CAPÍTULO 2
Jimin escuchó que alguien abría la puerta del cobertizo donde estaba encerrado. Rápidamente se tumbó en el suelo y fingió estar inconsciente a causa de la última paliza. Había recibido tantas que había perdido la cuenta.
Reconoció las voces de dos de los tipos que más “jugaban” con él. Eran a los que el “amo” llamaba betas, el amo de Jimin al parecer estaba al mando. Los dos Betas parecían concederle cualquier cosa. No estaba realmente seguro de por qué, pero supuso que era una cosa de lobos.
—Bueno, ¡mierda! La pequeña mascota está todavía fuera —dijo el beta imbécil número uno—. Tenía la esperanza de jugar un poco más con él.
—Conserva tus pantalones, amigo. Tenemos asuntos pendientes —replicó el beta imbécil número dos.
—Estoy aburrido.
Alguien soltó una risita. —Entonces, puedes seguir así. Si Rodrick descubre que estás jugando con su pequeña mascota sin su permiso te va a utilizar como diana. Además, tenemos visitas a punto de llegar y nos quiere allí.
—Sí, sí.
Escuchó un fuerte ruido cerca de él, y entonces sus captores se fueron cerrando la puerta del cobertizo. Esperó unos minutos antes de abrir sus ojos, se sorprendió al ver que habían dejado otro prisionero. Este era un cambiaformas, igual que los que lo habían secuestrado. Jimin lo sabía.
Observó al hombre acurrucado en un rincón de la habitación a la espera de cualquier señal de movimiento. Deseaba poder decir que a la primera señal de movimiento iba a escapar, pero estaría mintiéndose a sí mismo. Era difícil escapar cuando estaba encerrado en una jaula de metal de tres por tres de alto.
Por lo menos lo dejaron conservar su manta. Podría cubrir su desnudez y esconderla del hombre, aunque no podría ocultar nada más. El cambiaformas sabría que era humano y; principalmente, su presa, en el momento en que se despertara.
Todos los cambiaformas consideraban a los humanos sus presas. Lo sabía por experiencia personal. No sabía, exactamente, por cuánto tiempo había sido una “mascota”, pero había sido el suficiente como para aprender algunas cosas sobre una sociedad que nunca antes supo que existía.
Los cambiaformas usaban a los humanos como mascotas. Al menos, para eso lo habían usado. Casi una hora después de haber sido llevado frente al amo, un collar fue colocado alrededor de su cuello, uno que no se podía quitar. A partir de ese momento, cada vez que era sacado de su jaula, tenía que caminar a gatas y era llevado con una correa. Era una mascota.
Odiaba a los cambiaformas. Todos eran iguales. Usaban, maltrataban y denigraban a los humanos, de todas las formas posibles. El hecho de que el hombre en la esquina, también estuviera atrapado, no significaba que fuera a ser diferente que cualquiera de los cambiaformas que había conocido desde que había sido capturado.
En lo que a él concernía, todos ellos debían ser atrapados y eliminados. Presionó sus rodillas contra su pecho y trató de cubrirse lo mejor que pudo con la vieja manta que el amo le había permitido tener. No era mucho, pero era suya, o al menos todo lo que tenía. No se le permitía usar nada de ropa.
Jimin contuvo el aliento cuando vio un ligero movimiento en el otro lado de la habitación. Centró su mirada al ver que el hombre comenzaba a despertarse. El hombre se sacudió la cabeza un poco, gimió y se agarró la cabeza.
—¿Qué mierda pasó?
Jimin resopló y rápidamente bajó la cabeza cuando el hombre miró en su dirección. Debería haberse quedado callado.
—¿Quién diablos eres tú?
Jimin volvió la cabeza y trató de ignorar al hombre. No le pagaban para ser amistoso con nadie en este lugar. Aprendió esto en su primera semana aquí cuando la persona en la que confió, lo traicionó y luego se rio cuando el amo lo golpeó por intentar escaparse. Había sido una lección muy dura, una de la que le costó casi una semana recuperarse. No cometería ese error nuevamente. Nunca volvería a confiar en un cambiaformas.
—Amigo, ¿eres sordo o algo así?
Jimin se volvió para mirar al hombre. Si lo miraba sólo como a un hombre, Jimin lo habría encontraba atractivo, tal vez incluso impresionante. Pero Jimin no era tonto. Sabía que el hombre era peligroso.
—Mi nombre es Jungkook —dijo el hombre mientras se recostaba contra la pared—. ¿Cuál es el tuyo?
Observó al hombre cuidadosamente bajo la cubierta de su pelo, ignorando su pregunta. Jungkook debía medir algo más de uno ochenta, aunque era difícil saberlo cuando el hombre estaba encadenado. No entendía cómo un cambiaformas podía estar encadenado. Ellos le parecían tan fuertes.
Si alguien le hubiera dicho dos meses antes de ser capturado que los cambiaformas eran reales, se habría reído en su cara. Ahora, viéndolos por sí mismo, era difícil negar su existencia.
Se preguntó más de una vez si le metían algo en el agua que le causaba alucinaciones. A pesar de que apenas lo alimentaban, parecía que estaban más que dispuestos a darle mucha agua. Le dijeron que no querían que su garganta se secara. Les gustaban sus lágrimas y sus gritos.
Sí, realmente, los que lo mantenían cautivo, eran personas decentes, pero debían tener algún motivo para retenerlo. ¿Y por qué él? ¿Cuál era la razón por la que lo habían secuestrado? ¿Era porque ellos suponían que no tenía a nadie y que nadie notaría su ausencia?
Bueno, eso era cierto. Se quedó huérfano cuando era niño, más o menos esa era la historia, y una pareja estadounidense llegó al orfanato en Polonia para adoptarlo. Al principio todo había sido color de rosa, pero pasados los primeros meses, el abuso había comenzado. El hombre que lo adoptó lo golpeaba cuando no lo entendía o no hablaba en inglés con él.
¿Cómo iba a saber inglés? Ellos no sabían hablar polaco y no hacían nada para enseñarlo. Hubiera estado bien aprender inglés a esa edad, no sólo para evitar que el hombre lo golpeara, sino porque habría hecho el resto de su vida más fácil. La gente del gobierno finalmente intervino y nunca más volvió a ver a la pareja que lo adoptó.
Había estado en algunos lugares malos y otros no tanto, pero el último lugar era maravilloso. Grace, la mujer que lo había acogido, también era polaca. Fue a vivir con ella cuando tenía quince años, apenas podía hablar en inglés y por supuesto nunca había ido a la escuela. Al parecer había caído a través de las grietas del sistema. La familia de acogida que tuvo antes había mentido, diciendo que estaban educándolo en casa.
Por lo menos le habían dado libros sobre cómo aprender inglés, pero aunque para ese momento sabía leer y escribir en inglés. No sabía cómo hablarlo. La pronunciación era muy diferente del polaco, teniendo diferentes letras del alfabeto. Pero Grace le había enseñado. Había amado pasar tiempo con ella, aprendiendo, ayudándola con las tareas del hogar, cuidando de ella como ella cuidaba de él.
Lo había ayudado a ponerse al día con sus estudios y para cuando tenía diecisiete años, obtuvo su GED. Grace le había dicho varias veces que debía ser un genio, pero, ¿Jimin lo era? Pasó la mayor parte de su vida observando, sin entender, y nunca estuvo en la escuela, no tenía nada con que compararlo. Ella lo había ayudado a acceder a bibliotecas virtuales y públicas, alimentando su adicción por aprender todo lo que se había perdido.
Jimin quedó devastado cuando murió unos meses después de su décimo octavo cumpleaños. Ella no tenía hijos, así que le dejó todo a él. Vendió la casa y la mayoría de sus posesiones, pero conservó varias cosas que tenían un significado importante para él y empezó su viaje. Quería ver todas las cosas sobre las que había leído, tomando pequeños trabajos a lo largo del camino, permaneciendo en algunos lugares durante unos meses.
Todavía tenía la mayor parte del dinero en su cuenta. No era como si llevara un estilo de vida lujoso. Pensaba que usaría el dinero cuando supiera qué hacer con su vida. Jimin se detuvo en esta pequeña ciudad, pensando que sería un buen lugar para quedarse por un tiempo. Consiguió un trabajo como ayudante de camarero en el restaurante local. Le gustaba.
Le tomó un par de semanas adaptarse al ritmo de la ciudad, pero siempre parecía notar que había varios hombres que lo miraban extraño. Trató de no darle importancia, evitándolos tanto como pudo. Pensó que había hecho un buen trabajo.
Una noche caminando de regreso al viejo motel en el que se hospedaba, lo atraparon. Cuando despertó, estaba en el encantador cobertizo en el que ahora estaba. Habían pasado al menos seis semanas desde entonces.
Saltó de vuelta al presente, cuando el hombre volvió a gemir. Lo miró y vio como se frotaba el costado de la cabeza. Una parte de Jimin quería preocuparse. Otra parte, la miedosa y abusada, creía que el cambiaformas probablemente se lo merecía.
—Déjame adivinar, ¿eres el humano al que mantienen cautivo? —preguntó el hombre.
—Sí, lo soy —respondió, un poco sobresaltado porque el hombre adivinara su situación con tanta rapidez. ¿Fue enviado aquí como espía? ¿Alguien quería tenderle otra trampa?
—Tienes acento —dijo Jungkook.
—Nací en Polonia —dijo, sintiéndose un poco insultado. Hablaba muy bien el inglés—. Sólo hablo inglés desde hace cinco años.
—¿Cuántos años tienes?
—Veintiuno —respondió Jimin—. ¿Cuál es tu nombre?
—Jungkook —respondió, sentándose—. Jungkook Jeon. ¿Qué hay de ti?
—Jimin Park. Me han tenido aquí unas seis semanas, creo —respondió, adivinando la siguiente pregunta. Cuando el hombre empezó a avanzar hacia él, se apretó contra la pared del fondo de su jaula.
—No voy a hacerte daño, Jimin, sólo quiero olerte —dijo Jungkook, levantando sus manos en señal de rendición.
—No te conozco. No sabes lo que ellos… lo que pasó aquí. —Jimin ladeó la cabeza hacia un lado mientras veía al hombre con curiosidad—. ¿Por qué estás aquí?
—Fui enviado por el Consejo de Lobos para investigar las denuncias sobre la manada y su relación con el secuestro de un humano.
—Cuan astuto de su parte —rio Jimin—. ¿Cómo acabaste aquí conmigo?
—Deben haber olido mi mentira respecto a mis motivos para estar aquí. Lo siguiente que supe es que recibí un golpe en la cabeza —respondió Jungkook—. Y me desperté aquí contigo.
—Así que, ¿eres uno de ellos también? ¿Un cambiaformas?
—Sí, sin embargo, soy un tipo especial de lobo, un delta. Que probablemente no significa nada para ti si estás aprendiendo sobre los lobos, pero significa que trabajo para el consejo y hago cumplir nuestras leyes. Lo que ellos te hicieron infringe varias de ellas. La mayoría de nosotros no somos como las personas que te secuestraron.
—Creo que cada raza tiene su propio mal. —Jimin asintió, sintiéndose más a gusto con la explicación del hombre—. Me he encontrado con buenos y malos humanos.
—Tu inglés es muy bueno, teniendo en cuenta que sólo lo aprendiste hace unos años.
—Gracias —dijo Jimin—. Sabía leerlo y escribirlo muchos años antes, pero nadie me ayudó con mi pronunciación hasta cerca de los dieciséis años. Eso me hizo difícil hablarlo.
—Creo que tu acento es sexi —le dijo Jungkook, dándole una amplia sonrisa.
—Por favor, no más, no puedo más —susurró Jimin. Se puso en cuclillas en su jaula y mantuvo su pequeña manta contra su pecho, de repente tenía mucho miedo de que Jungkook jugara con él. Su cuerpo ya no podía soportar otra golpiza, más tortura o dolor.
—No voy a lastimarte. Sólo estaba siendo honesto. Tengo amigos que saben que estoy aquí. Si no me reporto esta noche, vendrán por mí —contestó, mirando sus cadenas—. Sólo tengo que averiguar cómo quitarme estas cadenas.
Jimin miró al hombre durante varios minutos. —Puedo abrir las cerraduras —susurró—. No me quité las cadenas antes por si ellos regresaban antes de que despertaras. —Jimin señaló hacia las cadenas que apresaban a Jungkook alrededor de sus brazos, piernas y cuello. Sentía una necesidad de ayudar al hombre, impedir que otra persona se convirtiera en la próxima mascota del amo—. ¿Quieres que abra tus candados?
—Gracias, Jimin, agradecería tu ayuda. —Jungkook le dio una sonrisa amable.
Encontrando el alfiler que antes había escondido con la esperanza de abrir las cerraduras que lo mantenían cautivo, comenzó a trabajar en las cadenas del hombre. Jimin no había sido capaz de utilizarlo en la puerta porque tenían las cerraduras por fuera, pero tal vez podría ayudar al hombre.
Rápidamente abrió las cerraduras pero no quitó las cadenas en caso de que sus captores volvieran, se preguntó qué más podía hacer. ¡Agua! Se deslizó hasta el lugar donde se encontraba la botella de agua que le habían arrojado el día anterior.
—Tengo un poco de agua —dijo mientras sostenía la botella. Jungkook sonrió y la tomó. Jimin inmediatamente se escabulló hacia el lado opuesto de la jaula y miró al hombre tomar varios tragos profundos.
—¿Puedes salir de la jaula? —preguntó Jungkook mientras le entregaba el agua de nuevo.
Jimin hizo una pausa para mirar al hombre a través de los barrotes de su jaula por un momento, luego asintió lentamente.
—Puedo salir si quiero, pero eso no es una buena idea. El amo se pone furioso si no estoy en mi jaula cuando viene por mí.
—¿Amo? —Espetó Jungkook, sus cejas descendieron mientras su rostro se tornó rojo de ira.
Jimin dejó caer la botella de agua y se deslizó contra la pared más lejana de su jaula. Sujetó su pequeña manta con fuerza en sus temblorosos brazos, mientras miraba las manos del hombre apretadas en puños. Oró para no ser golpeado de nuevo. No estaba seguro que su cuerpo soportara otra paliza tan seguida a la última.
Jungkook al instante pareció arrepentido.
—Jimin, te juro que no voy a lastimarte. Nunca te pondré una mano encima. Sé que es difícil que confíes en mí teniendo en cuenta las circunstancias, pero por favor, dame una oportunidad.
Jimin avanzó lentamente hasta que pudo alcanzar la cerradura de su jaula. Mantuvo su mirada en Jungkook mientras tomaba el candado y utilizó su alfiler para desbloquearlo. Cayó al suelo con un ruido fuerte, y la puerta se abrió.
Jungkook le tendió la mano, esperando. Jimin mantuvo sus ojos en Jungkook mientras se acercaba a la puerta de su jaula. Parecía mucho más seguro estar dentro que fuera, pero quería estar más cerca del hombre. No podía explicar por qué.
—Así que, ¿por qué son tan especiales? —preguntó Jimin después de sentarse en la puerta de su jaula. Al darse cuenta de la forma en la que había sonado, rápidamente alzó las manos a modo de disculpa—. Quiero decir, dijiste que eras un lobo diferente. No era mi intención dar a entender…
—Entiendo lo que quieres decir, Jimin, y me doy cuenta que no tienes la misma comprensión del idioma que yo. Te prometo que no asumiré algo cuando preguntes, ¿de acuerdo?
—Gracias —respondió, dándole un guiño Jungkook.
—Los deltas somos diferentes porque en nuestra forma de lobo, o en nuestra forma de hombre lobo, si lo prefieres así, podemos volvernos invisibles. Supuestamente, se nos hizo de esta manera para cazar a los lobos rebeldes o salvajes. Además, despedimos un determinado olor que hace que los lobos, los humanos e incluso los vampiros, se vuelvan locos por nosotros. De esta forma, si tenemos que cazarlos, eso los distrae dejándose controlar por sus hormonas en lugar de escapar.
—¿Así que estás diciendo que debería estar feliz saltando sobre ti como un pato en el agua? —Jimin frunció el ceño—. Entonces, ¿por qué no lo estoy?
—Tengo una teoría sobre eso, pero no me dejas acercarme lo suficientemente para olerte —se rio Jungkook en voz baja—. La otra diferencia es que los deltas tenemos dos compañeros, no uno como los cambiaformas normales o los hombres lobo.
—¿Los cambiaformas tienen compañeros? —preguntó Jimin, moviéndose un poco más cerca cuando su curiosidad sobrepasó su mejor juicio.
—Sí —dijo Jungkook, asintiendo—, los lobos tienen una pareja, o en mi caso dos, el destino es quien elige a nuestra otra mitad. Podemos pasar nuestra vida buscándola. Muchos de nosotros pasamos nuestra vida entera sin encontrarlos.
—¿Qué tiene que ver eso con olerm… —Jimin empezó a decir, pero se detuvo cuando de pronto adivinó la respuesta por sí mismo. Tragó el repentino nudo de miedo que obstruía su garganta—. ¿Estás diciendo que podría ser tu compañero? ¿Es por eso que no estoy afectado por tu olor?
—Sí, alfas, betas, otros deltas, cachorros, y nuestros compañeros son inmunes al olor. Los compañeros se sentirán atraídos por nosotros como una pareja normal, pero nada extra, por ser un delta.
—No sé si me gustaría utilizar la palabra atraído. —Jimin hizo una mueca—. Te encuentro atractivo, pero, ¿te has mirado en el espejo últimamente? Estoy seguro que muchas personas se sienten atraídas por ti.
—¿Puedo moverme un poco más cerca para olerte? —preguntó Jungkook, señalando el espacio en el suelo al lado de Jimin—. Te prometo que no te tocaré, ¿de acuerdo? Entiendo que has pasado por muchas cosas.
—Está bien, sólo muévete despacio, por favor. —Jimin bajó la cabeza, avergonzado por lo atemorizado y débil que estaba.
—Debes ser mi compañero —dijo Jungkook antes de siquiera moverse—. Lo único que quiero es tenerte entre mis brazos y hacer que tus miedos desaparezcan. Quiero consolarte casi tanto como quiero destrozar a aquellos que te lastimaron y te prometo que lo haré.
Sin saber qué decir ante las palabras de Jungkook, gradualmente se movió hacia este. Estaba tan asustado que temblaba, pero trató de escuchar a su corazón. Que gritaba que este hombre no lo lastimaría. Su cerebro le decía que corriera a esconderse, pero decidió ignorarlo.
Jungkook parecía seguir el ejemplo de Jimin y lentamente se acercó, encontrándose en el centro del cobertizo. Era un cobertizo muy pequeño, por lo que no había mucho camino que recorrer. Jungkook se movía lentamente, todavía quedaban varios centímetros de distancia, pero parecía oler el cuello de Jimin.
—Eres tú —susurró Jungkook con adoración—. Por fin te he encontrado.
Jimin levantó la mirada para encontrarse con la atónita mirada de Jungkook y se dio cuenta que sus narices casi se tocaban. Tenía una necesidad imperiosa de besar al hombre. Era tan caliente. No sabía si alguna vez tendría otra oportunidad de besar a un hombre tan sexi. Además, necesitaba algo para soñar cuando su mente aún se recuperaba de tanta tortura.
Alzó la vista para ver que el hombre tenía los ojos cerrados y se inclinó para unir sus labios contra los de Jungkook. Una descarga eléctrica corrió directamente a su polla. Quería más, mucho más de él.
Sintió una mano tocando su cuello. Gritó y se lanzó de nuevo hacia la puerta de su jaula, agachándose para ocultar su cuerpo de más abusos.
—Lo-lo siento mucho, Jimin —tartamudeó Jungkook—. Sólo quería besarte un poco más. No fue mi intención asustarte.
—Lo sé. No es tu culpa —susurró Jimin—. Simplemente no puedo soportar la idea de que alguien me toque.
—Vas a mejorar —prometió Jungkook—. Puedo esperar.
—No puedo pedirte eso —dijo Jimin, sintiéndose triste por su abrumador temor. Se encogió de hombros—. Además, quiero largarme de esta ciudad tan pronto como salgamos de aquí.
—¿Tienes familia? —preguntó Jungkook—. Quiero decir, ¿dónde está tu casa?
—No tengo casa. La mujer que me enseñó inglés; mi madre adoptiva, murió hace unos cuatro años. Vendí la casa y empecé a viajar. Quería ver todas las cosas que me había perdido. Me detuve en esta ciudad, tomé un trabajo como ayudante de camarero y decidí quedarme un tiempo. Genial decisión, ¿eh?
—Bueno, ¿considerarías quedarte conmigo? Sé que no sabes acerca de los compañeros, pero estamos destinados a estar juntos. Está determinado por el destino. —Jungkook parecía un poco incómodo. No dejaba de mirar al suelo y luego de regreso. Sus dedos se retorcían—. Juro que cuidaré bien de ti, Jimin. Nunca vas a ser lastimado nuevamente.
—Así que, ¿no puedes tener a alguien más porque el destino decidió por ti? ¿Nunca me habrías escogido si el destino no lo hubiera hecho? —Jimin no podía creer que estuviera molesto por eso. Se mordió el labio, deseando haber mantenido su boca cerrada. Jungkook era un lobo. Quién sabía cómo iba a reaccionar.
—No, estoy diciendo que nuestro destino es estar juntos y que me gustaría llegar a conocerte mejor. Me gustaría estar contigo. Voy a ir tan lento como lo necesites.
—¿Quieres decir, como, en una cita? —preguntó. Realmente no entendía lo que Jungkook quería decir. Tal vez era la barrera del idioma. Tal vez esto era algo que todavía, no había aprendido.
—El apareamiento es de por vida, Jimin, pero si quieres empezar teniendo citas, podemos hacer eso —dijo Jungkook—. Míralo de esta manera, el destino nos dio una manera de reconocernos entre sí. Lo que hagamos a partir de ahí depende de nosotros. No soy nadie para ignorar al destino. De entre todos los deltas, fui el enviado aquí para encontrarte. Nos sentimos atraídos el uno por el otro. ¿Por qué no probar si el destino tiene razón?
Pensó en ello. Jungkook tenía un buen punto. Además, tenía razón. Jimin lo quería, a pesar de todo lo que había sucedido. Quería a Jungkook como necesitaba su próximo aliento.
—Bueno, si salimos de esta, estoy dispuesto a ver a dónde nos conduce. Siempre y cuando entiendas que estoy deshonrado, bueno, dañado.
—No estás dañado, Jimin. —Negó Jungkook—. Has sido objeto de abusos. No es tu culpa. No te merecías esto y no tienes que avergonzarte. Vamos a salir de esto, ¿de acuerdo?
—Gracias por lo de nosotros, incluso aunque no te conozco muy bien. Siento que finalmente tengo ayuda —respondió, con los ojos llenos de lágrimas—, que ya no estoy solo. Es bueno no sentirse solo.
—No llores, bebé —dijo Jungkook mientras estiraba una mano hacia Jimin—. ¿Puedes venir hacia mí? Sólo quiero abrazarte y consolarte. Te lo prometo.
—Mi corazón me dice que confíe en ti —dijo Jimin—. Pero mi cerebro grita que corra, que me esconda de ti y de los demás.
—Supongo que la pregunta es a quién vas a escuchar.
Esa era la pregunta del día, ¿no? Puesto que no tenía una respuesta, Jimin se encogió de hombros. Sabía que quería el confort. Nunca había tenido mucho de eso en su vida, pero después de lo que había pasado, la idea de que alguien lo tocara lo hacía temblar.
—¿Puedo abrazarte?
Jimin asintió. Jungkook debió haber tomado eso como un permiso para tocarlo. Se acercó, sentándose en el suelo junto a él. Muy lentamente, Jungkook le tocó el brazo, luego colocó el suyo alrededor de su cintura.
Se tensó cuando Jungkook lo levantó. No estaba seguro de sentirse cómodo sentado en el regazo del hombre, pero los brazos envueltos alrededor de él se sentían maravillosos. Apoyó su cabeza sobre el pecho de Jungkook y esperó a ver lo que el hombre hacía.
Poco a poco, fue capaz de relajarse en el abrazo de Jungkook y finalmente se hundió y lloró. Derramó todas sus lágrimas, por todo lo que le había sucedido en su tiempo como prisionero.
—Está bien, bebé, shh —Jungkook susurró en su oído. Sintió la mano de Jungkook pasar suavemente por su pelo—. No voy a dejar que te lastimen nunca más. Voy a mantenerte a salvo. Siempre voy a mantenerte a salvo.
Jimin escuchó las palabras y de alguna manera afectaron a su mente y su corazón. Ya no estaba asustado de Jungkook. Una vez que soltó todas sus lágrimas, quería pensar en algo, cualquier cosa.
—Cuéntame algo feliz —sollozó.
—¿Algo feliz? ¿Qué hay de la casa que estoy construyendo? Es donde vamos a vivir. —Jimin asintió. Eso sonaba como una buena idea. Jungkook continuó—: Bueno, va a tener tres dormitorios, uno realmente grande. Tomé la idea de la vieja casa de Zac. Es un delta como yo.
>Mi mejor amigo; Aiden, es compañero de Zac, junto con otro hombre llamado Matt. De todas formas, Zac fue enviado a matar a Aiden porque este estaba en contra de nuestro antiguo alfa. Eso es muy grave entre los lobos, pero nuestro alfa iba en contra de las leyes del consejo. Aiden no hacía lo que él quería. Así que, temiendo que mi amigo pudiera vencerlo en una pelea, el alfa inventó estupideces y habló con el consejo para que lo juzgaran como a un lobo rebelde —Jungkook se rio—. Como puedes adivinar, los lobos no pueden ir a la cárcel o lo que sea; como los humanos, así que tienen que ser asesinados si se vuelven rebeldes o salvajes.
—¿Es ésta tu idea de feliz? —Jimin interrumpió.
—No —respondió Jungkook con una sonrisa—, pero estoy llegando a la parte feliz. Zac fue enviado por el consejo para matar a Aiden, pero cuando llegó allí, comprobó que era un buen tipo. Cuando Zac se dio cuenta que además era su compañero, me llamaron para que hablara con el consejo. Así fuimos capaces de escapar y regresar a casa de Zac.
>Es ahí a donde quería llegar con esta historia —dijo Jungkook—, Zac; como yo, siempre supo que tendría dos compañeros y estableció su antigua casa para ello. Diseñé nuestra casa fijándome en ella. Tiene tres dormitorios, uno de ellos muy grande, con una cama ordenada especialmente para adaptarse a tres adultos. También puse tres grandes armarios y un baño principal con bañera de hidromasaje, una ducha enorme y tres lavabos lado a lado. También tendrá dos estudios, una cocina grande, un agradable comedor, una sala de estar y una terraza enorme.
—¿Qué más? —preguntó Jimin, imaginándose la casa.
—¿Qué más? —se rio Jungkook—. Um, bueno, un garaje para tres coches, otro baño completo en la planta superior y un medio baño en la planta baja. Lo sé, no te he dicho dónde está. Eso puede ser importante. Está a un par de horas fuera de Atlanta. El territorio era de una antigua manada que se disolvió. El pueblo ha estado abandonado durante treinta años. Después de lo que pasó con Zac y Aiden, decidimos tener una manada formada sólo por deltas y sus compañeros.
—Entiendo que el alfa era un mal tipo, pero no todos ellos lo son, ¿no? ¿Por qué hacer su propia manada? —preguntó Jimin, un poco confundido, pero por otra parte, se trataba de una gran cantidad de información para asimilar.
—Bueno, ya que, sólo unos pocos de los miembros de nuestra manada, no se ven afectados por nuestro olor, los deltas viven aislados del resto. Quiero decir en el sentido físico y emocional. No podemos ir a las reuniones, ni involucrarnos en la vida cotidiana de la manada, ni nada de eso. Es una muy solitaria y aislada vida. Y después de lo que pasó con Aiden y Zac, decidimos que teníamos que estar organizados. De esta manera todas las órdenes del consejo podían ser verificadas y la cacería se puede hacer en parejas o equipos.
—Eso tiene sentido —respondió Jimin—. Ayudará a mantenerlos seguros.
—Eso esperamos —dijo Jungkook—. Por lo menos es parte de la idea.
Sintió como Jungkook pasabas sus labios contra el costado de su cabeza.
—¿Te sientes mejor, bebé? —le preguntó Jungkook.
—Sí, un poco —respondió, sorprendido de estarlo.
—Bien. Unas pocas horas más y saldremos de aquí —dijo Jungkook—. Al caer la noche, saldremos de aquí, lo prometo. Has estado aquí mucho tiempo, mal alimentado. Probablemente tenga que cargarte, así que quiero que estés preparado para eso.
—¿Cómo?
Jungkook frunció el ceño. —¿Cómo voy a cargarte?
Jimin giró sus ojos. —¿Cómo vas a sacarnos de aquí?
—Bueno, voy a tener que cambiar de forma. —Jungkook le mostró lo que sólo podía ser una cautelosa mirada—. Si hago eso, ¿vas a estar bien?
—Si nos saca de aquí, puedes convertirte en el hombre del saco, me importa una mierda. —Resopló Jimin.
—Eres muy valiente, mi pequeño compañero, muy valiente. —Jungkook se rio entre dientes antes de besarlo en la cabeza y en la mejilla. Lo creía. Jungkook los sacaría de aquí y tal vez, sólo tal vez, Jimin nunca estaría solo de nuevo.