Capítulo I
Entró por la gigante puerta de la casa después de haber recorrido el patio también enorme de la mansión, y tocar el despacho de Xyan, su jefe desde hace 3 años, al recibir una respuesta positiva, abrió la puerta del lugar mirando con enojo al hombre sentado frente al escritorio mientras revisaba algunos papeles.
—¿Se te ofrece algo Saki?— preguntó Xyan fríamente sin despegar la vista de las hojas que tenía en manos.
—¿Qué se supone que soy? ¿Tomo un papel importante realmente para ti en tu estúpida organización?— Exclamó la chica cruzando los brazos, el hombre soltó una exhalación, dejó los papeles en el escritorio y levantó la vista hacia la chica claramente molesta. —¿Por qué no me dijiste que la carga iba a salir hoy para Argentina? ¿Quién lo supervisó?
—Toma asiento, Saki— señaló la silla con una sonrisa de lado a lado, la chica ladeó la cabeza y frunció el entrecejo, el hombre suspiró al notar que no le haría caso y volvió a hablar —Estabas ocupada organizando la carga para España y Australia, también preparando la bienvenida para uno de nuestros socios más importantes, Lee Minhyun, ¿no es así?, No quería que te estresaras, deberías agradecerme.
—¿Agradecerte por dejarme fuera de los planes? Me dijiste que el cargamento para Argentina saldría el sábado siguiente en la madrugada, no este sábado, avisarme para checar que todo estuviera en orden no te quita ni una hora.
—Saki...
—¿Recuerdas la última vez que dejaste a cargo a otra persona para supervisar el cargamento de Tailandia? Se robaron kilos, kilos de droga y por si fuera poco pusieron químico de más, podría matar a una persona en una maldita inhalada, si no fuera porque revise antes de ser transportado hubiéramos perdido uno de los mejores clientes y socios que tenemos, Xyan.
—Bien, ¿pero por qué te preocupa matar a una persona? Todos los días mueren personas a causa de las drogas que tú fábricas, y no te da remordimiento Sakura, no seas hipócrita— Sonrió descaradamente y volvió a releer los papeles que había dejado en el escritorio un momento atrás. —Si era todo, vete y cierra la puerta antes de salir, tienes trabajo te recuerdo, y yo tengo una cita en menos de 3 horas, ambos estamos ocupados.
La chica cerró el puño y tragó saliva, su maldito desinterés en temas como estos la desesperaba, era un inmaduro, no era posible que fuera uno de los traficantes más poderosos del mundo.
—Realmente no te das cuenta de lo que puedes perder por dejar a cargo a personas que no tienen conocimiento en el tema Xyan, avísame la próxima vez, no quiero ser parte de una organización, mal administrada y que queda mal con sus socios.— Replicó con una voz fría y enfocó su mirada en el mayor, quien levantó su vista hacia ella una vez más, soltó una carcajada sarcástica, se levantó de su silla y camino lentamente hasta quedar frente a ella, Sakura en ningún momento se doblegó ante su mirada, lo conocía hace tres años, perfectamente bien, no le tenía miedo.
—¿Tú crees que mi organización realmente necesita tu ayuda para salir adelante? la gente hace los tratos conmigo, yo soy quien va a las juntas importantes y presenta nuestras mercancías, me he ganado el respeto como también el temor de la gente por mi propia cuenta, a base de esfuerzo, ah, y los empleados aquí siguen viviendo y tragando por mí—hizo una pausa para acercarse al oído de la menor, su piel se puso de gallina al sentir el contacto de Xyan —Y lo más importante, tú estás llena de lujos gracias a mí, Saki, yo soy la cabeza principal, yo soy el maldito jefe— sonrió y se alejó de ella dándose media vuelta.
Sakura admitió sentirse un poco intimidada por el pelinegro en un momento, claramente le dolía no sentirse valorada, cuándo ella creaba las sustancias químicas y herbales para la mercancía que vendían, y constantemente las mejoraba para que no fueran tan dañinas a los consumidores, pasaba horas enteras en el laboratorio en completa soledad. Investigaba a sus futuros y actuales socios, tenía acceso a cada paso que tomaban. Supervisaba cada maldito cargamento, cada mínimo movimiento en la mansión, aunque durmiera 2 horas al día. Conocía y estudiaba el lenguaje corporal, por lo que sabía cuándo alguien estaba por traicionarlos o simplemente mintiendo, porque ella podía perder su hora de almuerzo y comida por estar trabajando, mientras Xyan se estaba acostando con una nueva chica, le dolía, realmente lo hacía, lo mediocre y estúpida que se sentía por querer a alguien así lo hacía el doble de peor.
El nudo en la garganta amenazó con liberarse en lágrimas, pero hacía meses que no lloraba, hacía tiempo que se prohibió sentirse vulnerable ante al hombre que amo durante 3 años, porque no lo merecía, si estaba ahí, era por el poco cariño y agradecimiento que aún le tenía, y también porque no se sentía preparada para abrir sus alas e irse por su cuenta.
—Sigues siendo un imbécil— comentó arisca, el mayor sonrió con descaro.
La pelinegra salió y cerró la puerta del despacho detrás de ella, hecha un fuego lleno de rabia, nisiquiera le importó la presencia de su alrededor.
El campo de entrenamiento estaba libre, el anochecer se acercaba y era la hora preferida de Sakura para entrenar, sabía manejar casi toda clase de armas, en especial las de larga distancia, ya que eran sus preferidas, pero las que solía utilizar eran de fuego, por lo que esa última semana se propuso a probar armas que no sean las que acostumbraba, decidió empezar el tiro con arco, pero no le estaba yendo bien, sobretodo porque la paciencia no era algo que caracterizara su personalidad, quería que las cosas le salieran al primer intento o se desesperaba.
—Maldito fracaso de arco— susurró la chica cuando la flecha que lanzó no cayó justamente en el blanco —El maldito 5 y 6 no salen de mi campo visual.
—Principiante, pude verlo desde lejos— una voz masculina resonó detrás de la chica de cabello negro, giró la cabeza para reconocer el rostro del hombre, y bajó el arco con sutileza. —¿Acaso no posee un maestro? ¿O es que prefiere hacerlo sola por su orgullo de no querer pedir ayuda?— preguntó poniendo una sonrisa de lado, su cabello castaño estaba desordenado y caía en suaves ondas por su frente, sus ojos marrón oscuro tenían un brillo inexplicable, cómo si una galaxia hubiera decidido poner un gramo de su belleza en ellos, su nariz alta y mandíbula marcada resaltaban su atractivo, sumando su piel blanca sin ser pálida, no era tan alto pero si lo suficiente para rebasar a Sakura. Su vestimenta no era formal, llevaba una sudadera negra con un dibujo animado un pantalón color beige, y sus tenis blancos.
La chica entre abrió la boca con sorpresa, la primera vez que había visto esa cara había sido hace 6 meses, y no tenía planeado volver a verla, pero cómo siempre el destino le dijo, "Yo soy quien hace los planes”.
—Hola, señor— Saludó con una media sonrisa — Lo siento por mi reacción, pero es que no esperábamos recibirlo hoy, ¿Se le presentó algo?
—Sí, se presentó la impaciencia de los españoles— Respondió desinteresado, luego su mirada se posó directamente en el arco que sostenía la menor, caminó hasta ella con las manos en los bolsillos, cuando estuvo lo suficientemente cerca sacó las manos y le quitó con cuidado el arco a Sakura, quién se limitó a entregárselo y observar. —Y lo sé, yo lamento venir sin avisar.
El castaño se puso en una posición que la chica no supo explicar, era como si su cuerpo se hubiera plantado sobre el suelo pero no completamente recto, acomodó el arma entre sus manos y lanzó la flecha tan fácilmente, su cabello se ondeo a causa del aire que emitió el tiro, y en un abrir y cerrar de ojos la flecha alcanzó la diana, bajó el arco y miró a la chica quien aún estaba fijando su vista en la flecha.
Volvió a repetir el acto anterior, y la flecha salió disparada a la diana, esto provocó que la flecha anterior se partiera en dos, el castaño sonrió satisfecho.
Sakura soltó una exhalación decepcionada, era realmente bueno, y él lo sabía.
Se acercó a la chica entregándole el arco que le había robado minutos atrás, lo tomó con un asentimiento de cabeza, y cuando creyó que eso era todo, el mayor coloco una mano en su abdomen y otra sobre su espalda, el movimiento la tomó desprevenida, pero no hizo nada por alejarlo.
—Su torso debe estar orientado hacia delante, perpendicular a la línea de tiro. Debe quedarse quieta como si fuera un árbol, pero no intente sacar el pecho. Generalmente los nuevos arqueros tienden a inclinarse hacia o lejos del objetivo, también inclinarse hacia atrás, no es correcto, ya que puede interferir con su disparo— Explicó muy cerca del oído de la pelinegra, tragó saliva un tanto nerviosa, y asintió —El codo y hombro de cuerda deben estar siempre a la misma altura, y los pies separados a la anchura de los hombros, debe enderezar las piernas, tienen que estar relajadas.
La chica obedeció a las indicaciones sin despegar la vista del objetivo, el castaño se alejó unos pasos para quedar a un lado de ella, y siguió hablando.
—Lo primordial es conseguir estabilidad, trate de distribuir el peso de su cuerpo en cada pierna, la pelvis en retroversión, contrayendo ligeramente los músculos abdominales y glúteos, su cuerpo estará recto y sentirá estabilidad y equilibrio
En el tiro con arco, una mala postura forza tus músculos a realizar trabajo extra, puede que no seas capaz de apuntar con precisión si no tienes una buena postura, pero si consigues dominarlo, no tendrá dolor de cuello durante el tiro, y dolor de espalda después del entrenamiento, sólo procure no tener la espalda demasiado arqueada, y la seguridad, es importante también.
Sakura guardó la información y tomo el arco entre sus manos, la flecha salió disparada, y le dieron un número 8, tal vez no fue en el punto, pero al menos era un número más cerca.
—¡Sí!— exclamó la pelinegra soltando una risa sonora, que terminó por contagiar al contrario —Gracias, llevaba una semana practicando, el dolor de cuello y espalda, es cierto— Admitió mirando al castaño, quien soltó una risa con una exhalación al final.
La sonrisa del chico provocó otra ola de nervios en Sakura, sus ojos se cerraban formando una sonrisa con ellos, la encía se mostraba un poco acercándose a una gummy smile, y sus dientes delanteros eran notablemente mucho más grandes que el resto, lo que lo hacían parecer un precioso conejito.
La pelinegra desvío la mirada hacía otro lado, no supo en qué momento pasó tan rápido el tiempo, la luna casi terminaba de salir, y el azul marino casi invadía por completo el cielo.
Iba a preguntarle de nuevo que lo había traído tan pronto por aquí, pero otra voz se le adelantó a lo lejos, ambos voltearon.
—¡El jefe más duro que tuvo la organización Higanbana!— Exclamó Xyan caminando hacía los chicos, y cuando llegó, dió un abrazo corto al castaño, para después alejarse —Bienvenido nuevamente a la mansión Bidal.
—Bidal Xyan— saludó en respuesta y asintió con una mirada de desaprobación.
—Lee Minhyun.
