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La voz del tiempo (KrisTao)

Summary

AU Reinos y poderes Pareja: TaoRis/KrisTao Sinopsis: Doce reinos fueron unificados en seis matrimonios. Kris Wu, príncipe del reino Vuelo, es obligado a casarse con el gobernante de Tiempo, el amenazante Huang ZiTao. Mención: HunHan/HanHun Extensión: 3.9k Advertencias: Mundo medieval fantasioso, matrimonios por contrato, mpreg, escena subida de tono.

Genre:
Romance / Fantasy
Author:
MarEriLip
Status:
Complete
Chapters:
1
Rating:
n/a
Age Rating:
16+

La voz del tiempo

Kris Wu, el príncipe del reino Vuelo, es obligado a casarse con el gobernante de Tiempo, el amenazante Huang ZiTao.

—¿En serio tengo que hacer esto?—preguntó Kris, el menor de la dinastía Wu.

—No puedes quedarte aquí, hijo—respondió su madre, mientras ordenaba a los guardias meterlo al carruaje que lo llevaría con su esposo. —También eres un rey y mereces tener un lugar que gobernar.

***

—Su majestad, ya estamos por llegar—informó el consejero real al ver la muralla que rodeaba el palacio a través de la ventana.

Kris no podía creerlo, se rehusaba a aceptar que ahora estaba casado con un completo desconocido, con alguien que ni siquiera había visto en toda su vida; y todo por capricho de los miembros del antiguo consejo de reyes que se les ocurrió la genial idea de emparejar a los hijos de los gobernantes para tener su ansiada unificación de reinos.

Al atravesar la muralla, el príncipe Wu dirigió su vista a una persona que estaba parada en un gran balcón ubicado en el segundo nivel del palacio. —Él es el rey de Tiempo, en este momento está realizando la ceremonia habitual de todos los domingos—dijo el consejero real observando la expresión de Kris al ver a lo lejos a su esposo. —Su nombre es Huang ZiTao—agregó.

El rostro del Wu menor reflejaba miedo, definitivamente él nunca creyó ver a una persona tan amenazante.

El rey de Tiempo tenía el cabello negro y corto, poseía un cuerpo alto y ejercitado y una mirada ojerosa tan severa como si te quisiera ahorcar al poner los ojos en ti; vestía una armadura negra, seguramente forjada en un volcán por el reino Fuego, cubierta por una enorme capa roja y en su cuello resplandecía un gran medallon dorado con forma de reloj de arena que lo reafirmaba como el rey de esa tierra.

Definitivamente era todo lo contrario a él.

A pesar de que Kris tuviera la mirada tan fría como un témpano de hielo, como diría su hermana mayor, de ser muy alto, sonreír poco y no parecer una persona amigable, Kris era una buena persona. Después de todo era el menor de toda la familia real y había vivido en un ambiente cálido, amoroso y pacífico, es más, ni siquiera tuvo la necesidad de aprender tácticas de guerra... O tal vez solo lo habían consentido demasiado. Al final de todo nunca pensó que terminaría de esa manera. Viviendo con un desconocido, reinando un lugar ajeno.

No tuvo tiempo de procesar algo, pues apenas bajó del carruaje fue rodeado por un grupo de soldados. —No sé enfade, su majestad. Su madre ordenó esto y su hermana, la reina de Vuelo, lo aprobó—dijo el consejero real mandando a unos soldados a arrastrarlo, meterlo a una habitación oscura y encerrarlo con llave.

Esa era definitivamente la peor tradición de su reino.

"Estúpidas tradiciones" pensó con disgusto.

Casi no veía nada a su alrededor, tuvo que esperar a que su vista se adaptara poco a poco. Elevó su cuerpo unos metros del suelo usando su poder y tanteo en las paredes hasta que encontró una pequeña ventana en lo alto del cuarto y la abrió. Giró su cuerpo hacia la habitación y pudo visualizar una cómoda cama, un armario mediano y dos puertas. Una era la que estaba cerrada con llave y la otra era la que lo conectaba con una pequeña habitación para su aseo personal.

Luego de unos minutos, escuchó un sonido que provenía desde afuera de la puerta asegurada y, por un momento, pensó que lo liberarían, pero solo vio que una pequeña parte de la puerta era extraída y una bandeja con comida se deslizaba por el suelo.

¿En serio, nadie lo sacaría de allí? ¿Estaba condenado a aceptar su matrimonio para obtener su libertad?

Kris no quiso comer, es más, no quiso hacer nada; solo se limitó a dejar que las lágrimas de impotencia bañaran su rostro mientras se recostaba en la cama. Y cerró los ojos para quedarse dormido, con la esperanza de despertar de aquella pesadilla.

Más tarde un ruido lo despertó, adormilado frotó sus ojos con ambas manos y vio como nuevamente alguien dejaba una bandeja llena de comida y agua. A pesar de eso, una vez más no comió nada, solo cerró sus ojos para seguir durmiendo.

Luego de unas horas su cuerpo le pidió alimento y tuvo que levantarse de la cama. Observó dificultosamente, por la mínima iluminación que le brindaba esa diminuta ventana, la bandeja intacta y fue al baño a echarse agua a la cara. Le resultó difícil ubicar el lavamanos, mas logró lavarse el rostro. Salió de la habitación de aseo mirando al suelo en busca de la bandeja de comida, se sorprendió al no verla y se arrepintió de no haber probado ni un bocado de lo que le habían preparado.

"Ahora no comeré nada" se quejó mentalmente.

—No haz comido nada—Kris escuchó una voz suave al otro lado de la puerta asegurada. —Si no comes te vas a enfermar, tienes que comer—continuó la voz.

—Cómo sabes que te estoy escuchando—dijo Kris extrañado por como se dirigía esa voz a alguien de la realeza.

—Escuché tus pasos... Si no quieres esta comida, está bien, pero al menos prueba esto—el dueño de la voz deslizó un plato con galletas. —Yo las hice está mañana—Kris se acercó y tomó el plato, tenía hambre así que metió una galleta a su boca. —¿T-te gustan?—preguntó la voz con inseguridad.

"Están deliciosas" pensó Kris sin saber sí lo decía el hambre o verdaderamente lo estaban. Pero saborear las chispas de chocolate que se derretía en su lengua fue definitivamente magnífico.

—Le puse chispas, no sé sí te gustan—volvió a decir la voz.

—Tienen buen sabor—respondió al fin, llevando a sus labios una galleta más.

—Me alegra mucho escuchar eso.

—¿Quién eres?—interrogó Kris con curiosidad.

—Mi deber es hacer que estés cómodo.

—Esa no fue mi pregunta, respondela por favor, me sentiré a gusto sí lo haces—dijo el menor de los Wu sentándose en la cama sin soltar el tazón con galletas.

—Bien.

—¿Cómo te llamas?

—Dime Tao.

—¿Por qué estoy aquí, Tao?

—Estas aquí para casarte con el rey y gobernar este reino a su lado.

—Creí que ya nos habíamos casado—mencionó en voz baja, sin embargo, el chico al otro lado de la puerta pudo escucharlo.

—El acta de matrimonio solo ha sido firmada por sus padres, necesita llevar también sus firmas para hacer oficial su unión ante los demás reinos.
Además que aquí ese papel no aplica en la elección de gobernantes.

—¿Entonces como son las cosas aquí?

—Las reglas de este reino son complejas, tal vez no lo entiendas.

—No me subestimes, Tao—respondió con un ligero enfado porque la voz menospreciada su capacidad de comprensión.

—Bien. El reino Tiempo no sólo se encarga de la hora, los calendarios y las estaciones. Nosotros podemos hacer más que eso. Cada uno de nuestros habitantes puede controlar el tiempo a voluntad, lo que es un poco peligroso. Es por ello que tenemos muchas reglas.

—¿Puedes ver mi futuro?—preguntó Kris con una sonrisa, que, por obvias razones, el contrario no podría ver.

—Sí, pero si indago en los tiempos de alguien más rompería la primera regla.

—¿Puedes viajar al pasado?

—Eso también rompe una regla.

—¿Entonces que pueden hacer?—preguntó casi enfadado.

—Podemos controlar el crecimiento de las plantas, en caso sea necesario hasta adelantamos su maduración, pero solo para beneficio de los habitantes, no con fines comerciales. Mayormente evitamos desastres naturales y ayudamos a crecer a los animales. Si alguno de nosotros cae enfermo podemos retroceder su tiempo y así estar prevenidos; en caso de cortes y heridas, también está permitido retroceder el tiempo del afectado y solicitar la ayuda de los extranjeros provenientes del reino Curación.

—¿Y sí alguien muere?—interrogó Kris con interés.

—No se puede hacer nada, una vez que la energía vital deja el cuerpo ya no puede volver a la vida.

Estaba claro que el reino Tiempo era lo más complejo que Kris pudo haber escuchado en toda su vida. Le quedaba claro que le sería muy difícil adaptarse e incluso llegar a entender sus costumbres.

—¿Cómo es el reino Vuelo?—cuestionó la voz suave al otro lado de la puerta.

Kris se preguntó si de verdad aquella persona estaba interesada en su lugar de nacimiento o solo quería ser condescendiente, pero decidió responder sus interrogantes como agradecimiento por las respuestas que le había brindado.

—El reino Vuelo no es como aquí.

—¿Cómo es?

—Está sobre las nubes, flota en el cielo... No hay caminos, puedes dirigirte a donde quieras, puedas y debas. Cada habitante nacido allí puede volar...

—¿Entonces tú puedes hacerlo?—interrumpió Tao.

—Por supuesto... Aunque claro, no solo nos dedicamos a volar por ahí. Todo ser vivo que tenga la capacidad de volar ha sido guiado por algún habitante de Vuelo.

—¡Wuau les enseñan a volar a los animales!—exclamó con sorpresa la voz tras la puerta haciendo que Kris riera.

—Y cuidamos de los dragones, fénix y pegasos—agregó.

—¡Los pegasos aún existen!—Kris rio nuevamente ante el grito de emoción de la singular voz.

La voz de ese chico, la voz de Tao, era muy distinta a cualquier otra voz que pudo haber escuchado en sus veinticuatro años de vida, a pesar de no poder ver al chico, no conocerlo y haber hablado tan poco, se sentía a gusto escuchándolo.

El menor de los Wu sacudió su cabeza para dejar de admirar la vocecita y continuar respondiendo la pregunta. —La población de pegasos está muy reducida. Hemos hecho todo lo posible para que no se extingan... ¿Te gustan los pegasos, Tao?

—Si-iempre me han llamado mucho la atención los caballos y aún más sí tienen alas y vuelan—suspiró Tao.

—Tal vez algún día puedas verlos.

—Lo dudo, no puedo irme de aquí, tengo muchas responsabilidades en este lugar.

—¿Yo soy una de ellas?

—Ahora lo eres...—rio un poco. —¿Terminaste las galletas?—preguntó cambiando de tema.

—Sí toma—se acercó para deslizar suavemente el plato vacío por la abertura de la puerta.

—Vendré mañana con tu desayuno. Todavía tengo varias preguntas que hacerte y me sentiría muy agradecido sí me las respondieras. Buenas noches Kris, descansa.

La puerta volvió a estar completamente cerrada y Kris se quedó solo otra vez.

—Buenas noches Tao...—dijo al aire y se arropó en la cama para intentar dormir.

Tao apareció, como había dicho, los siguientes días llevándole comida y haciéndole compañía. Kris estaba contento por tener a alguien con quien charlar, en lugar de aburrirse en esas cuatro paredes que le quitaban su libertad, y que escuchara con interés cualquiera de las cosas sencillas que podía mencionarle.

—Entonces tú madre quiso encerrarte de esta manera—mencionó Tao detrás de la puerta.

—Es una vieja tradición del reino Vuelo. Sí uno de los novios no quiere casarse lo encierran hasta que decida cumplir con su compromiso—respondió Kris mientras comía panqueques con miel. —Mi madre fue encerrada de la misma manera, dicen que tardó una semana en convencerse de contraer matrimonio con mi padre. Afortunadamente así fue.

—Quieres decir que solo saldrás si estás dispuesto a contraer nupcias con el rey...—dijo Tao con asombro. —¿Kris, tienes amigos cercanos?—interrogó al no recibir respuesta.

—Sí, mis mejores amigos se llaman LuHan y SeHun. Son los nuevos reyes de Telequinesis y Viento.

—Oh, ya veo—Tao suspiró aliviado, por un momento pensó que Kris tendría a alguien especial, lo que sería su razón para no salir y casarse. —¿Cómo se hicieron amigos?

Kris sonrió al recordar. —Conocí a LuHan cuando tenía 13 años. Mi hermana me pidió que le hiciera un recorrido por todo el reino. Tendrías que haber visto su cara cuando se dio cuenta de que no había algún lugar donde sostenerse. Le costó mucho adaptarse, tuvo que acostumbrarse a sostener todo el peso de su cuerpo. Jajajaja mi madre quería que me comprometiera con él, pero mi papá lo evitó porque éramos muy jóvenes para eso. Luego conocimos a SeHun. Ese chico es tan rápido como el viento, en las carreras que hacíamos siempre nos ganaba. Me preguntaba por qué se veía tan serio conmigo y con LuHan era como un algodón de azúcar hasta que los encontré besándose descaradamente en mi habitación.

—Eso debe haber sido muy incómodo. Yo creo que Sehun estaba celoso y por eso te miraba de esa manera.

—Y sí que lo estaba. Jajajaja. Afortunadamente sus padres los emparejaron y ahora gobiernan juntos en su nuevo castillo que está en el límite colindante de sus reinos.

—¿Sientes que no tuviste la misma suerte?—preguntó Tao apoyado al otro lado de la puerta.

—No lo sé, salir de mi zona de confort es difícil, y más adaptarme a esto—respondió y algo nuevo pasó por su mente. —¿Tao cómo eres?

—¿Físicamente? Soy un chico alto, mis rasgos faciales son algo marcados y tengo buena masa muscular.

—No sabía que eras alto. ¿Sabes sí eres más alto que yo?

—Creo que no. Jajajaja— Tao rio suavemente.

—Bueno cuéntame más—dijo embelezado por la risita de contrario.

—Me gusta hacer galletas, los perros, cabalgar, la naturaleza y practicar wushu. Soy responsable y optimista. Mis padres murieron cuando era pequeño y tuve que hacerme cargo de sus deberes desde hace unos años. Por cierto, tengo veintiuno próximamente veintidós.

—Lamento lo de tus padres, debió ser muy duro.

—Lo fue, pero logré avanzar y tener una vida feliz.

Kris sonrió ante las palabras del admirable chico, se acercó más a la puerta y se aventuró a hacer algo por pura curiosidad. —Tao dame tu mano—el nombrado dudó un poco pero decidió extender su brazo derecho por la abertura de la puerta.

—Kris, tu mano es suave y grande—dijo al sentir la palma ajena. —Completamente diferente a la mía.

—Tal vez es por mi nulo entrenamiento militar—respondió restándole importancia mientras acaricia la mano del chico con hermosa voz que lo acompaña a diario y del que quisiera conocer mucho más. —¿Alguna vez te has enamorado?

—No. En mi vida nunca he tenido tiempo para eso. Solo me he dedicado a ser una persona ejemplar para este reino y...—no terminó de hablar debido a que sintió los suaves labios de Kris sobre sus nudillos. —Yo-o debo irme—quitó rápidamente su mano y cerró la abertura. —Nos vemos en la noche, Kris.

Tras la abrupta huida del chico, el príncipe Wu esperaba no haberlo asustado. Tao era la única persona con la cual se había abierto a contar cosas tan personales, en esas dos semanas encerrado.

"Sé que estoy sintiendo algo por él" pensó con determinación luego varios días con la misma idea en su cabeza. Porque no dejaba de sentir esa calidez en su pecho y ese bonito cosquilleo en su vientre cuando Tao de acercaba y le relataba cosas del reino.

Cuando la luz del sol se fue completamente, Tao apareció con su cena. Kris suspiró tranquilo, pues por un momento creyó que no volvería, y agradeció su presencia.

Luego de terminar de comer, Kris se excusó para ir a asearse. Él no sabía si era momento de arriesgarse o no. Sin embargo, decidió dar un salto de fe. —¿Tao te gustaría entrar aquí?

La respuesta tardó un poco, pero la obtuvo. —¿Estás hablando en serio?

—Por qué no lo haría.

—¿No te escaparás?—Tao preguntó pensativo.

—No iré a ningún lugar donde no estés tú—dijo Kris sin pensar y luego carraspeo cuando notó el significado sus palabras. —Si tienes miedo de que huya, puedes retroceder el tiempo y dejarme aquí ¿cierto?—agregó tratando de inspirarle confianza.

El más alto escuchó un suspiro fuerte, vio como Tao cerraba la parte inferior de la puerta, escuchó la llaves y una emoción indescriptible recorrió su cuerpo.

La casi nula iluminación no lo dejó ver completamente a Tao. Sin embargo, el príncipe se sintió satisfecho con su silueta.

Apenas lo escuchó abrir la puerta, Kris tomó suavemente una de las manos del más joven, mientras la otra cerraba la puerta y lo guió a su cama.

¿Estaría siendo un aprovechado? ¿Tao se asustaría? ¿Era correcto lo que estaba haciendo? El menor de los Wu no tenía una respuesta clara, mas no iba a negar la atracción que sentía.

—¿Tao me dejarías besarte?—preguntó tomando sus manos.

—¡Qué!—gritó el menor. —¿En serio quieres hacerlo?

—Si no lo deseara, no te lo hubiera di...

Y no terminó de hablar porque Tao juntó sus labios dejándolo sorprendido hasta las nubes. Su mente solo pudo regresar a la tierra cuando el chico profundizó el beso.

Kris lo tomó del rostro con ambas manos y continuó con el húmedo y cálido contacto. Sin antes pedir permiso para invadir con su lengua la boca del contrario.

Definitivamente era el beso de sus vidas. Ambos podían sentir la creciente necesidad de contacto y la desbordante pasión que compartían, mientras las manos de Tao acarician la espalda del Wu menor y Kris tomaba suavemente su cintura.

Tao, al sentirse cómodo, dejó que el más alto lo recueste sobre la cama e inclinó su cuello hacia un lado para que los besos se extiendan. Kris se sintió en la mismísima gloria cuando probó el suave cuello de Tao y tuvo una enorme necesidad de morder sus clavículas, pero sabía que aún no era tiempo para eso. No quería asustarlo, así que no iba a acelerar nada.

El menor al notar que Kris se alejaba de su cuello, lo abrazó y lo acercó a su rostro para darle un último beso. Tao acarició su rostro, delineó sutilmente con el pulgar sus cejas pobladas y se inclinó a un lado para darle una coqueta y suave mordida a la oreja derecha del contrario.

Kris rio ante el cosquilleo y respiró pausadamente para bajar su lujuria. En la oscuridad, se acomodó con algo de dificultad en la cabecera de la cama y llamó a Tao para que se recueste a su lado. El chico de hermosa voz aceptó rápidamente y se echó sobre el pecho del príncipe, el cual lo abrazó fuerte y le dio un beso en su frente para terminar en reino de los sueños.

Unas horas más tarde, Tao despertó y vio que la habitación estaba bastante iluminada. Sin embargo, Kris aún estaba dormido así que retrocedió el tiempo un par de horas para escapar sin ser visto; sin antes, claro, darle un último vistazo al guapo príncipe.

Tao no se acercó a la habitación en todo el día y Kris se sintió desesperado porque había aclarado sus sentimientos hacia el chico de voz suave y peculiar; por lo que, estaba dispuesto a negociar con el rey de Tiempo.

Kris quería irse con Tao y ser felices. Aunque no sé lo había preguntado, ni tenía certeza de una respuesta afirmativa.

A la hora de la cena, le indicó a un sirviente que deseaba ver al gobernante de Tiempo.

Luego de unos minutos fue liberado y muchos guardias lo escoltaron a la alcoba real.

Él entró con cautela y se encontró con el rey. El cual estaba de espaldas mirando su gran ventana y solo lo cubría una bata de seda ploma.

Kris nuevamente se sintió intimidado, mas no podía rendirse sin intentarlo. No está seguro de como actuará ese rey de porte desalmado, pero va a intentarlo porque tiene esperanza de que todo saldrá bien. Apesar de no haber ideado un gran plan.

—Rey de Tiempo, soy el príncipe de Vuelo, le pido encarecidamente que disuelva nuestro matrimonio—mencionó tratanto de sonar firme. —Yo no puedo estar con usted porque me siento atraído a uno de sus sirvientes. Yo-o quiero convertirme en la pareja de Tao...—dijo con nervios y sin agregar nada más porque el rey giró su cuerpo en ese mismo instante para mirarlo fijamente.

—Hola Kris—saludó el rey y el nombrado abrió sus ojos con asombro. "¡Esa voz!" pensó. —¿Lo que dices es cierto?

Y Kris no hizo más que sonrojarse, esa es la voz de Tao. El rey tenía la misma voz del amable sirviente.

El rey es Tao.

El menor de los Wu no tardó en conectar sus ideas, ha sido tan ingenuo. Tao lo ha tratado respetuosamente como su igual desde la primera vez que hablaron. El rey de Tiempo se llama Huang Zi Tao, jamás le ocultó su nombre.

El rey le sonrió y se acercó unos pasos. Kris se ruborizó aún más porque notó que Tao estaba desnudo bajo la bata, podía ver claramente su firme y trabajado pecho bronceado, decorado por el gran medallon con el símbolo de reloj de arena.

Tao lo tomó de la mano y lo sentó sobre su cama, como él lo hizo el día anterior.

—Lamento que esto sea desconcertante para ti. Fue lo mejor que se me ocurrió para conocerte a profundidad... Quiero que sepas que no te mentí en ningún momento y me siento afortunadamente de que nuestra atracción sea mutua.

—Creo que sigo en shock—respondió el príncipe sin salir del asombro. —Definitivamente fue una gran idea... ¿Y que sucederá a partir de ahora?—preguntó mirándolo a los ojos porque quería conocer cada facción de su futura pareja.

—Me alegra que decidieras salir este día porque es una noche especial para el reino Tiempo. Hoy habrá una lluvia de meteoros a las doce de la noche. Esta solo pasa cada veinticinco años—Tao elevó la mirada y Kris observó el techo de cristal. Se podían ver claramente las estrellas y todas las constelaciones de la galaxia. —Príncipe Kris, solo sí lo deseas, hoy podemos consumar nuestro matrimonio y entregarnos al amor frente los ancestros que permanecen en la estrellas.

—Sí lo hacemos...

—Estaremos oficialmente casados y seremos bendecidos cuando la lluvia de meteoros se detenga por unos segundos para vernos como pareja.

—Y seremos esposos—pensó Kris en voz alta. Era una excelente idea, sabía que no podría ser más afortunado. —Te regalaré un pegaso como regalo de bodas—lo abrazó para compartir su dicha y acarició su espalda suavemente mientras le daba un beso en la mejilla.

—Me encantaría, Kris—respondió Tao acercado sus labios al príncipe, porque ansiaba continuar lo que dejaron pendiente el día anterior. —Seremos los reyes de esta tierra, estoy seguro de que serás un gran gobernante.

—Pondré todo de mi parte para ser un rey digno de ti y tu reino—tomó la cintura de Tao y la apretó cariñosamente.

—Definitivamente así será, cariño—Tao dirigió su mano al cinturón de la bata y desató el nudo. —Por cierto, quiero ser yo quién de a luz a nuestra descendencia—agregó mordiendo su labio de manera sugerente y comenzó a desabotonar la camisa de Kris.

—Tus deseos son órdenes, Taozi.

—Le agradezco a mis padres por firmar este matrimonio sin nuestro consentimiento. Eligieron al candidato ideal para mí.

—Lo mismo pienso, cariño. Hay que hacer que valga la pena—dijo el mayor quitándose la camisa y el pantalón para abalanzarse sobre su sexy esposo que lo recibiría dispuesto a tomar todo lo que le podía ofrecer.

Y así como su esposo Tao dijo, la lluvia de meteoros estuvo presente durante una hora y se detuvo al momento de llegar a su ansiado clímax. Dándoles un buen augurio para ellos y su reino.

Porque el rey Huang ZiTao, no era como el príncipe Kris lo veía, amenazante y frío. Sino que era exactamente como Tao, la voz dulce y comprensiva que lo enamoró sin mucho esfuerzo y en tiempo récord.

Ahora solo les quedaba aprender y disfrutar de su compañía hasta el fin de sus días.



Fin.



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