Prólogo
Narrador Omnisciente
Emiliano Lombardo es un gran arquitecto. Su creatividad, visión y tesón lo han llevado a recorrer el mundo posicionando su constructora en lo más alto, siendo una de las más buscadas a nivel internacional.
Cuenta con sedes en Italia y España. Su deseo era expandirse a Rusia, y lo consiguió de la mano del socio menos pensado. No le importaba saber quién era realmente Nikolay Dmitriev, solo que su negocio fuera 100% legal.
Sabía que conocer algunos secretos de su familia podría costarle la vida si no jugaba bien sus cartas, pero luego de que otra vez mancillaran su amor de la peor manera, decidió que vivir un poco al límite le aportaría el carácter fuerte que necesitaba para que ninguna mujer volviera a jugar con él.
Cambiar el rumbo de su vida era lo que deseaba, por eso dejó de ser ese ser dulce y cariñoso que lo caracterizaba, para convertirse en uno frío y calculador, capaz de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de salirse con la suya.
Poco le importaba morir, lo único que quería era que las mujeres pagaran por todas las humillaciones que había recibido de parte de ellas. Pensaba que ninguna se merecía la más mínima consideración porque eran: mentirosas, embusteras, falsas y manipuladoras.
Ser un magnate multimillonario no le sirvió de nada, parecía que estaba maldito en cuestiones de amor. Desde sus 26 años había intentado formar una familia, pero sus sueños se habían roto por culpa de féminas sin escrúpulos que querían disfrutar de los beneficios de su dinero en brazos de otro hombre.
Gianna había dejado bien claro el por qué… Era demasiado dulce y complaciente, demasiado cariñoso, demasiado tierno y romántico. En el sexo siempre pensaba en la otra persona y no se atrevía a ser brusco, al contrario era delicado a la hora de poseerlas.
Eso era de lo que más se había burlado la mujer a la que amaba con locura, lo había destruido escucharla reír a carcajadas mientras decía que a ella le gustaban los hombres bruscos y que la follaran duro, que él era demasiado osito y no la satisfacía completamente.
Sus esperanzas se terminaron de romper cuando Gianna confirmó que lo había querido pero que amaba a Patrick. Que estaba con él porque era el medio para un fin…: obtener dinero y estatus mientras conseguía eliminar a la esposa del hombre que realmente deseaba.
Cuando salió de aquella casa, se juró ser otro, y vaya que lo había sido en un año… Ya no quedaba nada del antiguo Emiliano Lombardo, ahora solo se podía ver a un dominante que no permitía que nadie le replicara, y mucho menos personas del sexo femenino.
Petra Dmitrieva es la hermana del medio de Nikolay, el nuevo socio de Emiliano. En el pasado era una mujer llena de vida, dulce, cariñosa, risueña y muy divertida. Su personalidad extrovertida encandilaba a todos, en especial al empresario petrolero Fiodor Novikov.
Se enamoraron casi sin darse cuenta y en menos de dos años ya estaban felizmente casados. Eran una pareja sumamente feliz, a leguas se veía el amor que se tenían, eran la envidia de muchos por la compenetración que reflejaban cuando estaban juntos o se miraban a los ojos.
Pero como todo en esta vida no es color de rosa, un fatídico accidente los separó rompiendo en miles de pedazos el alma de Petra. Desde ese momento su vida se llenó de oscuridad, esa de la que no quería salir sin Fiodor ni su bebé.
Lloraba día y noche pensando en lo diferente que sería todo si al menos uno de los dos hubiera sobrevivido. No sabía cómo podría continuar sin su esposo, lo amaba demasiado, le ardía el pecho al recordar lo felices que estaban yendo a casa de sus padres para darles la noticia de que serían abuelos.
La vida era una mierda, de eso no cabían dudas. Cuanto más te esforzabas por ser alguien de bien y no hacer daño a nadie, más sufrías; porque la cruda realidad era…: las personas buenas padecen, mientras los malos disfrutan.
Por eso tomó la determinación de cerrarse al amor y a todos los que la rodeaban. Viviría al límite sin importarle nada, total, la vida era una y había que vivirla; ya que en el momento menos pensado, la parka podría llegar sin previo aviso y arrebatártelo todo.
De nada servía ser precavido, porque hoy estabas y mañana no. Ella lo había aprendido de la peor manera, y por eso pensaba disfrutar a tope su existencia. No se limitaría en nada, la adrenalina sería su única compañera, y la cura para su inmenso dolor.
Ya no le importaba poner en riesgo su vida practicando deportes extremos, y tampoco accidentarse. Pensaba que si tenía suerte, acabaría acompañando a su difunto esposo e hijo en la muerte, porque sin ellos… nada sería igual.