El Cementerio
-En una ciudad de cientos de años específicamente cuatrocientos trece años, en ella ocurrieron tantas cosas, tantas clases sociales pasaron por ella, sus calles se fueron transformando así como también lo hicieron sus edificios, esta ciudad además fue la cuna de muchos intelectuales reconocidos que solo quedan plasmados en sus obras y biografías sin embargo aún se conserva algo de esa ciudad pues ha pasado de generación en generación su historia.
-De esa bella ciudad que ha resistido el paso de los años y su ambiente atmosférico caluroso, se alza hacía la parte sur de la misma un gran he imponente cementerio que deja entrever entre sus mausoleos el paso del tiempo y de muchas almas que una vez fueron personas.
-Aquel vetusto cementerio da la bienvenida a sus visitantes con un mensaje en latín imponente. Hermosos detalles poseen algunos mausoleos dejando entrever la clase social del poseedor, entre ellos de los sepulcros más hermosos se encuentra una bella jovencita que su alito de vida fue arrebatado a sus escasos veintiún años, luce espectralmente bella, lozana, tersa y pura además porta un vestido muy victoriano blanco, con un rosario en la mano posiblemente de plata. En la lápida de su tumba medio se entre leé lo que una vez fue su nombre más ahora resulta ilegible pues el paso del tiempo y la falta de familiares vivos, que supieran de su existencia alguna vez, es casi nula ya además el abandono a hecho de esto el meollo de su deterioro, de ella no queda más que una fotografía en algún álbum antiguo de alguna abuelita que por suerte este viva.
-La joven era uno de los pocos fantasmas que solia pasear de dia o de noche entre los sepulcros, ante ella pasaron los años y los cambios de moda, de era y de vida.
-Solía por las tardes ver el ocaso, se sentaba al lado del mausoleo vecino a ver como el sol se ocultaba en el poniente mientras el viento agitaba suavemente sus vestiduras espectrales. Algunas veces echaba de menos su familia y la vida que llevaba antes de fallecer, recordaba su gran amor que una vez tuvo y las cosas que le fascinaba hacer, se sorprendía que con el pasar de las décadas la cultura de lo inculto se apoderaba de las generaciones, se había perdido el respeto a los mayores, los valores humanos, el aprecio y respeto al arte y la literatura.
-Que tristeza le daba ver que realmente poco a poco hemos perdido el ser cultos, letrados y con buenos valores, por una moda de desacato, libertinaje y falta de aprecio a las artes.
—Yace en aquél cementerio esa joven reflexiva de lo que en su entorno ocurre, más su voz y pensamientos son mudos ya que no pueden ser escuchados.
—Muchas personas yacen en el cementerio, que si de manera sensitiva pudieramos escucharlos, están llenos de consejos, que nos ayudarían a ser una sociedad de valores de nuevo y cultas en nuestro intelecto.