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WILD

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Summary

Ni en sus más profundos pensamientos creyó que podría ocurrirle hasta que lo encontró inconsciente en mitad del bosque. Reid, un hombre de cuarenta años, al salir con su perro, halla a un joven sin sentido... Y con un simple camisón raído. Decidido, se lo llevará a casa para cuando despierte preguntarle quién es, pero al hacerlo, el chico solo quiere una cosa; Acostarse con él. ¿Por qué ese afán por parte suya? ¿Quién es verdaderamente? ¿Tendrá que ver con los cuatro fugitivos que han escapado recientemente del laboratorio próximo al pueblo donde vive Reid? Y lo más importante; ¿Por qué le brillan los ojos al joven?

Genre:
Mystery / Romance
Author:
Patryce-Wolf
Status:
Ongoing
Chapters:
6
Rating:
n/a
Age Rating:
18+

-I-

Cortó el grifo del agua tras mojarse una vez más la cara.

El baño estaba envuelto en el vapor proveniente de la tibiedad que el agua caliente desprendió.

Con una mano limpió el espejo.

Y se vio reflejado.

Los claros signos de que ya no era un jovenzuelo se marcaban en su rostro.

Las líneas que se formaban en él le recordaban que era un hombre maduro.

Enderezandose, dio un paso atrás.

Su desnudo pecho, bronceado gracias al sol, se reflejó en el espejo.

Curtido. Trabajado. Tenuemente se notaban sus pectorales.

Nunca había necesitado mantenerse en forma.

En su vida se había visto entrado en kilos.

Tal vez era como muchos decían.

Su genética y buena alimentación junto con el trabajo físico diario eran los factores que le ayudaban a verse así de bien.

Agarrando la toalla de mano, se secó la cara de los restos de agua que aún caían por ella.

Luego volvió a dejar la toalla en su lugar, se dio media vuelta, caminó hacia la puerta del baño y salió.

Envuelto en una simple toalla, anduvo hacia su dormitorio y empujó la puerta, la cual, permanecía entornada.

La habitación seguía en penumbra aunque minúsculos rayos de sol se colaban por los resquicios de la persiana.

Aunque no había mucha luz, se veía algo.

Sus ojos se posaron en el cuerpo de alguien que seguía durmiendo.

Permaneció quieto junto a la puerta, mirando a la persona en cuestión.

Aún no tenía del todo claro lo que era.

Lo encontró sin sentido hace unos días mientras había ido a cazar.

En realidad fue su perro, quien lo olió y encontró.

Dos días los pasó dormido.

Hasta que al tercero despertó.

Obviamente, cuando lo hizo, se asustó.

No hablaba mucho, salvo palabras sueltas.

Siendo un buen anfitrión, ofreció comida al joven.

Trató de saber quién era y de dónde venía.

Pero solo consiguió saber dos cosas.

La primera, que era algo impulsivo.

Y la segunda...

Que era increíble en el sexo.

Años hacía que no había estado con nadie.

Y ese joven el cual no sabía si designarlo como un chico diferente o una chica algo peculiar, le hizo recordar cuan magnífico era el sexo.

En los pocos días que llevaba en su casa, seis para ser exactos, no había logrado sonsacarle información sobre él...

Pero, sí que había disfrutado.

Tenía que admitir que le resultó de lo más grato el poder haber desfogado sexualmente hablando.

Despacio, caminó hacia el lecho.

Una vez junto a éste, muy lentamente comenzó a sentarse hasta que acabó reposando al borde de la cama.

Con cuidado, extendió una mano hacia la cabeza del durmiente, la posó delicadamente en su rizado cabello y le acarició.

Oyó como emitió un sonido entre gemido y suspiro propiamente de placer.

Poco a poco, deslizaba su mano por la parte posterior del cuello del joven, bajando por éste, llegando a la zona alta de su espalda, para con suavidad, ir apartando la manta.

La blanquecina piel del durmiente apareció ante sus ojos.

Sus dedos se deslizaban a través de ella, notando como se erizaba por donde pasaban.

De inmediato, el joven se dio la vuelta.

Y se lo quedó mirando.

Él detuvo la mano una vez alcanzó el abdomen del joven.

-¿Quién eres?- preguntó casi en un susurro.

No obtuvo respuesta sino que ante su atenta mirada, vio cómo éste llevó una mano hasta la suya.

Y la agarró por la muñeca.

Luego, empujó ésta más allá de donde estaba haciéndole tocar esa parte tan similar a la de una mujer.

Oyó como dio un tenue jadeo cuando la yema de sus dedos la rozaron.

La mano del joven soltó la suya para enseguida aferrarse a la sábana del colchón.

Con premura, el hombre inició suaves friegas en ese punto que se ocultaba entre los lisos pliegues de su sexo.

Escuchó como jadeaba, suspiraba y exhalaba el aire de sus pulmones.

Aceleró un poco más las friegas además de obsequiar golpecitos con su corazón en ese bulto sobresaliente de carne.

Observó cómo el joven respiraba agitado al mismo tiempo que elevó la pelvis.

Con sumo cuidado, hizo deslizar su dedo corazón hacia la calidez del interior del joven.

Y comenzó a moverlo.

Éste, agarrándose todo lo firme que pudo a la sábana, echó hacia atrás la cabeza, cerró los ojos, abrió la boca y empezó a jadear.

Lo hacía muy seguido.

Casi parecía que le costaba.

El hombre añadió un segundo dedo.

Y los movió más rápido.

Cada vez que los insertaba y extraía, la humedad los empapaba más y más.

Pudo notar que se endurecía pero controló las ganas de tomar el lugar de sus dedos.

La humedad iba ganando terreno cuando se vio obligado a incluir un tercer dedo.

La temperatura y ardor era demencial amén de cómo sus dígitos cada vez salían más empapados.

No pudo soportarlo más por lo que dando un tirón a la toalla que llevaba se apoyó sobre el joven y tomó la postura correcta.

Procurando no parecer un desesperado, empujó con delicadeza ambas piernas del joven cada una hacia un lado.

Paseando la palma de su mano por la mojada entrada de éste, usó un poco de ésta humedad y se la esparció por su endurecido miembro.

Después recolocó mejor al joven, se asió a sí mismo su hombría, la guió hacia el lugar correcto y...

Se encastró de una sola vez.

El joven solo lanzó un ahogado gemido al notar como ocupó su interior.

Acto seguido, el hombre empezó a embestirle.

Lo hacía muy continuado.

De forma incesante.

Tanto uno como el otro, jadeaban, resoplaban y exhalaban de gozo.

Las manos del joven no podían agarrarse más a la sábana del colchón y fue entonces cuando se soltó.

Con rapidez, sus brazos se enredaron en torno al cuello del hombre al mismo tiempo que sus piernas hicieron lo propio alrededor de las caderas de éste.

Entre gimoteos, suspiros y un débil llanto, el joven expresaba su placentera agonía.

De repente abrió los ojos y los fijó en el hombre.

Cómo ya le había visto hacer desde la primera vez que mantuvo relaciones intimas con él, observó cómo hizo brillar sus ojos.

Entre reflejos verdes y dorados, aquel joven le miraba fijamente.

Tragando saliva y arremetiendo con todavía más intensidad, el hombre no perdía de vista los orbes de éste.

-¿Qué...qué eres?- resopló debido al esfuerzo que ejercía al moverse.

El joven solo emitió un agudo a la vez que tenue gemido para, inmediatamente, abrazarse con fuerza a él.

El hombre, procurando no dejar caer todo su peso sobre él, se sostuvo con una mano sobre el colchón mientras que con la otra, rodeó por la cintura y parte del trasero al joven.

Sujetándolo firmemente, estocó con más poderío.

Para esperándolo, notar que algo se clavó entre su hombro y cuello.

Exactamente en la misma curva.

No le dolió sino que más bien provocó que su cuerpo entrara en combustión y terminara por eyacular.

Desde que lo encontrara y ocurriera, todas y cada una de las veces que habían mantenido sexo, el joven le había mordido.

La primera vez que lo hizo, se asustó y temió que le pasara alguna enfermedad.

Más al ver que la mordida sellaba al día siguiente, y que él no sufría nada raro, dejó de preocuparse.

Ignoraba el porqué lo hacía aunque tuvo que reconocer que a él comenzaba a gustarle.

A lo mejor se estaba volviendo loco o a saber.

Dejó de notar los dientes del joven clavados en su carne para verlo desplomarse sobre el lecho.

Y nuevamente dormido.

Con premura, abandonó su interior.

Haciéndose con la toalla, limpió los restos que quedaban alrededor de la zona íntima de éste.

Luego hizo lo mismo con él.

Despacio, se bajó de la cama, agarró la manta y cubrió otra vez al joven.

Enrollandosela, buscó algo de ropa, caminó hacia la puerta del dormitorio y salió sin hacer apenas ruido.


Bajó con agilidad las escaleras mientras se iba abrochando la camisa oscura de franela.

Llegando abajo, un cánido similar a un lobo le dio la bienvenida con un corto ladrido.

-Buenos días- saludó él dándole unas palmaditas en la cabeza.

El animal gimoteó agradecido para seguirle detrás.

Y ambos entraron en la rústica cocina.

Mientras él se dispuso a preparar el desayuno, el perro se tendió a unos cuantos metros de él observandole.

Aunque no le gustaba mucho oír la radio, esa mañana decidió ponerla.

Sintonizó un canal donde estaban con las noticias y comenzó a cargar la cafetera.

Depositandola en uno de los fuegos, continuó por hacer unas tortitas y sacó un poco de masa del frigorífico.

Colocando una sartén en otro fuego, removió la mezcla, agarró una cuchara grande y vertió un poco en el centro de la sartén...


"Volvemos a retomar la noticia con la que nos hemos despertado ésta mañana...

Según nuestras fuentes, hace una semana hubo un incidente en el laboratorio situado a unos kilómetros de Brandon Valley, a las afueras.

Por la información llegada a nuestra cadena, al parecer han escapado de sus instalaciones cuatro internos del laboratorio con los que se estaban llevando a cabo algunos estudios sobre una enfermedad que padecían. El portavoz del centro científico, Edmund Rogers, no ha dado más información salvo que si en algún caso alguien se encuentra con uno de ellos, ha de avisar a las autoridades competentes de la zona.

Repetimos, se han escapado cuatro internos y por lo explicado por el doctor Rogers, son peligrosos.

Así que cualquiera que vea a uno de ellos o a los cuatro, póngase en contacto con las autoridades.

Ahora, pasamos a dar la descripción de cada uno de ellos.

Son tres varones jóvenes, de entre veinte y veintidós años.

A simple vista parecen adolescentes según datos oficiales del laboratorio.

Dos de ellos son de cabello rubio mientras que tan solo uno es moreno y de cabello oscuro y rizado.

La chica es de pelo largo y rojizo.

Los cuatro poseen la piel clara.

De una altura de entre un metro setenta y un metro setenta y uno...excepto el chico moreno, quien mide el metro sesenta y cinco.

Ninguno viste ropa ordinaria sino un camisón blanco.

Para más información, en las noticias del mediodía nuestros compañeros pasarán imágenes de los cuatro internos que se han fugado.

En cuanto tengamos más datos de lo ocurrido, iremos dando información.

Buenos días y seguimos con la predicción meteorológica para ésta sema..."


El hombre apagó el fuego de la sartén y apartó la cafetera que ya avisaba de que el café estaba listo.

Dando un par de pasos hacia atrás, se situó frente a la puerta de la cocina, movió la cabeza hacia el exterior de ella y alzó los ojos viendo las escaleras.

Su perro no tardó en colocarsele a su lado para dando un ladrido lograr que le mirara.

El hombre bajó la vista hacia él y le miró.

Tragó saliva.

Y de nuevo miró hacia las escaleras.

-¿Será que...- se dijo pensando en lo que acababa de oír y viniendole a la mente el joven que dormía en su habitación.



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NAT : Me gusta en si todo el libro 💜

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