EL DIA ANTERIOR
-Kajei, casi mueres... Otra vez. -
Diether le regaño sacando un cuchillo color carmesí del cuerpo sin vida de un rebelde. El cabello rojo le cubría la mitad de la cara, el resto estaba manchado de sangre y barro. Sus ojos verdes marcados por tinta, rasgos de la raza perdida Arzuan.
Kajei era un joven de piel bronceada y cabello oscuro con un estilizado mechón de cabello por delante.
Kajei se miró los pies apenado.
-Lo siento... Diether. - murmuró Kajei.
Diether miro al cielo y movió la cabeza . Siempre es lo mismo con Kajei. Nunca se atreve a tomar la decisión de terminar una vida para preservar la propia. Pero no puede enfadarse con su única familia y mejor amigo.
-Vamos. - dijo Diether indicando la salida.
Salieron del abandonado callejón dejando atrás un cadáver y guardando las armas robadas en una mochila de gran tamaño. Los pasillos estaban cubiertos de propaganda Everista, del ejército e incluso de propaganda de la rebelión. Este caos era común de las secciones mas alejadas del Palacio Everista donde vivían muchos refugiados y civiles de rango muy bajo para el Imperio.
Kajei encontró un barril abandonado. Se lo mostró a Diether. Parecía agua limpia. Se sentía como agua limpia. Diether se limpió la cara revelando su piel clara y sus párpados oscurecidos. Kajei metió la cabeza en el barril y Diether lo sacó. Su dulce lazo de pelo ya no existía. Pero al menos se sentía más fresco. Ambos se rieron de como se miraban con el cabello empapado.
Kajei y Diether llevaban varios años sobreviviendo por su cuenta. Incluso habían conseguido alquilar su propia habitación con los créditos que obtenían vendiendo armas, botas e insignias de rebeldes caídos y, a veces, de soldados. Corrían a lo largo de las murallas fortificadas. Diether llevaba una pistola de plasma Ivosy de largo alcance a la espalda. Kajei le seguía llevando una mochila con más armas.
-Creo que estaremos listos para entrar en el ejército después de vender todo esto -dijo Kajei mientras corría tras Diether.
-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?
-¡Sí, seguro! ¡Seré un gran soldado como mi padre! -
-De acuerdo entonces, me uniré al ejército. Alguien tiene que asegurarse de que sobrevivas a todo esto.-
-¡Puedo sobrevivir bien por mi cuenta!
-Claro, como lo hiciste hace un momento. -
-¡Oye! No estaba... umm... ¡no estaba preparado! -
-Mi punto está probado. - Diether asintió.
Se detuvieron ante una casa de cambio.
Ambos entraron en la cabaña y la puerta se cerró. Las paredes estaban cubiertas de armas viejas. Armas rebeldes. Fusiles colgando del techo. Kajei le entregó la mochila a Diether. Diether mostró cada una de las nuevas adquisiciones al hombre de mediana edad que atendía el negocio.
-Oh, chicos, sigo asombrado. ¿Cómo hacen para entrar en las zonas de conflicto? -
-Olvídate de eso. ¡Darme los créditos! - Extendió sus pequeñas manos.
-Muy bien, muy bien. Toma. - Les tendió a los chicos un puñado de recibos de pequeño tamaño.
Diether los contó, asintió y se los pasó a Kajei. Kajei se hizo cargo de los recibos.
-Un placer hacer negocios. Ahora, Kajei. Vamos al cuartel general. - Se despidió con la mano y salió de la cabina.
-¡Sí, señor! - Kajei saludó y marchó tras Diether.
Los dos siguieron marchando hasta llegar a su lugar secreto. Kajei cogió una pequeña caja metálica que contenía muchos recibos, mientras Diether ordenaba los documentos para el registro. Consiguieron canjear los recibos sin problemas en la oficina de cambio por su primera tarjeta de crédito. Los dos se sonrieron y echaron a correr por la calle. Se desviaron por unos tejados y llegaron a un alto edificio fortificado. Banderas Everistas adornaban los costados y paredes. Entraron en la oficina de reclutas.
Una joven secretaria tecleaba en pantallas oscuras con detalles rosa neón. Les saludó. Diether le entregó el papel del registro y Kajei la tarjeta de crédito. La señora cogió los papeles y la tarjeta y los examinó. Leyó dos veces el registro de Diether. Intentó leerlo. Se dio por vencida. Registró a los dos jóvenes y les entregó dos tarjetas. Les felicita y saluda.
-!Felicidades, están oficialmente reclutados en la Armada Cavallino! Salve al Santo Consejo Everista!-
Ellos le devolvieron el saludo.
-SALVE AL CONSEJO EVERISTA -
El resto del día lo dedicaron a pasar el reconocimiento médico. A Kajei no le gustaban mucho todas las agujas que le pinchaban la piel. Les dieron sus uniformes. Y unas bonitas charreteras estándar de bajo rango para presumir ante los civiles comunes. Tuvieron que ayudarse a ponerse las botas y los guantes para continuar con los registros incluyendo una foto para archivar en su expediente.
Los reclutados ya no se les permite ingresar a las zonas de los civiles y deben quedarse a vivir en nuevas habitaciones asignadas por el Ejercito. A Diether no le hizo ninguna gracia enterarse de que iba a dormir en una habitación separada a Kajei. Pero convenció al compañero de cuarto de Kajei para intercambiar las habitaciones; después de echarlo, tirar sus pertenencias a un lado y cerrar la puerta con llave.
Nada mal para la primera noche. Continuaran sus aventuras al día siguiente.