Cap 1 🌟
robando su aliento y rompiendo el corazón de Jimin en un millón de pequeñas piezas.
Su vida nunca volvería a ser la misma.
Los ojos de Jimin se llenaron de humedad, borrando su visión. No pasó mucho tiempo antes de que silenciosas lágrimas gotearan por sus mejillas.
Quería dejar de lado el estricto control que tenía sobre sus emociones.
Quería llorar histéricamente. Él quería levantarse y gritar por la injusticia
de tener a su esposo arrancado violentamente de su vida. Pero no lo hizo.
En su lugar, Jimin se quedó sentado en el banco, con las manos unidas firmemente en su regazo. Había una buena probabilidad de que si se soltaba ahora, nunca sería capaz de detenerse.
Mientras miraba el ataúd, la mente de Jimin vagó.
¿Cómo podía Taehyung estar ahí dentro? Él odiaba los lugares estrechos.
Era claustrofóbico, aunque nadie más lo sabía. Tae ni siquiera podía dar un paso dentro de un ascensor sin sudar como loco y agarrar la barandilla metálica hasta que sus nudillos se volvieran blancos. ¿Estaba bien? ¿Estaba cómodo? ¿Estaba asustado?
La mayor parte de lo que Tae hizo era de alto secreto, y ya que Jimin no estaba en el ejército, no se le dio los detalles de la muerte de su esposo.
Jimin no había hablado con Tae en semanas. Su última conversación se reprodujo a través de su mente, avergonzándolo. Tae había estado en Afganistán, sirviendo a su país y luchando por la libertad, y Jimin había estado alterado. Él odiaba ser separado de su esposo por varios meses. Esta era la tercera misión de Tae y la separación estaba desgastando su relación.
Sacudiendo la cabeza, pensó de nuevo en su última conversación deseando poder retirar sus palabras.
-Hey, bebé, ¿cómo está la vida en el mundo real?‐ la voz de Tae gritó a través de la estática.
-Yo también te extraño cariño. Estar tan lejos de ti es peor que la muerte.
-No digas eso - Jimin castigó, sacudiendo su cabeza - No hables acerca de la muerte, no cuando estás tan lejos de casa. Si te ocurriera algo...
- Nada va a pasar - dijo Tae con confianza.
- Mejor que no. Estoy esperando tu sexy trasero en casa en menos de un mes.
- Uh... - él se detuvo.
- ¿Qué? preguntó Jimin, aunque ya sabía la respuesta.
- Me voy a quedar aquí otros tres meses, bebé.
- ¡No! - Jimin negó con la cabeza -Esta es tu tercera misión. Has estado fuera más de lo que has estado en casa. ¡Maldita sea, Tae! Te necesito aquí. ¿Por qué demonios ellos se mantienen extendiendo la fecha?
Yo me ofrecí
El teléfono se cortó antes de que pudiera decir nada más.
Su argumento estúpido no significaba nada ahora y sus duras palabras comieron su corazón, lastimándolo más. Jimin daría cualquier cosa por tener a Tae de nuevo, aunque sea por un momento. Si tan sólo pudiera abrazarlo, besarlo, y pedirle disculpas por permitir que su frustración tome ventaja de él. Si solamente fuera posible que Taehyung lo perdonara.
Habían estado casados durante seis años, e incluso si las cosas eran difíciles a veces, ellos estaban enamorados y planeaban pasar el resto de sus vidas juntos.
Incapaz de contenerse más, Jimin soltó el último hilo que sostenía sus emociones a raya.
Una fila de personas pasó a su lado, tratando de ofrecer consuelo, pero fue inútil.
Él no quería oír lo mucho que todos amaban a Tae. Ellos no lo amaban en la forma que él lo hizo. Ellos no se habían casado con el hombre más amoroso, apasionado, atento en el mundo. Un toque en su hombro hizo a Jimin mirar hacia arriba y lejos del ataúd de Tae.
- Me encargaré de todo, Jimin- JeonGguk Sifuentes, el mejor amigo de Tae, apretó su hombro, pero Jimin no dijo una palabra.
Él no se molestó en responder, incluso cuando Gguk habló a los que le rodeaban.
Jimin tocó la superficie resbaladiza, pasando su mano por la longitud.
- ¿Qué voy a hacer sin ti? ¿Cómo se supone que voy a vivir sin ti a mi lado?- la voz de Jimin se rompió cuando se inclinó sobre el ataúd. Él trató de envolver sus brazos alrededor del centro, queriendo abrazar a Tae, sostenerlo una vez más. Llorando, dejó escapar un sollozo lleno de dolor.
- Me lo prometiste. Me prometiste estar siempre a mi lado.
¿Por qué te ofreciste para quedarte? ¿Por qué no viniste a casa conmigo? ¿Por qué me dejaste?
- Jimin - JeonGguk susurró.
- Lo siento - Gguk usó su fuerza a su favor, tirando a Jimin del ataúd.
Él luchó con uñas y dientes para volver, pero JeonGguk no lo dejaría ganar
- Shhh, va a estar bien- Gguk envolvió los brazos alrededor de la cintura de Jimin y lo apretó contra su pecho -Sé que estás sufriendo. Estoy aquí para ti, cariño. Cualquier cosa que necesites, estoy aquí para ti. Puedo ser suficientemente fuerte para ambos.
Gguk lentamente comenzó a balancearse, meciendo a Jimin mientras lágrimas corrían por sus mejillas sin control. Él perdió a Tae -su dulce compasión, sus tiernos besos, pero sobre todo, él perdió el amor absorbente que lo dejaba sin aliento.
- Él te amaba tanto, cariño -un brazo corrió por la espalda de Jimin sosteniendo su cuello, mientras que el otro permaneció firmemente alrededor de su cintura. Gguk lo mantuvo firmemente en sus fuertes brazos.
- Se ha terminado entre nosotros - Jimin dijo con firmeza y JeonGguk se puso rígido.
Taehyung y JeonGguk habían sido amigos desde el campo de entrenamiento.
La relación menage creció, pero era confusa para Jimin a veces.
Siempre había sido una especie de chico de un solo hombre. No estaba seguro de si se le estaba permitido amarlos a ambos por igual. Él había querido hablar con Tae sobre el futuro y sus sentimientos, pero el tema nunca se planteó. Y entonces, Tae fue enviado y también lo fue Gguk, dejando a Jimin en casa, solo.
- Por favor... no hagas esto, no termines las cosas conmigo - JeonGguk imploró -Yo perdí a Tae, también. Te necesito.
- No estaba destinado a ser, Gguk. Por favor, sólo déjame ir -Jimin trató de liberarse, pero JeonGguk no lo dejaría ir.
- Podemos hablar de esto más tarde. Estás pasando por mucho en este momento - los grandes ojos marrones de Gguk estaban llenos de dolor - Déjame llevarte a casa.
- No me puedo ir - Jimin dejó escapar su aliento -Dios... no puedo decirle adiós a Tae. No estoy listo, no todavía.
JeonGguk asintió -No tienes que irte.
-¿Cómo?-preguntó Jimin.
-No te preocupes. Yo me encargaré de todo- Gguk sentó a Jimin sobre el banco de la iglesia.
JeonGguk Sifuentes dejó a Jimin sentado dentro de la iglesia.
Vestido con su uniforme de gala, se dirigió a su camioneta y abrió la puerta. Metió la mano en la consola central y agarró su teléfono celular, marcando a su oficial al mando. El hombre tenía el poder de conceder la petición de Gguk.
-Parke- el Mayor Timothy Parke ladró en el teléfono.
-Es Sifuentes - dijo Gguk, apoyado en su camioneta.
- Hey, Sargento - suspiró tristemente, su tono lleno de preocupación - ¿Cómo lo está llevando Jimin? ¿Hay algo que pueda hacer?
- En realidad, señor, hay una cosa que puede hacer.
El Mayor tenía mucho poder y conocía a mucha gente. Era la combinación perfecta cuando las cosas necesitaban hacerse y aún mejor, Timothy Parke estaba a favor de la igualdad de derechos y de los militares.
Había comandantes que eran de la vieja escuela y rechazaban los cambios progresivos, pero el mayor no era uno de ellos.
- Nómbralo- dijo de forma automática.
- Necesito que me conceda permiso para velar por el ataúd de Sutter y mantener la capilla abierta. Jimin necesita más tiempo para decirle adiós a su esposo. Voy a ir a hablar con mi nueva unidad en cero quinientos, así que tengo algo de tiempo para hacerle compañía.
- Me haré cargo de ello. ¿Vas a estar listo para partir? ¿Puedes realmente manejar otra misión, Sifuentes? Dímelo y cambiaré tus órdenes. Ya has estado en tres misiones.
- Sí, señor. Necesito regresar- con la reacción que había recibido de Jimin, él sabía que no sería capaz de permanecer en Washington, DC.
Necesitaba volver. Tal vez entonces él sería capaz de hacer frente a todos los sentimientos enterrados profundamente dentro de su corazón. Quería venganza por el amante que ambos, él y Jimin habían perdido -Estaré allí.
- Sin problema- el teléfono se desconectó y JeonGguk lo metió en su bolsillo.
Alcanzando en la parte trasera de su camioneta, Gguk agarró una bolsa, lámpara, y una almohada para dormir. Inicialmente planeó dirigirse a un antiguo lugar para acampar, al que había ido una docena de veces antes. Una parte de él pensó que Jimin en realidad podría querer unirse a él.
Él quería gritar su dolor, pero no podía dejarse llevar, no en este momento.
Necesitaba velar por Jimin. Ahora que Tae se había ido, necesitaba cuidar al hombre.
De vuelta hacia la iglesia, él empujó sus emociones, incapaz de hacerles frente del todo.
Su corazón y su mente estaban en caos. La relación que había compartido con Tae y Jimin era algo que había esperado hacer más permanente. Los tres no habían hablado de hacer las cosas oficiales, pero eso no le impidió soñar y pretender. Infiernos, pasó la mayor parte de sus noches y fines de semana en casa de ellos. Su ropa estaba en el armario y su cepillo de dientes puesto junto al de ellos en el baño principal.
Caminando de nuevo a la iglesia, se detuvo y se quedó mirando el ataúd de Tae.
Aunque honestamente, él deseaba que Jimin fuera lo suficientemente fuerte como para consolarlo, y amarlo a su vez.
Pero Gguk no expresó sus necesidades o deseos. Él quería abrazar a Jimin y darle el consuelo que ambos necesitaban. La pérdida de Tae era demasiado grande para llevarla por sí solo. Sin embargo, sabía que Jimin lo alejaría. El hombre apenas podía mirarlo.
Preguntas corrieron por su mente, atormentándolo.
JeonGguk se arrodilló al lado del ataúd y colocó la bolsa de dormir para Jimin.
Sacando la bolsa de dormir, cubrió el cuerpo de Jimin, y aunque quería estar junto a él y abrazarlo, Gguk se abstuvo. En lugar de seguir a su corazón, Gguk se puso de pie y observó a sus dos hombres, Tae y Jimin.
El saco de dormir crujió ligeramente cuando Jimin se puso de costado, poniendo su espalda hacia Gguk. Él trató de no tomar el rechazo en su corazón ya que Jimin estaba sufriendo con la pérdida de su esposo.
Gguk quería decirle a Jimin todo.
Quería decirle al hombre acerca de la misión, pero la información era de alto secreto. Había estado allí. Había experimentado el horror de primera mano. El convoy viajaba en territorio hostil. Ellos estaban en estado de alerta, pero no podían regresar a la seguridad de la base, no cuando un orfanato estaba bajo ataque.
Gguk no entendía por qué la matanza nunca paraba. No tenía sentido.
Mirando alrededor de la iglesia, miró a los bancos vacíos, las huellas de zapatos en la alfombra donde la gente había caminado, y finalmente en el vitral. El sol estaba descendiendo lentamente, dejándose caer más allá del horizonte. Observó a los rayos brillantes de color tocando el cristal multicolor, fundiendo bellas imágenes en las paredes y techos altos.