01.
Jimin cantaba la letra de su canción favorita de Bruno Mars, mientras bailaba de camino a la habitación delante de Jungkook. Le había dicho que tenía una agradable voz para el canto, y Jungkook le sonrió con indulgencia mientras Jimin balanceaba sus caderas y hacía dos pequeños pasos hacia Jungkook para pasar sus dedos sobre su amplio y musculoso pecho.
Bromeando, Jimin saltó lejos cuando Jungkook llegó por él, tarareando en voz baja mientras se quitaba su ropa para ir a la cama. Era tarde y necesitaba dormir, pero Jimin seguía eufórico y feliz porque la fiesta para dar la bienvenida a los recién llegados a la manada había sido un enorme éxito. Jimin se levantó la camisa y pasó las manos sobre los tensos músculos de su abdomen, moviendo su otra mano hacia el interior de la cintura de sus vaqueros, sabiendo que los ojos de Jungkook estaban en él. Jimin quería jugar con Jungkook, haciendo que el bulto en sus ajustados vaqueros fuese aún más grande de lo que ya era.
Jungkook se trasladó a su lado y alejó la mano de Jimin de sus abdominales con impaciencia, sustituyéndola por la suya. El hombre mayor lo tiró fuertemente contra su cuerpo y acercó sus labios a la piel de la garganta de Jimin, su lengua lamiendo causando que Jimin gimiera y empujara sus caderas hacia él. Antes de que Jimin supiera muy bien lo que estaba pasando, Jungkook se había hecho cargo de la tarea de desvestirlo. Dejó un rastro de ropa de Jimin en el suelo mientras lo encaminaba hacia atrás hasta la cama, luego lo levantaba y lo arrojaba sobre el colchón.
Agarrando sus muñecas con una de sus manos, Jungkook se las puso sobre su cabeza y lo mantuvo allí mientras su boca se trasladaba a la garganta de Jimin, sus ojos, y de nuevo a sus labios. Bajó la cabeza y tomó un pezón marrón en su boca, jugando y burlándose de la sensible protuberancia con sus dientes y lengua. Dejó caer las manos al culo de Jimin y lo acercó posesivamente. La intensidad y desesperación sobresaltaron a Jimin. —Dios, te necesito. Te amo tanto —susurró Jungkook frenéticamente en el oído de Jimin—. Ámame, bebé. Tengo que tenerte.
Jimin se rio, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura de Jungkook y acercándolo más. —Entonces, ¡tómame! Soy todo tuyo.
Jungkook gimió y bajó las piernas de Jimin el tiempo suficiente para llegar a ciegas al aceite en la mesa junto a la cama. Dado que sus manos temblaban de necesidad, obtuvo más aceite detrás de los muslos de Jimin que en su culo, pero fue suficiente para hacer el trabajo. Cuando empujó primero un dedo dentro del estrecho agujero de Jimin y luego otro, estirándolo suavemente, Jimin se retorció de excitación y placer. Jungkook le sonrió mientras frotaba los dedos contra su fruncida entrada.
—Es suficiente, Jungkook. Por favor, cariño. Te necesito dentro de mí ahora. No esperes.
Jungkook bajó sus caderas para empujarse dentro de él, y Jimin levantó las suyas en señal de bienvenida, empujando su cabeza sobre las almohadas. —Eso es, bebé —murmuró Jungkook—. Eres mi dulce amor. Mi único amor —susurró Jungkook en su oído y Jimin volvió la cabeza para capturar la boca de Jungkook. Cuando sus labios tocaron los de Jungkook, fue como si encendiera un polvorín. Jungkook tomó sus labios con otro gemido y se hundió en Jimin, enterrándose hasta las bolas y arrastrando su polla sobre la próstata de Jimin una y otra vez. Jimin se corrió con una intensidad que lo sorprendió. No podía parar, y por un momento, le recordó su primera vez juntos, cuando el nudo había causado que tuviera esos increíbles e interminables orgasmos. Jungkook gritó con voz ronca y lo siguió segundos después, tirando de Jimin con tanta fuerza que apenas podía respirar.
Ambos se quedaron inmóviles durante mucho tiempo después, como dos sobrevivientes en las consecuencias de una tormenta, aferrándose juntos, incapaces de separarse. Por último, Jungkook se estremeció y se levantó para conseguir un paño caliente para limpiar a Jimin. Se ocupó de su compañero con ternura y después, se tendió en la cama detrás, acurrucando el cuerpo de Jimin y sosteniéndolo cerca.
—Buenas noches, cariño —dijo Jungkook suavemente, besando la nuca de Jimin. Jimin lo abrazo de nuevo y suspiró, tan enamorado y satisfecho, que no quería moverse nunca de donde estaba, justo en ese mismo instante.
—Te amo, Jungkook —dijo. Jungkook murmuró algo en respuesta y Jimin pensó ociosamente que nunca había sido tan feliz en su vida. Esta felicidad perfecta no podía durar, ¿no? Un supersticioso escalofrío lo sacudió, y Jungkook apretó su brazo en la cintura de Jimin, haciendo un suave sonido interrogativo.
Jimin se acurrucó de nuevo en los brazos de Jungkook. —Nada, bebé. Alguien debe haber caminado sobre mi tumba. Vuelve a dormir —suspiró y se acomodó en el cálido abrazo de Jungkook mientras se iba a la deriva durmiéndose.
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Son Namjoon y