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Siempre que la lluvia caiga ♥ KookMin adapt.

Summary

Park JiMin es un adolescente que vive en un tranquilo pueblo de Estados Unidos, donde sueña con acabar el instituto e ir a la universidad. Pero una noche lluviosa, su vida cambia de forma dolorosa y ya nada vuelve a ser igual. Cuenta con el apoyo incondicional de su gran amigo Kim Taehyung, compañero de infancia. Pero él quiere algo más y JiMin no puede dárselo, tampoco puede contarle lo que ocurrió aquella noche. Sencillamente, está paralizado…. Cuando Taehyung se marcha a la universidad, JiMin se siente muy solo. Hasta que llega Jeon JungKook, un joven de ojos seductores y sonrisa arrogante, que le hará olvidar el dolor que lo ha mantenido cautivo durante tanto tiempo. A pesar de los consejos de la gente, JiMin no puede evitar acercarse y abrirse a él. ¿Será él la esperanza que necesita? ¿Su salvación? ¿O lo volverán a herir? //Contenido: Chicoxchico KookMin VMin (por la historia) Prólogo + 30 capítulos + Epílogo Romance, lemon soft, emotiva. Desde 19/09/20 hasta 07/10/20. Finalizada [Dato: esto es una adaptación, dejaré el nombre del libro original en el capítulo 1 por si quieres buscarlo y leerla en lugar de este formato adaptado] Esta novela puede parecer un romance entre dos personas en su juventud, pero créanme que es algo mucho más allá de eso. Elegí está historia porque toca el corazón, y con ella te sentirás tocado emocionalmente de muchas maneras. Gracias por leer♥

Genre:
Romance / Drama
Author:
SofiaPjkm
Status:
Complete
Chapters:
32
Rating:
5.0 2 reviews
Age Rating:
16+

Prólogo

Cuando se vive en un pueblo pequeño, no hay mucho que hacer un viernes por la noche después de un partido de fútbol. Cuando comenzó la temporada, algunos de los estudiantes de último curso de mi instituto decidieron que sería buena idea quedar después de cada partido para encender una hoguera. En realidad solo era una excusa para poder beber y liarse con los demás: dos cosas que no me interesaban nada, pero igualmente iba siempre para poder pasar un buen rato con mis amigos.

Ahí es donde me estuvo esa noche.

La noche en la que me encerré en la oscuridad, donde mi cielo nocturno dejó de tener estrellas y mi día sol, y toda la esperanza hubo abandonado mi cuerpo.

Fue la noche que mi vida acabó.

Kim Taehyung no estaba allí. Si hubiera estado me habría salvado, como siempre había hecho. Esa noche estaba castigado por haber llegado a casa pasado su toque de queda el viernes anterior; de hecho, ese fue el único fin de semana que recuerdo que Taehyung haya estado castigado.

Creo que la vida no es más que una serie de coincidencias, y esa noche las coincidencias me jodieron bien.

Me encontré allí con Irene, mi mejor amiga desde tercero de primaria. Por aquel entonces estaba saliendo con el delegado de último curso del instituto y no tuvo que pasar mucho rato antes de que desparecieran entre la multitud y me dejaran sentado junto al fuego ya otros compañeros del colegio. Me sentí totalmente cómodo allí porque conocía a la mayor parte de esa gente desde que me mudé aquí con cinco años. Esa es una de las cosas buenas de vivir en un pueblo.

O eso pensaba.

Estaba sentado, abrazándome e intentándome darme el calor que la hoguera no podía, cuando Heston EunHo se sentó a mi lado. El estómago me dio un vuelco. O sea, EunHo era del último curso. Don Fútbol, ​​como lo llamaba todo el mundo. Era el héroe del pueblo, la clase de chico que debería su propio cartel publicitario fuera de la ciudad algún día. Tampoco ayudaba que fuera guapísimo con ese pelo negro y corto, esos ojos verde claro y esos hombros tan anchos.

Había estado encaprichado de él desde el primer día que entré por las puertas del instituto, en ese tiempo cuando ya había salido del clóset. Tenía algo en su forma de caminar por los pasillos, así con la cabeza bien alta, que llamaba la atención de todas las chicas, y la mía. Nunca había hablado con él, pero allí se encontraron, sentado a mi lado frente a la hoguera. No me lo podía creer. Estas cosas no le pasaban a Jimin Park, el chico homosexual de primero de bachiller.

—Hola, Jimin. ¿Qué tal? —Preguntó con los ojos fijos en mi perfil.

No hay agentes las fuerzas para mirarlo. El simple hecho de estar cerca de él hacía perder toda la comprensión sobre el idioma.

—Bien —murmuré, y me mordí el labio inferior. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo con la velocidad de un tren de cargamento cuando por fin alcé la mirada hacia él.

—¿Estuviste en el partido esta noche? —Preguntó empujándome levemente con el hombro. Pude sentir el calor que emanaba de su musculoso cuerpo y aquello me hizo ruborizarme.

Mis pensamientos se desplazaron de nuevo hasta el tercer cuarto del partido, cuando EunHo le lanzó el balón a la estrella receptora del equipo, Jackson Reid, que por entonces se encontró rodeado de defensas del equipo contrario. El corazón se me aceleró de la emoción mientras veía cómo Jackson y tres miembros del otro equipo saltaban para agarrar el balón al mismo tiempo. Al final, Jackson salió victorioso porque EunHo le había lanzado la bola directamente a las manos. Fue algo alucinante, y aun así para EunHo aquello fue de lo más normal.

—Estuviste genial —contesté mientras llevaba las manos a mí cabello y lo peinaba hacía atrás. Sopló algo de brisa y cayeron unas cuantas gotas del cielo. Me froté los brazos en un intento de hacer que el frío abandonara mi cuerpo, pero no ayudó.

—¿Tienes frío? —Preguntó, acercando su cuerpo al mío incluso más todavía. La forma en la que me miraba hacía que en el estómago me revolotearan mariposas. No es que fuera un marginado en el colegio, pero tampoco formaba parte de la élite, ni de los chicos populares con los que los chicos como EunHo solían compartir su tiempo.

—Un poco. Me olvidé la chaqueta en casa —respondí, sintiendo unas cuantas gotas más caer sobre mi mejilla.

Él se puso de pie y me tendió la mano.

—Vamos. Tengo una sudadera de sobra en casa que puedes usar.

La fiesta se celebraba en su casa porque sus padres han salido del pueblo ese fin de semana. Vacilé por un segundo antes de aceptar su mano. Sabía cosas de él, pero realmente no lo conocía. No era la primera vez que había estado en su casa, pero esta era la primera que me había invitado a entrar. Me sentí un poco nervioso, pero aún así confiaba en él. No tenía ningún motivo para no hacerlo. ¿Qué podría hacer a un chico como yo ?.

EunHo abrió la puerta principal sin rebajar la fuerza con la que me agarraba la mano y me guió a través de la casa. Mi atención se centró en los cuadros contemporáneos que colgaban de las paredes y en el precioso suelo de madera de cerezo; apenas me di cuenta de que nos dirigíamos a la planta superior.

Lo observé sacarse una llave del bolsillo para abrir una de las puertas que se encontraban en el pasillo de la primera planta. Él debió de haber notado la forma en la que lo estuve mirando porque las comisuras de sus labios se arquearon hacia arriba.

—No me gusta que nadie entre en mi habitación ofrece una vez que abría la puerta.

Asentí y lo seguí al interior de la habitación. ¿Me sentí un poco incómodo entrando en el dormitorio de Heston EunHo? Si. ¿Pensé en algún momento que no debería estar allí? No. Nos relacionábamos desde hacía años y toda la gente que lo conocía pensaba lo mejor de él.

Cuando cerró la puerta y le echó el pestillo, sentí que mi corazón se aceleraba. Vi cómo echaba un vistazo por toda su habitación, a la par que yo. Las paredes estaban pintadas de un color azul marino y tenía varios pósters de fútbol americano pegados en ellas. Y nunca olvidaré cómo olía todo, como si hubiera rociado su colonia para disimular el pestazo de su ropa de gimnasio sucia.

EunHo se quedó quieto mirándome con un brillo extraño en los ojos y, de repente, sentí que estar allí no era una buena idea.

—¿Puedes buscar la sudadera? Debería volver antes de que Irene venga y no me encuentre. —Ah, sí. Dame un segundo —dijo mientras se movía para rebuscar en un cajón de su armario. Yo caminé hacia la ventana que había en la otra punta de la habitación y observé la hoguera medio apagada. La lluvia caía más rápido y fuerte contra el cristal y eso hacía que fuera más difícil mirar a lo lejos, pero parecía que todos se habían ido. Tenía que darme prisa en encontrar a Irene antes de que se fuera sin mí.

La casa estaba en completo silencio, y aquello me hacía tener escalofríos. Cerré los ojos y escuché los pasos de EunHo acercándose a mí. El corazón me latía más rápido cada vez que oía las suelas de goma contra las tablas de madera. Ahora todas mis alarmas me advertían de que era una malísima idea estar en su habitación y supe que tenía que salir de allí. Ir hasta su habitación no fue una buena idea... e ir a aquella fiesta sin Taehyung fue un error garrafal.

A la vez que sus pisadas siguieron acercándose, yo me giré sobre mis talones para dirigirme hacia la puerta. Me encontré de lleno con unos ojos oscuros y una mirada ausente. Este no era el mismo EunHo que se había sentado a mi lado en la hoguera. Quería salir corriendo de esa casa y no mirar nunca atrás, pero él me bloqueaba el paso.

—Voy a esperar fuera. Tengo mucha calor aquí dentro —mentí haciendo un gesto hacia la puerta.

Él no pronunció palabra alguna mientras pegaba su cuerpo contra el mío y salvaba por completo el espacio que quedaba entre nosotros. Las manos me sudaban y las rodillas las sintieron como si estuvieran hechas de papel. Era como si EunHo estaba en alguna especie de trance, y me acojonaba mucho.

—EunHo.

—Está lloviendo fuera, Jimin Vegeta y levantó la mano para acunar mi mejilla. Retrocedí un paso para separarme de él, pero me siguió. No pasó mucho rato antes de que mi espalda chocara contra la pared de atrás y me quedara atrapado entre sus brazos.

—Umm ... hueles muy bien —gruñó mientras presionaba sus labios contra mi cuello. Me sentí indefenso. ¿Qué quería hacerme?

—EunHo, por favor, suéltame. Tengo que encontrar a Irene —sollocé. El cuerpo entero me temblaba de un miedo como nunca antes había sentido. Era paralizante, pero estaba atrapado. A pesar de ser un chico al igual que él, mí cuerpo es demasiado pequeño al lado del suyo.

Él me ignoró y movió sus labios por toda mi mandíbula. Giré la cabeza para luchar contra él, pero siguió mis movimientos.

—¿Qué pasa, Jimin? He visto cómo me miras. Has querido que hagamos esto desde siempre, pequeño marica ofrece con una voz ronca que metió mucho más miedo en mi ya tenso cuerpo. Usé la poquísima fuerza que me quedaba para empujarlo por el pecho, pero no se movió. Ni siquiera un centímetro.

—Suéltame —rogué. Su mano derecha me agarró la cadera con fuerza y ​​sus labios se pegaron bruscamente a los míos. La potencia de su beso me envió un dolor punzante a través de la boca, y todo lo que pude saborear fue el gusto a mi propia sangre y al alcohol de su aliento.

Su mano encontró el borde de mi camisa y empezó a subírmela por el vientre. Intenté mover las piernas hacia delante pero estaba claro que él era muchísimo más fuerte que yo. En cualquier caso, mis intentos de alejarlo solo estaban empeorando la situación.

Me agarró de las muñecas con fuerza y ​​me tiró a su cama boca abajo. Intenté soltarme, pero solo conseguí que me dolieran las muñecas. Nunca me he sentido más aterrorizado en toda mi vida. Siguió sujetándome los brazos a la espalda y me inmovilizó las piernas con las rodillas.

—AYUDA —grité tan alto como el miedo y las lágrimas me lo permitieron.

Me tapó la boca con la mano y tiró de mi cabeza hacia atrás hasta que me dolió el cuello.

—Todo el mundo está fuera. Nadie va a oírte.

Eso era. Estaba atrapado debajo de él, solo y sin nadie que pudiera salvarme. Toda la resistencia que me quedaba en el cuerpo se esfumó y la posibilidad de que alguien me sacara de ese infierno se volvía más ínfima a cada minuto que pasaba. Las lágrimas me caían por las mejillas y empapaban su colcha mientras yo centraba toda mi atención en las gotas de lluvia que golpeaban la ventana. Me bajó los vaqueros a la fuerza hasta que quedaron colgando de mi tobillo izquierdo. Cuando lo oí trastear con la hebilla de su cinturón, sentí que ya no podía respirar. Nunca había estado tan expuesto ante nadie y no quería sentirme así nunca. Esperando el momento para conocer a alguien especial y EunHo iba a arrebatármelo. Jadeé en busca de aire pero no pude conseguir llenar mis pulmones. Intenté gritar otra vez pero no salió ningún sonido.

Lo sentí pegado a mi culo y aquella sensación hizo que quisiera vomitar.

—PARA —grité mientras intentaba de nuevo liberarme de su agarre, pero era demasiado fuerte.

Él se rió entre dientes a mi espalda.

—¿Vas a rendirte?

—No, por favor —le rogué otra vez. Era mi última oportunidad, y lo sabía. Él no respondió y cuando oí el sonido de la cremallera al abrirse, cerré los ojos con fuerza y ​​comencé a rezar en silencio. Quería que todo fuera una pesadilla de la que me despertaría en breve. Quería que alguien entrara por esa puerta y evitara que ocurriera. Quería estar en cualquier otro lugar menos allí.

Pero nadie me escuchó esa noche. Podía oír el suave golpeteo de la lluvia al caer sobre la ventana mientras que el resto de la casa se mantuvo en un silencio absoluto. Solía ​​gustarme el ruido de la lluvia al caer, pero EunHo también me arrebató eso.

Se adentró en mí culo tan rápido que el dolor me explotó por todo el cuerpo y lancé un grito ensordecedor a la oscuridad de la habitación. Apreté los ojos, me sentí como si me estaba ahogando y no tuviera modo alguno de volver a salir a la superficie. Nunca he sentido un dolor físico y emocional tan intenso al mismo tiempo. Fue el peor momento de toda mi vida.

Todavía sigue siéndolo.

No paró. Ni siquiera cuando grité. Ni siquiera cuando lloré. Continuó invadiendo mi cuerpo con cada envite, matándome por dentro un poco más cada vez. Me dolía más si me resistía, así que me quedé quieto y seguí mirando aturdido a las gotas que se deslizaban por el cristal de la ventana. Él gruñó mientras proseguía haciéndome el alma añicos, pero intenté lo mejor que pude evadirme de todo. No necesita tener grabadas en mi memoria para siempre las palabras que soltara por esa boca cuando ya debería que vivir con la sensación de tenerlo dentro de mí. Supe que ya nada sería lo mismo tras lo que me estaba haciendo.

No estoy seguro de cuánto tiempo estuve en la habitación, pero lo sentí como una eternidad. Vi pasar mi vida entera en diapositivas cuando el dolor me derrotó. Siempre me arrepentiría, durante el resto de mi vida, de haber subido a esa habitación con Heston EunHo. Nunca podría recuperar ese día ni todas las otras cosas que me arrebató.

Lo más importante que perdí esa noche fue a mí mismo. Me llevó diecisiete años construir la base de todo lo que soy, ya él le llevó unos meros minutes echarla completamente abajo.

Lo odio.

El antiguo Jimin se ha ido ... y ya nunca volverá.

Y odiaré profundamente siempre que la lluvia caiga ...

...
[ Advertencia lectoras / es : esta historia tiene alto contenido emocional o exceso de emociones. Por favor, mar prudente. 💜]

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