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Asher
Nunca lo he querido admitir, pero no me siento conforme con la vida que llevo. Hay días en los que me siento tan vacío que lo único que quiero hacer es sentarme en mi cama y mirar series de Netflix hasta que sea un nuevo día.
Hay momentos en los que siento que estoy aquí en el mundo sin un propósito. Que soy sólo uno más en el montón, pero en comparación con los otros, yo no estaba aportando nada, sólo estaba ahí. Presente.
Imaginen un montón de minions trabajando para ayudar a Gru con el cohete en Mi Villano Favorito, yo fácilmente sería el que se duerme y no apoya en nada, ni siquiera con las porras. Soy como una señal de tránsito, todos me ven, pero deciden pasarme de largo e ignorarme.
Sólo que ignorarme a mí no tendría consecuencias, consecuencias tendría no hacerlo. Porqué soy como un imán para la mala suerte. No para mi mala suerte, para la de las a mi alrededor de hecho.
Pero antes de que se pregunten porque soy tan tremendista y quejoso, les cuento un poco de mí. Como la primera clase que tenemos al inicio del semestre: introducción.
Mi nombre es Asher Jung Benz, soy un adolescente de diecisiete años con descendencia asiática. Actualmente vivo en Gales. Tengo un hermano "perfecto", todas las personas conscientes lo aman, menos yo. Y una madre y un padre.
Me gusta el color azul, es de mis colores más favoritos en la vida, por debajo del rojo. Me declaro fiel fan de Los Beatles y amo, de verdad, amo, la Carlota de limón. Me gusta vestirme con ropa cómoda, no importa el estilo, sólo que sea cómoda.
Me gustan los skates y jugar Minecraft o cosas por el estilo. No juegos violentos o que tengan algo que ver con asesinato o guerra.
Odio las nueces y el durazno y amo el mango y la papaya. Son las mejores frutas que existen en todo el mundo, su sabor es simplemente exquisito. Otro nivel de gastronomía.
Amo los gatos, si en el amor no me va bien voy a vivir solo con gatos, no me importa nada.
Soy alérgico a el poliéster y al sol, en plan, me lleno de ronchas al mínimo contacto con cualquiera. Siempre que salgo parezco Mavis en Hotel Transilvania 2 con mi gorro para todas partes y con camisas largas o sudaderas y nunca nunca pantalones cortos. En verano me derrito cada vez que salgo, contando el hecho de que visto mayormente de algodón sino quiero igual llenarme de ronchas por el poliéster. Con el tiempo te acostumbras al calor. Aún espero ese tiempo, pero sé que te acostumbras.
No soy virgen y no soy un nerd como muchos creen que lo soy. Tengo miopía y astigmatismo, pero tienen que darme dos mil pambas en la cabeza para que pueda usar los lentes por dos minutos.
En la escuela no me va tan bien, pero al menos no he reprobado una sola materia en los 15 años de estudio que he cursado.
Odio las películas románticas en la misma cantidad que amo las de acción. Mi amor favorito de toda la vida siempre será Ryan Reynolds y sería un delito no aceptar que es el mejor. ¡Es hasta divertido!
Soy gay. Y lo grito si es necesario(Un poco metafóricamente porque me aterra la idea de ser juzgado por mis gustos), pero soy un gay versátil, entonces creo que está buenísimo.
Mi primera vez fue con una chica y el desastre que fue todo me dejo en claro que iba a disfrutar más chupando pollas que lamiendo vaginas. Cuando le explique eso a mi madre literalmente se le bajo la presión. Es la única persona que lo sabe aparte de mis aventuras ocasionales con otros gays.
Me aterra tener que cambiar una vez la sociedad se entere de mi sexualidad, me aterra tener que volver a ser un hetero más. O tener que vivir condenado a las miradas despectivas e inhumanas que me lanzarían más personas a diario después de enterarse que en realidad no me gustan las tetas como supuestamente debería.
Es justo por eso que ahora estoy tumbado en la cama boca arriba mirando el techo de mi habitación como si fuera una obra de arte digna de admirar el día entero.
El día de ayer estaba disfrutando de un viernes por la noche muy bueno. Estaba en un motel, pero eso no es lo importante (Tampoco es como si estuviera feo, de hecho estaba todo muy bien cuidado). Lo importante es que mientras había un moreno haciendo maravillas con su boca en esa parte que me ha regalado las experiencias más maravillosas de mi vida, yo estaba vagando en mis pensamientos.
Hay veces que cuando empiezo a pensar en algo no lo dejo más. Un defecto o privilegio, pero es un asco.
Y me pregunté, justo cuando estaba a punto de correrme, ¿por qué si me enorgullezco de ser lo que soy, lo oculto ante la sociedad como si estuviera mal? No me da pena decir que me gustan los chicos, pero aún así me da miedo que las personas puedan llegar a odiarme porque me gusten los chicos.
Los humanos por naturales son seres con dificultades para adaptarse a algo, al cambio por ejemplo. Puede que cada vez haya más personas que acepten el homosexualismo, pero aún siguen habiendo aquellos que te odian por el simple hecho de ser diferente.
Me considero alguien fuerte y capaz de afrontar las peores cosas, pero no sé si estoy listo para que todas aquellas personas a las que estoy acostumbrado me traten mal u odien. No soy el más sociable de todo el instituto, estoy lejísimos de serlo, pero tengo mi popularidad. Ya sé que entre los de mi edad hay miles con las mismas preferencias hacia su mismo sexo, pero no sé si seré aceptado igual.
Así que prefiero guardar el secreto por un rato más.
— ¡Joder! —gime el tipo a mi oído. Lo más seguro es que no sepa mi nombre, pero no me importa, yo tampoco sé el suyo y ese no es un problema.
Ignorando sus palabras sigo con lo mío. Beso la piel de su cuello mientras que con movimientos rápidos entro y salgo de él. Es un chico delgado y gay en todas las letras, porta en la frente un cartel con letras neón el gay en la cabeza, desde la luna te das cuenta que este tipo es gay. A pesar de eso es un desastre con una polla entre sus manos.
— Shh —susurro en su oído, soy una de las pocas personas que disfrutan el sexo en silencio. No importa que tan linda y excitante tenga la voz el tipo con el que me este revolcando lo prefiero en silencio.
Sigo con movimientos rápidos y certeros, no me detengo hasta que siento ese nudo en el estómago antes de correrme en el condón sintiendo el propio calor de mi semen en mi propio miembro. El tipo gime y yo jadeo antes de salir de su interior e ir al baño a limpiarme.
Salgo del baño y recojo mi ropa para empezar a ponérmela con pereza. Es sábado y son como las diez de la noche, pero tengo que llegar a casa antes de la once porque a esa hora la abuela llega a casa. Le regalo una sonrisa al chico y salgo de la habitación, ya esta pagada, así que puede quedarse ahí el tiempo que quiera con tal de que salga antes de las doce del día siguiente.
Llego hasta mi moto que esta en una esquina del estacionamiento y tomo el casco. Me acomodo el cabello hacia atrás debido a que ya esta mas largo y me pongo el casco. Voy a casa directamente.
— ¡¿Jung dónde estabas?! — interroga mi mamá una vez pongo un pie dentro de la casa. Está con los brazos en jarras y una mirada severa. Sé que me escucho llegar porque ella me abrió la puerta de la cochera antes que me bajara de la moto. El celular me vibra en el bolsillo del pantalón, pero sé que si lo reviso mi madre va a regañarme porque lo consideraría como que la ignoro.
— Por ahí —respondo porqué sé que si le digo que estaba por ahí revolcándome con un tipo me va a castigar las salidas de por vida.
— Que no te engañe madre, estaba chupándosela a un tipo, salió hasta en las noticias —comenta Min ho desde el sofá. Estoy tentando a mostrarle el dedo corazón, pero me contengo.
— ¡Min ho! —mamá le reprocha. Sobre eso de que solo mi madre lo sabía creo que tengo que modificarlo un poco, de la impresión y sorpresa le contó a todos en casa, por suerte le pedí que no le contara a nadie más porque si no lo hubiera hecho le hubiera contado hasta a el velador del panteón en el que está el abuelo.
— Fui a dar una vuelta antes de que llegara la abuela porque según lo que ha dicho papá vendrá con Jiyu y sabes que no la soporto —miento un poco, la parte de dar la vuelta es mentira y la de que Jiyu me cae mal es verdad. Aunque si me relaje un poco, creo que igual la soporte un poco.
— Okey, ve a cambiarte porque no puedes recibir a la abuela en esas fachas —me señala las escales y me encamino a ellas.
— ¡Y te bañas porque hueles a sexo! —grita Min ho con diversión, mamá le da un sape. Sonrío con los labios apretados y le muestro el dedo corazón.
— ¡Jung!
Rio y corro por las escaleras hasta mi habitación.