CAPITULO 01
Cerró la cajuela tras sacar sus maletas.
Jungkook sostuvo una pequeña maceta en sus brazos.
— ¿Estarás bien Kook? — habló Namjoon sacando un par de cobijas de los segundos asientos. Jungkook le sonrió y asintió.
— Solo serán dos meses, no pasará nada.
Sus pies se hundieron levemente en la nieve, Jungkook sonrió en grande y vio a el cielo. Sintió como copos de nieve caían en su rostro.
Namjoon le sonrió y empujó para que siguiera caminando hacia la cabaña.
La casa era completamente de madera, se veía un poco desgastada y podrida.
Aún Jungkook lo amaba, en medio del bosque con una pequeña pista a su lado que dirigía a el pueblo a unos kilómetros.
— ¿No te da miedo? — habló Namjoon a su lado, Jungkook le sonrió y negó con la cabeza.
— No hay nadie aquí. No debo tener miedo. — sonrió levemente y siguió caminando. De su chaqueta sacó las llaves y abrió la puerta.
La casa estaba vacía con unos almacenes aún puestos.
— Estoy muy en desacuerdo de esto. — habló su amigo, Jungkook lo ignoró y dio un paso dentro de la casa, haciendo el suelo rechinar. Dejó las botas a un lado de la puerta y anduvo descalzo.
— Es hermoso. — suspiró acariciando el papel tapiz de las paredes, y vio hacia una ventana gigante en la casa.
— No. Es horrible.
Al terminar de alojarse Jungkook tomó a una pequeña botella de agua que tenía.
Se aventó a un sofá viejo en la casa y de este salió polvo pero no le importó.
— ¿De quién es esta casa? — habló Namjoon mientras pasaba un dedo en un mueble en la casa.
— Es de mi tatarabuelo. La ganó en una subasta en el pueblo.
Jungkook volvió a incorporarse del sofá y comenzó a instalarse. Construyó una mesa que compró para el lugar y encima de esta organizó sus libros y aquella planta.
En la habitación de la planta baja sustituyo el colchón por el suyo y tendió la cama. En un viejo mueble colgó su ropa de invierno y organizó sus zapatos.
Al terminar salió de la casa y se dirigió a el auto de Namjoon.
— Tengo que irme hermano. Mi esposo me espera. — sonrió el azabache. Jungkook golpeó su hombro.
— Felicidades por la boda.
— Cualquier cosa, lo más mínimo...llámame, vendré en cinco minutos sin importar que. Sigo creyendo que esto es una mala idea. Eres un idiota. — Jungkook rió y asintió, chocó su mano a la de el alto y este comenzó a manejar dejando completamente solo a Jungkook.
El pelinegro bostezo soltando un cálido suspiro y frotó sus manos para calor.
Vio a los alrededores lleno de pinos y árboles. Amaba el silencio de el bosque, solo ese sonido de los pájaros y cuervos por ahí. Sonrió inocentemente viendo a la punta de los pinos y sorbió su nariz. Volvió a la casa.
Cerró la puerta asegurándola y anduvo viendo toda la casa. Subió despacio por las escaleras.
Al llegar a el segundo piso tuvo más frío y se puso la capucha de su chamarra.
Había tres camas individuales con unas pequeñas lámparas. Las tres estaban bien tendidas. Jungkook enarcó una ceja y anduvo por toda la habitación. Al final de esta había una ventana larga cuadrada.
Limpió esta con su manga y vio a través. Nada más que nieve y árboles.
Revisando fuentes de luz vio a el techo donde colgaba un pequeño lazo hacía el sótano. Jungkook saltó intentando tomarlo pero falló en el intentó. Quiso mover uno de los muebles para subir y escuchó un cuervo que le alarmó todo sus sentidos.
Bajó a el primer piso y casi grita al ver a un pequeño cuervo entre los barrotes en el techo.
Se acercó despacio el ave se agitó.
Como si tratara comunicarse, Jungkook levantó sus manos mostrándole que no lo lastimaría y abrió despacio la puerta.
El pájaro salió rápido y voló lejos. Haciendo un escalofrío a Jungkook.
.
Tomó una ducha en el baño de la casa, y se vistió lo más caliente que tenía. Intentó arreglar su cabello pero fue inútil y lo dejó suelto.
Su padre le había hablado de una cuatrimoto de nieve que era de su abuelo. Incluso le cedió las llaves para que Jungkook se pudiera desplazar por si alguna emergencia.
Y en el garaje ahí estaba. Entre herramientas, trineos de nieve, libros y discos.
Era cubierta por una sábana blanca. Jungkook la descubrió y sonrió.
Era roja con detalles negros, perfectamente pulida y cuidada. Aunque no conoció a su abuelo comenzaba a admirarlo por ser un “gran tipo”.
La jaló fuertemente hasta la nieve y la encendió, sonrió en grande. Subió sobre esta con cuidado y la manejo fácilmente. Volvió corriendo a la casa y tomó su mochila con su billetera.
Manejó hasta el pueblo.
Minutos después que haya partido llegó un aura que hizo a los pájaros cantar y acercarse a unos cuantos ciervos.
Unos pies descalzos caminaron entre la blanca nieve arrastrando una especie de vestido. Su cintura adornada por un corsé negro. Su cabello era blanco con pequeños reflejos amarillos.
Y sus ojos...gatunos, indiferentes y fríos. Profundos y oscuros.
Llego a la puerta de la cabaña y la abrió. Entró en la casa haciendo una mueca a el nuevo aroma que la habitaba.
Un mortal.
Sus dedos levantaron una prenda en el suelo y la llevó a su rostro, oliendo cada célula en un aroma.
Soltó un jadeo al sentir como su corazón se agitaba derrepente y tuvo que soltar eso enseguida.
Siguió caminando en la casa y vio mal el sofá, tenía una manta sobre el, soltó un gruñido y la quitó con coraje.
Lo estaban invadiendo y estaba enojado.
Las ventanas comenzaron a llenarse de nieve y cristalizarse no tanto para romperse.
Sus oídos soltaron un rápido pitido. El chico desapreció al instante y Jungkook volvió a la cabaña.
Se adentró con una sonrisa y sosteniendo una bolsa de cartón con pan dentro.
Jimin lo vio entre los árboles y acariciando la cabeza de un ciervo que se acercó a él.
Ideando miles de formas para matar a ese intruso.