Capítulo I
— ¡Vamos hermana anímate! Me ha ido bien todos estos días, he tenido citas fructíferas y algunas muy aburridas que me han dejado con la enseñanza de qué hacer en los próximos encuentros. Además si todo sale bien, te despertarás en la habitación 512 de uno de los mejores hoteles de la ciudad, con un super desayuno y un postre esperándote en la cama. — Me sentía aturdida de las cosas que decía mi querida hermana. Es menor que yo y evidentemente tiene mejor vida "social que yo".
— No sabía de eso, hablas desde la experiencia. ¿O no es así? Uff eres una niña tremenda. — cuestiono Becca.
Puse mis ojos en blanco y les pregunté :
— ¿Y si alguien conocido ve mis fotos?
— Boba, no tiene nada de malo. — Dijo Rebecca mi amiga de siempre. Que digo amiga es más como otra hermana.
— No lo sé chicas, es muy complicado. Que tal que en una de esas citas me encuentre a algún psicópata.
— ¡Ay por favor! Para eso se encuentran en lugares públicos y la aplicación es más que respetada, esas cosas no pasan. Además al menos las tres primeras citas el sitio lo eliges tú.
Asentí, pero, es que tenía otra duda más.
— ¿Acaso a ustedes no les da pena que sus conocidos las vean con un perfil ahí?
— Al principio sí, me moría del miedo pero todo fluyó muy fácil, además no es como si todas las personas tuvieran el tiempo y el dinero para pagar la suscripción a la aplicación. Es más que fácil usarla, la interfaz es amigable y atrayente, coloqué mi información, específicamente mi nombre, mi edad, mis gustos y hobbies, mi estatura, si consumo o no alcohol o algún tipo de cigarrillo. La ciudad donde vivo y que tan cerca quería que fuesen mis citas, respecto a las fotos solo coloque una mía de espaldas y una imagen que decía que si querían ver mi rostro solo seria después de conversar un poco.
No pude aguantar la risa, hay que ver que salen creativas.
— ¡Padre santo! ¿No te pidieron también una fotocopia de la nalgas o registro de nacimiento?
— ¡Dios santo! Y por todo te quejas además jajajaja jajajaja exactamente eso les di, una fotocopia de mis nalgas. La foto fue aquella que me tomé en la playa contigo. Y lo demás, pues eso hace que la aplicación te muestre personas con tus gustos y sea más acertado todo. — Exclamó una Rebecca muy alterada y juguetona al mismo tiempo.
— Pero cálmate, simplemente estoy preguntándoles todo lo importante que deba saber. Aunque sigo sin tener interés.
— Ese es tú cuento todo el tiempo, no entiendo porque eres incapaz de divertirte. Vas a llegar a vieja, solterona, virgen y con cincuenta gatos. — dijo mi hermana con evidente frustración.
— ¡Por Dios Samantha!
— Por Dios nada, tienes veinticuatro años y el único novio que has tenido fue ese niño en la escuela, aparte desde que te graduaste solo has trabajado y trabajado. Más nunca fuiste conmigo de fiesta. — Dijo Rebecca con enojo fingido.
— ¡Esta bien chicas! Ustedes ganan, me rindo. — La felicidad en sus caras fue muy chistosa para mi así que de una vez especifique que era lo que habían logrado.
>> No estoy diciendo que me haré un perfil en esas aplicaciones de citas, menos en esa que ustedes alaban tanto. Algo malo ha de tener, aún no quiero ofrecerme en bandeja de plata a cualquier loco. Sólo aceptaré esa invitación al club ese nuevo, solo eso.
— Está bien, por ahora no diré nada más.
— Por mi parte igual. Hoy el party en Infinitu estará más que caliente. Así que ¡Nos vamos!
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Ambas dejaron el tema por ahora, lo que nuestra protagonista no sabía es que las insistentes chicas inundarán su sistema de alcohol y harían que ella solita se creará un perfil en aquella aplicación.
Y es que estaban preocupadas por ella, en realidad pronto quizás se convertiría en monja o en una doña que cuida gatitos. Lograrían darle ese toque de diversión a su vida, si o si.
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Horas más tarde…
Una pantalla negra con toques dorados y delicadas pero elegantes letras decían aquellas dos palabras a las cuáles les había estado huyendo. No es que fuese una santurrona que no deseaba encontrar a alguien con quién ir al cine en un plan romántico, es que sólo no quisiera hacerlo mediante una aplicación. Ahorita todo es la tecnología, la tecnología, hasta para conseguir amor era tecnología. No, yo estoy como que más chapada a la antigua y quizás criada con ideales diferentes.
Quisiera en un encuentro inesperado, o mientras camino por la plaza, o mientras salgo de una biblioteca chocar con el amor de mi vida. No mediante una aplicación.
Pero bueno (Una risita nerviosamente picante se escapa de mis labios) todos esos planes, todas esas creencias quedarán en un sin fin de pausas, ya mis dedos alcoholizados se encuentran tecleando mi información en YourDate la aclamada aplicación de citas en la que mi hermana de veintidós años y mi amiga se han estado divirtiendo. La adrenalina e intensidad del momento me hacen querer vivir al menos un poquito de la diversión que ellas viven y es que si ellas se divierten ¿porque yo no?.
Digo no es como si fuese un cáncer para la vista, yo amo mi cuerpo, mi cara y hasta el color de mi piel, el amor propio es el accesorio que nos queda más bonito. Creo que esconderme detrás de mi uniforme de betty la fea, me ha hecho esconderme internamente también. Es hora de que tome las riendas de mi vida amorosa y de la social también.
¿Qué tanto puede salir mal? Sólo serán inocentes citas. Además es verdad que debo comenzar a vivir de verdad.
Coloque mi foto, aquella que me tomé en la playa, de hecho la última vez que me divertí inmensamente. Me encontraba con un lindo traje de baño negro de dos piezas, un traje de baño que yo no elegí ya que mostraba de más todo aquello que mi piel blancucha y llena de muchas pecas tenía pero que Becca decía que se me veía exquisito.
Pague la suscripción y sin importarme leer las letras pequeñas de los términos y condiciones, vi ese letrero en finas letras que decía :
*Perfil creado*
¡Qué comience la acción!
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