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Intentaba procesar cómo llegaron a donde estaban.
Paso por paso, Mark recordaba cómo la castaña le invitó a entrar en el apartamento.
Como le preguntó si le apetecía algo de beber.
Después cómo habían estado charlando amenamente y de forma de lo más natural...
Y ahora él se comía su boca cual desesperado.
En el dormitorio de ella.
A medio desvestir.
Levemente reclinados en la cama.
-O-oye, antes de...de que acabemos...desnudos y haciéndolo quiero...quiero avisarte sobre algo...-
El moreno se detuvo en sus besos y la miró fijamente.
-¿Tienes...novio?- inquirió frunciendo el ceño.
No supo bien porqué pero no le hizo ni pizca de gracia si le decía que sí.
Aunque, claro, él estaba a las puertas del matrimonio...
Y allí estaba.
Con un calentón del diablo.
Ansioso por desfogar.
Y con novia.
-No, no tengo novio- respondió ella sonriendo.
-Mejor...digo...no mejor que no tengas sino que mejor que no haya problemas porque si lo tuvieras y...encima vivieras con él no me gustaría que llegara y me pillara contigo de una manera poco...decorosa y...-
Los dedos de la castaña se posaron en sus labios para hacerle callar.
-Estás...¿Nervioso?- inquirió divertida.
Tragando saliva, Mark asintió con la cabeza.
-No me digas que no has estado con más mujeres porque entonces...-
Rodando los ojos, el moreno la interrumpió:
-He estado con muchas-
“¿Tres novias son muchas?”
Se auto cuestionó.
Bueno, aparte de ellas, también había tenido rollos esporádicos con compañeras de carrera así que podía decir que sí.
Que había estado con muchas.
-Vaaayaaa, eres todo un Don Juan entonces ¿No?- se burló la mujer.
-La verdad es que eran ellas las que me ligaban a mí- confesó divertido -Yo soy un pelín...inocente-
“Por no decirte tonto”
Y eso era cierto.
A sus treinta y dos años, Mark seguía siendo un buenazo a pesar de su apariencia de gruñón, tosco y serio.
Y es que las chicas con las que había estado le habían manejado a su antojo...
Incluida su futura esposa Kate.
Y como él estaba ciego de amor por ella, no veía cómo lo ninguneaba y lo controlaba.
-Perdona por interrumpirte- se disculpó el azabache -¿Qué querías decirme?-
Tragando duro, ella contestó:
-No tengo pechos-
-¿Ehmm?-
-Digo que no tengo los pechos desarrollados...por cuestiones hormonales y...quería que lo supieras por si al verme desnuda te echas atrás o crees que no soy una mujer-
Anonadado, Mark bajó la mirada hacia el busto de ésta.
Comprobó que, efectivamente, no se marcaba pecho alguno bajo la tela del vestido que aún llevaba puesto pero arrugado hasta la cintura y permitiendo que pudiera verle las braguitas de encaje negro que llevaba.
Volviendo a mirarla a los ojos, respondió con voz suave y tenue.
-No es imprescindible-
Y aunque a él le encantaban los pechos bien formados y que pudiera abarcarlos con las manos al ayudarla a quitarse el vestido por completo y corroborar que, efectivamente, estaba tan lisa como una tabla, no le supuso problema alguno.
Despacio, paseó su mano por el pecho de la joven, deslizandola más y más hacia abajo.
Rumbo al vértice de ella.
Lentamente comenzó a introducir los dedos a través de la ridícula braga y...acarició el inicio de la raja de la castaña.
Ella dejó oír un débil jadeo que fue silenciado por los hambrientos labios del azabache además de meterle la lengua.
Procurando ir con tacto, Mark deslizó dos dedos a través de la cálida hendidura de ella...hasta que alcanzó su entrada.
Con suavidad intentó introducir uno por allí...
Y notó cómo lo hizo maravillosamente bien.
La castaña volvió a gemir dentro de su boca al percibir aquel dígito dentro de su vagina.
Sin querer reprimirse, balanceó las caderas dándole a entender que siguiera.
Mark supo lo que quería...
Y añadió un segundo dedo.
Con mimo, los movía de dentro hacia fuera.
La braguita le estorbaba en sus movimientos con la mano pero esperó a que la mujer le pidiera que se la quitara...
-Oohh, más...más rápido...oohh- la oyó que le pidió.
-Me molesta tu...ropa interior-
Poniendolo a mil, escuchó que la castaña suspiró:
-Rompela-
Clavando sus ojos en los suyos, Mark se quedó atónito.
-Arráncame las bragas-
Los dedos del moreno salieron de su interior.
Cogiendo la prenda con ellos no se achantó y...las arrancó bruscamente.
-¡Dios mío!- jadeó la joven mujer.
Acto seguido volvió a notar la mano del pelinegro pasearse por toda su vulva.
Cuidadoso, deslizó su dígito central a través de aquella raja...hasta volver a encontrar su agujero.
Empezaba a lubricar y pudo introducirlo hasta el nudillo.
Luego prosiguió moviendolo.
De forma incesante, lo metía y sacaba escuchando los jadeos de la castaña que, mecía las caderas.
-Aaahh, oohh, m-más, más...más rápido...ooohh- suplicó.
Ni corto ni perezoso, Mark añadió un segundo dígito.
Notó cómo se abría.
Con una grandísima facilidad, los músculos vaginales de ésta le daban cabida a sus dos dedos lo cual hizo que ella subiera el volumen de sus jadeos.
-M-más...más adentro...aaahh, ooohh, aaahh...sí, sí, sí-
Como continuara hablando de esa manera no tendría consideración alguna y sabía lo que podía pasar.
-No jadees así por favor o me harás perder la razón-
Entre suspiros de placer, Dylaenne se mordió el labio inferior y le miró.
De repente, ocurrió algo inesperado.
Al menos para Mark, claro.
Con una fuerza impropia de una mujer y más acorde con la de un hombre, la castaña hizo dar con la espalda al moreno, en el colchón para, inmediatamente después, encaramarsele encima.
-¡Joder!- exclamó Mark al ver tal ímpetu en ella.
Acto seguido, Dylaenne , agarró de la cintura del pantalón al azabache y con impaciencia se lo empujó hacia abajo.
Traspuesto.
Mark se había quedado estupefacto al ver la reacción en ella.
Si Kate era dominante, aquella castaña la superaba con creces.
Una mano de la mujer se metió por el calzoncillo del hombre...y liberó su miembro.
-¡Ma-madre mía!- suspiró él, anonadado por la seguridad de ella al hacerlo.
Ante sus atonitos ojos, la castaña empezó a inclinarse sobre su hombría...
Y se la metió en la boca.
-¡Dios mío!-
El moreno dio un respingo al mismo tiempo que se sujetó a las sábanas y arqueaba el cuerpo.
¿Se habría fijado en una auténtica dominatrix sin haberlo querido?
Notaba los labios de ésta deslizarse por toda su envergadura hasta la misma base.
-¡Se...Señorrrr!-
Sí señor.
Eso sí que podía denominarse una perfecta garganta profunda.
La castaña lo engullia por completo en su tarea oral.
Soltando una mano de las sábanas, Mark asió del cabello a ésta y en vez de pararla, la empujó a que lo tomara más.
-Joderjoderjoder, aahh, aaahh, así, así...uhmmm...no...no pares, no pares...por Dios, por Dios, no te pares- rogaba fuera de sus cabales.
Ni Kate ni ninguna otra de sus anteriores novias le había hecho tal felación en su vida.
Tan increíblemente bien le resultaba que no tardó en rozar su orgasmo.
-¡DiosDiosDios, para, para...párate o...o...o yo me voy a...a...-
Rápidamente, la castaña soltó su miembro.
Enderezandose se desplazó, igual que los felinos, por encima suya hasta terminar cara a cara con él.
Seguidamente meció la cadera y alineó su vértice con la erección del azabache.
Sin más se dejó caer sobre ella encastrandose hasta el fondo.
-¡Señorrrr!- clamó Mark.
-¡Siiii!- gozó la mujer.
Olvidandose por completo de que no se había puesto el condón, Mark aferró por las caderas a la castaña...y la hizo que empezara a moverse.
De arriba abajo.
Ella, gimiendo de lo lindo, lo montaba con desesperación.
Lo percibia magnificamente bien pero sabía que no tardaría en revivir su orgasmo frustrado.
Así que, sin pudor alguno, mientras lo cabalgaba, comenzó a estimularse a sí misma.
-¡Ma-madre de...Diossss!- suspiró de placer el moreno.
Iba a merecer la pena su infidelidad a Kate porque ¡Menudo polvo!
A las puertas de su fin, avisó a la mujer:
-Me...me voy a...co...co...correr...-
Entre jadeos, ella suspiró:
-Espera, espera un...poco...ooohhh, oooohh...es-espera, espera-
-No...no puedo, no puedo...me...me corro...que me corro...no puedo aguantarlo más...-
Súbitamente, ella apretó las cabalgatas resoplando y bufando de placer.
-Sí, sí, sí, a...ahora, a...ahora...aaahh, oooh...ya...ya...-
Dejandose llevar, ambos estallaron a la vez.
Si la mujer colapsó desplomandose sobre él, Mark cayó en la misma inconsciencia.