mi estudio. Estoy muy bien», pensó.

─Así que déjame hacerte una pregunta. ¿Crees qué puedes encontrar algo para mí?

─¿Estás pensando en retirarte, Namjoon?

─Podría ser bueno. Estoy cansado estos días. Además, esto a veces puede ser realmente como un callejón sin salida.

Jungkook asintió con la cabeza. Él nunca lo habría hecho en otro momento, pero recordó las propias relaciones de homicidios de su sub-oficial, en colaboración con el otro departamento. Nunca creerías que existen cosas peores que la muerte, pero ahí estaban.

─Hey, ven a conocer a algunos detectives de mi unidad. ─Por primera vez, Jungkook se dio cuenta de que había gente a algunos metros de distancia, en espera de Namjoon. Un hombre y una mujer. «Jesús», pensó Jungkook, «cómo echaba de menos esto. Deben ser cosas de la edad, ¿cierto?». Él esbozó una sonrisa de diez mil vatios en su dirección.

─Taeyeon Kim, Jimin Park, conozcan a Jungkook Jeon. Él solía ser el compañero de Abe en homicidios.

─Un placer conocerte. ─Jungkook tomó la mano de Taeyeon.

Ella le devolvió la sonrisa. Mierda Santa. Preciosa sonrisa. Ojos violetas. El cabello corto y negro brillante que parecía más de los profesionales de la Quinta Avenida que parte de un cuerpo policial. Estrechó la mano del hombre.

─¿Jaehyo? ─E inmediatamente volvió su atención a Taeyeon.

Él ni siquiera abrió la boca. Y Taeyeon pasó sobre él y se dirigió al camarero.

─Jimin, Capitán... Jungkook, ¿verdad? ¿Qué desean chicos?

─Club Soda.

─Lo mismo.

─Auch, ¡vamos Jimin! ¿No vas a tomar una cerveza?

─A pesar de la presión del grupo Taeyeon, solo quiero una Club Soda ─dijo.

─Uh, yo tomaré una cerveza ─empezó a hablar, resistiendo las ganas de olerse a sí mismo o comprobarse los dientes para ver si tenía un pedazo de madera pegado en la parte frontal entre dos de ellos.

─¿Lata o botella?

─Lata está bien ─dijo Jungkook, sin poder llegar a decir nada ingenioso.

Su sonrisa era cálida, pero sus ojos le indicaban que estaban en otra parte. Jungkook no estaba recibiendo algún pitido en el medidor de interés. «Uh... ouch».

Las bebidas llegaron y Taeyeon hizo de anfitriona. Su objetivo principal parecía ser Jimin. Ella siguió tocando su brazo y su brillante sonrisa iba hacia su dirección. La conversación fue fresca y llena, atrapando a Jungkook hacia los viejos conocidos, salpicando algunos «Recuerdo aquel tiempo» en todas las historias que lanzaba. Él escuchaba con un oído, Taeyeon era su distracción. No podía averiguar por qué se fijaba sólo en su compañero. Este hombre no era un jugador, de eso estaba malditamente seguro, y parecía algo rígido. Obviamente no sabía cómo responder al coqueteo de Taeyeon.

Namjoon se excusó cuando vio a un amigo entrar en el bar, dejando a Jungkook convertirse oficialmente en la tercera rueda.

Mierda. De repente era momento de ir a buscar a Abe.

─Hey, voy a echar un vistazo en la trastienda. ¿Ustedes vienen? ─Sonaba como un idiota. Se sentía como si estuviera en la escuela secundaria.

Taeyeon le sonrió.

─Gracias, iremos en breve.

«Gracias. Soy un desechado», pensó Jungkook. Tomó su cerveza y la nube oscura sobre su cabeza y entró a la trastienda.

Cerca de unos setenta y cinco de los mejores amigos de Abe estaban brindando a su salud y, al parecer, al tamaño de su pene. Era una gran multitud. Dios, pero como lo echaba de menos. Jungkook escrutó a la multitud y vio a su viejo amigo charlando con unos de los tipos de trajes

Él casi lo había hecho, cuando una mano serpenteante entre la multitud le agarró del brazo en la esquina. Tratando de evitar el contacto visual con alguien, Jungkook cruzó la habitación.

─¡Jungkook Jeon! ─gritó una voz. Jungkook se volvió y miró a la cara roja e hinchada de Rick Hanlon, un ex compañero de clase de la Academia. Según lo que había escuchado, Rick había estado cerca de convertirse en capitán. Si no hubiese bebido hasta casi morir en primer lugar.

«Oh Genial», pensó Jungkook. «Justamente al que quería ver, ahora».

─Jungkook. ¿Cómo mierda estás, hombre? Jesús, te dejan fuera de la patrulla por esto. ─Los clones de Rick que estaban sentados en torno a su mesa rieron obedientemente─. ¿Qué estás haciendo en la gran isla?

Jungkook mostró su sonrisa más encantadora, disponiéndose a contar lenta y descendentemente de diez hasta cero.

─Hey, Rick. No, no tengo una patrulla completa. Estoy fuera de los uniformes azules. Trabajo en la seguridad privada...

Rick lo cortó.

─Guardia de seguridad... Geniiiaaal. ¿Tienes a tu propio equipo aventurero? ─dijo, con más de su risa estúpida.

─Sí, lo que sea. Nos vemos, Rick. ─Jungkook giró sobre sus talones, se fue a ciegas de la misma forma en que llegó. Jesucristo. ¿Cómo llegó a pensar que esto había sido una buena idea?

Podía sentir la mirada de todos sobre su espalda. Se sentía como America’s Most Wanted. Hermanos en azul. Y una mierda. Hermanos hasta que no te sientes bien por arrestar a una persona. Hermanos que cubrían su espalda, tenían su vida en sus manos, hasta que decidió que la verdad era más importante que sus putos códigos. A continuación, todas las apuestas estaban aparentemente cerradas.

La ira y la frustración se apoderaron de él como una ola.

Aquí era donde él siempre se metía en problemas, y estaba decidido a mantenerlo bajo control. Había pagado el máximo precio, su carrera, por el placer temporal de permitir que la ira se le escapara en un golpe.

Nunca más.

Jungkook se detuvo, respiró hondo, y se encontró de nuevo en el bar. Hizo una seña al camarero, captó su atención con el sistema de agitar un billete de veinte, y pidió otra cerveza. Cuando giró la cabeza, vio que los detectives de antivicio se habían trasladado a una mesa en la esquina. Kim Namjoon no estaba. Probablemente estuviera en la sala principal, pero una mujer atractiva se había sumado a Taeyeon y Jimin. Dios, ¿acaso no había ninguna chica fea entre los de antivicio? Estaba considerando volver a saludar pero lo pensó de nuevo. ¿Volvería para ser ignorado por dos mujeres?

Sin nada más qué hacer y; además de la opción más evidente y atrayente de emborracharse, un cansado y retirado Jungkook miró a los tres detectives de la mesa del rincón, todavía tratando de averiguar cómo Jimin atraía a dos mujeres tan calientes hacia él.

Pero cuando Jungkook dio un vistazo más cercano, se dio cuenta de que el detective casi no reaccionaba a sus coqueteos; sonrió automáticamente, notó que el hombre miraba a lo lejos, como si divisara una escena completamente diferente jugando dentro de su cabeza. Después de unos momentos, Jungkook observó mientras él se excusaba y se levantaba, cogiendo un teléfono celular del bolsillo de su abrigo mientras caminaba hacia afuera. Cuando Jungkook se volvió hacia la mesa, vio a las dos mujeres con el ceño fruncido, susurrando.

Algo raro pasaba en Antivicios.

«Guau, que brillante detective eres Jungkook. Impresionante, no dejas escapar ni una sola pista».

La puerta se abrió de nuevo y Jimin volvió, seguido por otro hombre. Un tipo redondo y calvo, con un traje barato, parecía diez años mayor de lo que aparentaba, sin duda, era un policía. Hubo una charla general cuando Jimin cogió otra silla para agregar a la mesa y una conversación bastante amigable llenó el aire.

Jimin se sintió contento de haber traído a Moses allí, para que disfrutara un poco de la atención de sus compañeros detectives. Atenuando la conversación mentalmente, levantó los ojos al ver a Jungkook Jeon mirando la mesa con una expresión abatida en su rostro. Jimin le dio una sonrisa. Se sintió un poco mal por lo ocurrido antes en el bar. Podía ver que Jungkook estaba interesado en Taeyeon y ella no parecía darse cuenta.

Él sabía por qué, él estaba allí y Taeyeon era dulcemente transparente. Ella había estado trabajando tan duro en mantener un ojo sobre él durante todo el año pasado que su relación de igualdad se había vuelto más una relación de enfermera y paciente. Todas las mañanas ella le llevaba el desayuno y lo veía comer. Todas las tardes lo molestaba con el almuerzo. Ella contaba chistes y trataba mantenerse con descaro tan al límite, que en ocasiones le preocupaba que la mujer pudiera hacerse daño. Y antes de despedirse el uno del otro por la noche, ella le recordaba la cena. La mujer estaba obsesionada con sus hábitos alimenticios. A veces ella lo llamaba los fines de semana, sólo para hablar, fingiendo que necesitaba su ayuda experta en algo.

Jimin extrañaba a la Taeyeon que era su amiga y compañera.

Jimin sabía la historia de Jungkook Jeon. Después de haber pasado un año en el programa: Namjoon Kim; Viudo/Divorciado (como Moses lo había bautizado), había sacado la mierda, el carácter de Jungkook Jeon era legendario, jodía a los políticos con sus opiniones también legendarias, y habiendo ofrecido su carrera como un chivo expiatorio se topó con una serie de policías corruptos mientras investigaba el asesinato de un drogadicto. Derribando a un corrupto; pero muy buen policía, para poner una etiqueta de “resuelto” en el caso de la muerte de un distribuidor de heroína, no obtendrías una fiesta exactamente. Detective de homicidios de NYC vence a policía de Staten Island, un infierno para caer en desgracia. Probablemente aquello sería la peor pesadilla de un policía fuera de la muerte o de las lesiones. O quizá no. La muerte significaba el honor. ¿Qué pasó con el Jeon siempre teñido de hombría por dentro y por fuera?

Hizo un gesto hacia él para que se le uniera en la mesa. Jeon vaciló por lo que saludó con la mano de nuevo. El ex-policía hizo como si fuera a negarse, pero Jimin podía ver la soledad en su cara. Después de una pequeña pausa, el hombre alto se bajó del taburete de la barra y se dirigió hacia la mesa.

─Hola, Jungkook. ¿Te unes a nosotros? ─dijo Jimin educadamente.

Todos en la mesa miraron expectantes. Taeyeon pareció darse cuenta de su anterior metedura de pata en el bar, porque ella comenzó asintiendo con entusiasmo.

─No te vi ahí fuera, o te hubiera llamado yo misma.

Jungkook sonrió débilmente y acercó una silla. Todos se movieron un poco para que las sillas encajaran en la mesa.

─Jungkook Jeon, Kalee Jensen y Jonah Moses, Inspectores de antivicio. ─Saludos con la mano y asentimientos es todo lo que hubo. Kalee le dio una sonrisa coqueta a Jungkook y él le devolvió una antes de que ella se lanzara a una diatriba en contra del fiscal del distrito que había excluido varias pruebas en un juicio el día anterior.

Las cosas pronto se convirtieron en un «¿Crees que es malo?» concurso, donde incluso Jungkook se unió para decirles unas cuantas historias de las suyas. Taeyeon señaló al camarero que mantenía las jarras de cerveza, diciéndole que las trajera como si éste fuera; obviamente, el calentamiento de algo grande.

Después de un rato la conversación cayó en Kalee y Moses, entrando a una falsa pelea sobre quienes o cuáles eran los más duros: La policía o Narcóticos, donde Moses había pasado la mayor parte de su carrera. Se pasó peligrosamente a Mighty Mouse vs Superman y ese tipo de cosas, y todos los demás simplemente se sentaron y observaron. Jimin deslizó una mirada hacia Jungkook, que no había dicho una sola palabra en mucho tiempo. Su rostro reflejaba una robusta aceptación cansada de la vida que Jimin reconoció con facilidad, él había pasado casi un año completo evitando mirarse al espejo.

Extrañar a Hayi había resultado ser un trabajo a tiempo completo.

Añadiendo la crianza de sus hijos y su trabajo en la policía, las demás cosas no importaban mucho; como dormir, o igual que comer, excepto cuando Taeyeon o Hana estaban cerca y le obligaban a sentarse y comer algo. Al igual que el pensamiento consciente de lo que fuera necesario hacer de manera automática. Esta existencia zombie parecía estar funcionando bien. Su trabajo no había sufrido, concentrarse en el dolor y la miseria de los demás había demostrado ser una distracción útil de su propio dolor. Nadie se daba cuenta de la verdad. Sabían que estaba triste, pensaban que se sentía solo.

Pero no se dieron cuenta en lo que se había convertido, a todos los efectos, se había alejado de la vida. Sentía amor por sus hijos y amigos, pero más o menos terminaba ahí. No podía sentir ya lo que ellos le dieran a cambio; no respondió cuando Nayeon le echó los brazos alrededor de su cuello o Seongjin se acurrucó a su lado en el sofá después de cenar. Cada vez que Taeyeon le tocaba tenía que mirar a su mano, para hacer la conexión entre el brazo y el cerebro. Sabía que en algún momento tendría que buscar ayuda, esto no podía seguir así, porque; francamente, tarde o temprano iba a terminar cogiendo su pistola y poniéndosela en la sien. Y no podía hacerles eso a sus hijos.

En el fragor de la conversación, Jimin captó la atención de Jungkook, se encogió de hombros ante el sin sentido de sus amigos, volvió a sonreír. No estaba muy seguro de por qué se estaba sintiendo tan cercano a este hombre, tal vez la fuerza de la costumbre. Ves a alguien sentado tan lejos en la cuneta, y le das una mano como buen ciudadano.

Jungkook Jeon dejaba que la absurda conversación y la cerveza entrara en sus huesos, había pasado tanto tiempo desde que había estado bebiendo con alguien a su alrededor. Aunque la conversación en realidad no lo incluyera, era agradable estar completamente invisible por un tiempo. Y Jimin Park, bueno, había algo en su expresión que Jungkook reconoció. Ninguno de los dos estaba del todo a gusto aquí, pero, al mismo tiempo, ¿dónde se supone que deberían estar?

Así que Jungkook le sonrió.

Los amigos en la mesa continuaron con su charla estridente. Jungkook sintió que su cerebro vagaba otra vez. Había perdido la cuenta de las muchas cervezas que había consumido, pero sabía que estaba lejos de estar ebrio. Su tolerancia se había construido a un nivel bastante alto. Más policías fuera y dentro de la puerta. Más miradas ocasionales en su dirección. Más débiles susurros de su nombre aquí y allá, cada vez escuchaba menos de la conversación, eso se debía al licor barato. La espalda de Jungkook poco a poco se puso más rígida, con los hombros arrastrándose hacia sus oídos con la tensión y el malestar.

─Hey, Jungkook. ─Escuchó a la distancia.

Jimin le llamaba desde el otro lado de la mesa. Alzó la voz para hacerse oír entre los gritos enfurecidos que ahora emanaban de Taeyeon y Kalee, cuando Moses había dicho algo particularmente ridículo.

─Veo a Abe justo allá. Está con Nam. ¿Has tenido la oportunidad de hablar con él?

Jungkook negó con la cabeza.

─Entonces vamos.

Abe y Namjoon se apoyaban en la barra. A juzgar por el ruido, nadie en el cuarto de atrás se había dado cuenta de que el invitado de honor había salido a tomar el aire.

Mirando hacia arriba, Abe irrumpió en una amplia sonrisa cuando miró a Jungkook y se trasladó a darle un gran abrazo. Jungkook regresó el sentimiento y sintió un nudo en la garganta. Él siempre olvidaba lo mucho que extrañaba al anciano.

Fue un alivio verlo retirarse de una sola pieza, el único de los compañeros de Jungkook que había salido de eso. Trató de no pensar en sí mismo como el heraldo de la muerte.

─Tenía la esperanza de que nos honraras con tu presencia. ─Le dio un guiño a Namjoon─. Comprobé la mesa con las mujeres hermosas, tan pronto como entré.

Todo el mundo se rio.

Jimin estaba discretamente a un lado, mirando la cálida reunión. Bien. Parecía como si Jungkook necesitara de alguien que se emocionara de verlo. Recordó las veces que... bueno ─antes, al pensar en ello─ después del peor día posible, había vuelto a casa esperando encontrar a uno de los niños, que siempre le saludaban con una simple sonrisa o un abrazo y, de pronto, él se olvidaba que había mierda en el mundo. Hayi de pie junto a la vitrocerámica, volviéndose a él con una gran sonrisa, contenta de ver que había llegado a casa antes de la medianoche.

«Porque ya sabes, Jimin», se dijo, «si vamos a tener un recuerdo, tiene que ser uno real». Se había hecho muy duro, trabajar tantas horas, dejándola para que cuidara a los niños, la casa, su vida. Lo había hecho de manera brillante, por lo que le había facilitado a él que se quedara esas horas extras, o quedarse para perseguir algo que podría haber esperado honestamente hasta el día siguiente. Había habido un millón de argumentos sobre él. Realmente fue la única cosa por la que habían discutido, cosa que lo hacía aún más doloroso. Un problema que se podría haber resuelto simplemente saliendo de la policía. Pero no lo hizo, y si los deseos fueran caballos o como sea que se dijera el dicho.....

Namjoon estaba diciendo algo acerca de otra copa y Jimin miró su reloj. Eran casi las nueve, y había prometido a los chicos que estaría en casa a tiempo para decir buenas noches. Maldita sea. Jimin se excusó, entonces vacilante interrumpió a Abe y la conversación de Jungkook.

─Disculpen chicos, pero tengo que estar en casa. Abe... Sólo quiero desearte lo mejor desde ahora.

─¡Hey, Jimin! Gracias por venir. Estoy seguro que nos veremos por ahí. Esta cosa del ocio probablemente me aburrirá bastante rápido, y estaré corrigiendo algún error de Namjoon regularmente. Tal vez imparta algo de mi sabiduría superior.

Jimin sonrió.

─Estoy seguro de que no te perderás ninguna reunión con Nam.

Abe soltó una carcajada.

─Oh sí. Eso sería una vergüenza. ¿Por qué salir a buscar a la próxima señora correcta cuando puedo gastar mis jueves por la noche contigo, Moses y Namjoon?

─Exactamente. Cuídate. Nos veremos pronto. ─Ellos se despidieron agitando sus manos y Jimin se dio la vuelta. Se detuvo y volvió para estrechar la mano de Jungkook.

─Un placer conocerte.

─Hey, gracias.

Jimin entendió el mensaje oculto: «Hey, gracias por no tratarme como a un fenómeno de circo». Él se sentía de la misma manera.

─Uh, deberíamos, alguna vez... tomar algo juntos ─dijo Jungkook─. Sólo salir.

─Sí, llámame a la estación.

Jungkook asintió.

─Genial.

Jimin le dio un apretón de manos a Namjoon y se fue a la mesa para recoger sus cosas. Dijo adiós a todos y se fue rápidamente hacia la puerta, antes de que nadie pudiera protestar demasiado.

Jungkook vio miradas con ceño fruncido y susurros pasando por la mesa, en especial de Taeyeon que se frotaba la frente. Se volvió a Abe y Namjoon, que miraban con ojos preocupados por su cuenta.

─Así que... ¿Cuál es su historia?

─¿Jimin? Pues, su esposa murió hace diez meses... en un accidente de coche. Lo dejó con los niños. Es sólo... Una historia muy triste. ─Agitó su cabeza.

─Mierda.

─Sí, él lo está manteniendo todo, al menos en la superficie. Yo también he estado así sabes... Y honestamente, no creo que se encuentre tan bien como aparenta.

Jungkook gruñó, mirando hacia abajo a su vaso de cerveza.

Tal vez esa era la conexión. Duele con cada fibra de tu ser, cuando la cosa qué más quieres es arrancada de tu vida.

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