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HEROES DE LA PERDICION

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REQUISITO MINIMO NO CONFORME

Diether se despertó y apagó el despertador antes de que sonara. Kajei seguía durmiendo y necesitó que Diether lo empujara fuera de la cama para prepararse para su primer día. Salieron alegremente a la calle. Al menos Kajei lo hizo, dando pequeños saltos cada dos o tres pasos. Diether se limitó a seguir a Kajei en silencio.

En el exterior había una amplia zona destinada al entrenamiento físico al aire libre. Otros jóvenes también estaban allí, mas reclutas recientemente enlistados.

No tardaron en detenerlos. Un hombre alto y uniformado se plantó ante ellos. Sus profundos ojos miraban fijamente a los jóvenes. Kajei se encogió. Diether le devolvió la mirada. Por las insignias que llevaba en el lado derecho del pecho y su postura imponente, acababan de conocer a su Comandante de Instrucción. Silbó y los demás reclutas corrieron hacia ellos formando una fila. Diether y Kajei se unieron a la fila.

El hombre se presentó como su “Comandante”. Debían obedecer sus órdenes sin excepción o irían a la cárcel. Se paseó a lo largo de la fila. Se detuvo cuando llegó a Diether y Kajei. El hombre los examinó de pies a cabeza. Se mofó de Diether.

-¿Qué haces aquí, niño? - Señaló a Diether- Vuelve a tu agujero de mierda. - Empujó a Diether.

-¡No me iré de aquí! - protestó Diether.

-Él... Tiene mi edad. -

-Cállate. - Ordeno el Comandante a Kajei y dijo señalando de nuevo a Diether. -No sólo eres un inútil, sino que además eres escoria de Arzuan. ¿Qué crees que haces aquí? ¿Eh? -

El Comandante dio un paso atrás y señaló al resto de los soldados. -Estos son ciudadanos Cavallinos. Sirviendo al Ejército Cavallino. Mi deber es crear la fuerza más fuerte jamás vista. ¿Ves alguna otra escoria Arzuan aquí? ¿No? Por supuesto que no, eran demasiado débiles y fueron eliminados hace años. ¡Ahora vete a la mierda! -

Diether miró a Kajei quien le miraba aterrorizado, Kajei sacudía la cabeza tratando de decirle a Diether de que se detuviera. Diether se volvió para mirar a su Comandante. Sus ojos furiosos lo miraban fijamente, pero no iba a abandonar a su mejor amigo sólo por unas miradas furiosas y unas maldiciones.

-No. - Le devolvió la mirada al comandante. - Si quiere que me vaya, tendrá que echarme a patadas.

-No... no… Diether, no lo hagas -susurro Kajei.

-¿Te sientes fuerte, eh? Bien.- El Comandante sonrió satisfecho.

Dio media vuelta y se paseó hasta el principio de la fila, levanto su mano derecha. -Tienen su primera orden reclutas. Saquen a esta escoria de las instalaciones. - ordeno con una sonrisa.

Kajei se asustó y se escondió detrás de Diether. Los demás reclutas se miraron confundidos por un momento, pero luego se dieron cuenta de que tenían que seguir la orden. Al principio, atacaron vacilantes uno a uno. Diether repelió sus intentos con facilidad. A medida que pasaba el tiempo empezaron a atacar en grupo pero sin conseguir derribar a Diether.

Kajei le pasó una escoba y cogió otra para él. Los dos golpearon muchas caras con sus palos. Pero no paraban de levantarse e ir por ellos, así que Diether decidió hacerles daño de verdad. Y así, los hombres empezaron a volar por el campo. Kajei había dejado de ayudar a Diether, ya que estaba derribando a todos sin problemas.

Mientras tanto, el Comandante observaba la batalla con los brazos cruzados y una expresión de total desaprobación. Otro hombre se le había unido, su uniforme tenía más insignias y una larga capa ondeante, se acercó a supervisar cuando oyó el alboroto. Ambos intercambiaron miradas de desaprobación. El hombre de la capa señalo a los reclutas peleando y con su voz suave y maliciosa ordeno el cese al combate inútil. El Comandante suspiro, dejando caer los brazos y moviendo la cabeza de lado a lado salió al encuentro de los combatientes.

-¡ALTO! -gritó.

Los reclutas se detuvieron y Diether se detuvo justo antes de golpear la cabeza de alguien con el extremo de la escoba.

-¡TODOS! ¡Son una vergüenza para el Imperio Cavallino! Dejándose derrotar por un miserable Arzuan. Qué desgracia. Me veo obligado a aceptar a esta escoria ya que ha demostrado ser más apto para formar parte del Ejército que todos ustedes. UNA VERGÜENZA.-

Diether sonrió satisfecho y balanceó la escoba. Detrás de él Kajei soltó una risita.

-Santo Ivosy, Didi. Creía que íbamos a perder esta batalla- le susurró a Diether.

-Pfff, como si... -se burló Diether. Sabía que ninguno de los allí presentes podía ser realmente peligroso para él.

-¡SILENCIO! Ustedes dos. Y todos los demás. Regresen a la fila. Y no me importa si están sangrando o les faltan dientes. -

Diether y Kajei soltaron sus escobas y se unieron a la fila con los reclutas heridos. En retrospectiva, tal vez golpear a todos no fue una buena idea, pensó Diether. Pero lo hecho, hecho estaba.

-Sin tener en cuenta esta incompetencia... Formaran parte de la nueva rama del Ejército. Oh, sí. Si sobreviven, claro. Y créanme, haré todo lo posible para reducir su número. - Se rió el Comandante de los reclutas.

El hombre de la capa se unió a ellos. Levantó su brazo derecho.

-Oh, pero si es un Ministro. Y no cualquiera. Es el Ministro de Guerra - susurró Kajei con asombro. Diether enarcó una ceja.

-BIENVENIDOS AL EJÉRCITO DE LA UNIDAD SIGILOSA. SALVE EL CONSEJO EVERISTA. - Gritó el Ministro.

-¡SALVE EL CONSEJO EVERISTA! - Todos se unieron.

-¡Lo hemos conseguido, Diether!- dijo Kajei agarrando a Diether por los hombros y sacudiéndolo hacia los lados.

Diether sonrió a su amigo. Por fin iban a abandonar las calles y la búsqueda de carroña de las zonas conflictivas...Para saltar directamente a los peligrosos terrenos mortales del campo de batalla.

Diether dejo de sonreír, iba a necesitar un gran plan para mantener a Kajei con vida durante la guerra continua del Imperio.

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