Capítulo 01.
Había un condón usado en el piso cerca de la cama. Esto no sería particularmente digno de mención si no fuera por el hecho de que Hyunjin había estado ausente varias semanas y el preservativo definitivamente no le pertenecía.
Hyunjin miró fijamente al condón, sintiendo la bilis subir hasta su garganta. Su mirada se desplazó hacia la imagen de la mesita de noche, una foto de un día en el parque. Él y Yujin parecían tan felices, su pequeño cuerpo parecía diminuto en sus brazos mientras la abrazaba por detrás.
Volvió a mirar el condón y se sintió mal del estómago.
Tras de él, Yujin seguía parloteando distraídamente, diciendo lo feliz que estaba de que hubiera regresado a casa, de Suiza, antes de lo planeado. Hyunjin siempre se había enorgullecido de nunca golpear una mujer. Era un tipo grande, con un trabajo peligroso, un temperamento excitable y puños a juego, pero nunca había golpeado a una mujer. Nunca había estado tan tentado en su vida.
Y había pensado que esta semana no podría empeorar. Aparentemente no era suficiente que hubiera perdido su trabajo y la confianza del hombre al que había considerado un amigo. Descubrir que su novia había traído a otro hombre a su propia casa para follar, y engañarlo en su propia cama, no era otra cosa que la cereza arriba de todo ello.
—¿Quién es? —Se oyó decir Hyunjin, con la voz llana.
El parloteo constante de Yujin finalmente se detuvo.
—¿Qué?
Hyunjin se dió la vuelta y apuntó con el dedo hacia el condón.
—¿Quién es el mierda con el que me estás engañando?
Los enormes ojos azules de Yujin se ensancharon. Sus labios temblaban.
—Hyunjin, no es lo que...
—¿No es lo que parece? —gruñó Hyunjin —. ¿Estás jodiendo conmigo, Yujin?
Ella se estremeció, alejándose de él.
—No sé de qué estás hablando —dijo ella con voz llena de confusión.
No era una mala mentirosa. Demasiado malo para ella que Hyunjin fuera un ex agente federal y reconocía a la gente que mentía para ganarse la vida. Solía ser uno de ellos.
—¿Quién es? —preguntó.
No sabía por qué de repente era tan importante. No, sabía por qué: él no creía que fuera capaz de golpear a una mujer, ni siquiera ahora, sin importar cuan mentirosa y puta-engañadora fuera. Con un hombre sería un asunto diferente.
El cuerpo de Hyunjin picaba por una pelea, había estado ansioso por encontrar una salida para su frustración y rabia reprimida desde que Changbin lo había despedido de su cargo de jefe de seguridad.
Si Hyunjin era honesto consigo mismo, necesitaba encontrar una salida para su ira desde que ese joven inglés, Lee Felix, había conseguido tener al jefe de Hyunjin envuelto en su dedo meñique.
Hasta el día de hoy, desconcertaba y disgustaba a Hyunjin cómo el pequeño chupapollas habría logrado engañar a un hombre como Changbin. Hyunjin nunca había pensado que Changbin fuera gay. Todavía estaba convencido de que Changbin no lo era. Todo era culpa de Lee Felix: el mocoso tenía los labios más obscenos que jamás había visto. Incluso Hyunjin, un hombre completamente recto, no pudo evitar mirar un poco.
—¿Quién es? —preguntó Hyunjin.
Le dolía el pecho más de lo que le hubiera gustado admitir. Yujin había sido su novia oficial por dos años. Era inteligente, divertida y hermosa. La había querido genuinamente, a veces incluso pensaba que la amaba. Habían tenido algo bueno entre ellos. O eso había pensado. Al parecer, Yujin era de una opinión diferente si había caído en la polla de otro hombre en las pocas semanas que había estado fuera.
No es que pensara que su relación fuera perfecta. Se peleaban bastante a menudo, principalmente debido a sus viajes de trabajo por todo el mundo. El sexo no había sido perfecto tampoco, pero de nuevo, nunca lo fue. Hyunjin siempre se sintió vagamente insatisfecho y desinteresado durante el sexo, sin importar a la mujer que se follara. Hyunjin estaba acostumbrado a ello, considerándolo como "su bajo deseo sexual". En realidad estaba muy orgulloso de que nunca dejara que su polla dominara su cabeza, como lo hacían muchos otros hombres.
—¿Importa? —preguntó Yujin, trabando la mandíbula obstinadamente. Sus ojos brillaban. Ya no parecía asustada y culpable; ahora parecía molesta y defensiva—. ¿Por qué estás sorprendido? ¡Nunca estás en casa! ¿Se supone que debo ser una monja mientras viajas por todo el mundo, jodiendo mujeres en París y Londres?
—Nunca te he engañado —dijo, ignorando su incredulidad. Ella nunca le creyó—. Te pregunto por última vez, ¿quién es él?
Yujin apretó los labios.
—No te lo diré. Le harías daño.
El hecho de que ella protegiera al hijo de puta era un golpe adicional.
—Eso es jodidamente cierto, lo haré —dijo—. Ahora junta tu mierda y sal de mi casa.
Yujin se congeló.
—No puedes hacer esto —dijo—. ¡No puedes echarme! ¡No tengo a dónde ir en Moscú!
—Deberías haber pensado eso antes de echarte encima de la polla de otro hombre —dijo Hyunjin en voz calma.
Yujin se sonrojó.
—¿Tienes que ser tan vulgar?
Hyunjin soltó una risita.
—Sólo estoy llamando "espada" a una espada. O, en este caso, "puta" a una puta.
Volviéndose de un rojo brillante, ella lo fulminó con la mirada.
—¿Sabes qué? Sí, te engañé y disfruté cada segundo! ¡Era mucho mejor que tú! ¡Fue el mejor que he tenido! Le dije lo patético y egoísta que eras en la cama y nos reímos juntos...
—Fuera —Hyunjin dijo entre dientes—. Voy a salir ahora y es mejor que te hayas ido para cuando regrese —Con los puños apretados, salió luego de espetar por sobre su hombro—. Deja tu llave en el escritorio de seguridad.
Afuera, golpeó la pared y apoyó su frente contra ella, respirando con dificultad y tratando de controlar su temperamento. No iba a responder a la provocación. No iba a golpear a una mujer. Él no era así, maldita sea. Aunque necesitaba como al aire una salida para el dolor, y la rabia que palpitaba bajo su piel, su objetivo no iba a ser una mujer débil. Yujin no era la única que lo había humillado. Ella había tenido un cómplice.
Hyunjin levantó la cabeza, con la mandíbula en una línea determinada.
No necesitaba a Yujin para decirle el nombre de su amante. Podía descubrirlo por sí mismo. Había video vigilancia en el edificio. La última década como jefe de seguridad de uno de los oligarcas más despiadados e influyentes de Europa le había dado muchas conexiones útiles. Al final del día, tendría el nombre y la dirección del mierda que había hecho un tonto de él.
El hijo de puta iba a pagar.
1.
Le tomó menos tiempo de lo que esperaba encontrar la información que quería. Lo que descubrió lo molestaba aún más.
El hombre con el que Yujin lo había engañado era inglés.
Hyunjin sabía que era irracional disgustarse con una nación entera a causa de una sola persona, pero después del fiasco de Lee Felix había desarrollado una fuerte aversión a cualquier cosa inglesa. Se preguntó si sería una broma cósmica que un inglés hubiera arruinado su vida profesional y otro inglés hubiera arruinado su vida personal. Bueno, Lee Felix estaba fuera de su alcance, pero Kim Seungmin no lo estaba.
Hyunjin llamó a la puerta de la habitación de hotel, su cuerpo vibrando por la tensión y la agitación. Mientras esperaba, pensó en lo que sabía del hombre. Kim Seungmin tenía veinticinco años, siete años menos que él, y era un modelo exitoso que vivía en Londres. Un puto modelo. Hyunjin todavía no podía creer que Yujin lo había engañado con un modelo. Ella normalmente volvía la nariz hacia arriba, diciendo que no le gustaban los hombres que eran más bonitos o más delgados que ella.
La puerta se abrió.
Kim Seungmin no era particularmente flaco, pero era indudablemente bonito. Era alto, casi tan alto como el propio Hyunjin, aunque era atlético y delgado, mientras que Hyunjin era musculoso y corpulento. Los hombros de Kim eran bastante anchos y estaban cubiertos con algunos músculos decentes, pero el ojo entrenado de Hyunjin rápidamente evaluó que el otro hombre no era rival para él. También era el polo opuesto de Hyunjin, en lo que se podía ver.
Hyunjin no tenía baja autoestima. A las mujeres les gustaba. Tenía la estereotipada apariencia eslava, aunque un poco mezclada con su apariencia coreana por parte de su padre, con sus ojos negros almendrados, mandíbula cuadrada y cabello negro un poco largo. Sabía que se veía muy bien. De todos modos, no se suponía que un hombre fuera hermoso. Francamente, hombres hermosos con rasgos refinados siempre hacían que Hyunjin se sintiera incómodo por algún motivo.
Este tipo... era uno de esos.
El cabello negro y ondulado de Seungmin era un poco demasiado largo y estaba casualmente peinado hacia atrás, enmarcando un rostro fuerte y hermoso con pómulos altos y cincelados. Felinos ojos oscuros miraban a Hyunjin con una expresión inquisitiva. ¿El tipo llevaba delineador de ojos? Sus ojos eran demasiado bonitos para que fueran naturales. Los generosos labios de Seungmin estaban fruncidos, su color rojo contrastaba con la pálida y perfecta tez del hombre. El idiota era precioso, Hyunjin le daría eso. De alguna manera, conseguía lucir bello sin parecer afeminado.
—¿Puedo ayudarte, amigo? —dijo Seungmin. Su voz era baja, su expresión un poco somnolienta, como si hubiera estado tomando una siesta.
Su inglés británico rayó los nervios de Hyunjin, provocándole una nueva oleada de ira. Este hombre había estado dentro de su novia. Había jodido a la mujer de Hyunjin en la propia casa de Hyunjin, en la propia cama de Hyunjin. Había fotografías de Hyunjin y Yujin por todas partes; no había manera de que el tipo no hubiera sabido que Yujin estaba tomada.
—Sabes quién soy, así que corta la mierda.
Reconocimiento se apoderó del rostro del chico. Seungmin se echó hacia atrás, cautela y un toque de incomodidad apareciendo en sus ojos.
—Eres el novio de Yujin. Hyunjin, ¿verdad?
—Encantado de conocerte —Hyunjin dijo, avanzando sobre él.
—Mira, no sabía que Yujin tuviera novio —dijo Seungmin rápidamente—. Sólo vi tus fotos después —Le dió una media sonrisa torcida, torpe—. Ella no me dejó exactamente husmear alrededor cuando llegamos a su piso...
En un movimiento rápido, Hyunjin empujó al idiota contra la pared.
—¿Esto es jodidamente divertido para ti, maldita mierda? ¿Fue divertido para ti joder la relación de otro hombre?
Seungmin alzó ligeramente las cejas.
—Estoy diciendo la verdad: no lo sabía. Además, creo que estás poniendo la culpa en el lugar equivocado. No es mi problema si su relación era tan débil que tu novia me invitó a su casa luego de media hora de baile...
Hyunjin le dió un puñetazo en la mandíbula. Seungmin gimió, la sangre goteaba de su boca. La limpió, perdiéndose un punto en sus labios. Algo como miedo parpadeó en la cara de Seungmin, pero un momento después, se había ido.
Levantó la barbilla, su expresión se endureció.
—¿Golpeé un nervio, tipo grande?
—Cierra la puta boca —dijo Hyunjin, golpeando la cabeza de Seungmin contra la pared y envolviendo sus dedos alrededor de su garganta—. ¿No tienes nada de auto-preservación, mierda estúpida? He matado gente por menos.
El chico se rió entre dientes.
—¿Esta charla estúpida y machista realmente te funciona con otra gente, amigo?
Increíble. El idiota pensaba que Hyunjin tenía una postura machista.
—No tienes idea de lo que soy capaz, amigo —dijo Hyunjin con voz apagada—. Puedo cortarte a la mitad con una mano —No era una amenaza vacía. Él podría.
Hyunjin apretó su garganta. Le trajo una cantidad ridícula de satisfacción cuando Seungmin comenzó a jadear por aire. Pero no planeaba matar al tipo; Yujin no valía la pena. Así que cuando el rostro estúpidamente bello del modelo empezó a volverse morado, Hyunjin a regañadientes aflojó su agarre en su cuello.
Seunngmin empezó a toser, tomó varias bocanadas de aire.
—Deberías estar agradeciéndome, ¿sabes? —dijo con voz ronca.
¿Este tipo era de verdad?
—¿Agradecerte por follar a mi novia?
—Por comprobar el grado de su lealtad —Seungmin lo miró—. ¿De verdad necesitas a una mujer que le contó a un perfecto desconocido cuan mierda eres en la cama?
Los ojos de Hyunjin se estrecharon en rendijas.
—No soy una mierda en la cama.
Seungmin se encogió de hombros.
—Sus palabras, no las mías. ¿Cómo iba a saberlo? —dió una mirada evaluativa a Hyunjin—. Claro, eres bastante caliente, pero no significa nada si el tipo no sabe lo que está haciendo.
Hyunjin sintió que se le apretaba el estómago. ¿Bastante caliente?
—¿Eres un maldito maricón?
Maldito infierno, últimamente parecía que había maricones en todas partes.
Seungmin parpadeó.
—Bien —dijo débilmente—. Sí que resultaste ser un sol... Si no supiera que sólo eres el producto de la propaganda anti-gay que predomina en tu país, estaría muy ofendido. Estoy tratando de no sentirme ofendido, pero no estás haciendo que me arrepienta de dormir con tu novia, ¿sabes?
—Entonces eres un maricón.
—Si necesitas saberlo, me identifico como bisexual, pero sí, generalmente prefiero a los hombres —dijo Seungmin con orgullo—. No me avergüenzo de ello.
Hyunjin se burló.
—Por supuesto que no. No esperaría nada diferente de un hombre que no ve nada malo en tomar lo que pertenece a otro hombre.
Seungmin inclinó la cabeza hacia un lado.
—Está bien, me molesta profundamente tu insinuación de que ser bisexual o gay es algo de lo que estar avergonzado y que no tenemos moral. Mierda homofóbica aparte, te tengo noticias hombre de las cavernas: estar en una relación no significa que tu pareja sea tu propiedad. Tu novia no te pertenece. Ella es su propia persona. Si ella decide dormir con otro hombre, ese es su derecho, no importa lo mierda que sea de parte de ella. ¿Has pensado alguna vez que es tu propia culpa que no tuviera ningún incentivo para permanecer leal a ti? Por lo que he visto, tu personalidad no es exactamente brillante. O tal vez tú sí eres una mierda en la cama...
Gruñó de dolor cuando Hyunjin lo empujó contra la pared.
—Cállate —gruñó Hyunjin—. Un marica que toma por culo no puede juzgar la destreza sexual de los hombres normales.
Seungmin se rió en su rostro.
—¿No crees que un "marica" esté mejor preparado para juzgar tu destreza que los hombres "normales"? —rodó sus caderas.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo, jodida mierda? preguntó Hyunjin, con el cuello encendido.
—¿Algún problema? —dijo Seungmin y rodó las caderas de nuevo, moliéndose contra Hyunjin.
—Para eso —ordenó Hyunjin, apretando de nuevo la garganta de Seungmin—. No me asustarás con esta mierda repugnante.
—Repugnante, ¿eh? —dijo Seungmin suavemente, mirándolo a los ojos—. Entonces, ¿por qué estás medio duro?
No estaba...Mierda.
Hyunjin lo miró furioso.
—No soy un homo.
Seungmin sonrió de nuevo, algo parecido a la diversión apareció en su rostro.
—Dile eso a tu polla.
Hyunjin apretó los dientes.
—Cualquier hombre recto se pondría algo duro si alguien crea fricción contra su polla. Eso no me convierte en un homo.
—Por supuesto.
—Deja de frotarte contra mi polla, pervertido.
Seungmin sonrió más.
—¿Por qué no te apartas si esto te repugna tanto?
—Porque un pequeño maricón como tú no me asustará —dijo Hyunjin, sintiéndose demasiado nervioso para su gusto—. La gente como tú son monstruos de la naturaleza. No deberían ser llamados hombres.
La expresión de Seungmin se oscureció.
—Sabes, he cambiado de opinión: me estoy ofendiendo, después de todo.
Hyunjin resopló.
—¿Se supone que eso me asuste?
Algo parpadeó en los ojos de Seungmin antes de que sus labios se convirtieran en una sonrisa.
—Deberías estarlo—dijo suavemente, y apretó los labios contra los de Hyunjin.
Hyunjin se puso rígido. Esto era enfermo, equivocado, y repugnante, pero, por alguna razón, estaba dolorosamente duro, y quería...
Se apartó bruscamente y se limpió la boca furiosamente antes de empujar al maricón contra la pared.
—¿Qué diablos? —gruñó, apretando el antebrazo contra la garganta de Seungmin—. Te dije que no era un homo. ¿Tengo que escribirlo en tu cara?
Seungmin gruñó, luchando por respirar, y sin embargo continuó mirándolo con desafío.
—¿Qué dice de ti que a tu novia le guste un homo más que tú?
La estúpida mierda realmente tenía deseos de morir.
Un golpe en el estómago de Seungmin lo hizo doblarse. Otro en sus costillas lo arrojó de rodillas, sin aliento y con dolor. Hyunjin agarró un puñado de pelo negro y jaló la cara de Seungmin hacia arriba.
—Debería golpearte hasta la muerte por tu gran boca.
Jadeando, Seungmin le sonrió antes de gruñir:
—¿Por qué no das a mi boca un mejor uso?
Antes de que pudiera reaccionar, Seungmin apretó los labios entreabiertos contra el contorno de la polla dura de Hyunjin. Los músculos de Hyunjin se cerraron. No podía moverse, no podía respirar, no podía hacer otra cosa que mirar a Seungmin mientras arrastraba sus rojos labios sobre su polla vestida, mientras miraba a Hyunjin.
—Deja eso —se oyó a sí mismo decir, su cuerpo vibrando con tensión contenida, su polla tan dura que era doloroso. ¿Por qué estaba tan duro, maldita sea?
Mirándolo a los ojos, Seungmin se frotó la mejilla contra la erección de Hyunjin como un gato hiper-desarrollado, murmurando:
—¿Cómo te sientes al saber que un homo te provocó una erección, chico hétero?
Y Hyunjin se quebró. Tiró de su cremallera hacia abajo, agarró su polla y la empujó en la boca del maricón. Seungmin gruñó, atragantándose con la gruesa longitud en su boca, sus ojos se volvieron cómicamente anchos. La vista era inmensamente satisfactoria. Claramente el tipo había estado faroleando.
Esperaba que Seungmin luchara y se liberara ahora que Hyunjin lo había desafiado en su propio terreno, pero Seungmin no lo hizo. Miró a Hyunjin, apretó sus labios alrededor de la polla de Hyunjin, y chupó. Los ojos de Hyunjin rodaron hasta la parte de atrás de su cabeza, un gemido bajo se deslizó de su boca. El calor, la humedad, la cantidad perfecta de succión, eran demasiado, y de repente ya no se trataba de una faroleada de un maricón, sino sobre una boca caliente, húmeda envuelta alrededor de su dolorida polla. Antes de que Hyunjin pudiera detenerse, sus caderas se empujaban dentro y fuera de la boca del chico, la repugnancia y la abrumadora necesidad de joder esa boca haciendo estallar una guerra dentro de su cuerpo.
Quería decir, "Detente", pero no salió nada. Quería empujar al maricón lejos, pero su cuerpo no obedecía. No podía hacer otra cosa que apretar su polla en la garganta del chico, gruñendo lentamente ante la sensación mientras la jodía por varios minutos, tal vez por horas; no tenía ni idea. La boca de Seungmin era perfecta alrededor de la polla de Hyunjin, y Hyunjin se estaba perdiendo, empujándose como un hombre poseído, acunando el rostro de Seungmin en sus manos, necesitando... joder.
Antes de darse cuenta, estaba gimiendo y corriéndose en la garganta del chico. Durante un largo momento, sólo hubo silencio y un placer abrumador. Y entonces su cerebro volvió a ponerse en marcha.
—Eso no sucedió —dijo con voz ronca, con los ojos muy abiertos y sin aliento.
Seungmin se limpió la boca, observándolo con una mirada pensativa que habría hecho que Hyunjin se sintiera incómodo si ya no estuviera jodidamente fuera de su mente.
—Claro —dijo Seungmin amistosamente. Se puso de pie y sonrió—. Gracias por la visita. Fue... interesante. Ya sabes dónde está la puerta.
Hyunjin no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Estaba casi fuera de la habitación cuando Seungmin dijo:
—Me disculparía por darle a tu novia un orgasmo, pero ahora ella y tú están a la par.
Hyunjin cerró la puerta de golpe.
Salió del edificio con náuseas rodando en su estómago. Con la mandíbula apretada, mirando directamente al frente, evitando ver a los ojos de los demás. Nunca se había sentido tan inhibido y enfermo en su vida. ¿Podría la gente verlo y saber lo que había pasado? ¿Estaba escrito en su rostro que había follado la boca de otro hombre? ¿Eso lo hacía también un maricón?
Pidoras, pidor, goluboy, pedik -sinónimos rusos para decir "marica" resonaban en su mente con una voz mordaz, disgustada. Sonaba muy parecida a la de su tío, y le traía recuerdos medio olvidados de su infancia.
Hyunjin había crecido en un pequeño pueblo lejos de las principales ciudades. El pueblo era tan anticuado que parecía atascado en la primera mitad del siglo XX, en muchos aspectos. Con sólo una televisión en blanco y negro en todo el pueblo, todos estaban básicamente aislados del resto del mundo. Hyunjin no se sentía mal por ello; simplemente no sabía nada. Él y sus hermanos pasaron su infancia trabajando duro en su pequeña granja bajo el severo y atento ojo de su tío. Un ex sargento ruso del ejército, el tío Stephan no creía en los "perezosos".
"No sean jodidos maricones y pongan sus culos a trabajar", El tío Stephan les gritaría cuando los chicos estuvieran cansados y quisieran jugar para variar. "Maricón" había sido un sinónimo de "débil" durante tanto tiempo como Hyunjin podría recordar.
Originalmente, ninguno de los muchachos había sabido exactamente lo que la palabra significaba, pero todos sabían que no querían ser maricones. Cuando los muchachos se quejaban de tener frío o estar hambrientos, el tío Stephan les ladraba para que dejaran de ser pequeños maricones y empezaran a ser hombres de verdad. Los maricones no eran hombres reales por lo que al tío Stephan concernía, y los muchachos nunca habían cuestionado la autoridad o el conocimiento de su tío.
Cuando Hyunjin cumplió once años, la palabra tuvo otro significado.
Había una nueva familia en el pueblo, algo casi nunca oído. Los recién llegados se habían mudado de Moscú y tenían un adolescente varios años mayor que Hyunjin. El nombre del chico era Philip y no se parecía a ningún otro niño que Hyunjin hubiera visto en su vida: piel suave, ojos de ciervo y bastante inútil en la agricultura; o en cualquier cosa, para el caso. Y, sin embargo, Hyunjin no podía resignarse a despreciarlo. El chico era lindo. Él tenía una sonrisa agradable y un montón de historias divertidas que contar. A Hyunjin le gustaba mirarlo.
Así fue como un día capturó a Philip besando a Sunwoo, otro chico de su pueblo. Hyunjin estaba completamente atónito. Habiendo vivido en una aldea muy protegida, pasada de moda toda su vida, Hyunjin ni siquiera había sabido que los muchachos podían besar a otros muchachos. Confundido, fue a su tío y le preguntó acerca de eso. Las consecuencias no fueron nada menos que explosivas. Hyunjin recibió la paliza de su vida por preguntar "una pregunta jodidamente estúpida y extraña". Philip y su familia abandonaron el pueblo apresuradamente la misma noche. Sunwoo, el niño que Philip había besado, fue golpeado hasta la muerte por su propio padre.
—El maricón se lo tenía merecido —El tío Stephan había dicho con sombría aprobación—. Abominaciones, todos ellos. No se les debe permitir mezclarse con la gente normal.
Los hermanos de Hyunjin habían murmurado su asentimiento mientras un Hyunjin de once años se sentaba allí, sintiéndose enfermo del estómago. ¿Fue la muerte de Sunwoo su culpa por haber dicho a su tío lo que había visto?
Había conocido a Sunwoo. El muchacho había sido fuerte y capaz, y no parecía una abominación o un débil. ¿O había sido corrompido por Philip? ¿Era realmente contagioso?
—No te sientas mal, chico —el tío Stephan dijo bruscamente, dándole palmaditas en la cabeza a Hyunjin—. Esos monstruos no son nada como tú y tus hermanos. Son una vergüenza para los hombres y se les debe dar caza y matarlos como perros rabiosos para que no difundan su enfermedad.
Más de veinte años después, cuando Hyunjin salía del hotel en el que había jodido la boca de otro hombre, pensó en las palabras de su tío y sintió náuseas en el estómago. No, ya no era un niño desvalido de once años. Sabía que la homosexualidad no era en realidad una enfermedad. Su tío había muerto hacía tiempo, y ahora Hyunjin sabía que el odio del tío Stephan por los hombres gay había sido... bastante radical. Pero era imposible erradicar por completo todo lo que había creído.
Él no era un maricón. Él era normal. Lo que había sucedido en el hotel fue una casualidad; nunca volvería a suceder.
Nunca.