Prólogo
—Lo siento, no puedo decir con certeza qué es lo que ocurre. Simplemente sucedió.
—¿Me está diciendo que no hay una razón exacta? ¿De verdad? ¿Hicieron un montón de pruebas por los últimos meses y no consiguieron nada? —la voz del joven omega fue en aumento con el pasar de los segundos. Todo lo que pudo hacer el médico fue encogerse y tratar de no enrollarse como un perro asustado—. ¿Sabe cuánto les pagué? Tuve que hacer otro tipo de trabajos. Incluso sujetos asquerosos me tocaron y lo acepté porque me daban propinas y así tuve el dinero para pagar. Se supone que es el doctor, ¿por qué carajos me dice que no lo sabe?
—Joven Byun, lo siento, en verdad lo hago. No encontramos nada malo. Tampoco es algo malo para su cuerpo. Tal vez sea sólo un desbalance.
Maldito estúpido. No era un desbalance. Y qué carajos, les pagó y no hicieron nada. BaekHyun se echaría a llorar en cualquier momento. El doctor al ver el rostro de su joven paciente, y que lucía como si fuera a tener un ataque de histeria, decidió apaciguar su corazón.
—Su celo le llegó por primera vez hace poquito, junto con ello sucedió la lactancia. Probablemente vaya a solucionarse la próxima vez que le llegue su celo—. Quería tranquilizarlo al decir aquello, pero el rostro del joven se arrugó aún más. Parecía que en cualquier momento se echaría al suelo y lloraría como un niño pequeño, con todo y pataletas.
El médico ya estaba muy viejo para esas cosas. Al final, como último recurso para tranquilizarlo, dijo:
—Esperemos que pronto pase. De todas formas, como le dije, no hay nada dañino en ello. Lo mantendremos en observación y veremos.
BaekHyun tuvo un pequeño respiro y una pequeña semilla de esperanza fue plantada. Hizo retroceder las lágrimas que pronto iban a desbordarse.
Tomó su bolsa y salió aporreando los pies sobre la crujiente madera que fungía como piso en esa maldita pocilga que llamaban clínica.
Todavía estaba molesto. ¡Que su celo le había llegado hace poquito! Por dios, qué imbécil. Llevaba ya cuatro años en la misma situación.
Gracias al cielo que su condición le servía de algo.
Al salir de la vieja y sucia casa, respiró el aire puro, que en realidad no tenía nada de puro. El olor de la mierda de caballo lleno sus pulmones y le dieron muchísimas ganas de vomitar el pan y la sopa que obtuvo esta mañana antes de salir de casa.
Un estúpido viejo, del montón que vivían cruzando la calle se le quedó viendo fijamente en cuanto lo vio. Más que verlo a él, a la cara, estaba observando con puro morbo sus senos que se abultaban y eran notorios aún con la camisa puesta y bien cerrada.
—¡Piérdete, bastardo! —le gritó con furia. El hombre asustado de su apariencia algo feroz, salió corriendo.
No vaya a ser que el chiquillo del demonio intentara golpearlo, pensó. Después de todo no había tenido alimentos en tres días, y el niño bonito se veía muy bien de salud, con las mejillas rosadas y regordetas. El cabello castaño claro era sólo otro signo de que pertenecía a alguna familia rica.
¡Iba muy bien vestido también!
Mientras el viejo pensaba en ello, aún con la vista en BaekHyun a pesar de haberse alejado muchos metros, BaekHyun seguía teniendo ganas de ir y darle unos buenos golpes para que dejara de mirarlo.
¡Imbécil asqueroso!
Cerro su saco para ya no llamar más la atención y marchó rumbo al hogar de las demás nodrizas.
Todavía seguía muy enojado.