*MALAS NOTICIAS*
"Cuota del préstamo: impagada"
Se cubrió el rostro lamentandose.
Desde luego fue un idiota ofreciéndose como aval de él.
Sostenía la carta de aviso en una mano mientras se dirigió en busca de su móvil.
Marcando un número, se colocó el teléfono en una oreja y esperó.
"-Buenos días, le atiende Chloe, ¿En qué puedo ayudarle?-"
-Hola, erh...yo...llamaba para saber hasta cuándo tengo para pagar la cuota impagada...-
"-Claro, por favor si es tan amable deme sus datos y ahora mismo le digo-"
-Eehh sí, yo...me llamo Terry Spencer-
"-Aquí me aparece...mmm, pues según la base de datos solo tiene como máximo tres semanas, señor Spencer-"
-¡¡Tres semanas!!-
Hecho un manojo de nervios, se llevó una mano a la frente.
"-Sí señor-"
-Y de donde mierdas saco yo tanto dinero- se dijo para sí.
"-¿Disculpe dijo algo?-"
-Ehmm no, no...hablaba para mí- respondió -Gracias-
"-De nada. ¿Le puedo ayudar en algo más?-"
-No, no, gracias otra vez-
"-Gracias a usted y que pase un buen día-"
Terry colgó de mala manera.
¿En qué hora se dejó convencer por ese imbécil?
Ahora estaba no solo hasta el cuello de deudas sino que encima tenía tres malditas semanas para solventar la deuda que su ex le dejó colgada.
Soltando el móvil en la mesa, se desplomó en el sofá y se lamentó para sí.
¿Qué iba a hacer?
Llamó a su jefe para pedirle ese día de asuntos propios.
Enterarse que estaba metido en un aprieto económico y posiblemente que lo dejaría en la puta calle...
Necesitaba recapacitar y buscar una solución ya.
No es que tuviera los ánimos como para salir pero prefirió ir a la cafetería de abajo de su apartamento para al menos no sentirse asfixiado.
Cuando entró al local observó que no estaba demasiado lleno de gente. Procurando no mostrar su preocupación, cruzó hasta la barra, tomó asiento y esperó a que le atendieran.
Una mujer, de entre 30 y 35 años, risueña y rostro amable, se le acercó.
-Hola cielo, ¿Un café?- preguntó ella.
Ya se conocían.
Terry forzó una sonrisa al mismo tiempo que asintió con la cabeza diciendo:
-Pero que no esté muy caliente-
-Lo sé. Café con leche tibia y una poca fría- recitó ella.
Terry volvió a asentir, ésta vez sí pareció sonreír de verdad.
Viendo como la mujer se dirigió a preparar su café, se fijó en el periódico que permanecía abierto a su lado.
Probablemente alguien lo estuvo leyendo y se le echó la hora encima.
Aún estaba junto al periódico una taza con restos de café.
A Terry le llamó la atención un anuncio muy pequeño pero con las letras principales en un tono más claro que los demás anuncios.
No era muy fan de leer el periódico pero no pudo reprimirlo.
Alargando la mano, agarró éste y se lo colocó frente a él.
Por supuesto, lo que primero leyó no fue otra cosa que ese mismo anuncio;
"Se ofrecen 3000 dólares de sueldo.
Requisitos a cumplir;
•Educación.
•Saber obedecer.
•Saber respetar.
Interesados, llamen al número de teléfono o bien presentense en la dirección dada en el anuncio."
Los ojos se mantuvieron fijos en la cuantía a percibir como sueldo.
¿3000 dólares solo por cumplir aquellas tres condiciones?
Tenía que haber algún truco.
Demasiado bueno como para ser verdad.
-Ten cielo, tu café-
Terry se sobresaltó al no esperar tan rápido a la mujer -¿Estás bien Terry?- se preocupó ella.
-Sí, sí, estoy...ammm te...¿Te importa si arranco ésta hoja del periódico?- preguntó el joven a la mujer.
-O no, claro que no- restó importancia ella -Como si te quieres llevar todo el periódico-
Terry arrancó la página y se la guardó en el bolsillo de su pantalón después de doblarla.
-Solo...solo necesito la página- respondió. Luego sacó el monedero para pagar el café cuando vio que no le llegaba. Empujó la taza y el platillo donde estaba hacia la mujer diciendo -No puedo...lo siento. Has...te he hecho malgastar café y leche para un seguro cliente-
La mujer formó una fina línea con los labios.
Acto seguido volvió a acercar el café hacia él haciendo que Terry se la quedara mirando sin pestañear.
-Tomatelo- dijo ella.
-No...no puedo pagarlo...-
-Yo te lo pago- decretó la mujer.
-No es justo...-
-He dicho que yo te lo pago y como me lo rechaces, créeme cuando te digo que te daré un sopapo- advirtió ella severamente.
Terry sonrió agradecido.
Y aceptó el café.
-Gracias Norah- dijo.
Norah sonrió.
-Verás que muy pronto tú serás quien me invite a mí- alegó.
El joven asintió tenuemente.
Salió de la cafetería y sacó la hoja arrancada del periódico de su bolsillo.
Desdoblandola, leyó la dirección.
Estaba algo alejada de donde estaba pero no tanto como para no provocarle curiosidad el puesto de trabajo.
3000 dólares por solo cumplir tres normas...
Le resultaba algo raro.
-Seguro hay truco- se dijo.
Volviendo a doblarla se la guardó y echó a andar en busca de dicha dirección.
Tardó casi media hora en encontrarla hasta que se detuvo ante una espectacular casa.
O palacio.
-No puede ser- repuso.
Extrañado, volvió a sacar la página y otra vez leyó la dirección.
Alzó la mirada y se fijó en la mansión.
Era el número que ponía en el anuncio y la calle.
Tragando saliva, vaciló si atreverse a llamar.
Sus pies se movieron solos rumbo a la puerta principal.
Sin controlarlos, subió los tres escalones que la precedían.
Se plantó ante la gran puerta.
Tomó aire.
Estiró el índice hacia el timbre.
Y llamó.
-Así que te quedas con el...-
El sonido del timbre hizo silenciar a la mujer de tez morena y cabello rizado.
Junto a ella, un hombre algo más moreno de piel y ojos del color de las olivas, la miró.
Con el ceño fruncido.
Ella lo hizo a él.
-¿Esperas a...alguien?- preguntó la mujer.
-No- negó el hombre -¿Quitaste el anuncio Janet?- inquirió.
Janet deseó que el suelo se abriera bajo ella y se la tragara.
Con la boca pequeña respondió:
-Ummm, creo que...no-
El hombre rodó los ojos además de poner cara severa.
Otra vez oyeron el timbre.
-¿Por qué demonios no abre?- refunfuñó él.
-Le diste el día libre- recordó Janet.
El hombre volvió a rodar los ojos.
Acto seguido caminó hacia la puerta de su despacho siendo seguido por la mujer.
-Puedo ir yo Egon- respondió Janet.
El hombre alzó una mano como diciendo que ya lo haría él.
-En serio, sé que no sueles ser tú quien reciba a la gente y...- siguió insistiendo ella yendo tras él.
Egon se detuvo y se giró hacia la mujer enfrentandola.
Janet se quedó quieta en cuanto vio la expresión pintada en su rostro.
-Yo me haré cargo- decretó.
Janet asintió sin rechistar.
Ambos llegaron ante la puerta pero fue el hombre quien se dirigió a abrir.
En cuanto lo hizo, su expresión cambió por una de sorpresa.
Frente a él vio a un chico con un rostro de lo más dulce y postura algo tímida.
Observó cómo tragó saliva dando a saber que estaba nervioso.
-¿Si?- preguntó el hombre.
Terry casi se cae de culo al ver a un hombre de piel oscura y elegante traje negro recibirle.
No esperaba que fuera...
-¿Querías algo?- volvió a preguntar aquel hombre de tez de ébano y grandes y profundos ojos oliva.
Terry tragó saliva.
-Aaamm, yo...vine...por el anuncio...- titubeó.
Egon, con disimulo, miró hacia Janet.
Ella, solo torció la boca en un amago de sonrisa nerviosa.
Con un suspiro, el hombre regresó la vista a Terry.
-Lo cierto es que ya tengo al idóneo- respondió.
-Oohm, yo...lo siento. No...me...solo me causó curiosidad que por solo cumplir esas tres...condiciones paguen...3000 dólares-
Decidido a darse la vuelta, escuchó a aquel hombre decir:
-¿Por qué curiosidad?-
Terry se volvió a éste para verle.
-Es...es demasiado fácil- contestó.
Egon abrió la puerta un poco más sin dejar de mirarle.
-¿Eso piensas?- se medio burló aunque sin mostrar en exceso su sonrisa.
-Es fácil ser educado, respetar y obedecer- dijo el joven.
Egon se echó hacia un lado para después decir:
-Adelante. Veamos qué tan fácil es-
No supo porqué le ocurrió.
Sin intención, notó como una fuerte descarga cruzó de punta a punta su cuerpo.
Nervioso, Terry aceptó la invitación y se adentró al interior de la casa.
En cuanto estuvo dentro, descubrió a una mujer a unos cuantos pasos de ellos.
-Ella es Janet- presentó el hombre.
-Hola- saludó Terry.
-Que tal- devolvió ella el saludo.
Egon miró al joven.
-¿Y tú eres...- preguntó.
-Terry. Spencer. Terry Spencer- se presentó el joven.
El hombre acortó un poco más la poca distancia entre ellos viendo cómo reaccionó el joven.
-Egon Maxwell- dijo su nombre.
-Encantado señor Maxwell- respondió Terry.
Egon lanzó una mirada pícara a Janet.
-Quita el anuncio y tómale nota de sus datos- mandó -Que venga al salón donde le estaré esperando solo él-
Esa manera en que dijo "solo" hizo en Terry que de nuevo sufriera una especie de descarga por todo su ser.
De inmediato, oyó a Janet decir:
-Ven conmigo-
Obediente, el joven la siguió perdiéndose con ella tras una puerta.
Egon, de pie en mitad del pasillo, se frotó la barbilla, pensativo.
Luego se dio media vuelta y anduvo hacia el salón.
No pasó mucho tiempo cuando tuvo al joven nuevamente delante.
Janet cerró las puertas del salón donde ambos quedaron solos.
Egon observaba detenidamente a Terry mientras que éste, empezó a sentirse intimidado.
-Así que según tú, mis condiciones son muy fáciles de cumplir- objetó Egon sentado en el sofá y mirando con picaresca al joven.
-Yo...pienso que sí- afirmó Terry.
Egon afirmó con la cabeza sin borrar su perversa sonrisa.
-Veamos si llevas razón- el hombre sonaba a reto. Enderezandose pero sin ponerse de pie, cambió su expresión por otra de auténtica prepotencia.
-Desnudate-
Terry se puso blanco.
-¿Per-perdón?-
-Creo que se me entendió- replicó Egon -Desnudate-
-No- negó rotundo el joven.
El hombre dejó oír una risita.
-Pues no. No veo yo que sea "fácil" el obedecer...Terry- se jactó.
-No...no esperaba que me...dijera tal cosa...- repuso Terry bastante cohibido.
Egon le miraba fijamente.
Algo había en él que no solo le provocaba sino que lo veía como un reto.
Además de que era un chico muy atractivo.
¿Tal vez era él a quien debía elegir?