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𝟏𝟗𝟒𝟕

𝐻𝐼𝐿𝒪 𝑅𝒪𝒥𝒪

Es estrecha la cuerda que separa la casualidad del destino.


Verano de 1997.


Porque debían mudarse, el era feliz en aquí, aquí estaban todo sus amigos, su jardín, su casa, a Bami le gusta jugar atrapando insectos.


– Terminaste de empacar todo Jungkook?


La voz impaciente de su madre le indicaba que debía apurarse.


– Ya termine mami.


Se quedó de pie en la puerta de su habitación memorizando el color de las paredes, las marcas que dejaban sus dibujos despegados cuando los despegó, repaso con sus deditos las marcas en las puertas que hizo su cachorro, solo tenia cuatro años, pero recordaría siempre este lugar que fue su hogar desde que tenía memoria.


Subió al auto de su padre, abrazo a su cachorro Bam que estaba tan o más triste que el, vio por última vez su casa y el frondoso árbol de Melocotón que estaba cargado de flores, era su flor, estaba lleno de frutos fragantes, daba sombra a su jardín y trepaba por el ahuyentado las ardillas.


Dijo adiós moviendo su pequeña manito, como si pudiera recibir respuesta.


El viaje de camino a su nueva casa sería largo, estaba en otro estado, allí empezaría la escuela cuando terminara el verano, de nada valía ser un llorón, nada cambiara después de todo.


Dejo a Bam dormir sobre sus piernas mientras su antigua ciudad se hacía cada vez más pequeña en el reflejo del el espejo retrovisor.


Pequeñas lagrimas rodaron por sus almendrados ojitos, hasta que pudo conciliar el sueño.


Su madre lo despertó después de unas horas en la primera parada, desganado comió un sándwich, fue al baño y volvió al auto aunque sus padres insistían que al menos estire las piernas.


El no era un niño berrinchudo, solo quería volver a Georgia.


Su padre se sentía culpable al ver la carita triste de su pequeño, Jungkook era niño inteligente, tal vez un poco tímido, pero esperaba que haga un montón de amigos.


Mirándolo por el espejo retrovisor llamo la atención de su pequeño.


– Jungkook, puedes ponerme atención un momento?


Jungkook miro a su padre y asintió.


– Dale una oportunidad a Florida campeón, te gusta Micky cierto?


Jungkook abrió aún más, sus grandes ojos muy emocionado.


– SI PAPI! me gusta mucho, quiero ir, cuando vamos?


– En tú cumpleaños podríamos ir, te gustaría?


– Y conoceré a mi Micky?


– Claro que si cariño y a todos sus amigos.


– Pero que voy a hacer lo que queda del verano?


– Sabes, en las casas que están al alrededor de la nuestra, hay varios pequeños que son de tu edad, así que vas a tener muchos amigos, también hay un jardín enorme, si quieres podemos volver a plantar melocotones.


La dulce carita de Jungkook iluminada imaginando su nuevo hogar era lo que deseaba desde que aceptó el trabajo en Florida, el señor Jeon apretó la mano de su esposa, apostaba que serían muy felices allí.


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– JIMIN A LAVARTE, VAMOS A ALMORZAR.


Metió a su conejo en el escondite provisional que había hecho con sus torpes manitas y entro a casa asustado, estaba lleno de lodo, por el agujero que habia hecho en una esquina del jardín, quiso correr a su habitación sin ser visto, hasta que sintió la mano de su madre en su hombro, definitivamente su mamá sabía cuando estaba haciendo travesuras.


– De donde vienes así Jiminie? Cariño medio día y ya estás vuelto un desastre.


No le gustaba mentir pero temía que le quitaran a Cookie, un conejito blanco con un gran mancha marrón en su ojito izquierdo, que había entrado por debajo de la cerca de su jardín, entonces dijo lo primero que se vino a la mente.


– Enterré un tesoro mami.


Esos ojitos sonrientes de su pequeño, tan dulce y educado, como podía regañarlo.


– Ve a bañarte cariño, cuando estés listo, dile a Yoonnie que venga a almorzar, si?


Se puso de puntitas, beso la mejilla de su madre con ternura y subió corriendo las escaleras.


Pronto tendría un amigo con quien compartir sus secretos.


Un camión de mudanzas se estacionó fuera de la casa vecina, esa casa había estado desocupada hace mucho tiempo, según Yoongi su hermano mayor, estaba embrujada, detrás del camión, un auto de detuvo, bajo la sombra del naranjo que habían plantado los antiguos dueños.


Del auto bajo una joven pareja, abrieron la puerta trasera y un cachorro marrón bajo de un salto, detrás de él, un pequeño de cabello azabache brillante, con unos hermosos ojazos negros, tan oscuros como la noche, esa noches oscuras donde puedes ver todas las estrellas que te apesezca, parecía menor que él, Jimin quería ser su amigo.


La familia notó que un pequeño los observaba de pie junto a la cerca de su casa, Nara la madre de Jungkook se acerco a saludar.


La nueva vecina pasó su delicada mano por las hebras castañas de Jimin.


– Hola pequeño, desde hoy viviremos aquí, señaló su casa y el chiquillo que se esconde detrás de mi, es mi hijo, su nombre es Jumgkook y tiene 4 años.


Jungkook se asomo solo un poquito saliendo de su escondite detrás de su madre.


Jimin era el niño más bonito que había visto, por alguna razón su corazón dolió, nunca había sentido eso, pero al mismo tiempo sintió una extraña emoción alojarse en su pechito, no sabía que era este sentimiento.


– Hola señora, Jungkookie, soy Jimin, hizo una pequeña reverencia encantando a Nara, tengo 6 años y si quieres puedo ser tú primer amigo aquí.


Jimin estiró su manito como saludos, esperando que Jungkook la tome.


Jungkook un poco temeroso tomó su mano y creyó escuchar un tintilineo de pequeñas campanitas en algún lugar.


El pelinegro soltó su mano avergonzado lentamente, ambos sonrojados, en ese momento no entenderían lo que pasaba.


Jimin vio que las personas de la mudanza descargaban los muebles junto al padre de Jungkook y se ocurrió una idea.


– Señora, puedo cuidar a Jungkookie mientras ustedes están ocupados?


La madre de Jungkook asintió y Jimin llevo casi arrastras a la parte de atrás de su jardín a Jungkook, por fin tendría un amigo con quien compartir su secreto.


Jimin se detuvo al llegar a la parte trasera del jardín.


Jungkook miraba curioso.


– Quieres ver algo increíble?


Jungkook asintió emocionado.


– Pero no le puedes decir a nadie, por favor, con sus ojitos suplicantes advirtió a Jungkook, el pequeño pelinegro asintió, el castañito levantó la manta que cubría madriguera.


Una pequeña bonita de algodón blanca asomó sus orejitas, Jungkook se coloco de cuclillas sorprendido, nunca había visto a uno en Georgia, pasó su pequeña manita por las orejas de Cookie, era tan suave.


Jimin sacó a su pequeña mascota secreta de la madriguera colocándola en su regazo.


Jungkook estaba fascinado con el lindo animal y su dueño , volvió a escuchar el tintineo de campanas, miro a su alrededor, no había nada, se topó con el rostro de Jimin, los rayos del solo de mediodía iluminado su cabello castaño, las medialunas en sus ojos, eran adorables, habían dientes menos en esa dulce sonrisa, su pecho se sentía cálido junto a él, olía a lavanda, a un día de lluvia, a hogar, el tiempo parecía detenerse mientras más lo veía.


Susurro para el mismo, te encontré.


"El amor es eterno, te buscaría en cada una de mis vidas hasta encontrarte, tal vez cambies, pero mi corazón te reconocerá, siempre."

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