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NORÐHEIM

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Summary

Eylfur es un nórdico y el gobernante del reino situado al oeste del norte de su país, Nördhall. No está casado y nunca lo ha pensado. Uryenne, futuro gobernante de Fjóluheim, reino localizado al Este, es un joven de recién cumplidos los 18 años. Su reino, se ve en apuros a causa de una gran horda de feroces vikingos, quienes también se aproximan a Nördhall. Eylfur y Uryenne, aconsejados por sus asesores de confianza , aceptarán unirse en matrimonio viendo que si así lo hacen, sus reinos se convertirán en uno grande... Y poderoso. Aunque entre ellos no exista amor. O a lo mejor...¿Algo sí que sienten el uno por el otro?

Genre:
Fantasy / Romance
Author:
Patryce-Wolf
Status:
Ongoing
Chapters:
2
Rating:
n/a
Age Rating:
18+

† I †

Fjóluheim.

El emisario pisaba fuerte.

Sus botas sonaban por el gran corredor de piedra morada y blanca yendo al encuentro de su gobernante.
Llegó ante la inmensa puerta de doble ala y madera de roble para alzando las manos ni molestarse en llamar y empujarlas.
Su entrada hizo que un hombre sentado en un trono de tonos púrpuras y violáceos se pusiera en pie de un brinco.
A su lado, una mujer de larga cabellera negra y mechones púrpuras miró al recién llegado.
Éste, alcanzando a ambos, echó una rodilla al suelo, agachó la cabeza a modo de respeto y se llevó el puño al pecho.

-¿Qué sucede?- preguntó el hombre que permanecía en pie junto al trono.
Alzando la cabeza, el emisario miró a ambos.
-Mi señor, mi señora, se aproximan- anunció.
El matrimonio cruzó sus ojos entre ellos para inmediatamente después mirar de nuevo al otro.
Estaban en un serio aprieto.
Tenían un ejército bueno más no muy numeroso.
Así que no podían enviarlo para que se enfrentaran a esa gigantesca horda de salvajes que se dirigían a su pequeño reino.
Hace tiempo habían estado sopesando el reunirse con el reino del Oeste, Nördhall, para unir fuerzas y tropas.
¿El problema?
Que solo había una forma.
Acordar un matrimonio.
Nunca habían sido devotos de obligar a hacer tal cosa a su único hijo, principalmente porque Uryenne, no era un chico como los demás.
Pero ahora...
No veían otra solución o alternativa.
Nördhall era regido por Eylfur, también descendiente único de sus anteriores gobernantes.
Y un hombre que pasaba de los treinta años.
Un viejo frente a su Uryenne, de tan solo dieciocho años recién cumplidos.
Despacio, la mujer, fue poniéndose en pie.
Con rostro impertérrito y la mirada llena de pesar, tragó saliva y preguntó:
-¿Tenemos tiempo o están muy cerca?-
El emisario miró primero a su monarca para enseguida hacerlo a ella.
-Distan kilómetros de nosotros pero viajan rápidos y...-
-Tiempo, Fjoren- exigió ella.
Fjoren tragó saliva repetidas veces.
-Un mes...dos si tenemos suerte, mi señora- contestó.
Ella miró a su esposo y él a ella.
-Sé que no es plato de buen gusto...pero no tenemos elección- repuso la mujer.
Su esposo se acercó a ella y le agarró de una mano.
-Explicaselo. Todo. Explícale que no tenemos otra opción y...que muy a nuestro pesar, no nos queda más que llevarlo a cabo- pidió él.
Su esposa forzó una sonrisa triste.
Arrimando su rostro al suyo, besó dulcemente en la mejilla a su esposo para en un susurro decir:
-Lo entenderá. Uryenne es un chico muy maduro y responsable y sabrá que si ha de aceptar es porque no hay otra alternativa-
Lentamente, la mujer fue soltando su mano de la de su esposo.
De inmediato se agarró los faldones de su largo vestido y echó a andar rumbo a la puerta.
Desapareció al instante dejando a ambos hombres solos, momento en el cual, el gobernante mandó a Fjoren:
-Viajarás todo lo rápido que puedas hasta Nördhall y pedirás una audiencia con Eylfur-
Fjoren asintió.
-Le harás saber que se acepta realizar un acuerdo de matrimonio entre él y mi hijo- prosiguió diciendo el monarca -Y te harás cargo de explicarle lo que le haga falta saber de porqué y cómo ofrecemos a un chico como su consorte-
Fjoren se puso en pie al mismo tiempo que respondió:
-Sí mi señor-
El de ropas violáceas dejó oír un suspiro.
-Solo lo justo le explicarás. Únicamente que Uryenne es... diferente y por ende...servirá como consorte para él-
-Sí mi señor- volvió a afirmar Fjoren.
-En ese caso, ve. Que te preparen al caballo más veloz y rápido que haya en las cuadras. No te demores. Y espero que vuelvas con buenas noticias-
Fjoren afirmó con la cabeza para enseguida salir a la carrera de la enorme sala del trono.
El monarca acabó solo y con la mirada puesta en la puerta aún abierta.
Volviendo a suspirar musitó:
-Perdonanos, hijo mío-
Después cayó sobre su trono.
Apesadumbrado.
Lamentándose.
Y destrozado.
Lo que nunca quiso para Uryenne, ahora era lo único que podría salvar su reino.
Y probablemente el de Eylfur.
Pues si esos salvajes que se aproximaban acababan con el suyo, no tardarían en hacer lo mismo con el otro vecino.
Esperaba que Eylfur aceptara, aunque no fuera de su gusto.

************



Nördhall.



-Mylord-
El hombre de largo cabello blanco nieve levantó la mirada de su mesa donde ojeaba unos escritos.
-¿Sí?- respondió -¿Ocurre algo Sven?-
El tal Sven hizo una solemne reverencia.
-Con su permiso Mylord, me temo que hay malas noticias-
El mayor cambió su rostro a uno de alarma.
Alzando una mano le hizo acercarse hasta su mesa.
Sven se apresuró hacia él.
-Habla- mandó el peliblanco uniendo sus manos y reposando su barbilla sobre ellas.
Sven tragó saliva.
-Nos ha llegado el aviso de que esas hordas de salvajes van dirección al reino vecino de Fjóluheim-
El otro se enderezó en su butaca al oír tal noticia.
-¿Están cerca?- quiso saber.
Si la respuesta era que sí, sería cuestión de semanas o incluso días para que su reino fuera el próximo en ser atacado.
-Distan a un mes pero...por las noticias que nos han llegado son veloces y...bastante rápidos...-
El peliblanco le detuvo con una mano.
Sven calló y esperó la respuesta de su señor.
-Avisa a mis consejeros- ordenó.
Sven achicó los ojos.
-¿Mylord? No...entiendo...-
-Que avises a Snorrin y Khallan, ahora- volvió a ordenar, ésta vez de forma severa.
Sven se enderezó y asintió obediente:
-Sí Mylord, enseguida los aviso-
El hombre movió la mano haciéndole salir en busca de los nombrados.
A gran velocidad, Sven abandonó el lugar para cerrar tras de sí.
Levantándose de su butaca, el mayor anduvo hacia el gran ventanal y miró a través de los cristales.
Tenía un buen ejército más no muy numeroso y sabía de lo que podían ser capaces ese tipo de bárbaros que se acercaban y asediaban pueblos y demás ciudades.
Desde que lograron adentrarse en el país, habían conseguido hacerse con todos y cada uno de los pequeños reinos, condados, ducados o marquesados a base de ejercer violencia o dar amenazas.
Fjóluheim y su reino eran los únicos que seguían intactos gracias a que se encontraban situados al norte del país.
Casi lindando con las Montañas Violáceas y las Cordilleras De Hielo.
De ahí el nombre de cada uno.
Fjóluheim estaba más próximo a las montañas.
Nördhall a las cordilleras.
Aunque ambos pertenecían al norte, uno era de clima más suave y tenue mientras que otro era frío y gélido.
Nunca había viajado a Fjóluheim pero le habían contado, de pequeño, que era un lugar totalmente distinto a Nördhall.
Mientras que en su reino abundaban la tundra, musgo y grandes fiordos de hielo, en Fjóluheim lo hacían la flora silvestre, bosques llenos de vida y lagos de agua templada.
La mayoría de habitantes tanto del país como de su propio reino decían que esa tierra estaba consagrada por los antiguos dioses.
El cristianismo había ido haciendo adeptos y aunque Eylfur no lo había abrazado, unos cuantos de sus súbditos y gente sí.
Escuchó el llamado que hicieron en la puerta y se giró sobre sus pies.
-Adelante-
Dos hombres con largas túnicas aparecieron ante él.
Los dos bastante viejos.
-Sven nos mandó llamar, Eylfur- respondió uno de ellos.
-Así es- asintió Eylfur.
Con paso lento, caminó hacia su mesa y apoyó ambas manos en ella.
Luego miró a los dos hombres y dijo:
-Esos violentos se acercan al reino de Fjóluheim-
Los dos hombres se miraron entre sí para de inmediato hacerlo a Eylfur.
-Ignoro si...podría ser factible pero...sé que Fjòlsson tuvo descendencia-
-Un descendiente y según sabemos es un varón- se apresuró a decir otro de ellos.
Eylfur frunció el ceño.
-Yo no soy cristiano por lo que para mí no existe eso de "pecado" o "sodomía"- explicó seriamente.
Los dos hombres volvieron a mirarse entre ellos para otra vez hacerlo a su monarca.
-No solo se trata de que seas o no cristiano- repuso uno.
-Sino de que al tratarse de un varón no podrías tener descendencia- continúo diciendo el otro.
Eylfur se mordió la lengua para no saltarles con una fresca a ambos.
Bien poco le importaba si tenía o no descendencia.
Si lo que pensaba servía, el tener hijos le era indispensable.
-Nadie ha hablado de hijos- espetó.
Ambos consejeros dieron un suspiro.
-Y entonces para qué nos has hecho llamar...- preguntó uno.
-Quiero que enviéis a alguien para que hable con Fjòlsson y le exponga que me gustaría acordar un matrimonio por conveniencia y así unir ambos ejércitos para poder enfrentarnos a esos...feroces bárbaros-
-Mmmm- dijeron ambos llevando las manos hacia delante y uniéndolas.
-¿Qué?- ladró Eylfur.
-Eso sería la mejor opción y...bueno, tenemos la suerte de que aquí no han llegado esos "devotos" de ese omnipotente que llaman...Dios...- inició su discurso el de túnica gris plomo.
-...Por lo que desde nuestro punto de vista, apoyamos y vemos beneficioso el que se realice ese matrimonio de conveniencia entre el heredero de Fjòlsson y tú- acabó el discurso el otro hombre de túnica blanca perlada.
Eylfur asintió en silencio.
-Entonces es una buena idea- refirió.
Snorrin y Khallan afirmaron con la cabeza -En tal caso que sea Sven quien viaje hasta Fjóluheim y pida audiencia ante Fjòlsson y le dé mi mensaje-
Ambos consejeros volvieron a asentir con la cabeza dando el visto bueno a la idea de su monarca.
-Daremos tu mandato en cuanto nos concedas el permiso de retirarnos- repuso uno de ellos.
Eylfur movió una mano hacia la puerta diciendo:
-Idos. Dad mi orden. Y que preparen el mejor caballo para Sven y que salga ahora mismo hacia Fjóluheim-
Con una reverencia por parte de Snorrin y Khallan, ambos dejaron solo a Eylfur para ir a dar la orden encomendada por éste.
Eylfur volvió a tomar asiento pero ya no pudo concentrarse en lo que hubiera estado leyendo.
Esperaba que el hijo de Fjòlsson aceptara.
Por el bien de ambos reinos.


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