PRÓLOGO
Reconocí la letra al mismo tiempo en que le sentí tras de mí.
[Mírame. Estoy aquí.]
Me di la vuelta, ansioso por verle.
Jungkook esperaba entre las sombras de un rincón alejado de la entrada al cenador, enloquecedoramente atractivo.
Con el gesto cabizbajo, intensificando el bellísimo resplandor de sus ojos y vigorizando su figura.
Contuve el aliento, sintiendo la urgencia de besarle allí mismo y enmendando los errores que cometí aquella mañana.
Pero solo fui capaz de llevarme una mano a la boca y olvidar el control sobre una lágrima que resbaló por mi mejilla.
—¿Cómo ha sabido que vendría aquí? —pregunté sin apenas voz, más concentrado en él que en la posibilidad de que le descubrieran.
—Te siguió —resolvió.
Fue entonces cuando me di cuenta que estaba caminando hacia él sin voluntad sobre mí mismo, atrajo completamente por la incuestionable seducción que descubrí.
—¿Cuándo tiempo llevas aquí? —jadeé.
Jungkook entrecerró los ojos y torció el gesto lentamente.
—He llegado a tiempo de ver cómo Zico te besaba —aludió, ignorando que me dejaría desolado.
Tanto que no pude seguir manteniendo su mirada.
Agaché la cabeza, tocándome las manos con nerviosismo y buscando desesperadamente una forma de demostrarle todo lo que se paseaba por mi mente.
Él merecía una explicación, ambos necesitábamos que yo le contara lo que sentía.
Eso era lo que me había pedido en el probador y lo que yo no supe darle.
—Jungkook, yo… nada de esto… —tartamudeé cabizbaja.
—Cállate… —gimió colocando un dedo sobre mis labios. Me estremeció el contacto y él supo reconocer que era porque acaba de tocarme—. No hace falta que digas nada.
Se acercó a mi boca, creando un suspenso terriblemente excitante que me hizo cerrar los ojos un instante.
No debería haberme impresionado tanto, porque Jungkook solía ser así de provocativo, pero había algo más tras esos gestos.
Lo note en el calor que descubrí.
—¿Vas a besarme? -suspirar.
—¿Es lo que quieres?
—Siempre lo he querido.
Observó como uno de sus dedos se deslizaba por mi clavícula.
—No lo parecía esta mañana —espetó antes de mirarme fijamente—. Te lo pondré bien fácil, amor. O te resistes o te dejas llevar, tú decides.
Se me contrajo el vientre.