Prologo
Jungkook Dragonfang se sentó en su gran silla de madera y contempló la pared. Como primer Pontífice del planeta Dragait, ejercía como asesor religioso de los cuatro Reyes planetarios. Cada pontífice antes que él había guardado la imagen más actualizada de los regentes planetarios en la pared para mantenerlos sometidos. Para recordar a los Jefes Religiosos que no solo servían a los Dioses, sino también al pueblo.
Jungkook necesitaba actualizar su colección. Los Reyes fueron encontrados por sus compañeros y debían añadirse a la galería pictórica. Junto al Rey Raiston, necesitaba añadir a Joriah, la pareja del Rey Eprion y su tercero, Duke Klarian. Jungkook todavía tenía reservas sobre que una tríada funcionara bien, pero ya que ambos dragones reclamaron a Jory, Jungkook acordó sancionar su relación y había llevado a cabo la ceremonia de emparejamiento el mismo. Tenía que aprobar su unión a pesar de sus dudas personales porque la madre de Joriah, la Diosa del planeta, aceptó a los compañeros de su hijo. Jimin se negó a ir en contra de la voluntad de una Diosa. Nunca había salido nada bueno de eso.
Tor la nueva pareja del Rey Naron, era Duque por derecho propio, por lo que también necesitaba que le hicieran un cuadro. El hombre, unido con un dragón espacial, fue probablemente la persona más interesante que Jungkook había conocido. Tor sufría las restricciones tanto de su vista como de su dragón, pero lo soportaba con gracia y aún ayudó a negociar difíciles tratados entre los planetas.
Jungkook no tenía ninguna duda de que el príncipe Kaemon hijo del Rey Avin, encontraría un compañero pronto y tomaría el trono. Hasta entonces, Avin quedaría solo en la pared.
Cuando llegó al último Rey, Jungkook suspiró. El Rey Zeir era el único gobernante dragón que vivía en un hábitat tropical. El desierto cubría las tres cuartas partes del planeta de Dragait, y la parte restante era bosque tropical. Hace años, el Rey Zeir había perdido a su compañero en un terrible accidente, enviando a su dragón en una espiral descendente. Bajo el aplastante dolor de su tristeza, el Rey se volvió salvaje y se llevó la mayor parte de su pueblo con él. Nadie viajó a la selva tropical más. Entrar en ella era abrazar la muerte.
Debido a la reacción del Rey Zeir, muchos dragones ahora dudaban antes de emparejarse. Nadie quería ser como el rey dragón medio loco que perdió su conexión con la humanidad hacía más de un siglo atrás.
La primera vez que había llegado a su posición, había tratado de buscar al Rey Zeir. La plataforma de teletransportación en su oficina le permitía ir a cualquier lugar del planeta en un instante. Apenas había escapado con vida y una cicatriz muy peligrosa por detrás de la espalda daba fe de sus aventuras. Lamentó no haber podido ayudar al Rey y aun oró a la Diosa de Orientación. Ahora que Joriah se había casado con su pareja, tal vez ella estaría más abierta a ayudarlo.
Moviendo la cabeza sobre los hombros, Nevair miraba la ciudad. Según la tradición, la catedral se asentaba en el punto donde los territorios del Rey Avin, el Rey Raiston y el Rey Naron se encontraban. Cada uno de los tres reinos estaba representado por igual y Jungkook siempre se preguntó que si el territorio del Rey Zeir lindaba con la catedral, por otra parte, él no podía haber perdido su camino.
Un golpe en la puerta lo distrajo de sus solemnes pensamientos.
—Adelante.
Trestair Dragonwing, amigo y el mejor asistente de Jungkook, entró en la habitación. —¿Tenemos una tarde melancólica?
—No estoy melancólico. Estoy pensando. —Se negó a hablar sobre que se había pasado la tarde fijándose en sus fracasos.
—¿Uh, que? —Los rubios cabellos de Trestair se dejaron caer sobre su rostro. Él lo apartó con un ensayado movimiento.
—¿Por qué no te cortas el pelo y dejas de molestarme? —preguntó Jungkook molesto.
Trestair sonrió. —Porque me pagan para fastidiarte y no sería ni la mitad de sexy sin mi pelo largo. Jungkook rió. —¿Quién dijo ahora que eres sexy?
—Cada chico con el que me he encontrado en los bares. —Trestair le respondió con una sonrisa que hacia remarcar sus hoyuelos.
Algunos días Jungkook deseaba sentirse cómodo yendo a los bares a echar un polvo, pero planeaba mantenerse puro para su compañero. Probablemente era una convicción tonta, pero era algo que había decidido desde muy joven y nunca había conocido a nadie lo suficientemente tentador para llegar a romper esa promesa.
Somos especiales. Vamos a esperar. La suave voz del dragón de Jungkook susurró en su cabeza como si fuera un sueño tranquilo. Como todos los pontífices antes que él, el dragón de Jungkook vivía como un ser independiente dentro de él. Tenía una relación mucho más estrecha con su dragón que la mayoría de los dragonkin.
Negó con la cabeza mientras pensaba en los hábitos de Trestair. Por decirlo de una forma educada, su amigo sólo podía ser descrito como un putero. Trestair consideraba una cama vacía como una señal de fracaso personal. Por suerte, a la Diosa Dragait no le importaba que sus discípulos mantuvieran relaciones todo el tiempo que quisieran mientras fueran felices. había escuchado historias de Pontífices de otros planetas sobre Diosas que preferían que sus adoradores fueran puros e insistían en que hicieran votos de castidad. a veces se preguntaba si no estaría mejor en uno de esos planetas. A pesar de que no sabía a ciencia cierta lo que quería de un compañero de por vida, cuando por fin lo conociera, Jungkook sabía que su dragón se lo dejaría saber.
Trestair frunció el ceño. —Es una mierda romántica esperar a tu compañero de verdad. ¿Y si nunca lo conoces? ¿Prefieres vivir y morir solo?
Jungkook sonrió. —Sé que diferimos en esto, Trestair, pero si no he cambiado de opinión durante los últimos veinte años, ¿por qué crees que lo haría ahora? —La curiosidad de Jungkook por Trestair había hecho escudriñarle profundamente. Un liso traje negro hecho a medida se ajustaba al alto y delgado cuerpo de su amigo a pesar de su constante dejadez, su corte de pelo resaltaba las afiladas líneas de su rostro. El traje de Trestair parecía tan evidente como su sonrisa. Su sonrisa con hoyuelos había tentado a muchos admiradores en su cama. Afortunadamente, había crecido al lado de Trestair y las expresiones de su amigo no tenían efecto sobre su libido. En vez de compañeros de cama se habían convertido en buenos amigos y aunque cada uno de ellos desaprobaba al otro los hábitos sexuales, o la falta de ellos en el caso de Jungkook, ellos generalmente respetaban las decisiones del otro.
Trestair se pasó una mano por el pelo. —Eres un hombre hermoso pudriéndose en esta oficina. ¡Tienes que salir y conocer más gente! Mira, he encontrado una conferencia para ti. Es para discutir las últimas técnicas en el trato con los Dioses y Reyes. Incluso la han llamado la Conferencia de los Dioses y los Reyes. —Extendió un Compad con un folleto desplegable en la pantalla.
Jungkook rió. —Gran nombre.
—Y se celebra en Sizan, el planeta del placer. Con juegos de azar, hombres a medio vestir y toda la deliciosa comida que puedas comer. —Trestair agitó el Compad a Jungkook.
—Y la conferencia, —dijo Jungkook secamente.
Trestair se encogió de hombros. —Sí, tu podrías ir a eso también, si quieres.
Suspirando, cogió el dispositivo para revisar las lecturas de las conferencias. —Esto se ve muy bien. Incluso tienen una conferencia sobre Técnicas de Persuasión de Diosas. —Sabía que él no trataría de influir a la Diosa Dragait tanto como debería.
—Ahh, no seas tan duro contigo mismo, Jungkook. A ella le gusta que seas mejor que nadie.
—Eso no quiere decir que ella escuche, —Jungkook argumentó.
—Sí, pero ahora puedes amenazarla con decírselo a Jory. Ese chico puede parecer muy dulce, pero es más agudo que un diente de dragón y el doble de peligroso, — señaló Trestair.
Jungkook asintió en silencio. No diría algo como eso en voz alta. Nunca supo cuando la Diosa podía estar escuchando, y criticando a su hijo no iba a ganar ningún punto.
Mirando alrededor de su habitación, tomó una decisión. —Voy a ir. Hace tiempo que no salgo de mi zona de confort. La Diosa siempre dice que para crecer hay que experimentar más de la vida.
—Hmm, según ella eso podría significar cama, — bromeó Trestair.
—Para ti, todo implica la cama. —Jungkook puso los ojos en blanco.
—Hay una razón por la que siempre estoy de buen humor. —Trestair rió—. Lárgate con tu hosco ser a ese decadente planeta. Tal vez vuelvas como un hombre nuevo.
Jungkook no sabía qué, precisamente, quería sobre todo cambiar, pero no quería alejarse un poco y refrescar su alma. A veces escaparse del día a día marcaba la diferencia.