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El detective Minnie Moretti giró la cabeza hasta que oyó un „pop‟ diferente. Se frotó los músculos doloridos en la parte posterior de su cuello con la mano.
Odiaba las vigilancias. Era la misma cosa cada maldita vez: correr y esperar. Y él había estado esperando a que su sospechoso apareciera durante las últimas seis horas. No faltaba mucho tiempo más para que lo relevara el siguiente turno y se pudiera ir a casa a dormir.
—¿Quieres más café?
Minnie se giró para mirar a su compañero Nick, y meneó la cabeza.
—No, si bebo más café mis dientes van a comenzar a flotar.
Nick resopló y se sirvió una taza del líquido caliente de un termo. —Oh, infiernos, si no tomo algo más no va a importar. Voy a estar inconsciente por falta de sueño. Te lo digo, Minnie, estas vigilancias nocturnas me van a matar.
Minnie se rió entre dientes mientras miraba por la ventana delantera del vehículo donde se encontraban sentados —Estás enojado porque esta vigilancia interfirió con la llamada que recibiste para dejarte caer en el bar.
—Era uno bueno en la línea, también —dijo Nick—. Él era dulce, Minnie. Te lo digo: culo joven, fuerte, y unos labios que podrían aspirar el cromo de un enganche de remolque.
—Él —dijo Minnie, arrugando la nariz con asco—. No necesito saber nada sobre tus aventuras sexuales.
—Solo estás más que molesto porque tú no estás recibiendo ninguna llamada.
—Puedo conseguirla si quiero.
—Uh-huh, y ¿cuándo fue la última vez que te llamaron?
Minnie rodó los ojos. —Sólo porque no me ando besuqueando y digo que no me interesa, no quiere decir que no estoy recibiendo llamadas para salir.
Nick soltó una risita. —Eso es lo que yo pensaba.
—Sólo vigila al maldito asesino, Nick. —Minnie cruzó sus brazos sobre su pecho y siguió mirando por la ventana. Nick estaba en lo cierto. Él no tenía mucha vida sexual de la que hablar. Nunca acabó de ver cuál era el gran problema. El sexo era sexo. No era el principio y el fin del mundo. Nunca había sido tan emocionante para Minnie. Era más una rutina que cualquier otra cosa.
Minnie probablemente podría contar sus novios con una mano. Nunca terminaba de tener mucho interés en el sexo, y una vez que su novio de turno lo descubría, por lo general se iba hacia pastos más verdes, o al menos hacia tipos que lo hacían más que él.
Minnie estaba solo, pero recientemente había empezado a pensar que estar solo era mejor que tener que salir con alguien cuando en realidad no quería hacerlo.
Le gustaba pasar tiempo con amigos varones. Sólo que no tenía ese entusiasmo con la parte más física de las cosas.
—¿Puedes ver eso?
Minnie giró para ver de lo que Nick estaba hablando, su boca abierta al ver a cuatro de los más grandes, más imponentes hombres que había visto, saliendo de un callejón a mitad de camino por la calle. No era tanto que eran grandes, sino que era que los cuatro hombres estaban vestidos de negro, con abrigos de cuero negro que casi les llegaban al suelo.
—No creo que sean de por aquí —resopló Nick.
Era cierto. No encajaban con la escena local. Además del hecho de que estos chicos vestían largos abrigos de cuero en pleno verano, la gente del barrio tendía a usar ropa más informal. El lado sureste de la ciudad no era uno de los mejores barrios para vivir, y mucho menos caminar a través de él. Estaba lleno de pandillas, drogas, y caminantes callejeros. Sin embargo, era el lugar perfecto para que un sospechoso se escondiera.
Bobby G era sospechoso de haber planeado una serie de robos a mano armada en los alrededores del barrio. Los robos, probablemente, no habrían sido reportados si una niña no hubiera recibido un disparo en uno de ellos.
La mayoría de la gente de este barrio no tenía mucha fe en el departamento de policía local, pero el asesinato de una inocente niña de siete años de edad lo cambió todo. El barrio se levantó en armas, clamando por sangre.
Nick y Minnie tenían una pista de que Bobby G tenía un apartamento encima del restaurante chino local. Habían estado vigilando el lugar durante las últimas horas en busca de cualquier señal del sospechoso.
—¿Qué demonios están haciendo? —Preguntó
Nick.
Minnie sacudió la cabeza. No tenía ni idea, pero sea lo que sea los pelos de la nuca se le erizaron. Vio cómo dos de los hombres se separaron del grupo y caminaron por la calle, lejos de donde Minnie y Nick estaban. Los otros dos se dirigían hacia ellos.
Un hombre, el más alto en el grupo, llamó la atención de Minnie. No podía ver gran parte de las características del hombre, más que el hecho de que estaba construido como una jodida casa de ladrillo. A Minnie no le gustaría conocer a un hombre así en una pelea. Perdería. De hecho, no conocía a nadie que no perdiera contra ese hombre a menos que tuvieran un bazuca o algo así. El hombre era enorme. Y no era sólo su imponente altura, que tenía que ser varios centímetros más alto que los propios 1,92 metros de Minnie. Incluso bajo el cuero negro que el hombre vestía, Minnie pudo ver que tenía los hombros anchos y los brazos gruesos y musculosos.
Por primera vez desde que descubrió que su pene se paraba, Minnie sintió excitarse con sólo mirar a alguien. Le sorprendió tanto que casi perdió de vista al sospechoso que se escabullía por la puerta de un edificio, justo en la manzana que daba la vuelta a la esquina con el callejón.
—¡Mierda! —Dijo Minnie al llegar a la manija de la puerta—. Ahí va Bobby G. La pequeña mierda está tratando de colarse por el callejón.
Minnie saltó del coche y se dirigió hacia el callejón. Nick se unió a él incluso antes de llegar a la mitad de la calle. Los dos corrieron hacia el callejón, sus armas en las manos antes de llegar a la esquina del edificio.
—Voy a la cabeza por el callejón —dijo Minnie—. Tú ve a través del restaurante chino y encuéntrame en la parte de atrás. Hay una puerta por la cocina que da al callejón. Puedes ir hacia el frente desde allí. Vamos a rodear al pequeño jodido.
Nick asintió y corrió hacia el restaurante. Minnie le dio un minuto y luego dio la vuelta a la esquina. Una de las razones por las que a Minnie no le gustaban los callejones era por la falta de luz. No podía ver una mierda apenas dobló la esquina. Le tomó un momento para que sus ojos se adaptaran, y cuando lo hicieron, su mandíbula casi cayó al suelo.
Un hombre grande, casi tan grande como los cuatro hombres que había visto en la calle, sostenía a Bobby G contra la pared del callejón. Los pies de Bobby G colgaban a varios metros del suelo. Para todos aquellos que miraban, los dos hombres podrían haber estado simplemente jodiendo en el callejón. Pero Minnie sabía que no era así. Podía ver la vida salir de los ojos de Bobby G.
Minnie sabía que el hombre que estaba con Bobby G lo estaba matando. Podría haber sido por cómo Bobby G lo miró desesperadamente. Podría haber sido la forma en que el rostro del hombre más grande se enterró en la garganta de Bobby G. Fuera lo que fuese, Minnie sabía que tenía que hacer algo.
—¡Quieto! ¡Policía! —gritó Minnie mientras se adentraba más en el callejón. Cruzó los dedos y rezó para que Nick se diera prisa de una puta vez y le diera un poco de respaldo antes de que el hombre le arrancara la cabeza a Bobby. Porque cuando el hombre levantó la cabeza del cuello de Bobby G, era exactamente lo que parecía que quería hacer—. Por qué simplemente no lo bajas, ¿de acuerdo?
Los ojos misteriosos de color rojo que lo miraron desde varios metros de distancia, le dieron a Minnie como un escalofrío que casi le hace huir del callejón. La sangre que goteaba por la barbilla del hombre no ayudaba. Por desgracia, ser policía significaba que no podía dejar morir a Bobby G, aun con lo mucho que le gustaría hacerlo.
Minnie hizo un gesto con su pistola. —Vamos, bájalo, amigo. —Bobby G fue bajado, pero no de la manera en la que Minnie esperaba.
Vio con asombro cómo el hombre grande agitó la muñeca y Bobby G salió volando por el aire. Golpeó contra la pared opuesta del callejón en donde había estado y se estrelló en el suelo con un ruido sordo, repugnante.
Minnie podía decir por el ángulo extraño en el que se encontraba el cuello de Bobby G, que estaba muerto. Tenía la cabeza prácticamente girada hacia atrás. Minnie dio un paso más cerca, los ojos muy abiertos cuando vio la gran herida que sangraba en la garganta de Bobby G. Parecía como si le hubiese sido arrancado un pedazo.
—¡Amigo! —Dijo Minnie, cuando volvió a mirar al otro hombre—. Pon tus manos encima de tu cabeza lentamente. No quiero dispararte. —El hombre comenzó a avanzar en dirección a Minnie, quien hizo señas con su arma al hombre—. ¡Manos arriba! Tengo un arma. Y no quiero disparar. ¡Levanta las manos!
Nada de lo que dijo parecía funcionar. El hombre seguía caminando hacia él. Minnie hizo una mueca. No quería matar al hombre, pero no parecía haber nada más que hacer. El hombre no lo estaba escuchando en absoluto.
—¡Detente donde te encuentras y pon las manos sobre tu cabeza, o te pego un tiro! —Minnie lo intentó una última vez. Cuando el hombre siguió avanzando hacia él, Minnie, lamentablemente, apretó el gatillo. Tenía la esperanza de sólo herir al hombre, pero cuando disparó al hombro del hombre, y ni siquiera lo detuvo ni lo hizo avanzar más despacio, Minnie disparó de nuevo.
Esta bala entró por la pierna del hombre. Se tambaleó un poco, pero siguió acercándose a Minnie.
«Caray, este tipo tiene que tener encima PSP, LSD, o algún tipo de droga», Minnie pensó mientras descargó su arma en el hombre.
Seis descargas y el hombre seguía caminando como si no lo afectara. Él debería haber muerto después de cuatro por lo menos.
El hombre gruñó cuando llegó hasta Minnie. Sus ojos rojos le miraron fijamente, mientras una mano se envolvía alrededor de su garganta. Minnie fue levantado del suelo a varios centímetros.
No era alguien que cedía fácilmente, entonces Minnie trató de que aflojara el control en torno a su garganta con una de sus manos y con la otra mano apuntaba con su pistola al hombre en la cabeza. También usó sus piernas para patear al hombre, con el objetivo de alcanzar cualquier parte del cuerpo del hombre que pudiera.
Minnie casi hace una mueca de dolor cuando un tiro de suerte acertó en el hombre adecuadamente entre sus piernas. Si no fuera por el hecho de que el hombre estaba tratando de matarlo, Minnie podría haber sentido lástima por él, cuando un gemido largo y doloroso salió de los labios del tipo.
Ya que el hombre estaba tratando de matarlo, Minnie dirigió otra patada hacia el mismo lugar. La mano alrededor de su cuello se aflojó lo suficiente para que Minnie se zafara. El hombre cayó de rodillas. Minnie agarró la cabeza del extraño y le dio un rodillazo tan fuerte como pudo al rostro del hombre. Se desplomó como una tonelada de ladrillos.
Minnie apoyó las manos en sus piernas y respiró hondo varias veces.
Estaba bastante seguro de que tendría moretones en el cuello por la mañana del tamaño de las manos de ese hombre. Menos mal que no tenía que ir a ver a sus padres hasta la próxima semana, porque no habría forma de explicárselo a su sobreprotectora madre.
Colocando el arma en su funda, Minnie se acercó y puso al hombre sobre su espalda, no fue una tarea fácil teniendo en cuenta el tamaño del hombre. Agarró los dos brazos del hombre y los esposó a su espalda.
Rodando al hombre de vuelta otra vez, Minnie empezó a buscar en él.
Quería saber si este hombre tenía alguna relación con Bobby G.
Quería saber si esto era sólo un asesinato al azar o si alguien quería darle un golpe certero a Bobby G. Y quería saber por qué el hombre no cayó con todas las balas que Minnie había disparado sobre él. Él debería estar muerto ahora mismo, no inconsciente.
Los ojos de Minnie se abrieron con cada artículo que sacó de los bolsillos del hombre: varios cuchillos, un par de estrellas tipo ninja que había visto en las películas, y, más particularmente, una bolsa de sal. Minnie frunció el ceño y miró a los artículos y luego al hombre inconsciente.
«¿Quién jodidos es este tipo?»
Minnie se congeló cuando sombras oscuras de repente bloquearon la lámpara de la calle.
Miró hacia arriba para encontrar a los cuatro hombres que había visto antes de pie en un círculo alrededor de él y el hombre en el suelo. Se maldijo por no ser más consciente de su entorno, Minnie lentamente se puso de pie.
—Esta es una escena del crimen, señores —dijo Minnie consistentemente, lo que lo sorprendió teniendo en cuenta el tamaño del nudo en su garganta—. Necesito que den un paso atrás, por favor. —Minnie no era estúpido. Él sabía cuándo estaba en inferioridad numérica.
Minnie deseaba haberse acordado de volver a cargar su pistola. El mayor de los cuatro hombres, el que llamó su interés antes, de pronto lo agarró y lo estrelló contra una de las paredes del callejón. Minnie gruñó cuando su espalda se puso en contacto con el duro ladrillo. Tendría contusiones seguramente.
Alzó la vista para ver los ojos de puro negro mirándolo con atención, y él necesitaba ver hacia arriba. Este extraño era mucho más alto que Minnie, tal y como él pensaba. Minnie se sintió positivamente insignificante al lado de él.
—Tú venciste a Tuloq. —Gruñó el hombre cuando comenzó a oler la curva del cuello de Minnie. El calor que emanaba de la piel del hombre casi quemó vivo a Minnie. En lugar de tenerle miedo, Minnie quería subir a la piel del extraño y cubrirse en su calor—. Digno eres de mi marca.
Minnie parpadeó.
Un momento después, gritó cuando el dolor estalló en la piel entre su cuello y hombro. Se aferró al hombre que lo sostenía, hundiendo sus manos en hebras largas y gruesas de cabello negro y sedoso. Antes de que pudiera alejar al hombre, el dolor que irradiaba desde su hombro se convirtió en placer, uno tan intenso que pensó que podría desmayarse.
—¡Oh, Dios! —Minnie se lamentó al sentir su pene endurecerse y luego estallar casi en el mismo instante. Leche caliente llenó sus pantalones vaqueros mientras el orgasmo más poderoso que Minnie hubiera experimentado alguna vez disparaba a través de su cuerpo.
Minnie se sentía como si por fin hubiera descubierto por qué la gente tenía sexo.
—No Dios; Demonas Amaté, —gruñó el hombre en el oído de Minnie, justo antes de que él lo introdujera en la oscuridad que lo rodeaba—, soy Jungkook.